Carlos Paolillo: "La danza ha salido de los estudios"
"Los creadores se han acostumbrado a que no hay crítica y prácticamente no hay. Creo que estamos ante la necesidad de que los proyectos privados vuelvan a fortalecerse", señaló el Premio Nacional de Danza 2012
Paolillo, fundador de la Fundación Jóvenes Coreógrafos (Enio Perdomo)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
lunes 6 de agosto de 2012 12:00 AM
Carlos Paolillo no sabe cómo manejar la notoriedad que adquiere gracias al Premio Nacional de Danza que acaba de ganar. Es de los periodistas que prefiere el bajo perfil, el contradictorio anonimato de una firma en el periódico. Incluso los ojos se le humedecen de la emoción. Pero el cuerpo debe terminar la pirueta.
El también crítico, profesor universitario y gerente cultural, tiene porte de bailarín pero nunca pasó por su mente serlo. Ama la danza desde las butacas y salas de ensayo, y ámbitos de formación, análisis y reflexión.
Paolillo, quien, entre otros méritos, estuvo involucrado en la creación de los estudios universitarios de danza en el país, está preocupado porque no hay suficiente crítica, lo cual, a su juicio, pudiera ser un reflejo de la poca danza que se hace, y observa que el sector público se ha fortalecido en detrimento de los proyectos privados.
-Trabajó como periodista y crítico en El Universal desde 1981 hasta 1996, y desde el 97 con El Nacional ¿Cómo ha manejado el criticar un gremio del cual indirectamente forma parte?
-Cuando me propusieron por primera vez escribir en El Universal acepté pero bien temeroso. Hacía entrevistas, reseñas, entrevisté a todos los bailarines, maestros, invitados internacionales... Siempre lo supe manejar bien, no hubo rencillas. Cuando la danza vivió su boom en los 80, lo reflejé.
-¿Y el artista está preparado para la crítica?
-A ver, es contradictorio, necesita la crítica. Está preparado para recibirla cuando es favorable; no está tan preparado cuando no lo es, puede tener algún tipo de reacción ante eso, pero creo que en todas partes del mundo es así. Acá en Venezuela ocurre un fenómeno bastante particular: luego de haber un movimiento de crítica de danza bien dinámico en los 80 y 90, ese ejercicio quedó prácticamente diluido.
-¿Y no será que al diluirse el boom ocurrió lo mismo con la crítica?
-Puede ser. La crítica necesita la danza para poder existir, porque el ejercicio crítico es una consecuencia de un acto creativo previo y evidentemente el crítico, al escribir su nota, su reflexión y al trasladar lo que vio en el escenario al lenguaje escrito, hace un acto de creación, crea una obra autónoma de la obra escénica que le dio origen. Puede ser que al venir un poco el decaimiento del impulso con el que venía la danza, se fue experimentando cierta detención en la crítica y el hecho es que prácticamente no hay. Los creadores se han acostumbrado a que no hay crítica, no les hace falta, algunos con cierta vocación hacia la escritura hacen análisis y reflexión, pero finalmente, ya casi nadie escribe. La crítica perdió vigencia y la gente se acostumbró a no solicitarla.
-¿Y en qué andan los creadores actualmente?
-Si una característica tiene la danza venezolana es su diversidad, no obedece a ninguna tendencia ni escuela formal, sino que se nutre de muchas cosas y en esta época, en los últimos 10 años, han operado varios fenómenos que tienen que ver con los cambios en el país. Por supuesto, ha habido un progresivo deterioro del sector privado de la danza (compañías, fundaciones, asociaciones civiles) otrora muy poderosas, que era el 99,9% del hecho de la danza, agrupaciones privadas, subvencionadas por el Estado. Acá toda la vida la danza ha requerido apoyo del Estado. En la última década ha habido cierto debilitamiento porque el Estado actual apunta hacia un fortalecimiento de lo público y hoy en día hay dos proyectos estatales que son muy fuertes, la Compañía Nacional de Danza y la Compañía Universitaria de Danza.
¿Crisis en el sector?
Carlos Paolillo asoma dos factores importantes en la realidad de la danza venezolana actual: fortalecimiento de lo público en detrimento de lo privado y actitud de los artistas.
-El Estado quiere fortalecer lo público, pero también hay un asunto de actitud de los artistas que fueron buscando otras fuentes de financiamiento para su vida personal. La danza se ha diversificado, ha salido de los estudios y ha llegado a ámbitos médicos, de cuidado personal, terapéutica y entrenamiento accesible a cualquier persona. Ese mundo está lleno de bailarines que adquieren un nivel de vida respetable, pero eso hace perder al mundo artístico porque no hay dedicación exclusiva. Hay también como cierto compás de espera no acordada, los creadores están esperando que llegue el momento de retomar el rumbo anterior, que es imposible, en todo caso, habría que forjar otro.
-Afirma que el sector público de la danza es fuerte. Pero en general, la danza sigue pareciendo la oveja negra, en comparación con la música y el cine.
-Tradicionalmente, la danza siempre se ha sentido como la pariente pobre. Cuando hubo un boom fue por el apoyo del Estado, no sólo con recursos económicos, sino también en cuanto a la posibilidad de participación que se le dio a los creadores dentro de las dinámicas de ejecución de las políticas públicas. Ocurre que el creador se ha replegado dentro de ese compás de espera del que hablaba, y en ese compás, los creadores se fueron dedicando a otras cosas. Existen algunas compañías pero evidentemente, dentro de una discreción, una prudencia y austeridad notable. Muchos se han incorporado a estas plataformas públicas. El Ballet Teresa Carreño sigue siendo la única compañía estatal de ballet que existe.
-Otro de sus ámbitos ha sido el académico. La gran incertidumbre es ¿para qué formar jóvenes si no hay espacios para que se desarrollen?
-Cuando nosotros comenzamos a trabajar la formulación del proyecto para la creación de los estudios universitarios de danza, la educación venía del ámbito no formal, nadie se planteaba estudios universitarios. Yo estaba en el Instituto Superior de Danza y se me planteó la posibilidad. Al principio no estábamos muy convencidos, pero también está el llamado de la historia: si a ti el Estado te está poniendo todo en tus manos o tomas el autobús o te quedas atrás. Yo atendí a ese llamado.
-La incertidumbre persiste ¿Qué hacer con esos egresados?
-Hace año y medio no había Compañía Universitaria de Danza, y hace seis no había Compañía Nacional de Danza. Algunos entran en estas compañías, otros a la docencia, al trabajo terapéutico...
-¿Para que formar?
-Creo que estamos ante la necesidad imperiosa de que los proyectos privados vuelvan a fortalecerse institucionalmente y vuelvan a ser opciones de trabajo para los egresados, para los formados en el ámbito no formal (y para los que se han ido del país). La danza contemporánea apuesta a la indagación es contracorriente, contestataria por supuesto, ningún sistema apoya eso, pero debe hacerlo; el ballet también necesita apoyo del Estado.
-Cuando parece que las aguas han vuelto a su cauce ¿Qué balance hace de la Universidad de las Artes en su sede de Los Caobos? ¿Era necesario sacar al Ateneo de allí?
-Unearte tiene varias sedes, la de Caño Amarillo, la de Sartenejas y la de Los Caobos. Por una decisión política, teatro, danza y ahora artes audiovisuales, entraron allí. Entiendo que tanto un lado como el otro trataron de armonizar. Creo que la misma Carmen Ramia reconocía '¿Quién puede cuestionar qué quieran poner una Universidad allí?'. ¿Que se ha podido poner en otro lugar? Quizás. Pero eso no me corresponde a mi dilucidarlo.
-Si en el futuro RCTV recobra su señal y el Ateneo de Caracas su antigua sede ¿Qué sugiere para Unearte?
-Hay que mantener la Universidad a costa de lo que sea, en el espacio que sea. Allí hay estudiantes, profesores y una oferta que hay que mantener.
Twitter: @argomezc
El también crítico, profesor universitario y gerente cultural, tiene porte de bailarín pero nunca pasó por su mente serlo. Ama la danza desde las butacas y salas de ensayo, y ámbitos de formación, análisis y reflexión.
Paolillo, quien, entre otros méritos, estuvo involucrado en la creación de los estudios universitarios de danza en el país, está preocupado porque no hay suficiente crítica, lo cual, a su juicio, pudiera ser un reflejo de la poca danza que se hace, y observa que el sector público se ha fortalecido en detrimento de los proyectos privados.
-Trabajó como periodista y crítico en El Universal desde 1981 hasta 1996, y desde el 97 con El Nacional ¿Cómo ha manejado el criticar un gremio del cual indirectamente forma parte?
-Cuando me propusieron por primera vez escribir en El Universal acepté pero bien temeroso. Hacía entrevistas, reseñas, entrevisté a todos los bailarines, maestros, invitados internacionales... Siempre lo supe manejar bien, no hubo rencillas. Cuando la danza vivió su boom en los 80, lo reflejé.
-¿Y el artista está preparado para la crítica?
-A ver, es contradictorio, necesita la crítica. Está preparado para recibirla cuando es favorable; no está tan preparado cuando no lo es, puede tener algún tipo de reacción ante eso, pero creo que en todas partes del mundo es así. Acá en Venezuela ocurre un fenómeno bastante particular: luego de haber un movimiento de crítica de danza bien dinámico en los 80 y 90, ese ejercicio quedó prácticamente diluido.
-¿Y no será que al diluirse el boom ocurrió lo mismo con la crítica?
-Puede ser. La crítica necesita la danza para poder existir, porque el ejercicio crítico es una consecuencia de un acto creativo previo y evidentemente el crítico, al escribir su nota, su reflexión y al trasladar lo que vio en el escenario al lenguaje escrito, hace un acto de creación, crea una obra autónoma de la obra escénica que le dio origen. Puede ser que al venir un poco el decaimiento del impulso con el que venía la danza, se fue experimentando cierta detención en la crítica y el hecho es que prácticamente no hay. Los creadores se han acostumbrado a que no hay crítica, no les hace falta, algunos con cierta vocación hacia la escritura hacen análisis y reflexión, pero finalmente, ya casi nadie escribe. La crítica perdió vigencia y la gente se acostumbró a no solicitarla.
-¿Y en qué andan los creadores actualmente?
-Si una característica tiene la danza venezolana es su diversidad, no obedece a ninguna tendencia ni escuela formal, sino que se nutre de muchas cosas y en esta época, en los últimos 10 años, han operado varios fenómenos que tienen que ver con los cambios en el país. Por supuesto, ha habido un progresivo deterioro del sector privado de la danza (compañías, fundaciones, asociaciones civiles) otrora muy poderosas, que era el 99,9% del hecho de la danza, agrupaciones privadas, subvencionadas por el Estado. Acá toda la vida la danza ha requerido apoyo del Estado. En la última década ha habido cierto debilitamiento porque el Estado actual apunta hacia un fortalecimiento de lo público y hoy en día hay dos proyectos estatales que son muy fuertes, la Compañía Nacional de Danza y la Compañía Universitaria de Danza.
¿Crisis en el sector?
Carlos Paolillo asoma dos factores importantes en la realidad de la danza venezolana actual: fortalecimiento de lo público en detrimento de lo privado y actitud de los artistas.
-El Estado quiere fortalecer lo público, pero también hay un asunto de actitud de los artistas que fueron buscando otras fuentes de financiamiento para su vida personal. La danza se ha diversificado, ha salido de los estudios y ha llegado a ámbitos médicos, de cuidado personal, terapéutica y entrenamiento accesible a cualquier persona. Ese mundo está lleno de bailarines que adquieren un nivel de vida respetable, pero eso hace perder al mundo artístico porque no hay dedicación exclusiva. Hay también como cierto compás de espera no acordada, los creadores están esperando que llegue el momento de retomar el rumbo anterior, que es imposible, en todo caso, habría que forjar otro.
-Afirma que el sector público de la danza es fuerte. Pero en general, la danza sigue pareciendo la oveja negra, en comparación con la música y el cine.
-Tradicionalmente, la danza siempre se ha sentido como la pariente pobre. Cuando hubo un boom fue por el apoyo del Estado, no sólo con recursos económicos, sino también en cuanto a la posibilidad de participación que se le dio a los creadores dentro de las dinámicas de ejecución de las políticas públicas. Ocurre que el creador se ha replegado dentro de ese compás de espera del que hablaba, y en ese compás, los creadores se fueron dedicando a otras cosas. Existen algunas compañías pero evidentemente, dentro de una discreción, una prudencia y austeridad notable. Muchos se han incorporado a estas plataformas públicas. El Ballet Teresa Carreño sigue siendo la única compañía estatal de ballet que existe.
-Otro de sus ámbitos ha sido el académico. La gran incertidumbre es ¿para qué formar jóvenes si no hay espacios para que se desarrollen?
-Cuando nosotros comenzamos a trabajar la formulación del proyecto para la creación de los estudios universitarios de danza, la educación venía del ámbito no formal, nadie se planteaba estudios universitarios. Yo estaba en el Instituto Superior de Danza y se me planteó la posibilidad. Al principio no estábamos muy convencidos, pero también está el llamado de la historia: si a ti el Estado te está poniendo todo en tus manos o tomas el autobús o te quedas atrás. Yo atendí a ese llamado.
-La incertidumbre persiste ¿Qué hacer con esos egresados?
-Hace año y medio no había Compañía Universitaria de Danza, y hace seis no había Compañía Nacional de Danza. Algunos entran en estas compañías, otros a la docencia, al trabajo terapéutico...
-¿Para que formar?
-Creo que estamos ante la necesidad imperiosa de que los proyectos privados vuelvan a fortalecerse institucionalmente y vuelvan a ser opciones de trabajo para los egresados, para los formados en el ámbito no formal (y para los que se han ido del país). La danza contemporánea apuesta a la indagación es contracorriente, contestataria por supuesto, ningún sistema apoya eso, pero debe hacerlo; el ballet también necesita apoyo del Estado.
-Cuando parece que las aguas han vuelto a su cauce ¿Qué balance hace de la Universidad de las Artes en su sede de Los Caobos? ¿Era necesario sacar al Ateneo de allí?
-Unearte tiene varias sedes, la de Caño Amarillo, la de Sartenejas y la de Los Caobos. Por una decisión política, teatro, danza y ahora artes audiovisuales, entraron allí. Entiendo que tanto un lado como el otro trataron de armonizar. Creo que la misma Carmen Ramia reconocía '¿Quién puede cuestionar qué quieran poner una Universidad allí?'. ¿Que se ha podido poner en otro lugar? Quizás. Pero eso no me corresponde a mi dilucidarlo.
-Si en el futuro RCTV recobra su señal y el Ateneo de Caracas su antigua sede ¿Qué sugiere para Unearte?
-Hay que mantener la Universidad a costa de lo que sea, en el espacio que sea. Allí hay estudiantes, profesores y una oferta que hay que mantener.
Twitter: @argomezc
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