Los tiempos se imponen
¿Estará preparado para entender el complejo y delicado tiempo en el que vivimos?
ARMANDO BRIQUET | EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 12:00 AM
A todos nos llegan momentos en los que debemos asumir compromisos y tomar decisiones que van a marcar nuestras vidas y la de los que están con nosotros. Los políticos no escapan de esto. Sólo que las decisiones y las responsabilidades que deben asumir inciden en la vida de muchos, en la vida y el destino de un país.
Nicolás Maduro ha dilapidado todas las oportunidades. Se nota que nunca había aspirado a ser presidente de la república. No tiene una clara motivación, un camino establecido, no tiene sueño propio ni aspiración. Es incapaz de construir una gesta por sí mismo, y eso ha repercutido en su manera de llevar el gobierno y el sinfín de decisiones y errores que se han cometido en este año que ya parece una década.
Pero le ha llegado la hora de decidir quién quiere ser, cómo quiere ser recordado. Dos personajes con aspiraciones políticas pero al mismo tiempo claros del papel que la historia les impuso, Adolfo Suárez en España o López Contreras en nuestro país, fueron clave en la transición entre ciclos cerrados y tiempos mejores que marcaron el futuro de varias generaciones, tiempos que dieron paso a mejores gobiernos, más libertades y oportunidades.
¿Estará preparado para entender el complejo y delicado tiempo en el que vivimos?
Quien está en la presidencia hoy vive controlado. Controlado por quienes lo rodean, de quienes toman decisiones económicas que nos hunden aún más en una situación que pareciera no tener salida, de quienes persiguen al que piensa distinto y sale a la calle a manifestarlo, controlado por las ambiciones de los demás, por modelos e ideologías fracasadas, por partidos aliados que tampoco permiten escuchar a los otros, controlado por la costumbre de hablar y no escuchar el reclamo de millones de venezolanos.
Esto lo lleva a estar en el camino del represor de las juventudes, las que están detenidas o las que aún no lo están, a las que manifiestan o las que no. Porque esto nos deja sin futuro, nos deja un país acabado por el conflicto político e inmerso en una complicada crisis económica. Esto nos deja cada vez más rezagados frente a nuestros vecinos de la región, y vemos pasar las oportunidades que son cada vez más difíciles que regresen. A todos nos roba el futuro, incluso a los que hoy creen que el país va en la dirección correcta. Los problemas no discriminan.
Las decisiones no sólo se deben tomar sino además se debe saber cuándo hacerlo. No se puede esperar que pase el tiempo, que sea muy tarde y que el costo para el país, para todos, sea muy elevado. ¡Debe decidir ya!
Armando.briquet@gmail.com
Nicolás Maduro ha dilapidado todas las oportunidades. Se nota que nunca había aspirado a ser presidente de la república. No tiene una clara motivación, un camino establecido, no tiene sueño propio ni aspiración. Es incapaz de construir una gesta por sí mismo, y eso ha repercutido en su manera de llevar el gobierno y el sinfín de decisiones y errores que se han cometido en este año que ya parece una década.
Pero le ha llegado la hora de decidir quién quiere ser, cómo quiere ser recordado. Dos personajes con aspiraciones políticas pero al mismo tiempo claros del papel que la historia les impuso, Adolfo Suárez en España o López Contreras en nuestro país, fueron clave en la transición entre ciclos cerrados y tiempos mejores que marcaron el futuro de varias generaciones, tiempos que dieron paso a mejores gobiernos, más libertades y oportunidades.
¿Estará preparado para entender el complejo y delicado tiempo en el que vivimos?
Quien está en la presidencia hoy vive controlado. Controlado por quienes lo rodean, de quienes toman decisiones económicas que nos hunden aún más en una situación que pareciera no tener salida, de quienes persiguen al que piensa distinto y sale a la calle a manifestarlo, controlado por las ambiciones de los demás, por modelos e ideologías fracasadas, por partidos aliados que tampoco permiten escuchar a los otros, controlado por la costumbre de hablar y no escuchar el reclamo de millones de venezolanos.
Esto lo lleva a estar en el camino del represor de las juventudes, las que están detenidas o las que aún no lo están, a las que manifiestan o las que no. Porque esto nos deja sin futuro, nos deja un país acabado por el conflicto político e inmerso en una complicada crisis económica. Esto nos deja cada vez más rezagados frente a nuestros vecinos de la región, y vemos pasar las oportunidades que son cada vez más difíciles que regresen. A todos nos roba el futuro, incluso a los que hoy creen que el país va en la dirección correcta. Los problemas no discriminan.
Las decisiones no sólo se deben tomar sino además se debe saber cuándo hacerlo. No se puede esperar que pase el tiempo, que sea muy tarde y que el costo para el país, para todos, sea muy elevado. ¡Debe decidir ya!
Armando.briquet@gmail.com
Diálogo de sordos
De jean, chaqueta y con varios kilos menos, Maduro es recordado como el más conciliador de las fichas que Chávez puso a dialogar en 2002 y 2003. ¿Por qué ahora le cuesta tanto tomar decisiones? Por Joseph Poliszuk
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EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 12:00 AM
Fue como un déjà vu. Cuando la Mesa de la Unidad Democrática anunció esta semana que el diálogo estaba congelado, el abogado Juan Raffalli recordó los ocho meses de "tira y encoge" que vivió personalmente en la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos, el primer intento formal de diálogo entre chavismo y oposición.
Ahora que le toca ver el partido desde la tribuna, cree que el Gobierno nacional está reeditando algunas de las tácticas que había empleado entre octubre de 2002 y mayo de 2003 en la Mesa de Negociación y Acuerdos, que instaló la Organización de Estados Americanos junto con el Centro Carter. "Muchos son los mismos participantes y están aplicando la misma receta", advierte.
Este mes se cumplen 11 años del día en que el Gobierno y la oposición firmaron un acuerdo que condujo al referendo revocatorio de 2004 y a pesar de las discusiones maratónicas, Raffalli no duda en que volvería a sentarse alrededor de una mesa de diálogo. Esta vez, sin embargo, no está dispuesto a deshojar la margarita durante ocho meses ni a asistir a reuniones sin quórum.
"Cuando te tienes que parar, te paras". Eso concluyó el año pasado cuando le pedían un balance de los 10 años de aquella experiencia. Ahora agrega que la MUD hizo bien al congelar el diálogo. "Había que sentarse y creo que para la oposición fue de gran valía expresar sus posiciones en cadena nacional, pero también creo que ahora están haciendo lo que había que hacer: pararse temporalmente de la mesa", dice.
Para Raffalli, en un proceso de diálogo no se puede desperdiciar el tiempo. Él fue uno de los negociadores que decían que al levantarse de la mesa dejarían mal parada a la oposición, pero 11 años después advierte que -sin detonar el mecanismo y dejando abierta la posibilidad de volver- es necesario parar las negociaciones cuando haya señales inequívocas de que la otra parte está jugando a ganar tiempo.
"Cuando el diálogo no es diálogo se convierte en una ficción y pasa a ser una apariencia", señala. Solo se pueden llegar a acuerdos cuando ambas partes no encuentran alternativas más efectivas que la de la negociación; no en vano, recuerda que las negociaciones de 2002 coincidieron con los días del paro petrolero más largo de la historia.
"No vamos a negociar con una pistola en la sien", decía José Vicente Rangel a Raffalli y el resto de los negociadores de la oposición. Eso advirtió el segundo a bordo del Gobierno a puerta cerrada en medio de las presiones del paro de 2002 y 2003, a lo que Timoteo Zambrano le respondió -desde la otra acera- que no había de otra: "Es que sino no negocian..."
Desde el exilio
Con Hugo Chávez a la cabeza del Gobierno y la Coordinadora Democrática al otro lado del juego político, en 2002 acordaron negociar en medio de una confrontación que tomó Caracas y otras ciudades. En esos días el país vio a Joao de Gouveia en la plaza Altamira disparando contra una manifestación, y no fue el único enfrentamiento de calle: la espiral de la violencia iba en escalada y por eso, Gobierno y oposición por primera vez se sentaron formalmente alrededor de una mesa.
En el roster de los negociadores chavistas figuraba el entonces vicepresidente José Vicente Rangel, el canciller Roy Chaderton, Aristóbulo Istúriz como ministro de Educación, María Cristina Iglesias al frente de la cartera del Trabajo, el gobernador de Táchira, Ronald Blanco La Cruz, y el diputado Omar Mezza, quien falleció años después.
En la otra esquina estaban el sindicalista Manuel Cova, el empresario Rafael Alfonzo, el abogado Juan Raffalli, y los dirigentes políticos Timoteo Zambrano, Américo Martín y el también fallecido Alejandro Armas.
En las filas del Gobierno nacional también destacaba el propio Nicolás Maduro, mientras que la oposición contaba con el ex gobernador del estado Yaracuy, Eduardo Lapi que -desde el exilio- hoy se muestra escéptico de este nuevo intento de diálogo.
"La diferencia -dice- es que en aquel momento luchábamos por evitarle a Venezuela una serie de situaciones que hoy están sucediendo". Vía telefónica desde Bogotá, donde pasa temporadas trabajando, lamenta que en esta oportunidad el Gobierno de Nicolás Maduro no haya atendido demandas tan concretas como la de los presos y exiliados políticos. "Tres días después de negar la libertad del comisario Iván Simonovis, Maduro firmó en diciembre 230 indultos para presos comunes", critica. "Por un lado el Gobierno pide que se le reconozca pero no hace lo mismo", lamenta.
Toma y dame
Las discusiones de 2002 se prolongaron hasta el año siguiente: las propuestas de ambos lados fueron y vinieron hasta que el viernes 11 de abril de 2003 ambas partes hicieron un receso en Semana Santa, con el compromiso de aceptar una salida electoral.
Llamaron a Chávez, al secretario general de la OEA, César Gaviria, y al ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, quien también acompañaba el proceso desde el Centro Carter. Fue así como terminaron anunciando humo blanco por los medios de comunicación; todos se comprometieron a no cambiar ni un punto ni una coma pero al regreso del asueto, Aristóbulo Istúriz echó para atrás el acuerdo alegando que Patria Para Todos y otros de los partidos aliados al chavismo no darían potestad a la OEA para que fuera el garante del acuerdo.
Oposición y Gobierno terminaron firmando otro documento casi dos meses después. El jueves 29 de mayo de 2003 se dieron cita en el Hotel Caracas Hilton con los medios de comunicación de testigos, pero esta vez haciendo énfasis en que el referendo revocatorio no era exclusivo para el Presidente de la República y quitando peso al acompañamiento internacional y las demandas de los trabajadores petroleros que se habían sumado al paro.
No fue posible contactar a ninguno de los negociadores que en ese momento representaron al chavismo. No hubo respuestas en el Ministerio de Comunicación e Información ni en la Gobernación del Estado Anzoátegui; el ex secretario de la OEA, César Gaviria, tampoco quiso opinar sobre el tema.
Américo Martín, por el contrario, respondió que se trata de dos momentos diferentes. Si bien reconoce que la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos se extendió varios meses, deja claro que no estamos frente al mismo escenario. "El Gobierno no puede jugar al desgaste si la MUD no representa a los estudiantes y jóvenes que están en la calle", advierte.
Si bien Chávez aprovechó la tregua de la Mesa de Negociación y Acuerdos de 2002 y 2003 para engranar una retahíla de misiones y programas sociales, ahora el tiempo ha ido agudizado la escasez y la crisis económica.
Para Martín, no caben dudas de que es al presidente Nicolás Maduro al que más le conviene llegar a acuerdos: "En aquel momento el Gobierno disponía de dinero pero ahora no tiene recursos para el soborno social, de manera que es el chavismo el que pierde el tiempo".
Metamorfosis presidencial
La comunidad internacional ha estado pendiente del proceso de negociación a través de testigos de Unasur y el Vaticano, por lo que Américo Martín cree que el fracaso del diálogo deterioraría la figura de Maduro, el mismo que en 2002 se mostraba como el más conciliador de las fichas que Chávez puso a dialogar.
De jean, chaqueta y con varios kilos menos, el entonces diputado Maduro lucía como la cara más amable de los chavistas que formaban parte de la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos. "Era el más dispuesto a escuchar", asegura Martín. "¿Cómo explico yo que ahora se haya colocado en esta posición? Bueno porque es prisionero de las posiciones internas del chavismo, Maduro no tiene fuerza interna y lo está demostrando".
El presidente de la República respondió esta semana, sin embargo, que es la MUD la que está jugando posición adelantada. "La mesa de diálogo tiene que seguir siendo un espacio de encuentro, de conversación, de debate, de diálogo y poco a poco construir una agenda nacional", dijo. "Yo no me voy a parar jamás de una mesa donde se dialogue de paz", agregó.
El secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, Ramón Guillermo Aveledo, había expresado que el diálogo está en crisis por culpa del Gobierno. "Que nos digan quién es el vocero, porque hay unos que hablan de diálogo y otros que hablan contra él o contra quienes estamos en él", lamentó este martes.
Agregó que la única forma de retomar las conversaciones es con resultados como la medida humanitaria para Simonovis o la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral "imparcial". "No va a funcionar si se aplica operación Morrocoy!", señaló.
Frente a esas y otras críticas, Maduro respondió la noche del martes que fue él quien estuvo convocando a una mesa de diálogo desde el inicio de este año. "Luego de dar, de dar, de dar, y con la ayuda de Unasur y el Vaticano, nos sentamos, ya eso es un logro muy importante para la paz del país", aseguró.
jpoliszuk@eluniversal.com
Ahora que le toca ver el partido desde la tribuna, cree que el Gobierno nacional está reeditando algunas de las tácticas que había empleado entre octubre de 2002 y mayo de 2003 en la Mesa de Negociación y Acuerdos, que instaló la Organización de Estados Americanos junto con el Centro Carter. "Muchos son los mismos participantes y están aplicando la misma receta", advierte.
Este mes se cumplen 11 años del día en que el Gobierno y la oposición firmaron un acuerdo que condujo al referendo revocatorio de 2004 y a pesar de las discusiones maratónicas, Raffalli no duda en que volvería a sentarse alrededor de una mesa de diálogo. Esta vez, sin embargo, no está dispuesto a deshojar la margarita durante ocho meses ni a asistir a reuniones sin quórum.
"Cuando te tienes que parar, te paras". Eso concluyó el año pasado cuando le pedían un balance de los 10 años de aquella experiencia. Ahora agrega que la MUD hizo bien al congelar el diálogo. "Había que sentarse y creo que para la oposición fue de gran valía expresar sus posiciones en cadena nacional, pero también creo que ahora están haciendo lo que había que hacer: pararse temporalmente de la mesa", dice.
Para Raffalli, en un proceso de diálogo no se puede desperdiciar el tiempo. Él fue uno de los negociadores que decían que al levantarse de la mesa dejarían mal parada a la oposición, pero 11 años después advierte que -sin detonar el mecanismo y dejando abierta la posibilidad de volver- es necesario parar las negociaciones cuando haya señales inequívocas de que la otra parte está jugando a ganar tiempo.
"Cuando el diálogo no es diálogo se convierte en una ficción y pasa a ser una apariencia", señala. Solo se pueden llegar a acuerdos cuando ambas partes no encuentran alternativas más efectivas que la de la negociación; no en vano, recuerda que las negociaciones de 2002 coincidieron con los días del paro petrolero más largo de la historia.
"No vamos a negociar con una pistola en la sien", decía José Vicente Rangel a Raffalli y el resto de los negociadores de la oposición. Eso advirtió el segundo a bordo del Gobierno a puerta cerrada en medio de las presiones del paro de 2002 y 2003, a lo que Timoteo Zambrano le respondió -desde la otra acera- que no había de otra: "Es que sino no negocian..."
Desde el exilio
Con Hugo Chávez a la cabeza del Gobierno y la Coordinadora Democrática al otro lado del juego político, en 2002 acordaron negociar en medio de una confrontación que tomó Caracas y otras ciudades. En esos días el país vio a Joao de Gouveia en la plaza Altamira disparando contra una manifestación, y no fue el único enfrentamiento de calle: la espiral de la violencia iba en escalada y por eso, Gobierno y oposición por primera vez se sentaron formalmente alrededor de una mesa.
En el roster de los negociadores chavistas figuraba el entonces vicepresidente José Vicente Rangel, el canciller Roy Chaderton, Aristóbulo Istúriz como ministro de Educación, María Cristina Iglesias al frente de la cartera del Trabajo, el gobernador de Táchira, Ronald Blanco La Cruz, y el diputado Omar Mezza, quien falleció años después.
En la otra esquina estaban el sindicalista Manuel Cova, el empresario Rafael Alfonzo, el abogado Juan Raffalli, y los dirigentes políticos Timoteo Zambrano, Américo Martín y el también fallecido Alejandro Armas.
En las filas del Gobierno nacional también destacaba el propio Nicolás Maduro, mientras que la oposición contaba con el ex gobernador del estado Yaracuy, Eduardo Lapi que -desde el exilio- hoy se muestra escéptico de este nuevo intento de diálogo.
"La diferencia -dice- es que en aquel momento luchábamos por evitarle a Venezuela una serie de situaciones que hoy están sucediendo". Vía telefónica desde Bogotá, donde pasa temporadas trabajando, lamenta que en esta oportunidad el Gobierno de Nicolás Maduro no haya atendido demandas tan concretas como la de los presos y exiliados políticos. "Tres días después de negar la libertad del comisario Iván Simonovis, Maduro firmó en diciembre 230 indultos para presos comunes", critica. "Por un lado el Gobierno pide que se le reconozca pero no hace lo mismo", lamenta.
Toma y dame
Las discusiones de 2002 se prolongaron hasta el año siguiente: las propuestas de ambos lados fueron y vinieron hasta que el viernes 11 de abril de 2003 ambas partes hicieron un receso en Semana Santa, con el compromiso de aceptar una salida electoral.
Llamaron a Chávez, al secretario general de la OEA, César Gaviria, y al ex presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter, quien también acompañaba el proceso desde el Centro Carter. Fue así como terminaron anunciando humo blanco por los medios de comunicación; todos se comprometieron a no cambiar ni un punto ni una coma pero al regreso del asueto, Aristóbulo Istúriz echó para atrás el acuerdo alegando que Patria Para Todos y otros de los partidos aliados al chavismo no darían potestad a la OEA para que fuera el garante del acuerdo.
Oposición y Gobierno terminaron firmando otro documento casi dos meses después. El jueves 29 de mayo de 2003 se dieron cita en el Hotel Caracas Hilton con los medios de comunicación de testigos, pero esta vez haciendo énfasis en que el referendo revocatorio no era exclusivo para el Presidente de la República y quitando peso al acompañamiento internacional y las demandas de los trabajadores petroleros que se habían sumado al paro.
No fue posible contactar a ninguno de los negociadores que en ese momento representaron al chavismo. No hubo respuestas en el Ministerio de Comunicación e Información ni en la Gobernación del Estado Anzoátegui; el ex secretario de la OEA, César Gaviria, tampoco quiso opinar sobre el tema.
Américo Martín, por el contrario, respondió que se trata de dos momentos diferentes. Si bien reconoce que la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos se extendió varios meses, deja claro que no estamos frente al mismo escenario. "El Gobierno no puede jugar al desgaste si la MUD no representa a los estudiantes y jóvenes que están en la calle", advierte.
Si bien Chávez aprovechó la tregua de la Mesa de Negociación y Acuerdos de 2002 y 2003 para engranar una retahíla de misiones y programas sociales, ahora el tiempo ha ido agudizado la escasez y la crisis económica.
Para Martín, no caben dudas de que es al presidente Nicolás Maduro al que más le conviene llegar a acuerdos: "En aquel momento el Gobierno disponía de dinero pero ahora no tiene recursos para el soborno social, de manera que es el chavismo el que pierde el tiempo".
Metamorfosis presidencial
La comunidad internacional ha estado pendiente del proceso de negociación a través de testigos de Unasur y el Vaticano, por lo que Américo Martín cree que el fracaso del diálogo deterioraría la figura de Maduro, el mismo que en 2002 se mostraba como el más conciliador de las fichas que Chávez puso a dialogar.
De jean, chaqueta y con varios kilos menos, el entonces diputado Maduro lucía como la cara más amable de los chavistas que formaban parte de la llamada Mesa de Negociación y Acuerdos. "Era el más dispuesto a escuchar", asegura Martín. "¿Cómo explico yo que ahora se haya colocado en esta posición? Bueno porque es prisionero de las posiciones internas del chavismo, Maduro no tiene fuerza interna y lo está demostrando".
El presidente de la República respondió esta semana, sin embargo, que es la MUD la que está jugando posición adelantada. "La mesa de diálogo tiene que seguir siendo un espacio de encuentro, de conversación, de debate, de diálogo y poco a poco construir una agenda nacional", dijo. "Yo no me voy a parar jamás de una mesa donde se dialogue de paz", agregó.
El secretario Ejecutivo de la Mesa de la Unidad Democrática, Ramón Guillermo Aveledo, había expresado que el diálogo está en crisis por culpa del Gobierno. "Que nos digan quién es el vocero, porque hay unos que hablan de diálogo y otros que hablan contra él o contra quienes estamos en él", lamentó este martes.
Agregó que la única forma de retomar las conversaciones es con resultados como la medida humanitaria para Simonovis o la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral "imparcial". "No va a funcionar si se aplica operación Morrocoy!", señaló.
Frente a esas y otras críticas, Maduro respondió la noche del martes que fue él quien estuvo convocando a una mesa de diálogo desde el inicio de este año. "Luego de dar, de dar, de dar, y con la ayuda de Unasur y el Vaticano, nos sentamos, ya eso es un logro muy importante para la paz del país", aseguró.
jpoliszuk@eluniversal.com
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