"Rodríguez Torres y yo trabajamos para sostener la revolución"
Presidente de la AN, Diosdado Cabello, dijo que el ala civil es "más militar"
SARA DÍAZ | EL UNIVERSAL
lunes 12 de mayo de 2014 12:00 AM
El presidente de la AN, Diosdado Cabello, expresó que en la revolución "el ala civil es más militar que nosotros mismos", y señaló que en el país no existe el 'madurismo' sino el 'chavismo': "Eso lo hace la oposición para tratar de que nos olvidemos de Chávez, el primer chavista es Nicolás".
"Yo creo que el ala civil es más militar que nosotros mismos. El ala civil, esa que ellos dicen, me imagino que meten allí al presidente Nicolás Maduro y que se yo a Rafael (Ramírez) y otra gente, pero esta revolución tiene dos pilares fundamentales: el pueblo trabajador, mujeres, jóvenes, campesinos, y la Fuerza Armada. Son dos pilares fundamentales. Nosotros venimos de la FAN y dejamos de ser militares activos pero seguimos siendo militares de corazón ", respondió Cabello en el programa de José Vicente Rangel al ser interrogado sobre si existía un ala civil y militar en el Gobierno. En otra parte de sus declaraciones, agregó: "Militaristas...tanto Rodríguez Torres como mi persona, como todos los militares que hemos salido de la FAN y estamos cumpliendo algún rol, estamos muy claros del mensaje que dejó el comandante Chávez el 8 de diciembre, cuando dijo 'claro como la luna llena', una decisión que no tenía ninguna vuelta, era Nicolás Maduro, y nosotros estamos trabajando para sostener allí a esta revolución (...). Tenemos una unión cívico militar". Cabello descartó tensiones en el chavismo y dijo que lo que hizo Chávez "no podemos dejar que se pierda".
Al abordar el tema económico, aseguró: "Nos estamos enfrentando a una gran guerra y el desabastecimiento es un problema grave que tenemos, pero vamos a vencer".
SARA DÍAZ | EL UNIVERSAL
lunes 12 de mayo de 2014 12:00 AM
El presidente de la AN, Diosdado Cabello, expresó que en la revolución "el ala civil es más militar que nosotros mismos", y señaló que en el país no existe el 'madurismo' sino el 'chavismo': "Eso lo hace la oposición para tratar de que nos olvidemos de Chávez, el primer chavista es Nicolás".
"Yo creo que el ala civil es más militar que nosotros mismos. El ala civil, esa que ellos dicen, me imagino que meten allí al presidente Nicolás Maduro y que se yo a Rafael (Ramírez) y otra gente, pero esta revolución tiene dos pilares fundamentales: el pueblo trabajador, mujeres, jóvenes, campesinos, y la Fuerza Armada. Son dos pilares fundamentales. Nosotros venimos de la FAN y dejamos de ser militares activos pero seguimos siendo militares de corazón ", respondió Cabello en el programa de José Vicente Rangel al ser interrogado sobre si existía un ala civil y militar en el Gobierno. En otra parte de sus declaraciones, agregó: "Militaristas...tanto Rodríguez Torres como mi persona, como todos los militares que hemos salido de la FAN y estamos cumpliendo algún rol, estamos muy claros del mensaje que dejó el comandante Chávez el 8 de diciembre, cuando dijo 'claro como la luna llena', una decisión que no tenía ninguna vuelta, era Nicolás Maduro, y nosotros estamos trabajando para sostener allí a esta revolución (...). Tenemos una unión cívico militar". Cabello descartó tensiones en el chavismo y dijo que lo que hizo Chávez "no podemos dejar que se pierda".
Al abordar el tema económico, aseguró: "Nos estamos enfrentando a una gran guerra y el desabastecimiento es un problema grave que tenemos, pero vamos a vencer".
"Yo creo que el ala civil es más militar que nosotros mismos. El ala civil, esa que ellos dicen, me imagino que meten allí al presidente Nicolás Maduro y que se yo a Rafael (Ramírez) y otra gente, pero esta revolución tiene dos pilares fundamentales: el pueblo trabajador, mujeres, jóvenes, campesinos, y la Fuerza Armada. Son dos pilares fundamentales. Nosotros venimos de la FAN y dejamos de ser militares activos pero seguimos siendo militares de corazón ", respondió Cabello en el programa de José Vicente Rangel al ser interrogado sobre si existía un ala civil y militar en el Gobierno. En otra parte de sus declaraciones, agregó: "Militaristas...tanto Rodríguez Torres como mi persona, como todos los militares que hemos salido de la FAN y estamos cumpliendo algún rol, estamos muy claros del mensaje que dejó el comandante Chávez el 8 de diciembre, cuando dijo 'claro como la luna llena', una decisión que no tenía ninguna vuelta, era Nicolás Maduro, y nosotros estamos trabajando para sostener allí a esta revolución (...). Tenemos una unión cívico militar". Cabello descartó tensiones en el chavismo y dijo que lo que hizo Chávez "no podemos dejar que se pierda".
Al abordar el tema económico, aseguró: "Nos estamos enfrentando a una gran guerra y el desabastecimiento es un problema grave que tenemos, pero vamos a vencer".
La venganza de Iris y más
MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 12 de mayo de 2014 12:00 AM
El mejor intento para tratar de comprender la realidad social en este voraz desgarro histórico, es abriendo nuestro campo visual y psíquico desde perspectivas desacostumbradas y, por tanto, "nuevas". Nos cuesta asimilar los dispositivos de deformación a que estamos expuestos y, peor, a los que el régimen pretende someternos. La violencia, en reemplazo de la civilidad, reluce como referencia de la cultura revolucionaria. En ese precepto entran las tenebrosas declaraciones de la Ministro de Asuntos Penitenciarios cuando atestiguó que la muerte de Eliezer Otaiza "sería vengada".
La sola mención, consciente o no, describe los escabrosos caminos de "orientación social" erigidos por atajos como el de la venganza y no de la justicia. La ministro convierte su "moral" y la de su grupo en la verdadera moral. ¿Qué sucede con el Estado de Derecho del que tanto ostenta? ¿Plantea recurrir a alguna liga de resguardo particular de ejercicio soberano de la ley? La venganza sobre todo amparada en "códigos propios" es aborrecida universalmente por rememorar la famosa "Omertá siciliana" (justicia propia basada en el desquite).
La irritada funcionaria ya había declarado que tenía acondicionada una celda particular para "hospedar" a Capriles. ¿Será que para ella el término venganza también implica represalias contra los que piensan diferente? Seguramente la reclusión sistemática y masiva de estudiantes que protestan dentro de parámetros constitucionales encaja en la interpretación del aterrador término.
Esa señal es impropia en una sociedad heterogénea como la nuestra (gracias a Dios) pues su admisión implicaría por ejemplo una brutal guerra entre los dolientes de 23.000 asesinados al año y el 95% de los homicidas impunes. De allí que el país implore por la aclaración del brutal crimen del Capitán Otaiza. Ello contribuiría a asimilar la justicia efectiva con convicción; no con extravagancias rebuscadas que generan más violencia.
El régimen pretende instituir una revolución delirante como la medida de todas las cosas. Algunos, como Iris Varela, persisten en la farsa de fanatizar un credo ("el correcto") por estar de parte de la sociedad que "tiene la razón". En el fondo cada oficialista busca beneficios para su grupo y sus metas. Impresiona la experiencia de observar civiles con atuendo militar o similar cometiendo actos de los que se avergonzarían de realizar estando en el mundo civil.
Al no ponderar el lenguaje, los oficialistas delatan lo que en el fondo pretenden esconder: torpeza e incapacidad. Francis Bacon escribió en su Doctrina de los Idola que "los hombres se asocian entre sí por medio del habla, pero que es el vulgo quien elige las palabras para nombrar las cosas; que la elección inadecuada crea notables trances del espíritu pues pueden concluir en fanatismos hoscos". Bacon intenta subrayar las fuentes de error que afectan la formación de las ideas cuando las palabras vienen prejuiciadas.
¡Por Dios! Bastan 15 años del uso inadecuado y cruel de ideas y léxicos que afrentan la disposición ciudadana. Venganza por justicia; orden por represión; Municipio por Comunas; pobreza por equidad; carestía por alto consumo; inflación por especulación; protestas por conspiración; son sustituciones que depravan principios de la democracia porque se fundamentan en prejuicios mal intencionados.
Es inútil seguir explayando ingentes recursos económicos y humanos por todo el mundo tratando de difundir imágenes sobre "la amplia permisividad cultural e informativa del país". Nada cambiará la dura realidad de la calle si el gobierno persiste en la farsa. Es hora de la verdad. El régimen está contra la pared. No obstante haber dilapidado un millón de millón de dólares, insiste en culpar a la derecha oligárquica, combinada con el imperio, por la profunda crisis del país. Se afronta la realidad con seriedad o este sistema se hunde en sus propias mentiras. No queda espacio para seguir jugando con la fe de un pueblo exasperado por la carestía, escasez e inseguridad.
miguelmer@gmail.com
@MiguelBM29
MIGUEL BAHACHILLE M. | EL UNIVERSAL
lunes 12 de mayo de 2014 12:00 AM
El mejor intento para tratar de comprender la realidad social en este voraz desgarro histórico, es abriendo nuestro campo visual y psíquico desde perspectivas desacostumbradas y, por tanto, "nuevas". Nos cuesta asimilar los dispositivos de deformación a que estamos expuestos y, peor, a los que el régimen pretende someternos. La violencia, en reemplazo de la civilidad, reluce como referencia de la cultura revolucionaria. En ese precepto entran las tenebrosas declaraciones de la Ministro de Asuntos Penitenciarios cuando atestiguó que la muerte de Eliezer Otaiza "sería vengada".
La sola mención, consciente o no, describe los escabrosos caminos de "orientación social" erigidos por atajos como el de la venganza y no de la justicia. La ministro convierte su "moral" y la de su grupo en la verdadera moral. ¿Qué sucede con el Estado de Derecho del que tanto ostenta? ¿Plantea recurrir a alguna liga de resguardo particular de ejercicio soberano de la ley? La venganza sobre todo amparada en "códigos propios" es aborrecida universalmente por rememorar la famosa "Omertá siciliana" (justicia propia basada en el desquite).
La irritada funcionaria ya había declarado que tenía acondicionada una celda particular para "hospedar" a Capriles. ¿Será que para ella el término venganza también implica represalias contra los que piensan diferente? Seguramente la reclusión sistemática y masiva de estudiantes que protestan dentro de parámetros constitucionales encaja en la interpretación del aterrador término.
Esa señal es impropia en una sociedad heterogénea como la nuestra (gracias a Dios) pues su admisión implicaría por ejemplo una brutal guerra entre los dolientes de 23.000 asesinados al año y el 95% de los homicidas impunes. De allí que el país implore por la aclaración del brutal crimen del Capitán Otaiza. Ello contribuiría a asimilar la justicia efectiva con convicción; no con extravagancias rebuscadas que generan más violencia.
El régimen pretende instituir una revolución delirante como la medida de todas las cosas. Algunos, como Iris Varela, persisten en la farsa de fanatizar un credo ("el correcto") por estar de parte de la sociedad que "tiene la razón". En el fondo cada oficialista busca beneficios para su grupo y sus metas. Impresiona la experiencia de observar civiles con atuendo militar o similar cometiendo actos de los que se avergonzarían de realizar estando en el mundo civil.
Al no ponderar el lenguaje, los oficialistas delatan lo que en el fondo pretenden esconder: torpeza e incapacidad. Francis Bacon escribió en su Doctrina de los Idola que "los hombres se asocian entre sí por medio del habla, pero que es el vulgo quien elige las palabras para nombrar las cosas; que la elección inadecuada crea notables trances del espíritu pues pueden concluir en fanatismos hoscos". Bacon intenta subrayar las fuentes de error que afectan la formación de las ideas cuando las palabras vienen prejuiciadas.
¡Por Dios! Bastan 15 años del uso inadecuado y cruel de ideas y léxicos que afrentan la disposición ciudadana. Venganza por justicia; orden por represión; Municipio por Comunas; pobreza por equidad; carestía por alto consumo; inflación por especulación; protestas por conspiración; son sustituciones que depravan principios de la democracia porque se fundamentan en prejuicios mal intencionados.
Es inútil seguir explayando ingentes recursos económicos y humanos por todo el mundo tratando de difundir imágenes sobre "la amplia permisividad cultural e informativa del país". Nada cambiará la dura realidad de la calle si el gobierno persiste en la farsa. Es hora de la verdad. El régimen está contra la pared. No obstante haber dilapidado un millón de millón de dólares, insiste en culpar a la derecha oligárquica, combinada con el imperio, por la profunda crisis del país. Se afronta la realidad con seriedad o este sistema se hunde en sus propias mentiras. No queda espacio para seguir jugando con la fe de un pueblo exasperado por la carestía, escasez e inseguridad.
miguelmer@gmail.com
@MiguelBM29
La sola mención, consciente o no, describe los escabrosos caminos de "orientación social" erigidos por atajos como el de la venganza y no de la justicia. La ministro convierte su "moral" y la de su grupo en la verdadera moral. ¿Qué sucede con el Estado de Derecho del que tanto ostenta? ¿Plantea recurrir a alguna liga de resguardo particular de ejercicio soberano de la ley? La venganza sobre todo amparada en "códigos propios" es aborrecida universalmente por rememorar la famosa "Omertá siciliana" (justicia propia basada en el desquite).
La irritada funcionaria ya había declarado que tenía acondicionada una celda particular para "hospedar" a Capriles. ¿Será que para ella el término venganza también implica represalias contra los que piensan diferente? Seguramente la reclusión sistemática y masiva de estudiantes que protestan dentro de parámetros constitucionales encaja en la interpretación del aterrador término.
Esa señal es impropia en una sociedad heterogénea como la nuestra (gracias a Dios) pues su admisión implicaría por ejemplo una brutal guerra entre los dolientes de 23.000 asesinados al año y el 95% de los homicidas impunes. De allí que el país implore por la aclaración del brutal crimen del Capitán Otaiza. Ello contribuiría a asimilar la justicia efectiva con convicción; no con extravagancias rebuscadas que generan más violencia.
El régimen pretende instituir una revolución delirante como la medida de todas las cosas. Algunos, como Iris Varela, persisten en la farsa de fanatizar un credo ("el correcto") por estar de parte de la sociedad que "tiene la razón". En el fondo cada oficialista busca beneficios para su grupo y sus metas. Impresiona la experiencia de observar civiles con atuendo militar o similar cometiendo actos de los que se avergonzarían de realizar estando en el mundo civil.
Al no ponderar el lenguaje, los oficialistas delatan lo que en el fondo pretenden esconder: torpeza e incapacidad. Francis Bacon escribió en su Doctrina de los Idola que "los hombres se asocian entre sí por medio del habla, pero que es el vulgo quien elige las palabras para nombrar las cosas; que la elección inadecuada crea notables trances del espíritu pues pueden concluir en fanatismos hoscos". Bacon intenta subrayar las fuentes de error que afectan la formación de las ideas cuando las palabras vienen prejuiciadas.
¡Por Dios! Bastan 15 años del uso inadecuado y cruel de ideas y léxicos que afrentan la disposición ciudadana. Venganza por justicia; orden por represión; Municipio por Comunas; pobreza por equidad; carestía por alto consumo; inflación por especulación; protestas por conspiración; son sustituciones que depravan principios de la democracia porque se fundamentan en prejuicios mal intencionados.
Es inútil seguir explayando ingentes recursos económicos y humanos por todo el mundo tratando de difundir imágenes sobre "la amplia permisividad cultural e informativa del país". Nada cambiará la dura realidad de la calle si el gobierno persiste en la farsa. Es hora de la verdad. El régimen está contra la pared. No obstante haber dilapidado un millón de millón de dólares, insiste en culpar a la derecha oligárquica, combinada con el imperio, por la profunda crisis del país. Se afronta la realidad con seriedad o este sistema se hunde en sus propias mentiras. No queda espacio para seguir jugando con la fe de un pueblo exasperado por la carestía, escasez e inseguridad.
miguelmer@gmail.com
@MiguelBM29
Eliézer Otaiza y el nombre de la república
RICARDO COMBELLAS | EL UNIVERSAL
martes 13 de mayo de 2014 12:00 AM
Eliézer Otaiza, cuya dolorosa muerte lamento, fue el propulsor fundamental del cambio de nombre de la República, de ahora en adelante República Bolivariana de Venezuela. En efecto, la decisión fue de la Asamblea Nacional Constituyente y el año, 1999. Valga recordar algunos datos relevantes de su historia, por lo menos de la parte en que fui actor o testigo.
Constituía para ese entonces una bandera del original movimiento bolivariano (me refiero al que se gestó en los cuarteles) entronizar el nombre del Libertador en la mismísima denominación de la república, y así lo estampó el presidente Chávez en el conjunto de ideas que presentó a principios del mes de agosto del mencionado año a la Constituyente. Fueron para ese entonces infructuosos los argumentos aducidos, tanto por el jurista Hermann Escarrá como por quién esto escribe, en nuestra condición de asesores del presidente en materia constitucional, de plantear una alternativa diferente al criterio del jefe de Estado. Aducíamos entre otros un argumento sutil pero a nuestro entender convincente: Bastaba declarar la república como bolivariana, inspirada en el pensamiento y la obra del Libertador, evitándose así alterar la denominación de la república.
Instalada la Asamblea Constituyente, insistimos tanto Escarrá como yo (ambos por cierto gozábamos, y nadie nos lo discutía, de absoluta libertad de criterio a la hora de presentar nuestros planteamientos), por lo demás, y no está de más recalcarlo, ambos convencidos bolivarianos al igual que la abrumadora mayoría de los miembros de la asamblea, en el tema, comprobando en el debate que un amplio número de constituyentes compartía nuestro punto de vista, el cual concluyó en la primera discusión del proyecto de Constitución con la aprobación (contó con 75 votos) de la propuesta de la comisión de disposiciones fundamentales que presidía el constituyente Manuel Vadell, en los siguientes términos: "Venezuela, inspirada en el pensamiento y la acción del Libertador Simón Bolívar, es para siempre e irrevocablemente una República libre, soberana e independiente de toda dominación, protección o intromisión extranjera." Eliézer Otaiza, en su rol constituyente y defensor convencido y a ultranza de la propuesta de cambiar el nombre de la república, insistió sin éxito en su solicitud de instituir la República Bolivariana de Venezuela, la cual fue negada al obtener escasamente 38 votos de los asambleístas. Posteriormente, planteada la segunda discusión del proyecto constitucional, en la sesión plenaria de fecha 12 de noviembre de 1999, Otaiza en un discurso apasionado perseveró en su propuesta, dónde recalcó que el punto no era una cuestión nominal sino esencial para la revolución, y contando esta vez con el asentamiento mayoritario de los constituyentes, obtuvo la ansiada aprobación. Obviamente se había impuesto una línea inexorable de Chávez y el movimiento bolivariano en torno a un tema que consideraban crucial, y que por tanto no estaban dispuestos a abandonar al criterio personal de los constituyentes.
Pasados unos años, me reencontré con Otaiza en la Universidad Central de Venezuela, donde cursaba el Doctorado en Ciencias Políticas, pues se había inscrito como alumno en mi seminario de Derecho constitucional. Lo recuerdo como un estudiante serio y aplicado, más bien reservado y de pocas palabras, algo rígido en sus posiciones, pero en definitiva un buen alumno, que superó con una excelente calificación la evaluación del seminario. Para mí su dedicación académica no significaba ninguna sorpresa, pues tenía conocimiento de que anteriormente había sido un cercano y dilecto discípulo del eximio profesor Luis Castro Leiva, prematuramente fallecido cuando más se esperaba de su gran talento.
Ha muerto en circunstancias dolorosas el propulsor constituyente de la República Bolivariana de Venezuela.
¡Paz a sus restos!
ricardojcombellas@gmail.com
Constituía para ese entonces una bandera del original movimiento bolivariano (me refiero al que se gestó en los cuarteles) entronizar el nombre del Libertador en la mismísima denominación de la república, y así lo estampó el presidente Chávez en el conjunto de ideas que presentó a principios del mes de agosto del mencionado año a la Constituyente. Fueron para ese entonces infructuosos los argumentos aducidos, tanto por el jurista Hermann Escarrá como por quién esto escribe, en nuestra condición de asesores del presidente en materia constitucional, de plantear una alternativa diferente al criterio del jefe de Estado. Aducíamos entre otros un argumento sutil pero a nuestro entender convincente: Bastaba declarar la república como bolivariana, inspirada en el pensamiento y la obra del Libertador, evitándose así alterar la denominación de la república.
Instalada la Asamblea Constituyente, insistimos tanto Escarrá como yo (ambos por cierto gozábamos, y nadie nos lo discutía, de absoluta libertad de criterio a la hora de presentar nuestros planteamientos), por lo demás, y no está de más recalcarlo, ambos convencidos bolivarianos al igual que la abrumadora mayoría de los miembros de la asamblea, en el tema, comprobando en el debate que un amplio número de constituyentes compartía nuestro punto de vista, el cual concluyó en la primera discusión del proyecto de Constitución con la aprobación (contó con 75 votos) de la propuesta de la comisión de disposiciones fundamentales que presidía el constituyente Manuel Vadell, en los siguientes términos: "Venezuela, inspirada en el pensamiento y la acción del Libertador Simón Bolívar, es para siempre e irrevocablemente una República libre, soberana e independiente de toda dominación, protección o intromisión extranjera." Eliézer Otaiza, en su rol constituyente y defensor convencido y a ultranza de la propuesta de cambiar el nombre de la república, insistió sin éxito en su solicitud de instituir la República Bolivariana de Venezuela, la cual fue negada al obtener escasamente 38 votos de los asambleístas. Posteriormente, planteada la segunda discusión del proyecto constitucional, en la sesión plenaria de fecha 12 de noviembre de 1999, Otaiza en un discurso apasionado perseveró en su propuesta, dónde recalcó que el punto no era una cuestión nominal sino esencial para la revolución, y contando esta vez con el asentamiento mayoritario de los constituyentes, obtuvo la ansiada aprobación. Obviamente se había impuesto una línea inexorable de Chávez y el movimiento bolivariano en torno a un tema que consideraban crucial, y que por tanto no estaban dispuestos a abandonar al criterio personal de los constituyentes.
Pasados unos años, me reencontré con Otaiza en la Universidad Central de Venezuela, donde cursaba el Doctorado en Ciencias Políticas, pues se había inscrito como alumno en mi seminario de Derecho constitucional. Lo recuerdo como un estudiante serio y aplicado, más bien reservado y de pocas palabras, algo rígido en sus posiciones, pero en definitiva un buen alumno, que superó con una excelente calificación la evaluación del seminario. Para mí su dedicación académica no significaba ninguna sorpresa, pues tenía conocimiento de que anteriormente había sido un cercano y dilecto discípulo del eximio profesor Luis Castro Leiva, prematuramente fallecido cuando más se esperaba de su gran talento.
Ha muerto en circunstancias dolorosas el propulsor constituyente de la República Bolivariana de Venezuela.
¡Paz a sus restos!
ricardojcombellas@gmail.com
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