Francisco en Sta. Marta: El Espíritu Santo con sus dones guía la Iglesia
En la homilía de este lunes, el Santo Padre invita a pedir la docilidad del Espíritu, que nos habla en el corazón y en las circunstancias de la vida
Por Redacción
CIUDAD DEL VATICANO, 12 de mayo de 2014 (Zenit.org) - El Santo Padre se ha preguntado, "¿quiénes somos nosotros para cerrar las puertas al Espíritu Santo?" en la homilía de la misa celebrada esta mañana de lunes en la Casa Santa Marta. Francisco ha dedicado la reflexión de hoy a la conversión de los primeros paganos al cristianismo. Por ello, ha recordado que el Espíritu Santo es el que hace andar a la Iglesia, "más allá de los límites, más adelante".
El Papa ha afirmado que el Espíritu sopla donde quiere, pero una de las tentaciones más recurrentes de quien tiene fe es bloquearle el camino y dirigirle en una dirección en vez de en otra. Una tentación. Una tentación no extraña ni siquiera en los albores de la Iglesia, como demuestra la experiencia que vive Pedro en el fragmento de los Hechos de los Apóstoles propuesto en la liturgia. Una comunidad de paganos acoge el anuncio del Evangelio y Pedro es testigo ocular del descenso del Espíritu Santo sobre ellos, pero primero duda tener contacto con los que siempre había creído "impuros" y después sufre duras críticas de los cristianos de Jerusalén, escandalizados del hecho que su jefe había comido con los "no circuncidados" y les habría incluso bautizado. Para explicar este pasaje Francisco ha presentado el siguiente paralelismo:
"Era algo que no se podía pensar. Si mañana viniera una expedición de marcianos, por ejemplo, y algunos de ellos vinieran donde estamos nosotros, eso es... marcianos, ¿no?, verdes, con la nariz larga y las orejas grandes, como lo pintan los niños...Y uno dijera: '¡Pero, yo quiero el bautismo!', ¿qué sucedería?"
Francisco ha observado que Pedro comprende el error después que una visión le ilumina la verdad fundamental: lo que ha sido purificado por Dios no puede ser llamado "profano" por nadie. Y en el narrar estos hecho a la multitud que lo critica, el apóstol afirma que "si por tanto Dios les ha dado a ellos el mismo don que nos ha dado a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, quién soy yo para imponer impedimento a Dios?", ha recordado el Papa.
Asimismo Francisco ha indicado que "cuando el Señor nos hace ver el camino, quiénes somos nosotros para decir: 'No Señor, ¡no es prudente! No, hagamos así... Y Pedro en esa primera diócesis --la primera diócesis ha sido Antioquia-- toma esta decisión: '¿Quién soy yo para poner impedimentos?' Una palabra bonita para los obispos, para los sacerdotes y también para los cristianos. ¿Pero quién somos nosotros para cerrar las puertas? En la Iglesia antigua, aún hoy, está ese ministerio del hostiario. ¿Y qué hacía el hostiario? Abría la puerta, recibía la gente, la hacía pasar. Pero nunca ha sido el ministerio del que cierra la puerta, ¡nunca!'
El Papa ha insistido en que todavía hoy, Dios ha puesto la guía de la Iglesia "en las manos del Espíritu Santo". Porque "el Espíritu Santo es el que, como dice Jesús, nos enseñará todo" y "hará que recordemos lo que Jesús nos ha enseñado", ha señalado.
Para concluir, el Obispo de Roma ha subrayado que "el Espíritu Santo es la presencia viva de Dios en la Iglesia. Es lo que hace andar la Iglesia, lo que hace caminar la Iglesia. Cada vez más, más allá de los límites, más adelante. El Espíritu Santo con sus dones guía la Iglesia. No se puede entender la Iglesia de Jesús sin el Paráclito, que el Señor nos envía para esto. Y toma estas decisiones impensables, ¡pero impensables! Para usar una palabra de san Juan XXIII: es precisamente el Espíritu Santo que 'actualiza' la Iglesia: verdaderamente, precisamente la actualiza y la hace ir adelante. Y nosotros cristianos debemos pedir al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. La docilidad a este Espíritu, que nos habla en el corazón, nos habla en las circunstancias de la vida, nos habla en la vida eclesial, en las comunidades cristianas, nos habla siempre".
El Papa ha afirmado que el Espíritu sopla donde quiere, pero una de las tentaciones más recurrentes de quien tiene fe es bloquearle el camino y dirigirle en una dirección en vez de en otra. Una tentación. Una tentación no extraña ni siquiera en los albores de la Iglesia, como demuestra la experiencia que vive Pedro en el fragmento de los Hechos de los Apóstoles propuesto en la liturgia. Una comunidad de paganos acoge el anuncio del Evangelio y Pedro es testigo ocular del descenso del Espíritu Santo sobre ellos, pero primero duda tener contacto con los que siempre había creído "impuros" y después sufre duras críticas de los cristianos de Jerusalén, escandalizados del hecho que su jefe había comido con los "no circuncidados" y les habría incluso bautizado. Para explicar este pasaje Francisco ha presentado el siguiente paralelismo:
"Era algo que no se podía pensar. Si mañana viniera una expedición de marcianos, por ejemplo, y algunos de ellos vinieran donde estamos nosotros, eso es... marcianos, ¿no?, verdes, con la nariz larga y las orejas grandes, como lo pintan los niños...Y uno dijera: '¡Pero, yo quiero el bautismo!', ¿qué sucedería?"
Francisco ha observado que Pedro comprende el error después que una visión le ilumina la verdad fundamental: lo que ha sido purificado por Dios no puede ser llamado "profano" por nadie. Y en el narrar estos hecho a la multitud que lo critica, el apóstol afirma que "si por tanto Dios les ha dado a ellos el mismo don que nos ha dado a nosotros, por haber creído en el Señor Jesucristo, quién soy yo para imponer impedimento a Dios?", ha recordado el Papa.
Asimismo Francisco ha indicado que "cuando el Señor nos hace ver el camino, quiénes somos nosotros para decir: 'No Señor, ¡no es prudente! No, hagamos así... Y Pedro en esa primera diócesis --la primera diócesis ha sido Antioquia-- toma esta decisión: '¿Quién soy yo para poner impedimentos?' Una palabra bonita para los obispos, para los sacerdotes y también para los cristianos. ¿Pero quién somos nosotros para cerrar las puertas? En la Iglesia antigua, aún hoy, está ese ministerio del hostiario. ¿Y qué hacía el hostiario? Abría la puerta, recibía la gente, la hacía pasar. Pero nunca ha sido el ministerio del que cierra la puerta, ¡nunca!'
El Papa ha insistido en que todavía hoy, Dios ha puesto la guía de la Iglesia "en las manos del Espíritu Santo". Porque "el Espíritu Santo es el que, como dice Jesús, nos enseñará todo" y "hará que recordemos lo que Jesús nos ha enseñado", ha señalado.
Para concluir, el Obispo de Roma ha subrayado que "el Espíritu Santo es la presencia viva de Dios en la Iglesia. Es lo que hace andar la Iglesia, lo que hace caminar la Iglesia. Cada vez más, más allá de los límites, más adelante. El Espíritu Santo con sus dones guía la Iglesia. No se puede entender la Iglesia de Jesús sin el Paráclito, que el Señor nos envía para esto. Y toma estas decisiones impensables, ¡pero impensables! Para usar una palabra de san Juan XXIII: es precisamente el Espíritu Santo que 'actualiza' la Iglesia: verdaderamente, precisamente la actualiza y la hace ir adelante. Y nosotros cristianos debemos pedir al Señor la gracia de la docilidad al Espíritu Santo. La docilidad a este Espíritu, que nos habla en el corazón, nos habla en las circunstancias de la vida, nos habla en la vida eclesial, en las comunidades cristianas, nos habla siempre".
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