Henrique Capriles, gobernador de Miranda
"Cualquier cosa es mejor que la guerra"
"Yo no siento que aquí se haya dado un proceso de diálogo. Lo que sí ha habido es un debate", advierte. El gobernador mirandino considera que "o este Gobierno cambia o se revienta. Creo que lo está haciendo todo para reventar"
Capriles advierte que "en un momento de crisis tan grande hay que reunificar a la oposición , llamarlos a todos y elaborar una agenda común" CORTESÍA
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ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 12:00 AM
Cartanal, concentración urbana en los Valles del Tuy, nos dice Henrique Capriles, gobernador de Miranda, es el sitio de América Latina donde han ocurrido más invasiones. Aprieta el sol del mediodía en las calles polvorientas y él se mueve entre una pequeña multitud que lo rodea en reclamo de todas las penurias. Paciente, sin perder la sonrisa, los escucha, recibe papeles, visita una escuela y se reúne con vecinos de bloques refaccionados con fondos de la gobernación y gestión de la comunidad. Luego se presta a la entrevista.
-Hemos asistido a tus actividades, como gobernador y en tus intervenciones hacías hincapié en los problemas sociales que agobian a estas comunidades. Pero no te referiste a temas que ocupan la agenda de la otra parte del país. ¿Por qué te concentras en una y olvidas la otra?
-La idea es que esas dos Venezuelas puedan encontrarse. Aquí, en Cartanal, el voto ha favorecido al Gobierno y ha ganado todos las elecciones. Nuestra fuerza ha ido creciendo, pero aún no es mayoría y trabajamos para alcanzar el cambio. El liderazgo requiere la capacidad de identificar los problemas y tener una solución. Aquí esos problemas, económicos y sociales, son más profundos que en otros sectores.
-¿Más profundos que los planteados por la protestas de los estudiantes?
-Creo que no son excluyentes. Yo he insistido, (cosa difícil de divulgar por la censura) en la necesidad urgente de la reunificación de todos quienes queremos un cambio. Los estudiantes tienen mil razones para protestar y exigir un futuro mejor. Hay planteamientos políticos que no deben excluir los de carácter social y económico. Creo que hemos construido un muro artificial que nos separa sin necesidad, cuando la idea es reunificarnos.
-El problema es que no transmites esa sensación. Hoy he visto a un gobernador ocupado en resolver los problemas del estado al cual le toca regir, pero que descuida su rol paralelo, el de líder de la oposición, frente a situaciones de violencia y represión que viven, por ejemplo, los estudiantes.
-Eso lo pueden plantear algunas personas y la entendemos porque no somos como el Gobierno, que responde a la crítica con intolerancia u odio. Ahora, en la coyuntura es imperativo distribuirnos el trabajo. No estamos en iguales condiciones ante un Gobierno que cuando quiere divulgar un mensaje se encadena. Nosotros no podemos hacerlo, pero alguien debe tener un mensaje para estos sectores y siento que el único que lo puede traer soy yo.
-¿El único que lo puede traer o el único que lo trae?
-Una mezcla de las dos cosas. Alguien debe meterse en barrios y caseríos y yo lo estoy haciendo. Ahora, le pido al equipo (soy fanático de los deportes de conjunto) que en este momento histórico distribuyamos las responsabilidades. Yo asumo la mía y ahí está el resultado electoral.
-¿Qué quiere decir con eso?
-No todos, entre quienes construimos el cambio, tenemos la posibilidad de hablarle al pueblo chavista. Hemos demostrado esa capacidad y no sólo de hablarle sino de hacer que cambie. Te pongo un ejemplo: tienes ante ti dos puertas. Una se abre de inmediato y te gradúas mañana mismo. La otra se abre sólo después de cinco años de estudio y exámenes. ¿Cuál de las dos puertas crees que elegirá mucha gente? La fácil. Sólo que el título que te den seguramente será chimbo. Quiero decir: este no es un camino corto.
-¿Hay que esperar elecciones para provocar el cambio?
-No. En este momento se impone un trabajo político en todo el país. Trabajo que requiere energía y constancia. Que 80% de los venezolanos exprese su insatisfacción por lo que ocurre no implica que apoye a la oposición. A ese altísimo porcentaje hay que convertirlo en fuerza electoral, social y política. Podemos hacerlo pero conscientes de que ese 80% no cambia solo y no lo hará hasta que le lleves un mensaje.
-¿Esperando elecciones?
-No es sentarnos a esperar. Eso forma parte de los errores cometidos. No podemos limitarnos al trabajo político sólo cuando hay elecciones. En este momento debemos actuar, en el marco de la Constitución, para hacer política con P mayúscula. Trabajar duro, llenarnos los zapatos de tierra y desgastar la base de apoyo del Gobierno, aglutinando todas las visiones para así plantearnos cualquier salida. Lo primero es acumular fuerza para plantarnos con firmeza y decirle al Gobierno: no aceptamos esto ni aquello.
-¿No ha madurado la situación como para plantarse frente al Gobierno?
-Todavía no.
-¿Y toda esa cantidad de protestas y movilizaciones que han debilitado el piso político del Gobierno?
-La protesta genera atención pero lo que más desgasta la base política del Gobierno es lograr que la mayoría del país asocie sus problemas con el Gobierno. Es necesario que se concrete esa asociación y se establezca la responsabilidad del Gobierno en cabeza de un grupito que detenta el poder.
-Colmada como está la insatisfacción, ¿tendrá el país la paciencia de seguir esperando que las cosas maduren? ¿No atenta el tiempo contra tu tesis?
-Al contrario. Durante años se montó un aparato estatal que no es desmontable de un día para otro. Siendo el gran freno el apoyo popular, esto pasa por un proceso de reconocimiento del pueblo chavista, así como del no chavista porque ambos pueden integrarse. Esa es la gran oportunidad frente a la crisis. La protesta pacífica es válida y hace el ruido necesario para que la gente reaccione, pero no es suficiente. Se requiere, también, otro tipo de trabajo.
-¿No resulta una paradoja que si bien la lucha de los estudiantes llevó al Gobierno a convocar un diálogo, hayan sido otros quienes participan en ese diálogo?
-Te respondo a título estrictamente personal y te digo que yo no siento que aquí se haya dado un proceso de diálogo.
-Pero fuiste a Miraflores.
-Sí, pero para mí eso fue un debate. El diálogo implica resultados. Yo hablaría de diálogo cuando recuperen su libertad quienes están presos: los alcaldes, Leopoldo, Iván, el comisario Lucchese, todos los estudiantes y otros que no lo son. O cuando veamos el desarme de los grupos paramilitares, la renovación de los Poderes Públicos. Lo que nunca negaré es la posibilidad de comunicarnos.
-Si se cumple previamente esas condiciones el diálogo ya no resulta necesario.
-El primer interesado en el diálogo debería ser el Gobierno porque el haber ido a Miraflores no resolvió el problema de la inflación, ni el caos económico o la inseguridad. Si estuviera en Miraflores habría convocado a un gran proceso de unión nacional con todos los sectores del país. Ahora, este Gobierno, o cambia o revienta.
-¿Se está suicidando?
-Está haciendo todo para reventar. Subestima a los estudiantes y los reclamos de la calle. Habla de ricos contra pobres. Pero quien hace Gobierno de calle, de verdad, oye al pueblo y sabe qué opina del gobierno de Nicolás. Claro, viven en otro planeta y terminan creyéndose sus propias mentiras.
-¿Cómo se expresaría ese reventón?
-Soy de quienes piensan que cualquier cosa es mejor que una guerra o un escenario de violencia. Jamás me pondría de espaldas al pueblo o haría algo que no fuera transparente. Por eso fui a Miraflores.Y no hablo de pacto sino de un acuerdo entre todas las corrientes cuyo objetivo sea el bien del país.
-Hablas de unidad, pero la oposición luce dividida.
-Hay que reunificarla de inmediato. Llamar a Ledezma, a María Corina, a Voluntad Popular. Elaborar una agenda común.Si logramos la unidad perfecta para unas elecciones, ahora, en un momento de crisis tan grande, ¿cómo podemos atacarnos entre nosotros ante un pueblo que reclama el cambio?
-Porque consideran que eres blandengue.
-Yo no soy blandengue. Soy alguien que conoce profundamente este país y sabe que no necesariamente lo que digan es igual a lo que piensan. Entiendo a que a mí, a Capriles, le faltó un discurso para la clase media, para la gente de las urbanizaciones y los estudiantes de las universidades privadas.
-¿O le faltó comprensión a la clase media contigo?
-No, porque no hablamos de toda la clase media, sino de sectores que de pronto están bravos con Capriles. Tienen todo el derecho y no son mis enemigos. Al contrario, saben que puedo cometer errores pero también que mi compromiso es total. En estos días revisaba el tercer mensaje más retuiteado en la historia: primero Obama, luego ese cantante mala conducta (Biber) y tercero Capriles.
-¿Cuál era el mensaje?
-"Venezuela mía, yo para cuidarte sólo tengo esta vida mía". Y es así porque no estoy dispuesto a arriesgar otra vida que no sea la mía.
-¿Planteas la unión de los venezolanos, pero también (por lo que oí en tu discurso) te quejas porque el pueblo chavista pareciera sumido en una especie de masoquismo, votando por un modelo que lo mantiene pasando hambre. ¿No hay allí una contradicción?
-No. El pueblo chavista está huérfano y si hacemos bien las cosas, sobre todo con quienes desean el cambio, lo podemos incorporar al proyecto. Cada día es más claro que la inviabilidad del modelo se asocia con el saqueo y la corrupción. RG
Capriles advierte que "en un momento de crisis tan grande hay que reunificar a la oposición , llamarlos a todos y elaborar una agenda común" CORTESÍA
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ROBERTO GIUSTI | EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 12:00 AM
Cartanal, concentración urbana en los Valles del Tuy, nos dice Henrique Capriles, gobernador de Miranda, es el sitio de América Latina donde han ocurrido más invasiones. Aprieta el sol del mediodía en las calles polvorientas y él se mueve entre una pequeña multitud que lo rodea en reclamo de todas las penurias. Paciente, sin perder la sonrisa, los escucha, recibe papeles, visita una escuela y se reúne con vecinos de bloques refaccionados con fondos de la gobernación y gestión de la comunidad. Luego se presta a la entrevista.
-Hemos asistido a tus actividades, como gobernador y en tus intervenciones hacías hincapié en los problemas sociales que agobian a estas comunidades. Pero no te referiste a temas que ocupan la agenda de la otra parte del país. ¿Por qué te concentras en una y olvidas la otra?
-La idea es que esas dos Venezuelas puedan encontrarse. Aquí, en Cartanal, el voto ha favorecido al Gobierno y ha ganado todos las elecciones. Nuestra fuerza ha ido creciendo, pero aún no es mayoría y trabajamos para alcanzar el cambio. El liderazgo requiere la capacidad de identificar los problemas y tener una solución. Aquí esos problemas, económicos y sociales, son más profundos que en otros sectores.
-¿Más profundos que los planteados por la protestas de los estudiantes?
-Creo que no son excluyentes. Yo he insistido, (cosa difícil de divulgar por la censura) en la necesidad urgente de la reunificación de todos quienes queremos un cambio. Los estudiantes tienen mil razones para protestar y exigir un futuro mejor. Hay planteamientos políticos que no deben excluir los de carácter social y económico. Creo que hemos construido un muro artificial que nos separa sin necesidad, cuando la idea es reunificarnos.
-El problema es que no transmites esa sensación. Hoy he visto a un gobernador ocupado en resolver los problemas del estado al cual le toca regir, pero que descuida su rol paralelo, el de líder de la oposición, frente a situaciones de violencia y represión que viven, por ejemplo, los estudiantes.
-Eso lo pueden plantear algunas personas y la entendemos porque no somos como el Gobierno, que responde a la crítica con intolerancia u odio. Ahora, en la coyuntura es imperativo distribuirnos el trabajo. No estamos en iguales condiciones ante un Gobierno que cuando quiere divulgar un mensaje se encadena. Nosotros no podemos hacerlo, pero alguien debe tener un mensaje para estos sectores y siento que el único que lo puede traer soy yo.
-¿El único que lo puede traer o el único que lo trae?
-Una mezcla de las dos cosas. Alguien debe meterse en barrios y caseríos y yo lo estoy haciendo. Ahora, le pido al equipo (soy fanático de los deportes de conjunto) que en este momento histórico distribuyamos las responsabilidades. Yo asumo la mía y ahí está el resultado electoral.
-¿Qué quiere decir con eso?
-No todos, entre quienes construimos el cambio, tenemos la posibilidad de hablarle al pueblo chavista. Hemos demostrado esa capacidad y no sólo de hablarle sino de hacer que cambie. Te pongo un ejemplo: tienes ante ti dos puertas. Una se abre de inmediato y te gradúas mañana mismo. La otra se abre sólo después de cinco años de estudio y exámenes. ¿Cuál de las dos puertas crees que elegirá mucha gente? La fácil. Sólo que el título que te den seguramente será chimbo. Quiero decir: este no es un camino corto.
-¿Hay que esperar elecciones para provocar el cambio?
-No. En este momento se impone un trabajo político en todo el país. Trabajo que requiere energía y constancia. Que 80% de los venezolanos exprese su insatisfacción por lo que ocurre no implica que apoye a la oposición. A ese altísimo porcentaje hay que convertirlo en fuerza electoral, social y política. Podemos hacerlo pero conscientes de que ese 80% no cambia solo y no lo hará hasta que le lleves un mensaje.
-¿Esperando elecciones?
-No es sentarnos a esperar. Eso forma parte de los errores cometidos. No podemos limitarnos al trabajo político sólo cuando hay elecciones. En este momento debemos actuar, en el marco de la Constitución, para hacer política con P mayúscula. Trabajar duro, llenarnos los zapatos de tierra y desgastar la base de apoyo del Gobierno, aglutinando todas las visiones para así plantearnos cualquier salida. Lo primero es acumular fuerza para plantarnos con firmeza y decirle al Gobierno: no aceptamos esto ni aquello.
-¿No ha madurado la situación como para plantarse frente al Gobierno?
-Todavía no.
-¿Y toda esa cantidad de protestas y movilizaciones que han debilitado el piso político del Gobierno?
-La protesta genera atención pero lo que más desgasta la base política del Gobierno es lograr que la mayoría del país asocie sus problemas con el Gobierno. Es necesario que se concrete esa asociación y se establezca la responsabilidad del Gobierno en cabeza de un grupito que detenta el poder.
-Colmada como está la insatisfacción, ¿tendrá el país la paciencia de seguir esperando que las cosas maduren? ¿No atenta el tiempo contra tu tesis?
-Al contrario. Durante años se montó un aparato estatal que no es desmontable de un día para otro. Siendo el gran freno el apoyo popular, esto pasa por un proceso de reconocimiento del pueblo chavista, así como del no chavista porque ambos pueden integrarse. Esa es la gran oportunidad frente a la crisis. La protesta pacífica es válida y hace el ruido necesario para que la gente reaccione, pero no es suficiente. Se requiere, también, otro tipo de trabajo.
-¿No resulta una paradoja que si bien la lucha de los estudiantes llevó al Gobierno a convocar un diálogo, hayan sido otros quienes participan en ese diálogo?
-Te respondo a título estrictamente personal y te digo que yo no siento que aquí se haya dado un proceso de diálogo.
-Pero fuiste a Miraflores.
-Sí, pero para mí eso fue un debate. El diálogo implica resultados. Yo hablaría de diálogo cuando recuperen su libertad quienes están presos: los alcaldes, Leopoldo, Iván, el comisario Lucchese, todos los estudiantes y otros que no lo son. O cuando veamos el desarme de los grupos paramilitares, la renovación de los Poderes Públicos. Lo que nunca negaré es la posibilidad de comunicarnos.
-Si se cumple previamente esas condiciones el diálogo ya no resulta necesario.
-El primer interesado en el diálogo debería ser el Gobierno porque el haber ido a Miraflores no resolvió el problema de la inflación, ni el caos económico o la inseguridad. Si estuviera en Miraflores habría convocado a un gran proceso de unión nacional con todos los sectores del país. Ahora, este Gobierno, o cambia o revienta.
-¿Se está suicidando?
-Está haciendo todo para reventar. Subestima a los estudiantes y los reclamos de la calle. Habla de ricos contra pobres. Pero quien hace Gobierno de calle, de verdad, oye al pueblo y sabe qué opina del gobierno de Nicolás. Claro, viven en otro planeta y terminan creyéndose sus propias mentiras.
-¿Cómo se expresaría ese reventón?
-Soy de quienes piensan que cualquier cosa es mejor que una guerra o un escenario de violencia. Jamás me pondría de espaldas al pueblo o haría algo que no fuera transparente. Por eso fui a Miraflores.Y no hablo de pacto sino de un acuerdo entre todas las corrientes cuyo objetivo sea el bien del país.
-Hablas de unidad, pero la oposición luce dividida.
-Hay que reunificarla de inmediato. Llamar a Ledezma, a María Corina, a Voluntad Popular. Elaborar una agenda común.Si logramos la unidad perfecta para unas elecciones, ahora, en un momento de crisis tan grande, ¿cómo podemos atacarnos entre nosotros ante un pueblo que reclama el cambio?
-Porque consideran que eres blandengue.
-Yo no soy blandengue. Soy alguien que conoce profundamente este país y sabe que no necesariamente lo que digan es igual a lo que piensan. Entiendo a que a mí, a Capriles, le faltó un discurso para la clase media, para la gente de las urbanizaciones y los estudiantes de las universidades privadas.
-¿O le faltó comprensión a la clase media contigo?
-No, porque no hablamos de toda la clase media, sino de sectores que de pronto están bravos con Capriles. Tienen todo el derecho y no son mis enemigos. Al contrario, saben que puedo cometer errores pero también que mi compromiso es total. En estos días revisaba el tercer mensaje más retuiteado en la historia: primero Obama, luego ese cantante mala conducta (Biber) y tercero Capriles.
-¿Cuál era el mensaje?
-"Venezuela mía, yo para cuidarte sólo tengo esta vida mía". Y es así porque no estoy dispuesto a arriesgar otra vida que no sea la mía.
-¿Planteas la unión de los venezolanos, pero también (por lo que oí en tu discurso) te quejas porque el pueblo chavista pareciera sumido en una especie de masoquismo, votando por un modelo que lo mantiene pasando hambre. ¿No hay allí una contradicción?
-No. El pueblo chavista está huérfano y si hacemos bien las cosas, sobre todo con quienes desean el cambio, lo podemos incorporar al proyecto. Cada día es más claro que la inviabilidad del modelo se asocia con el saqueo y la corrupción. RG
-Hemos asistido a tus actividades, como gobernador y en tus intervenciones hacías hincapié en los problemas sociales que agobian a estas comunidades. Pero no te referiste a temas que ocupan la agenda de la otra parte del país. ¿Por qué te concentras en una y olvidas la otra?
-La idea es que esas dos Venezuelas puedan encontrarse. Aquí, en Cartanal, el voto ha favorecido al Gobierno y ha ganado todos las elecciones. Nuestra fuerza ha ido creciendo, pero aún no es mayoría y trabajamos para alcanzar el cambio. El liderazgo requiere la capacidad de identificar los problemas y tener una solución. Aquí esos problemas, económicos y sociales, son más profundos que en otros sectores.
-¿Más profundos que los planteados por la protestas de los estudiantes?
-Creo que no son excluyentes. Yo he insistido, (cosa difícil de divulgar por la censura) en la necesidad urgente de la reunificación de todos quienes queremos un cambio. Los estudiantes tienen mil razones para protestar y exigir un futuro mejor. Hay planteamientos políticos que no deben excluir los de carácter social y económico. Creo que hemos construido un muro artificial que nos separa sin necesidad, cuando la idea es reunificarnos.
-El problema es que no transmites esa sensación. Hoy he visto a un gobernador ocupado en resolver los problemas del estado al cual le toca regir, pero que descuida su rol paralelo, el de líder de la oposición, frente a situaciones de violencia y represión que viven, por ejemplo, los estudiantes.
-Eso lo pueden plantear algunas personas y la entendemos porque no somos como el Gobierno, que responde a la crítica con intolerancia u odio. Ahora, en la coyuntura es imperativo distribuirnos el trabajo. No estamos en iguales condiciones ante un Gobierno que cuando quiere divulgar un mensaje se encadena. Nosotros no podemos hacerlo, pero alguien debe tener un mensaje para estos sectores y siento que el único que lo puede traer soy yo.
-¿El único que lo puede traer o el único que lo trae?
-Una mezcla de las dos cosas. Alguien debe meterse en barrios y caseríos y yo lo estoy haciendo. Ahora, le pido al equipo (soy fanático de los deportes de conjunto) que en este momento histórico distribuyamos las responsabilidades. Yo asumo la mía y ahí está el resultado electoral.
-¿Qué quiere decir con eso?
-No todos, entre quienes construimos el cambio, tenemos la posibilidad de hablarle al pueblo chavista. Hemos demostrado esa capacidad y no sólo de hablarle sino de hacer que cambie. Te pongo un ejemplo: tienes ante ti dos puertas. Una se abre de inmediato y te gradúas mañana mismo. La otra se abre sólo después de cinco años de estudio y exámenes. ¿Cuál de las dos puertas crees que elegirá mucha gente? La fácil. Sólo que el título que te den seguramente será chimbo. Quiero decir: este no es un camino corto.
-¿Hay que esperar elecciones para provocar el cambio?
-No. En este momento se impone un trabajo político en todo el país. Trabajo que requiere energía y constancia. Que 80% de los venezolanos exprese su insatisfacción por lo que ocurre no implica que apoye a la oposición. A ese altísimo porcentaje hay que convertirlo en fuerza electoral, social y política. Podemos hacerlo pero conscientes de que ese 80% no cambia solo y no lo hará hasta que le lleves un mensaje.
-¿Esperando elecciones?
-No es sentarnos a esperar. Eso forma parte de los errores cometidos. No podemos limitarnos al trabajo político sólo cuando hay elecciones. En este momento debemos actuar, en el marco de la Constitución, para hacer política con P mayúscula. Trabajar duro, llenarnos los zapatos de tierra y desgastar la base de apoyo del Gobierno, aglutinando todas las visiones para así plantearnos cualquier salida. Lo primero es acumular fuerza para plantarnos con firmeza y decirle al Gobierno: no aceptamos esto ni aquello.
-¿No ha madurado la situación como para plantarse frente al Gobierno?
-Todavía no.
-¿Y toda esa cantidad de protestas y movilizaciones que han debilitado el piso político del Gobierno?
-La protesta genera atención pero lo que más desgasta la base política del Gobierno es lograr que la mayoría del país asocie sus problemas con el Gobierno. Es necesario que se concrete esa asociación y se establezca la responsabilidad del Gobierno en cabeza de un grupito que detenta el poder.
-Colmada como está la insatisfacción, ¿tendrá el país la paciencia de seguir esperando que las cosas maduren? ¿No atenta el tiempo contra tu tesis?
-Al contrario. Durante años se montó un aparato estatal que no es desmontable de un día para otro. Siendo el gran freno el apoyo popular, esto pasa por un proceso de reconocimiento del pueblo chavista, así como del no chavista porque ambos pueden integrarse. Esa es la gran oportunidad frente a la crisis. La protesta pacífica es válida y hace el ruido necesario para que la gente reaccione, pero no es suficiente. Se requiere, también, otro tipo de trabajo.
-¿No resulta una paradoja que si bien la lucha de los estudiantes llevó al Gobierno a convocar un diálogo, hayan sido otros quienes participan en ese diálogo?
-Te respondo a título estrictamente personal y te digo que yo no siento que aquí se haya dado un proceso de diálogo.
-Pero fuiste a Miraflores.
-Sí, pero para mí eso fue un debate. El diálogo implica resultados. Yo hablaría de diálogo cuando recuperen su libertad quienes están presos: los alcaldes, Leopoldo, Iván, el comisario Lucchese, todos los estudiantes y otros que no lo son. O cuando veamos el desarme de los grupos paramilitares, la renovación de los Poderes Públicos. Lo que nunca negaré es la posibilidad de comunicarnos.
-Si se cumple previamente esas condiciones el diálogo ya no resulta necesario.
-El primer interesado en el diálogo debería ser el Gobierno porque el haber ido a Miraflores no resolvió el problema de la inflación, ni el caos económico o la inseguridad. Si estuviera en Miraflores habría convocado a un gran proceso de unión nacional con todos los sectores del país. Ahora, este Gobierno, o cambia o revienta.
-¿Se está suicidando?
-Está haciendo todo para reventar. Subestima a los estudiantes y los reclamos de la calle. Habla de ricos contra pobres. Pero quien hace Gobierno de calle, de verdad, oye al pueblo y sabe qué opina del gobierno de Nicolás. Claro, viven en otro planeta y terminan creyéndose sus propias mentiras.
-¿Cómo se expresaría ese reventón?
-Soy de quienes piensan que cualquier cosa es mejor que una guerra o un escenario de violencia. Jamás me pondría de espaldas al pueblo o haría algo que no fuera transparente. Por eso fui a Miraflores.Y no hablo de pacto sino de un acuerdo entre todas las corrientes cuyo objetivo sea el bien del país.
-Hablas de unidad, pero la oposición luce dividida.
-Hay que reunificarla de inmediato. Llamar a Ledezma, a María Corina, a Voluntad Popular. Elaborar una agenda común.Si logramos la unidad perfecta para unas elecciones, ahora, en un momento de crisis tan grande, ¿cómo podemos atacarnos entre nosotros ante un pueblo que reclama el cambio?
-Porque consideran que eres blandengue.
-Yo no soy blandengue. Soy alguien que conoce profundamente este país y sabe que no necesariamente lo que digan es igual a lo que piensan. Entiendo a que a mí, a Capriles, le faltó un discurso para la clase media, para la gente de las urbanizaciones y los estudiantes de las universidades privadas.
-¿O le faltó comprensión a la clase media contigo?
-No, porque no hablamos de toda la clase media, sino de sectores que de pronto están bravos con Capriles. Tienen todo el derecho y no son mis enemigos. Al contrario, saben que puedo cometer errores pero también que mi compromiso es total. En estos días revisaba el tercer mensaje más retuiteado en la historia: primero Obama, luego ese cantante mala conducta (Biber) y tercero Capriles.
-¿Cuál era el mensaje?
-"Venezuela mía, yo para cuidarte sólo tengo esta vida mía". Y es así porque no estoy dispuesto a arriesgar otra vida que no sea la mía.
-¿Planteas la unión de los venezolanos, pero también (por lo que oí en tu discurso) te quejas porque el pueblo chavista pareciera sumido en una especie de masoquismo, votando por un modelo que lo mantiene pasando hambre. ¿No hay allí una contradicción?
-No. El pueblo chavista está huérfano y si hacemos bien las cosas, sobre todo con quienes desean el cambio, lo podemos incorporar al proyecto. Cada día es más claro que la inviabilidad del modelo se asocia con el saqueo y la corrupción. RG
LA ORFANDAD DEL PUEBLO CHAVISTA
EL UNIVERSAL
domingo 18 de mayo de 2014 12:00 AM
-¿Por qué no haces por el país las giras que limitas ahora a Miranda?
-No soy Superman, ni pretendo serlo. Han pasado tres meses desde que dejamos de hacerlo y lo hemos dedicado a la reorganización. Pero de un momento a otro me vas a ver, quizás la próxima semana, en alguna localidad de Apure, Barinas, Mérida o Táchira. Buscaré el tiempo. Mi vida está dedicada a eso. Así, el día en que la gente está con su familia yo ando visitando una comunidad de la Venezuela profunda.
-Para bailar tango hacen falta dos. Abogas por la reunificación del país, pero es claro que una parte del chavismo no quiere bailar contigo. Algo natural en una democracia donde deben coexistir distintas visiones políticas.
-Claro, pero eso no significa que los programas sociales (y hablo de hechos) que adelantamos son para todos. Ahí hay una gran diferencia con el madurismo.
-Pero tú, como gobernante de todos, ¿no esperas una retribución?
-Siempre habrá sectores que, a pesar de ser beneficiado por lo que es un deber del gobernante, vote por otra opción que pueda ser la oficialista. Eso es legítimo. El reto es que, sobre la base de tu trabajo, aglutines la mayor cantidad de gente.
-No soy Superman, ni pretendo serlo. Han pasado tres meses desde que dejamos de hacerlo y lo hemos dedicado a la reorganización. Pero de un momento a otro me vas a ver, quizás la próxima semana, en alguna localidad de Apure, Barinas, Mérida o Táchira. Buscaré el tiempo. Mi vida está dedicada a eso. Así, el día en que la gente está con su familia yo ando visitando una comunidad de la Venezuela profunda.
-Para bailar tango hacen falta dos. Abogas por la reunificación del país, pero es claro que una parte del chavismo no quiere bailar contigo. Algo natural en una democracia donde deben coexistir distintas visiones políticas.
-Claro, pero eso no significa que los programas sociales (y hablo de hechos) que adelantamos son para todos. Ahí hay una gran diferencia con el madurismo.
-Pero tú, como gobernante de todos, ¿no esperas una retribución?
-Siempre habrá sectores que, a pesar de ser beneficiado por lo que es un deber del gobernante, vote por otra opción que pueda ser la oficialista. Eso es legítimo. El reto es que, sobre la base de tu trabajo, aglutines la mayor cantidad de gente.
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