El Ateneo nació de la efervescencia espiritual de un grupo de personas contagiadas por la inquietud emprendedora que surgió en la venezuela de 1936, cuando se rompieron los diques de la tiranía gomecista. Al principio no fue sino una idea un poco romántica; una idea generosa vestida de esperanza. Las dificulatades iniciales que le salieron al paso han podido acabar con ella. Afortunadamente no fue asi. La mayor parte de sus gestores lograron mantenerla. Y para bien de Venezuela, el Ateneo pudo salvarse.
Siguió creciendo desde entonces. Su curva de prosperidad ha recorrido siempre una órbita ascendente.
Cuando Frida Añez llegó a la presidencia, ya el Ateneo tenía su edificio propio recién inaugurado. Había que cumplir con él en consecuencia, la gigantesca tarea de consolidar su movimiento. Ya no se trataba solamente de la necesidad de mantener encendida la modesta lámpara espiritual que había estado alumbrando durante 16 años de lucha y de trabajo un oscuro rincón de la calle Páez. Había a la vez algo más importante: se requería la instalación y dotación de una moderna biblioteca (NOTA: Cosa que se obtiene con la donación absoluta, incluyendo escritorio y pluma del sabio Dr. Enrique Tejera hoy perdida y referida sólo a la colección de la biblioteca personal donada por su presidente desde 1990 sin tomar en cuenta la rica colección extraviada que todos conocemos y que hizo historia en Valencia, en Venezuela y aun fuera de sus límites) catalogada y estructurada según los lineamientos de la recién creada profesión en la UCV de Caracas, labor que como bibliotecóloga preparada por la Lic. Ruiz Larré continuó Eglée Ramos Giugni, hermana del artista Aldo ramos Giugni); para ello se requería la adaptación general de su nuevo edificio. Es verdad que las presidentas anteriores pusieron en susmanos este nuevo local, ya funcionando, como culminación de las ambiciones alimentadas por ellas durante largos años; es verdad que todas ellas habían contribuido con sus personales esfuerzos a la construcción de esta obra, que venía a ser uno de los más hermosos aportes de la iniciativa privada a la celebración del cuatricentenario; pero es verdad, asimismo, que nunca hasta entonces, el Ateneo había reclamado de sus dirigentes una atención más constante y firme.
Y Frida Añez supo estar a tono con esa pesada carga de responsabilidad que el Ateneo de Valencia echó sobre sus hombros. No sólo organizó la biblioteca, a la cual dedicó días y noches de incansable vigilia, durante las cuales contó con la espléndida cooperación de Alcira Ruiz Larré, Directora de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela (UCV) y con la amorosa compañía y la paciencia laboriosa de su progenitora, doña Lucrecia de Añez,(quien con amor fue registrando un album de fotos del hacer cultural de su hija Frida aparecido en los periódicos regionales, nacionales y extranjeros, que entregué por orden de la propia Frida a María Teresa Morín pensando que en el 450 aniversario de la ciudad, la Alcaldía de Valencia como debió hacerse, iba a editar como han hecho la nieta, Adriana, de Carlos Raúl Villanueva con el album de su abuela o hacer una película tipo El reventón de Carlos Oteyza, con lo único que registra la memoria de esa época gloriosa carabobeña ya que El Carabobeño sólo deja acceder a sus archivos a partir de 1980 y en el Ateneo ni sombra de ese pasado le interesó guardar en sus ¿archivos? a su Presidente desde 1990), sino que le sobraron energías, audacia, y decisión para pensar en una Exposición Internacional de Pintura con ocasión del Cuatricentenario. Un proyecto demasiado ambicioso. Se creía al principio , que esto era imposible; se pensó que el Ateneo no estaba en condiciones de comprometerse en una empresa semejante. Pero Frida Añez tiene la terquedad de quien se sabe superior al desaliento y se enfrentó a las circunstancias. Desafió todos los tropiezos, hizo gestiones por todas partes, provocó reuniones con representantes de distintas instituciones, interesó a los organismos oficiales , movilizó la prensa, pidió, rogó, discutió, renunció al cargo que venía desempeñando en una empresa desde hacía algunos años, para quedar enteramente libre y poder dedicar 24 horas diarias a la realización de esta idea, y no estuvo tranquila, ni descansó, ni se sintió satisfecha hasta que no vio colgados en las paredes del Ateneo cerca de 300 cuadros de pintores seleccionados de 30 países de Europa y América. El éxito de esta exposición no tiene precedentes (Nota: Ni nadie ha podido igualarla ni en Caracas ni con los avances y recursos del presente)
El trabajo personal de Frida Añez en la organización de ella, representa uno de los esfuerzos más intensos de quienes contribuyeron a darle brillo al cuatricentenario.
A parte de todo esto, Frida Añez realizó como Presidenta del Ateneo de valencia, entre otras, una obra extraordinaria: el primer festival de música instrumental de cámara que hemos tenido en nuestro país con la intervención de los mejores conjuntos de música de cámara existentes en venezuela y con la ejecución en cada concierto de una obra por lo menos, de un autor venezolano, como parte esencial del concurso de música instrumental de cámara promovido dentro del mismo festival.
Por eso puede afirmarse, sin ditirambos ni exageraciones, pero si con espíritu de justicia, que Frida Añez de quien por su juventud y su talento se espera mucho todavía (Nota: Fue la mecenas por excelencia y eje de la cultura en Carabobo en especial las artes del fuego)
dejó a su paso por la presidencia del Ateneo de Valencia, una huella inconfundible en la celebración decorosa de los 400 siglos de vida que cumplió la ciudad”
Alfonso Marín.
Valencia Marzo de 1956.
*El edificio sometido a licitación en el período de la Presidencia de Doña Lucila Arnao de Marín siendo Frida Añez secretaria de la Junta Directiva, lo ganó el Arq. José M. Galia y hoy no es ni la sombra de la joya que debería enorgullecer a Valencia, construyendo en otra parte las ampliaciones que exigía a lo largo de los años y no convertirlo en el bodrio que es hoy, pero no por la toma del chafarote que nos desgobierna, sino ya ese daño se había hecho hacía años poco a poco. “Cosas veredes, Sancho”. ¡Y cómo las hemos visto! o leído en la Historia de Valencia de la investigadora y académica erudita veraz : Srta Luisa Galídez,ex-Presidenta del Ateneo de Valencia, a cuya acción ante el Ayuntamiento valenciano se debió la creación del Premio “Andrés Pérez Mujica” cuando fue decretado el “Arturo Michelena” en 1943 fallecida ya, como tantas de las ex-presidentas que hicieron su trabajo admirable en esa institución y a favor de Valencia...
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