U no de los invitados que más se destacó en las I Jornadas Internacionales de Literatura celebradas la semana pasada en la Universidad Simón Bolívar fue Gustavo Guerrero, consejero para España y América Latina de la editorial Gallimard. Aunque ha vivido los últimos 30 años fuera de Venezuela, desde Europa se ha erigido como uno de los principales promotores no sólo de la literatura latinoamericana sino también de las letras del país donde nació en el año 1957.
En noviembre asistió, en calidad de editor, a la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa y, hasta el lunes pasado, fue uno de los jurados del Premio Alfaguara. Su obsesión de más larga data es hacer que los escritores venezolanos se lean fuera de las fronteras nacionales y, preferiblemente, en otros idiomas.
Ahora, su deseo empieza a concretarse.
Se ha hablado sobre qué deben hacer el Estado y las editoriales para proyectar la literatura venezolana fuera del país, pero ¿qué deben hacer los autores? Escribir, claro. Pero es importante que también sepan que el campo literario en español está migrando a España, México y Argentina, y que si quieren tener impacto global deben pasar por esos lugares.
Por eso, en la década de los años noventa muchos autores emigraron y se dedicaron a escribir desde los centros que concentran la edición. Salvo algunas excepciones, como Juan Carlos Méndez Guédez, Juan Carlos Chirinos, Miguel Gomes o Gustavo Valle, esto no ha sucedido en el caso nacional. Tengo la impresión, sin embargo, de que estamos viendo los comienzos de una escritura diaspórica venezolana que permite que nuestros escritores se difundan no sólo a partir del país sino también desde afuera, moviéndose dentro de los circuitos internacionales en los que se desarrolla el concepto de literatura latinoamericana.
¿Cómo contribuyen los encuentros literarios internacionales a la difusión de las letras nacionales? Las ferias cumplen un papel crucial en América Latina, porque permiten el encuentro de los profesionales del libro, que en otros contextos ocurre de manera más bien dispersa.
Además, tienen una función social, pues acercan la literatura a la gente y demuestran que el libro es accesible y que no se vincula únicamente con una clase letrada excluyente. Las ferias permiten borrar las jerarquías culturales alrededor del libro creadas en los siglos XIX y XX. Lo bonito de este tipo de encuentros en América Latina es que son populares, son una gran fiesta alrededor de la lectura, cosa que no ocurre en Europa. Es importante que, desde aquí, la gente se acerque al libro, porque uno de los problemas de la región con el libro es que no hay muchos puntos de venta de estos. A falta de redes de librerías en el territorio latinoamericano, las ferias cumplen el papel de gigantescas librerías a las que acuden las personas para obtener textos en un ambiente festivo, desvinculado de la solemnidad de la cultura letrada.
¿Qué piensan los escritores de estos encuentros...
editoriales? Algunos piensan que banalizan la literatura, pero son importantes en nuestro caso, porque en Latinoamérica no contamos con la red de librerías que existe en Europa.
En el caso venezolano, están multiplicándose estos encuentros (las ferias de Chacao y Baruta, la Filven y Fundarte, además de la Bienal de Mérida y la Filuc en Valencia, son ejemplos). ¿Cómo beneficia esto a lectores y autores? "Las ferias están vinculadas con las políticas de desarrollo de la lectura"
Compensan la ausencia de puntos de venta, pues las ferias están vinculadas con las políticas de desarrollo de la lectura. En América Latina el problema ya no es de analfabetismo, sino de acceso a los libros. La relación con la lectura ha estado marcada históricamente por las fronteras sociales que deben superarse.
Debemos ampliar nuestros márgenes de lectores y mercados internos para hacernos independientes de la creación del valor. Es importante desarrollar públicos en América Latina y en eso el papel de las ferias es fundamental, para ampliar nuestros mercados y tener una producción editorial independiente cada vez más fuerte. Hay que recuperar y recentrar un poco la producción en la región, para poder ofrecerle a otras literaturas, como la española, la posibilidad de proyectarse y encontrar aquí unas formas de valores. Eso, precisamente, es lo que no está ocurriendo ahora.
¿Los fantasmas del boom aún persiguen la literatura de la región? Sí, fíjate que acaban de darle el Premio Nobel de Literatura a Mario Vargas Llosa.
30 años después...
Tarde, pero eso muestra que la valoración de los escritores del boom sigue viva. Surgieron otras voces en estos años, pero lo que todavía no hemos tenido (con la excepción de Roberto Bolaño) son autores que alcancen el mismo nivel de reconocimiento público y difusión que tuvieron aquellos. Quizá eso ocurrió porque no existía nada antes de ellos y ahora hay una normalización de la literatura latinoamericana en los mercados internacionales que moldea un nicho de lectores dedicado a esta tradición.
¿Esto no tendrá que ver con que hoy hay más medios de comunicación que compiten por la atención del lector que en la época del boom? Claro. Además, la oferta de libros se ha triplicado. En la década de los años sesenta América Latina no tenía el porcentaje de producción de libros que tiene hoy, y uno de los grandes cambios que se ha producido en los últimos 20 años es la revolución informática, que ha simplificado la mecánica de producción de un libro al abaratar el proceso y hacerlo más rápido. Ahora podemos imprimir más libros que antes y saturar los mercados, y eso permitió la proliferación de pequeñas editoriales.
"El problema ya no es de analfabetismo, sino de acceso a los libros"
Entrevista Ulises Milla, director editorial ALFA "Nuestra relación con el Estado es nula" "En la medida en que vayan mermando los distribuidores, el paisaje editorial se empobrece" ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL lunes 28 de marzo de 2011 12:00 AM Desde 2006 editorial Alfa tomó la decisión de no seguir participando en la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven), cuya más reciente edición culminó ayer en Caracas. Pero Alfa es apenas una de las editoriales privadas que optó por salir de esa vitrina, al igual que otros sellos extranjeros. ¿Las razones? Además de la poca rentabilidad -no hay prurito en reconocerlo-, la falta de pluralidad y el giro hacia la izquierda, que cada año se hace más marcado.
"La apariencia general de la feria tiene una impronta muy política. Creo que la falta de pluralidad de la feria se nota, en parte, por la ausencia de muchos privados. No es un contexto en el cual editorial Alfa se sienta cómoda. Podría ser legítimo hacer una feria del libro político, y de cierto signo ideológico, por ejemplo", comenta Ulises Milla, director de Alfa Grupo Editorial, conformado por la editorial como tal, dos librerías (Alejandría y Ludens) y una distribuidora, por cierto, cada vez más diminuida.
Milla, heredero de una familia de libreros, habla de un panorama editorial en el que las novedades literarias internacionales tienden a ser escasas, donde el sector público y el privado trabajan por separado, aunque el libro nacional destaca en aceptación.
-¿Cómo le fue a Alfa en 2010?
-El pasado fue un buen año. Tuvimos la suerte de contar con un libro como La rebelión de los náufragos de Mirtha Rivero): A la fecha, con la edición que está por salir, la quinta, llegamos a los 21 mil ejemplares. Libros como los de César Landaeta, Cómo mandar a la gente al carajo, están por encima de esa cifra, pero en un período mucho más largo: se han vendido de 32 a 34 mil ejemplares en cinco años.
-¿Y en términos globales, cómo estuvieron las ventas?
-De 2008 a 2010 ha habido un descenso. Yo calculo, no con precisión, que la caída ha estado en el orden de 25 a 30% acumulado, en estos tres años.
-¿Cómo los ha afectado la restricción de divisas?
-Influye de manera indirecta porque nosotros producimos aquí, pero estamos sujetos a los precios que ponen los distribuidores de insumos gráficos, básicamente, por el lado de las imprentas. Nosotros éramos distribuidores y hemos dejado de hacerlo, desde 2007, por esa razón, porque la editorial creció mucho y la distribución e importación es sumamente complicada, y cada vez más.
-¿Y cómo afecta al consumidor el hecho de que grupos como ustedes se retiren de la distribución?
-En la medida en que vaya mermando o achicándose la cantidad de distribuidores de libros importados, el paisaje editorial se empobrece mucho. Y uno sale y lo ve, incluso, en nuestras librerías: no hay novedades recientes. Hay distribuidores y personas que siguen esforzándose mucho para tener los libros aquí, lo hacen con lapsos de tiempo más prolongados. Antes las novedades eran más continuas, ahora puede haber baches de cuatro o cinco meses, en los que ninguna de las transnacionales o distribuidoras en Venezuela trae libros.
-¿Puede hablarse de una política estatal del libro? ¿Cómo la entiende?
-Nuestra relación con el Estado es absolutamente nula, no existe desde hace muchos años. Las bibliotecas públicas ya no nos compran y no sé si le están comprando a alguien, y el Estado tiene su agenda con sus propias editoriales (El Perro y la Rana, Monte Ávila, Biblioteca Ayacucho). En algún momento hicimos una venta para Librerías del Sur que luego no se repitió, no sé por qué. Y a la inversa, como libreros, también sentimos la ausencia de sus libros en las librerías privadas.
-¿Qué opinión le merece esa política ese distanciamiento?
-Más de lo mismo: la politización ha ido tomando todos los sectores de la sociedad y ha llegado a la cultura. Editorial Alfa tiene autores que quizás no son del agrado o no se acoplan políticamente a lo que el socialismo espera, o les resultan simplemente antipáticos, aunque no escriban propiamente de política, como los historiadores Elías Pino Iturrieta o Germán Carrera Damas. A mi me parece un desastre cortar o disminuir relaciones con el Estado. Conozco y tengo buenas relaciones con gente que trabaja en la cultura, pero es un mundo impenetrable, que está blindado, uno no sabe lo que pasa allí.
-¿Maneja cifras de lo que publica el Estado? ¿Qué tanto arropa al mercado?
-Yo creo que hay espacio para todo y así pasa en todos los países. La labor del Estado debe ser la de darle espacio quizás de forma subvencionada a nuevos escritores y textos que no se publicarían por razones comerciales. Lo que percibo desde afuera, porque no tengo información precisa, es que hay gran cantidad de libros que se están publicando cuya difusión es escasa porque no llegan a las librerías privadas del circuito comercial, y no hay razones para que no lleguen, no creo que los libreros se opongan a tener libros baratos en sus estanterías. El Estado debe tener un rol en el aspecto editorial y los privados, otro. Yo no desestimaría la labor del Estado, pero hay que entender que por el hecho de publicar libros no significa que generas lectores automáticamente, es decir, que al mismo tiempo que publicas tienes que generar políticas de incentivo de la lectura y de distribución.
-¿Cómo motorizar la distribución?
-El Estado tiene canales de distribución, la Red de Librerías del Sur, está en muchos estados...
-¿Y por qué no están llegando?
-No sé. Es un tema muy complejo, cualquier cosa que se distribuya es un proceso complejo. Puede que haya una sobreproducción de libros que la distribuidora no está en capacidad de absorber o simplemente puede haber ineficiencia en los canales. ¿Cómo saberlo? Uno lo que sabe es que nuestras librerías son visitadas con muy poca frecuencia por vendedores del Estado, eso me muestra que el proceso de distribución y venta no está funcionando... No tenemos visitas, no tenemos información, no sabemos cómo llegar a esos libros del Estado.
¿A qué puede conducir una feria estatal sin pluralidad?
-Esa feria está financiada por el Estado así que no tiene riesgo. Creo que es mejor que quede como una feria nacional del libro político, de un signo concreto.
-¿Feria Nacional del Libro Socialista?
-Sería un nombre más adecuado.
Rafael López Pedraza dejó un legado basado en imagen Hace casi tres meses murió uno de los creadores de la psicología arquetipal Axel Capriles recuerda el trabajo que realizó López Pedraza (ANGEL DEJESUS) DUBRASKA FALCÓN | EL UNIVERSAL lunes 28 de marzo de 2011 12:00 AM La psicología no era su interés. Era su pasión. La vida de Rafael López Pedraza (Cuba, 1920- Venezuela 2011) tenía sentido solo por la psicología. Así lo afirma uno de sus grandes amigos, el escritor y director de la Revista Venezolana de Psicología de los Arquetipos, Axel Capriles. Él lo recuerda, ahora a casi tres meses de su muerte -falleció el pasado 9 de enero-, como una persona cuyo legado "viene desde su propia individualidad, desde su propia forma de asumir la vida y de vivirla".
Proveniente de Cuba, el analista decide residenciarse en Caracas en 1949, para luego viajar a Europa en 1962 y estudiar Psicología Analítica en el Instituto C.G. Jung de Zurich, formación que culmina en 1974 cuando regresa de nuevo a Venezuela.
"Rafael tenía la capacidad de ver lo inusual. Tenía la capacidad de ver los lados sombríos de las personalidades y las sociedades. Siempre estaba viendo en aquellos rincones donde muy pocos de nosotros pone la mirada", afirma Axel Capriles sobre el psicólogo al que se le rendirá un homenaje organizado por la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos (SVAJ) y por la Fundación C.G. Jung de Venezuela, entre el viernes 15 y el sábado 16 de julio en la Quinta Anauco de San Bernardino.
López Pedraza, junto a James Hillman, son considerados como dos de los máximos analistas junguianos representantes de la escuela arquetipal en psicología analítica.
"Su representatividad en el mundo de la psicología se centra en que Rafael junto a James van a ser unos de los creadores de la psicología arquetipal. Desde entonces va a haber una diferencia sustancial con lo que había sido el psicoanálisis, que estaba mucho más centrada en el símbolo y los conceptos. Rafael va a ser uno de los promotores de una psicología de la imagen o de entender que a la psicología como una lectura de imágenes", asegura Capriles.
En el encuentro, en julio, seguramente se discutirá sobre el legado que dejó López Pedraza en libros como Hermes y sus hijos -una de sus principales obras-, Anselm Kiefer: la psicología de Después de la Catástrofe, Dionisos en Exilio, Ansiedad Cultural, Eros y Psique, Sobre héroes y poetas y Artemisa e Hipólito: mito y tragedia, entre además sus artículos.
"Una de sus frases era: 'Quédate pegado a la imagen. No te vayas de la imagen'. Cuando tienes un sueño o una fantasía te viene una imagen a la cabeza. De pronto vas en el carro, por ejemplo, y piensas en esa imagen. Ese es el dato primordial de la psiquis; que funciona a través de la creación o de la generación de imagen. No se trata de convertir la imagen en algo (...) Fue una persona tremendamente original que veía psicología en todos lados. Todas las conversaciones tenían que ver con una aproximación psicológica. No habían conversaciones banales", dijo.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario