Domingo Alfonso Bacalao
Con el nombre de "La Cosiata" se conoce todo el proceso revolucionario que comienza en Valencia, en el mes de abril de 1826, y se extiende por todo el territorio nacional, causando una inmensa conmoción que a través de varias etapas conducirá definitivamente a la separación de Venezuela de la Gran Colombia, a la convocatoria de la Constituyente de 1830, a la sanción de una nueva Constitución y a la creación de un nuevo Estado, autónomo, independiente y soberano. Por tal razón, se asienta con toda propiedad que aquí -en Valencia- nació la República.
La expresión que tomó cuerpo y se hizo popular -es tenida como de origen valenciano y otros alegan su oriundez caraqueña- la utilizaba un actor dramático que actuaba en la ciudad y emplea el vocablo "cosa" y sus derivados "cosilla" y "cosiata" para expresar o referirse a asuntos enmarañados y de confuso desarrollo.
Pero anotemos de una vez: en el fondo de la cuestión subyace un problema de carácter político y constitucional, que desde el primer momento atiza el fuego del enfrentamiento y las confrontaciones.
Una vez sancionada la Constitución de Cúcuta del 30 de agosto de 1821, mediante la cual se crea la Gran Colombia, empiezan sus cuestionamientos. Gil Fortoul -el gran historiador venezolano- señala que la historia de esta Constitución será la historia de sus violaciones. Las tendencias separatistas de los venezolanos comienzan desde el momento mismo de la juramentación de la Carta Magna. El 29 de diciembre la municipalidad de Caracas, reunida en cabildo extraordinario, comienza a discutir sobre la juramentación que deben prestar el venidero tres de enero, y se escuchan las primeras críticas al texto constitucional, la necesidad de someterlo a un nuevo examen, hacerle los cambios y las reformas que se consideren más convenientes a la prosperidad de la República, la libertad y seguridad de los ciudadanos y hacer observaciones a algunos aspectos del mismo no adaptables a este territorio.
En el debate participan hombres de una alta significación y prestancia intelectual y política, como Andrés Narvarte, Valentín Osío, Juan Nepomuceno Chávez, José Austria y Tomás Lander, entre otros. Las profundas reservas frente a la Carta Magna y la incapacidad de ésta para regular una situación que le era completamente ajena, además de razones económicas, sociales y geográficas, apresuran el conflicto.
En su tratado de Derecho Constitucional, el profesor Ernesto Wolf acierta al decir que "el error del Congreso fue el no admitir el sistema federal y la autonomía administrativa para Venezuela y la Nueva Granada, que antes eran entidades completamente separadas, con su desarrollo particular. El particularismo no podía impedirse a dos naciones vecinas pero distintas; y la exageración del centralismo debía acabar con la Gran Colombia".
Es bueno apuntar que en el año 1813, cuando el Libertador, pensando en la organización del nuevo Estado, sometió a consideración de los juristas más ilustrados el llamado Proyecto o Plan Ustáriz, uno de los consultados sobre el particular fue Miguel Peña, quien desempeñará un rol estelar en los futuros sucesos de la patria. El gran valenciano fue atinado y visionario cuando aconsejó, como forma de organización del Estado por nacer, la confederación.
¿No veía con absoluta claridad el jurista lo que debía ser la estructura constitucional de la nación grancolombiana?
LOS ACONTECIMIENTOS DE ABRIL DE 1826
La pasión polémica aumenta el clima del momento. Los ánimos se van caldeando y los viejos resentimientos ponen sobre el tapete antiguas y encendidas divergencias. Surge con fuerza el tema relativo a la confrontación entre centralistas y federalistas. En estas circunstancias una crisis puede estallar en cualquier instante. Los venezolanos consideraban que los enormes esfuerzos y sacrificios hechos a lo largo de la Guerra de Independencia no se correspondían con las nuevas realidades. Una suerte de frustración sacudía con intensidad el espíritu y el sentimiento nacional. Sentían muy lejana la sede del poder, instalada con todas sus fuerzas en Bogotá, y el asunto de la capitalidad era como una espina hiriente e incómoda. La chispa que provocaría el grave incendio estaba por presentarse. Así sucede, cuando de manera imprudente el Congreso de la Gran Colombia procede a remover de su puesto de jefe militar al general José Antonio Páez -no estaba lejos el caso del coronel Infante, vilmente asesinado-, alegando exageración en el cumplimiento de una ley concerniente al alistamiento militar, produciendo diversas reacciones en el seno de la colectividad que le profesaba la más alta estima, viéndolo como su indiscutible conductor.
Se presentan numerosos disturbios y hechos de sangre que alarman considerablemente y causan una extendida zozobra. Los capitulares valencianos se reúnen, acompañados de sus principales asesores, Miguel Peña, José A. Borges, entre otros, con la premura que exigen las agitadas circunstancias. Y el 30 de abril de 1826 ofrecen pleno respaldo al general Páez. Al informarse de la situación, el Concejo Municipal de Caracas otorga su más decidido apoyo al de Valencia, al mismo tiempo que lo hacen otras municipalidades, personalidades y diversos sectores encabezados por la representación del clero, las autoridades judiciales. Los alcaldes, los comerciantes, los agricultores, en suma, todos los sectores de la comunidad.
La amplitud de las movilizaciones y respaldos y la entidad de los elementos involucrados en los mismos dan cuenta de las razones sociológicas de dicho movimiento. La Cosiata va extendiéndose y crece progresivamente, y en Valencia empieza a decidirse la suerte de la Gran Colombia.
EL MUNICIPIO Y UNA INCIPIENTE SOCIEDAD CIVIL
El municipio y una incipiente sociedad civil van a jugar un papel clave en los acontecimientos valencianos de abril de 1826. No se trata sólo de caudillos y de ambiciones personales o resentimientos, los que conducen y motivan tales hechos. Fuerzas sociales y económicas en gestación comienzan a expresarse, dejando oír su voz, buscando abrirle un nuevo cauce a una nación que se sentía relegada. Se manifestaba así, vivamente, el sentido protagónico que había alcanzado el municipio como realidad sociológica e histórica, haciéndose sentir como célula primaria del cuerpo político, capaz de tomar decisiones fundamentales y de sentido trascendente en momentos cruciales.
Se nos ofrece un ayuntamiento vivo, vigoroso, por donde circulaba savia de transformación y cambio y capaz de asumir los retos que le planteaba la realidad histórica-política de su tiempo, por exigente que fuera y por espinoso que se presentara.
Destacados historiadores han querido ver estos sucesos de manera muy simple y esquemática, observando en los mismos una confrontación entre buenos -santanderistas, bolivarianos- y los malos -cosiateros, Páez, Peña- desatendiendo e ignorando la múltiple y compleja trama que los configuran. En este sentido, el gran novelista Ramón Díaz Sánchez, en un extraordinario libro sobre Antonio Leocadio Guzmán titulado "Guzmán, elipse de una ambición de poder", estampa sobre Miguel Peña injustos y pesados juicios, que ya han comenzado a revisarse. Se pone, entonces, sobre individualidades el eje de un desarrollo que es a todas luces producto de causas muy variadas. Hay un acuerdo político mefistofélico, se afirma una conspiración de malvados, asociados para destruir a Colombia, dirigida e inspirada por Miguel Peña, "el gallo de la pasión bolivariana" que la maneja "en su laboratorio como un Cagliostro, dosificando su filtro".
Sobre esta problemática, Manuel Pérez Vila adelanta algunos juicios para ubicar las cosas en su verdadera dimensión, insistiendo en que las causas de esta crisis debían rastrearse más allá de la voluntad de Páez y de Miguel Peña, o de Santander, su adversario, "en un estado de espíritu colectivo que venía formándose en Venezuela desde años atrás".
HACIA EL ACTA DE VALENCIA Y LA CONSTITUYENTE
El correr de estos episodios había causado, pues, una gran tensión entre venezolanos y neogranadinos, que explican claramente el desenlace final de estos hechos. La separación está consumada y se espera que la misma se produzca de manera pacífica, sin apelar a las vías de hecho, para lo cual es indispensable consultar la opinión de los pueblos, criterio expresado por el propio Libertador Simón Bolívar, en dos cartas dirigidas al general José Antonio Páez. El 23 de noviembre de 1829, se reúnen en Valencia, en Asamblea General, los vecinos de cantón, padres de familia, comerciantes y agricultores, acompañados por el general Páez y su secretario, el Dr. Miguel Peña, para discutir los diversos asuntos vinculados a la separación, conviniendo todos en que Venezuela no debía continuar unida a la Nueva Granada y Quito, entre otros motivos "porque las leyes que conciernen a aquellos territorios, no son a propósito para ésta enteramente distinta por costumbres, clima y producciones; y porque en la grande extensión pierden la fuerza y energía como lo ha comprobado la experiencia de la administración pasada".
El 25 se reúnen en Caracas y el 26 se firma un acta -dos días después del Acta de Valencia- pidiendo la separación del gobierno de Bogotá. El 5 de diciembre se sucede el pronunciamiento de Nirgua, solicitando se establezca un gobierno federal, y el 6 de enero de 1830, los vecinos más notables de la parroquia de Montalbán se pronuncian igualmente por la separación y la conformación de un gobierno propio.
En Valencia, apunta Guillermo Morón, se congregan los organizadores de la República, y reformulan "las bases del proceso constitucional venezolano". El 27 de febrero de 1830 se reúnen las Asambleas Primarias, encargadas de escoger los electores que en cada una de las provincias designarían los diputados a la Constituyente, según el decreto sancionado el 13 de enero. La instalación de la misma se realiza el 6 de mayo, con la asistencia de 33 diputados, de los 48 que habían sido elegidos. Ocuparon aquel recinto, la Casa de la Estrella, hombres de grandes méritos e ideales, preocupados por reconstruir la República reconquistando su autonomía política y jurídica y devolviéndole su plena soberanía. Producto de sus deliberaciones fue la Constitución de 1830, de orientación centro federal, considerada una cumbre de nuestro constitucionalismo por su sabiduría, prudencia y claro sentido de la realidad que normaba.
ELÍAS PINO ITURRIETA // CHÁVEZ CONTRA PÁEZ
Las afirmaciones del teniente coronel traducen un empeño de manipulación
Ya conocemos la vena de historiador que distingue al comandante en jefe y que lo lleva a presentar una visión del pasado hecha a su medida sin respaldo documental o aludiendo a las fuentes según el capricho de un aficionado. Desde su conversión en catedrático de nuestros anales ningún hombre público había hecho de la historia patria un galimatías. Desde sus primeras referencias a la Independencia y a Bolívar, nadie había mostrado el atrevimiento de unas lecciones superfluas cuyo propósito consiste en la creación de una plataforma de apoyo a la "revolución". Las lecciones no pasan del barniz manufacturado con brocha gorda, pero influyen en los destinatarios por su insistencia a través de los medios de comunicación.
La mayoría de sus transfiguraciones en tropical Herodoto no merece mayor atención debido a la superficialidad del análisis, pero conviene detenerse en una reciente debido a que fue pronunciada ante los alumnos del Liceo Andrés Bello. Ahora vertió el chorro de estereotipos ante los muchachos que asisten al plantel a buscar conocimientos, detalle suficiente para reflexionar sobre el daño que causa entre quienes pretenden la luz y terminan topándose con un maestro dispuesto a conducirlos a las penumbras. En la inauguración del año escolar, el teniente coronel afirmó ante los educandos que el general José Antonio Páez fue un traidor a la causa bolivariana debido a su trabajo de agente del imperialismo. Auspiciada por un villano, movida por un espía al servicio de la Casa Blanca, la autonomía de Venezuela en 1830 se convierte así en una felonía, en el primer pecado republicano que deben pagar las generaciones del futuro y del cual viene él a redimirnos en su rol de hombre providencial.
Los hechos fueron exactamente lo contrario. El movimiento encabezado por Páez en 1830 constituyó un acto de lucidez que protagonizaron las elites de la época, conmovidas ante la destrucción provocada por las guerras y ante la ineficacia de una administración renuente a paliar los agobios regionales desde la remota Bogotá. Las medidas del congreso colombiano, orientadas a una legislación de carácter general que no miraba hacia las parcelas del mapa sino a una inmanejable vastedad, sustentaron las quejas de los venezolanos. Las pretensiones autoritarias de Bolívar perseguían la implantación de la presidencia vitalicia según el modelo de Bolivia, después de eliminar ilegalmente las pautas de la vigente Constitución de Cúcuta. De allí que brotaran las ronchas en el pellejo de los voceros liberales de Valencia y Caracas. El choque de las economías de Venezuela, Nueva Granada y Quito, aunque también la recíproca animadversión entre don José Antonio y don Francisco de Paula, condujeron a una situación insostenible en cuya causalidad predominaron los resortes domésticos, sin que existan evidencias sobre la participación de intereses foráneos en el proceso de secesión.
El resultado de la desmembración fue encomiable. En la escena de un país convertido en escombros, bajo la presidencia de Páez se inició un ensayo de liberalismo caracterizado por la eficacia y la pulcritud. Gracias al libre juego de las ideas, al interés por la modernización, al respeto de la división de los poderes y a la puesta en marcha de un republicanismo respetuoso de los derechos del ciudadano, elpaís salió del atolladero. La aparición de obras fundamentales de historia, geografía, economía y política enrumbaron a la sociedad hacia metas enaltecedoras que se extraviarían más tarde en el tremedal de la guerra civil. Ninguna situación de corruptela ensombreció ese primer capítulo de autonomía, mientras se afirmaba la presencia del país en el concierto internacional sin designios inconfesables. Ni siquiera levaban anclas hacia nuestras costas los navíos de la expansión estadounidense, cuando la lanza de Carabobo apoyaba un compromiso de civilidad que debe mirarse con respeto en la actualidad.
Después la historia cambió su rumbo y se hizo distinto el camino de Páez, pero eso es un episodio de la posteridad que no viene a cuento ahora. Ahora sólo vienen a cuento la esforzada iniciación de la nacionalidad y la deplorable explicación hecha de ella por el teniente coronel ante un auditorio de estudiantes cautivos e incautos. Aparte de resumir ignorancia supina, las afirmaciones del teniente coronel traducen un empeño de manipulación para justificar una hegemonía de la actualidad, un acomodo para que el improvisado catedrático se sienta a gusto cerrando y abriendo procesos, creando villanos y decretando dioses desde la tribuna de una patética revolución. No le va bien en su zarzuela herodotiana, por fortuna
Y el Ejecutivo y todos los Poderes que manipulanos quieren imponer lo que los
valencianos no aceptaremos
Escrito por Domingo Alfonso Bacalao |
Miércoles, 19 de Mayo de 2010 17:46 |
En forma inconstitucional, sectaria y excluyente, comienza a andar el mal llamado Consejo Federal de Gobierno. Burda adulteración de una figura constitucional novedosa, que ha podido convertirse en un espacio fructífero para el diálogo y el ejercicio de una acción de gobierno progresista, comprensiva de la estructura plural y diversa que conforma la realidad política venezolana. Pero, sería pedirle demasiado al régimen autoritario, empeñado en sustituir el mapa constitucional democrático, por un adefesio jurídico centralista, calcado de las experiencias socialistas totalitarias fracasadas y de la patológica hipertrofia presidencial latinoamericana. |
El general José Antonio Páez y la valencianidad
Enviado por Luis Rafael García Jiménez
Como bien lo expresa el título de la Jornada, vamos a realizar un ejercicio de reflexión, si nos remitimos al DRAE: reflexionar es considerardetenidamente algo. Y reflexión es acción de reflexionar y en su segunda acepción expresa: como advertencia con que alguien intenta persuadir oconvencer a otra persona. Si tomamos al pie de la letra el significado de reflexión, estamos aquí para convencerlos o persuadirlos sobre algunas exageraciones e incorrecciones sobre el general Páez. Pero la idea es que dudemos. En virtud de lo anteriormente dicho, mi intervención será complejizar el tema, para llenarnos de azar, incertidumbre y contradicciones. Y, sobre todo, llenarnos de interrogantes.
Cuando Rafael Pinto y yo acordamos el tema de esta reflexión, hace más o menos dos meses, me dediqué a preguntarme y preguntarle a muchas personas: ¿ Quién era Páez? ¿Qué es la valencianidad? En la memoria colectiva, el imaginario y en las leyendas urbanas del valenciano de hoy y de la inmensa mayoría de los no nacidos es esta ciudad: Páez fue un traidor al Libertador y la valencianidad como un reducido círculo de ricos, como la clasedominante o como la gente de "apellido". Sobran los chistes y cuentos en donde Páez aparece como un hombre ordinario, un analfabeta funcional casirayando en lo vulgar. Ya podemos adelantar que en esos pre-juicios de valor hay algo, por una parte, ignorancia y , por otra parte, algo de resentimientosocial.
Vamos a dividir esta reflexión en cinco partes: Páez; la valencianidad; Valencia y la lucha por la capitalidad; Barbarita, la valencianidad y Páez; la valencianidad y los sucesos políticos de la Venezuela Republicana.
José Antonio Páez Herrera, General en Jefe, epiléptico y fobia a las culebras dominará la escena política venezolana a partir de la segunda batalla de Carabobo, en 1821, hasta el tratado de Coche, en 1863, cuando concluye la guerra Federal; es decir, durante 42 años; si lo comparamos con Bolívar será desde 1813 hasta 1829, es decir 17 años. Para Bolívar fuimos colombianos, para Páez venezolanos y no olvidemos que será Páez quien inicia el culto al Libertador en 1842.
Como es sabido, Boves y Páez lograron aglutinar a su alrededor como lideres absoluto a los llaneros. El autor de la Historia Constitucional de Venezuela, Gil Fortoul, desde su perspectiva positivista, cuando compara a Boves con Páez expresa: ". uno y otro empiezan con cerebros oscuros. Pero el cerebro de Boves se queda oscuro cuando el cerebro de Páez se va poco a poco iluminando. Aquel [Boves] es siempre el mismo, hasta su muerte, el otro [Páez] se transforma. El uno nació para odiar y vengarse; del vientre de su madre vino con instintos de bárbaro incivilizable. Del vientre de su madre trajo el otro la propensión a civilizarse, a servir a sus semejantes, y al fin se convence de que más arriba del instinto está la idea, sobre la pasión baja la conciencia alta sobre el interés momentáneo el ideal permanente." (1967, pp. 397-398).
Juan Uslar Pietri (1962) hace la siguiente referencia sobre Boves: ". ciertamente no era un hombre brillante ni de esmerada educación, pero tenía buenaletra, cosa extraordinaria para la época; era aplicado y conocía su oficio a la perfección [piloto marino]. Siempre se le observó buena conducta, respetuoso y con gran amor al trabajo.
Gil Fortoul expresa más adelante: ". el general José Antonio Páez, llanero indómito a la autoridad de las leyes, aunque entendimiento fácil de ser dirigido por cortesanos que halaguen su ambición de mando y prestigio, tarda poco en aliarse con los promovedores de la tendencia separatista" (p. 473).
Todo el mundo está convencido que la transformación de Páez, de bárbaro a civilizado, se le debe al contacto con la valencianidad y con su amante Barbarita Nieves. En la historia del siglo XIX venezolano, tres gobernantes cayeron en el círculo valenciano: Páez, Linares Alcántara y Cipriano Castro.
Para hablar y entender la valencianidad es indispensable consultar a Armando Martínez, quien ha estudiado el tema a fondo. Para los efectos y fines de esta ponencia la categoría "valencianidad" la vamos analizar hasta el siglo XIX. Martínez (2004), nos habla de una valencianidad histórica que se corresponde con los grupos de origen hispano que a lo largo de los siglos XVI, VVII y XVIII llegaron a controlar la estructura de poder regional.Propietarios de haciendas y hatos llegaron a construir la clase dominante local. especie de grupos de carácter oligárquico, cerrado, que controlaron privilegios hasta fines del período colonial. Luego de la independencia, Valencia se aleja relativamente de las posiciones conservadoras para entrar en la lucha por la capitalidad bajo la guía de Miguel Peña.
Quiero abrir un paréntesis con respecto a Peña: Bolívar en carta dirigida a Santander le expresa: "… el doctor Peña es un hombre vivo, de talento, audazy conviene mucho que usted lo mantenga al lado del gobierno, halagado con la esperanza de un alto destino, y que por ningún pretexto vaya aVenezuela para que la patria, usted y yo no tengamos algún día que llorar…" (Gil F, 1967; 515).
Cuenta una vieja anécdota valenciana que: cuando Páez se marchaba para Caracas designado él presidente y Caracas nuevamente capital. Peña acompañó al general hasta la Cabrera; Páez le pidió que siguiera con él, pero Peña le dijo: - usted no sabe que los gatos acompañan a su amo hasta lapuerta de la casa.
VALENCIA Y LA LUCHA POR LA CAPITALIDAD
La región valenciana, desde el período indígena, ha sido un centro jerarquizante y una encrucijada de caminos (García, 1996). Valencia durante lacolonia contribuyó a la conquista española del valle del Ávila y la fundación de Caracas. Luego luchará por el título de ciudad que significaba autonomía municipal total frente a Caracas. La fundación del puerto de la Borburata y su conversión en sede del gobierno fiscal entre 1551 y 1558, compartiendo la capitalidad con Coro que continuó como sede del gobierno político. En 1715, ante proposición presentada al Rey por dos oficiales reales, proponían dividir a la región en dos gobernaciones: la de Caracas y la otra la de Valencia con una jurisdicción que abarcaría Coro, Nirgua, Barquisimeto, Tocuyo y Trujillo.
En 1812 Valencia por breve tiempo sería la capital de la primera república. Los valencianos entre 1815 y 1816, solicitan la capitalidad y entre las cuatro razones, una de ellas señala: "… la fidelidad de todos los naturales de Valencia al monarca español durante la guerra…" (García, 2002). La lucha de la valencianidad por la capitalidad, tuvo sus frutos en 1812,1830 y 1854. Pero no se pudo imponer sobre Caracas.
BARBARITA, LA VALENCIANIDAD Y PÁEZ
Elías Pino Iturrieta (1992) expresa que Páez fue: "… introducido con propiedad al mundo de la cultura y los refinamientos…" (p.105). Los responsables de la metamorfosis de Páez fueron: el ambiente de la valencianidad y Barbarita Nieves. Aunque Feo Caballero (1989) expresa que ella era una dama valenciana, la mayoría de los historiadores piensan que ella era de Apure y para el año de 1820 ya estaba con Páez. Barbarita, a pesar de su condición de amante, era aceptada en los círculos sociales valencianos y caraqueños. A ella se le atribuye todas las "cosas buena" que harán de Páez, según Asdrúbal González (2004), un personaje de alta cultura, ejemplo de superación, motivo de asombro por su crecimiento intelectual.
Entre los años 1824 a 1829 la pasión artística del guerrero, que en la paz social encuentra cauce, transforma la vieja mansión valenciana en una fragua de cultura. Para la época, de acuerdo con Feo C (1989) Valencia contaba con 12.000 habitantes, era cabecera del cantón y estaba dividida en dos parroquias: Catedral y Candelaria. Francisco González Guinán (1929) expresa que Páez: adquirió rápidamente una cultura apreciable: la guitarra y maracas que tocaba en sus mocedades llaneras las sustituyó con el violoncelo y ejecutaba con buen gusto música clásica.
De acuerdo con Alfonso Marín (1990), Páez "… convierte su residencia en Valencia en una especie de ateneo. Toca piano, violín, violoncelo, canta. Su potente voz de barítono llena toda la casa. Funda en ella un grupo de teatro, quizá el primero que hubo en Valencia. Lo inaugura con la tragedia ‘Otelo’, de Shakespeare…" ente los actores contamos al propio Páez, a Peña y a Soublette, entre otros. El mismo autor nos dice que, además, trata de ensayarmúsica propia, y en cuanto a sus actividades botánicas, baste observar que una rosa de jardín y también una paja para alimentar ganado, llevan su nombre…" (Marín, 1990; p.18). Esto sin decirles que estudiaba idiomas entre ellos inglés y francés.
Ahora bien, Páez se instala en Valencia después de la batalla de Carabobo en junio y permaneció en ésta hasta 1830, es decir, nueve (9) años. Pero esa actividad artística la realizará entre 1824 y 1829, cinco años. ¿Y la conspiración del año 26?. ¿Qué tiempo tenía para gobernar el Departamento de Venezuela? así sería la tranquilidad de la época. Sólo un genio o un extraordinario autodidacta pudo haber realizado una actividad cultural casi titánica. ¿Hasta dónde han exagerado sus bió grafos?
Al morir Barbarita en 1847, doña Dominga Ortiz, después de 27 años (de estar separada de Páez) nombra al señor Juan Valero como apoderado para que solicite la división de bienes conyugales de su matrimonio con Páez. Veamos los bienes de este antiguo peón de hato, de acuerdo con Carruido (1991) incluirán: " el Hato San Pablo en Ortiz, el hato Mata de Totumo en Apure, el hato La Calzada en Barinas y la posesión Los Cerritos, casa de mampostería en Barinas, casas en Puerto Cabello [antigua sede de la Compañía Guipuzcoana], Valencia, Maracay y Caracas [la Viñeta], la isla La Culebra en el lago de Valencia, la hacienda la Trinidad en Maracay, hacienda El Arenal en la costa del lago de Valencia, la hacienda de café Los cocos"(p.101). Como podemos observar Páez, no solamente tenía poder político, también tenía poder económico: ¡ no solo de cultura se vive !.
LA VALENCIANIDAD Y LOS SUCESOS POLÍTICOS DURANTE EL PAECISMO
La primera muestra de fidelidad de la valencianidad por Páez, se verá durante los sucesos conocidos como la "Cosiata", el 27 de abril de 1826, la municipalidad valenciana manifiesta su desagrado por la destitución de Páez como comandante general del departamento de Venezuela. Tres díasdespués desconocía abiertamente al gobierno de Bogotá, y restituía a Páez en el mando. Los sucesos originados por la valencianidad culminaron en Caracas con una Asamblea el 7 de noviembre donde se aprobó la convocatoria de una constituyente.
Entre noviembre del año1829 hasta mayo de 1830, la valencianidad siguió y apoyó a Páez en el proceso de separación de Colombia.
El 24 de marzo de 1831 Páez es electo presidente Constitucional. La capital será Caracas. ¿Por qué no Valencia? ¿Por qué si Páez amaba tanto a Valencia no la impuso como capital? Páez no volverá a partir de esta fecha a vivir en Valencia. Inclusive los últimos años de Barbarita serán en Maracay y morirá en Choroní. Después de cuatro años de su primera presidencia, se formó una camarilla alrededor de Páez, dirigida por el doctor Ángel Quintero, hombre que siempre trabajó en función de un grupúsculo, como se diría el "cogollo".
En 1834 estaba en su hato de San Pablo cuando Vargas fue depuesto (Revolución de las Reformas en julio del 35). El 23 de julio, Páez, frente al Morro de Valencia con sus lanceros, convencerá a viva voz a José Laurencio Silva de que debía sumarse a la constitucionalidad.
En 1838 es electo para una segunda presidencia que asume en febrero del 39.
En 1849, Páez trata de derrocar a Monagas pero fracasa, siendo derrotado por el coronel Muñoz en la batalla de los Araguatos (de allí le vendría el mote de "El Rey de los Araguatos"). Huye a Nueva Granada de ahí a Curazao, invade por la Vela de Coro y es derrotado por Zamora en la batalla de Casupo. Capitulando ante José Laurencio Silva: Páez será paseado por Valencia montado en un burro.
En 1858, gracias a la Revolución de Marzo, que derroca a José Tadeo Monagas, permitió el regreso del exiliado Páez quien será recibido por miles. Para entonces Valencia era la sede de los poderes públicos nacionales. Páez permanecerá varios meses en la ciudad.
En 1861, el 18 de agosto en Valencia protestarán contra el gobierno de Pedro Gual, por haber solicitado la renuncia al jefe de los ejércitos de la república ejercido por Páez. En Valencia se dio el grito de la insurrección contra el gobierno. Cuando Páez se proclama dictador. Ángel Quintero se aleja de Páez y se va al exilio, por allá en Puerto Rico expresará: "… no hay gobierno posible en Venezuela mientras resida en ella el general Páez…" (Nieschulz, 1997; p.793).
Recordemos a Bolívar, cuando pedía disculpas por su reaccionaria dictadura: "…Además, bajo la dictadura, ¿Quién puede hablar de libertad? ¡Compadezcámonos mutuamente del pueblo que obedece y del hombre que manda solo!" (Gil F, 1967 p629)
Páez cierra tristemente su vida política asumiendo la dictadura, cuando pierde el poder se cierra la puerta de los conservadores. Sus colaboradores máscercanos, lo abandonan, como lo hizo Quintero. La clase dominante, llámese valencianidad realizará su reacomodo con los liberales. Atrás quedan muchas interrogantes.
Muchas gracias.
Carruido A, Luis R (1991). Páez en Carabobo. San Joaquín. Publicaciones del Centro Socio Cultural San Joaquín.
Feo C, Oswaldo (1989). Crónicas valencianas. Valencia. Ediciones de la Gobernación de Carabobo.
García J., Luis R (1996) Hacia una descripción de la región histórica del actual territorio de Carabobo. En: III seminario de la Historia Regional. Valencia. Universidad de Carabobo. Ediciones Donal Guerra/Edit.
García J., Luis R (2002). Problemática de la subregión valenciana o carabobeña en el contexto de la nación. En: Investigaciones en historia regional y local. Siete ensayos. Valencia. Asociación de Historiadores Regionales y Locales.
Gil Fortoul, José (1967). Historia Constitucional de Venezuela. 5ta. Edición. Caracas. Librería Piñango.
González, Asdrúbal (2004) Valencia: la novia del centauro. En: La historia oculta de Valencia. Diario Noti Tarde Edición Aniversaria Número 28.
González Guinán, Francisco (1929). Reminiscencias históricas de Venezuela. 2da. Edición. Caracas. Litografía y Tipografía del Comercio.
Marín, Alfonso (1990) Páez en Valencia. 2da. Edición. Valencia. Ediciones de la Gobernación del Estado Carabobo.
Martínez, Armando (2004). La valencianidad: el signo histórico de la ciudad. En: La historia oculta de Valencia. Diario Noti Tarde Edición Aniversaria Número 28.
Nieschulz de S, Ele (1997). Ángel Quintero. En: Diccionario de Historia de Venezuela. 2da. Edición. Tomo III. Caracas. Exlibris.
Pinto Iturrieta, Elías (1992). Los comienzos del estado nacional. En: Historia Mínima de Venezuela. Caracas. Fundación de los trabajadores de Lagoven.
Uslar Pietro, Juan (1962). Historia de la rebelión de 1814. Caracas. Editorial Edime.
Autor:
Dr. Luis Rafael García Jiménez
Jornada de Refelexión histórica sobre el general José Antonio Páez
Academia de la Historia del Estado Carabobo. Maestría de Historia de la Universidad de Carabobo. Cátedra Libre José Antonio Páez de la Universidad José Antonio Páez.
Valencia, 14 de junio de 2008.
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