De nuevo se formula la que quizás sea la más venerable pregunta de la teoría política y el enigma con cuya clave sueñan los ambiciosos del mundo: ¿cómo, o por qué, cambian los regímenes políticos? ¿Cuál es el principio que los dinamiza? Digo, más allá del Cherchez la classe del marxismo primitivo, que convierte la historia en una perpetua teoría de la conspiración, la pregunta sigue retumbando. Sea a la manera ondulante (con periodos de estabilidad o adormecimiento seguidos de furor revolucionario, como predicaba el marxismo oficial soviético), o sea al antiguo modo polibiano, con ciclos de eterno retorno, parece que no podemos dejar de pensar en que la historia está ya escrita.
El material suministrado por los acontecimientos en Medio Oriente, como piezas de un rompecabezas difuso, se suma a la experiencia de 1989, aunque es completamente diferente a ésta.
Las metáforas predominantes para 1989 aluden a una suerte de colapso o licuefacción del régimen soviético: se habla de “derrumbe” o “disolución”, metáforas que no cabrían en el caso presente. Ciertamente, tienen en común esa especie de contagio o más bien, para introducir otro símil, la sensación de que se ha cumplido bruscamente su fecha de vencimiento y se han fermentado todos al mismo tiempo, después de casi dos generaciones de espera.
Quizás la clave está en la palabra “generación”. Aquella que se atornilló al poder al calor de la llamada descolonización, la que creó tanto mitos nacionales como mitos de lo que podríamos llamar “modernización clausurada”, es decir, convocada para los fines de perpetuación en el poder, ha terminado por enfrentarse a las generaciones que quedaron excluidas. De hecho, el síntoma fundamental, aquel que ha convocado todas las miradas, es precisamente una marca generacional y no (definitiva y enfáticamente) una postura política: el uso de las llamadas redes sociales, un título por cierto equívoco, aunque se puede dar por bueno para referirse a unos “medios” que han catalizado los procesos de cambio político que estamos viendo.
Por un típico efecto de lo que algún filósofo podría llamar “reificación”, es decir, cosificación del fenómeno comunicacional que estas redes entrañan, pareciera que se les atribuye un poder intrínseco para provocar cambios políticos.
Yo diría más bien que hay una metonimia, un tomar la parte por el todo, de modo que el instrumento aparece como separado de su origen. Lo digo más claro: las redes sociales funcionan como señales generacionales que las viejas cohortes no dominan (al menos con la misma soltura o sentido de identidad) y, en mi opinión, las convulsiones políticas del Medio Oriente tienen su origen en un (perdón por el anglicismo) coming of age, en la irrupción de una juventud ávida de modernidad (o de des-clausurar la pretendida modernidad que se les ha ofrecido) que muestra esa voluntad explotando al máximo su propia identidad como generación digital.
Se me parece más a 1968, visto así. También “los 68″ (Mayo Francés, Primavera de Praga, Tlatelolco…) se desplegaron como un nuevo lenguaje cuya gramática, también nueva, cambió la política (aunque no los regímenes).
Todavía está por comprenderse la nueva gramática de la antropología digital. Bajo la apariencia de redes hay verticalismos brutales (ayer se comentaba en Twitter que 0,5% de los twiteros produce 50% de los mensajes); la relación entre sujetos (individuos deliberantes) y macro-sujetos anónimos más emparentados con las masas del siglo XIX que con el ideal de persona autónoma que influye en la opinión pública es también algo que habrá que observar; el magnetismo que preside la selección de los usuarios o seguidores que se tienen en estas redes (que recuerda más bien la teoría de Goethe sobre las afinidades electivas), según el cual más bien tendemos a entubarnos, eligiendo gente más parecida y eludiendo la más diversa, son ejemplos de dinámicas que todavía nos quedan por entender.
Esta noticia fue publicada el Jueves, marzo 31, 2011
Rocio San Miguel //
Reforma de la LOFANB
de cara al 2012
La reforma a la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (Lofanb) dada a conocer esta semana es la cuarta que se realiza del texto legal en los últimos cinco años y contiene en esta ocasión numerosos aspectos que comentar, pero sólo me referiré a uno de ellos: el de la Milicia Nacional Bolivariana. Incorpora el nuevo texto de ley un artículo inédito, el 66, que significa para el país el punto de no retorno en la consolidación del brazo armado de la revolución. Señala este artículo 66 de la nueva Lofanb, un elemento que nunca antes hasta ahora había quedado redactado en las reformas precedentes: “Pertenecen a la categoría de milicia quienes sin ejercer la profesión militar manifiesten voluntariamente ingresar a la Milicia Bolivariana”. ¿Qué significa esto? La respuesta no es otra que la milicia pasa a ser definitivamente: 1) Un cuerpo armado al margen de la Ley. 2) Una institución paralela a la Fuerza Armada Nacional, no autorizada por la Constitución para su funcionamiento. 3) Una forma de asociación armada de individuos, que sin poder aplicársele el contenido del artículo 328 y 330 de la Constitución, “pues no ejercen la profesión militar”, pueden estar inscritos en el Partido Socialista Unido de Venezuela y a la vez se encuentran facultados por el Presidente de la República para empuñar las armas de guerra de la Nación, cuando van de uniforme patriota de uso oficial en la FANB. Un detalle, la Fuerza Armada Nacional es, de acuerdo con artículo 324 de la Constitución la única institución competente para poseer y usar las armas, municiones y explosivos de guerra de la República. ¿Cómo se justifica entonces que se le entreguen las armas de guerra de la República a quienes no ejercen la profesión militar, según es definida la Milicia Nacional Bolivariana en este nuevos artículo 66 de la Lofanb?. Pero hay más…, crea este nuevo artículo una estructura vertical propia para la Milicia Nacional Bolivariana, con lo cual a partir de ahora les serán transferidas las armas de la República de manera permanente, ya no sólo en los entrenamientos, cursos de fin de semana y paradas militares requeridas por el Presidente, como ha ocurrido hasta ahora. A partir de la inclusión de este artículo 66 en la Lofanb la milicia contará con a) oficiales de milicia, b) y sargentos de milicia; c) además de los milicianos propiamente dicho que ya existían en la forma de milicias territoriales y cuerpos de combatientes definidos en las reformas anteriores de la ley. Es decir pasa la milicia de ser una estructura horizontal que prevaleció en las reformas del 2008 y del 2009 de la Lofanb a ser una estructura jerarquizada (vertical), que depende directamente del Presidente de la República. Un ejército propio en la construcción del socialismo. Esto en definitiva ha llegado muy lejos. Por lo pronto, dos cosas a considerar: a) El Plan República cada vez más es controlado por milicianos. b) Ha sido anunciado este año por el Comandante General de la Milicia Bolivariana, la conformación de 1.217 batallones de Milicia Territorial para tener presencia en cada una de las parroquias del territorio venezolano, de los cuales solo para el Área Metropolitana de Caracas, funcionarán 60. ¿Es que acaso el liderazgo político, social, económico y militar de este país no reacciona frente a lo que está sucediendo ?Blog "Bien Dateao.com"
El Carabobeño 31 marzo 2011 Milicia convertida en cuerpo paralelo de la FANCaracas, marzo 30 (REDACTA).- Se erige a las milicias como un cuerpo armado paralelo a la Fuerza Armada Nacional. Esa es la conclusión a la que llegó la Mesa de la Unidad, en el que sentencian que la reforma de la Ley Orgánica de la FANB "atenta gravemente contra su institucionalidad", concebida en la Constitución.
Mediante un comunicado condenó que el presidente Hugo Chávez "sobrepasó claramente la problemática asociada a los efectos de las lluvias", que fue invocada como fundamento para la Ley Habilitante, al dictar un decreto con rango, valor y fuerza de ley "cargado de parcialidad ideológico-partidista".
Además, advirtió que con el decreto, el Primer Mandatario rompe "abiertamente con el discurso articulado para intentar justificar la insólita Habilitante solicitada en diciembre de 2010", pues señaló que algunos aspectos de la reforma no guardan relación con los hechos que supuestamente motivaron la sanción del texto.
Tildó de "preocupante" que la reforma legal introduzca "elementos ideológicos explícitos en la regulación de la FANB" y aseguran que ello contradice el principio del pluralismo político, reconocido en los artículos 2, 6 y 328 de la Carta Magna, según los cuales, ésta es una institución "esencialmente profesional, sin militancia política".
Lo más grave, sin embargo es que la reforma perfila a la milicia como "un cuerpo extraño" a los componentes constitucionales de la FANB, directamente dependientes del Presidente. Adicionalmente, se les permite a los integrantes de ese cuerpo ostentar grados militares y manejar armamentos sin quedar sujetos a las restricciones sobre proselitismo expuestos en los artículos 328 y 330 de la Constitución. (LC) |
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