Valencia excomulgada | |
Luis Cubillán Fonseca A principios del siglo XVIII se produce en la ciudad de tremenda conmoción, social y religiosa, quizá la más importante que ha enfrentado la ciudad y cuatro leguas en contorno excomulgadas! He aquí los hechos más resaltantes: Por Real Cédula del 27 de mayo de 1717, determinó el rey Felipe V crear el Virreinato del Nuevo Reino de Granada. La jurisdicción atribuida al nuevo Virreinato fue: "... Cartagena, Santa Marta, Maracaibo, Caracas, Antioquia, Guayana, Popayán, San Francisco de Quito, con todo lo demás y términos que en ella se comprenden..." (Olavarriaga, P. (1965) Pág. 124). El Virreinato fue suprimido por voluntad real en octubre de 1723. Su Majestad lo consideró inapropiado por el gran caudal requerido para sostener el boato de un virrey. Mientras estas cosas pasaban en Santa Fe, en el Nuevo Reino; en hechos mal entendidos, que recuerdan el teatro de la picaresca. El gobernador Portales y Meneses salió de Caracas en comisión a perseguir a los contrabandistas, encargando del gobierno civil de la provincia al obispo de Venezuela, don Juan de Escalona y Calatayud. Esta decisión vulneró el antiguo real privilegio de los alcaldes caraqueños: quienes en ausencia del gobernador titular tomaban inmediatamente bajo su gobierno toda la provincia. Este desaguisado enfureció a los celosos alcaldes caraqueños, la ciudad se dividió en bandos, por una parte el gobernador, el señor obispo y los religiosos; y por otra, los alcaldes regidores y parte de la nobleza caraqueña. Con presteza, el Virrey del Nuevo Reino de Granada mandó apresar al gobernador Portales y Meneses, por la violación del privilegio. El 21 de marzo de 1723, asumieron su jurisdicción los alcaldes y, luego por intercesión del señor obispo Escalona y Calatayud, liberaron a Portales y Meneses restituyéndolo a su cargo. En noviembre de 1723 le llega a Portales y Meneses el turno de vengarse de los alcaldes caraqueños, comienzan los abusos contra ellos y sus familiares, y acusa a muchos de contrabandistas, lo cual indigna a los alcaldes y regidores. êstos lo reportaron a instancia que condenó nuevamente a la cárcel a Portales; éste se fuga de la cárcel y se refugia primero en el Seminario y luego en el Palacio Episcopal. VALENCIA RECHAZO Ante los rumores que han llegado a Santa Fe, el Virrey prepara viaje a Venezuela para remediar la situación. Esto fue interpretado por los criollos como una invasión por parte del Virrey de del Valle de Santiago, Berroterán y Xedler, capitán a Guerra, acompañado del sargento mayor don Pedro Arias, se trasladó a Valencia y la sitió con tropa alistada, construyó trincheras en la plaza mayor y mandó traer piedras de Puerto Cabello (éstas se usaban como proyectiles). Ante estos escandalosos hechos, el señor Obispo envió un oficio a Berroterán y Xedler, marqués del Valle de Santiago, conminándolos a abandonar las acciones bélicas, pero el testarudo noble se negó rotundamente y mantuvo el sitio a la ciudad. Su Ilustrísima, el obispo Escalona y Calatayud, se vieron desobedecidos por aquellos hombres a quienes habían calificado de protervos, desafiantes a su poder, y negados a oír la amenaza de excomunión fulminada por el mitrado; cuando Berroterán encontró apoyo en algunos valencianos, el mitrado molesto procedió a condenar a la ciudad de Valencia y cuatro leguas en contorno a "cesación ad Divinis". En cumplimiento a la cesación ad Divinis, el Vicario de Valencia cumplió a cabalidad lo ordenado: consumió las hostias consagradas, vació los sagrarios, las campanas de las dos iglesias de la ciudad, el Convento de San Buenaventura, comenzaron a doblar a muerto cada cuarto de hora, durante el día y noche; no se dijeron más misas ni oficios, y las iglesias fueron cerradas. Los testigos declarantes en el juicio posterior afirman que cada vez que sonaban las campanas el Marqués del Valle de Santiago hacía tocar clarines y cajas de guerra (redoblantes), se mofaban del campanero diciéndole que se comprara un par de guantes para que pudiera seguir tocando, y gritaban insultos contra el Obispo. El padre inquisidor se trasladó a la ciudad, sin ningún resultado, y por los estudios que del caso había hecho el padre guardián del Convento de San Buenaventura, hoy conocido como San Francisco, se rumoreó en la ciudad que aquello era una "patarata". Por otra parte, el Marqués del Valle había recibido una carta de "alguien" a quien no se nombra, indicándole que esa medida tan fuerte no era aplicable a toda una población de fieles muy cristianos y cumplidores de sus deberes. El juicio continuó, pero será en otro estudio cuando retomemos el tema. (AAV). Sin embargo, no podemos dejar de mencionar que en 1830, por causas y efectos diferentes, se volverá a levantar la rebelde ciudad de Valencia contra el poder radicado en SIGLO XXI Doce años de Gobierno de Chávez enemistado con los Gobernadores Salas y el Alcalde de Valencia Francisco Cabrera, ha llevado a quitarle recursos económicos a ambas instituciones, humillaciones alas autoridades "opositoras" y por ende al enfrentamiento de sus dos energías...Como ya es historia en la ciudad desde que se fundó. Y más siendo centro energético femenino... |
Valencia en ruinas
Es inocultable el grado de abandono en el que se encuentra nuestra ciudad. Sus calles llenas de huecos, de basura; el alumbrado público no funciona; los semáforos casi todos malos; el casco histórico maloliente y en estado deplorable, tomado por vendedores de fritangas y buhoneros a montón.
Lo que fue otrora un emporio industrial y símbolo de orden y belleza, hoy es un espectáculo dantesco. Como todas aquellas urbes a las cuales les han puesto las manos -yo diría los pies- los comunistas rojos-rojitos.
En mala hora Valencia cayó en manos de un bárbaro que tan solo en un año destruyó nuestra Valencia señorial.
Hoy y Después en Valencia
El Carabobeño 25 de abril 2010. Edición Digital
Alfredo Fermín
A Valencia le está pasando como a esas personas altivas, que por ser sobresalientes despiertan la envidia, por lo cual cuando se vienen a menos son víctimas del ensañamiento y de la venganza hasta su destrucción. Ahora parece que el resentimiento social y político, le están pasando factura para convertirla en un pueblo degradado.
A quienes amamos a esta ciudad, nos conmueve, observar cómo la han destruido ante la indiferencia de sus ciudadanos que parecieran estar complacidos con esta situación vergonzosa. No hemos visto alguna protesta, con excepción del señor arzobispo Reinaldo Del Prette, quien incesantemente expresa su preocupación exclamando que hay que hacer algo, sin recibir el apoyo que demanda su autoridad moral y espiritual.
Basta con pasar por la avenida Bolívar Norte para comprobar el ensañamiento del Gobierno Nacional que paralizó la construcción de la segunda línea del Metro y dejó la vía completamente destrozada, imposibilitando el libre tránsito y arruinando al sector comercial de la zona. Sin embargo, las protestas han sido mínimas. Ni siquiera los que aspiran a representarnos en
Constitución a Catedral
En estos días, caminábamos desde la avenida Cedeño hacia
La humareda y el olor a carne asada son intensos porque, aparte de los pinchos, ahora también están asando las salchichas de los perros calientes, en vez de mantenerlos al vapor. Como si estuvieran en la playa los vendedores de discos, películas quemadas, frutas, lentes, sostenes, pantaletas y otras prendas, andan en “shores”, cholas y sin camisa, con su cerveza en la mano.
Eran las 5 de la tarde del viernes 16 de abril, en pleno centro de la ciudad y por allí no había ni un policía. Se violan leyes nacionales y ordenanzas del municipio Valencia impunemente. La cerámica del bulevar, que tan cara costó, está destrozada y los espacios circulares rodeados de rejas, del centro de la avenida, tienen basura en vez de plantas ornamentales como fue la idea del arquitecto diseñador.
Pero eso no es todo. En
Surrealismo puro
Cuando llegamos a
En el banco, que está casi al frente de
Para cerciorarnos de que aquello no era un mal sueño compramos, por tres bolívares, una cotufa de las que venden en la esquina de la calle Colombia, frente a Dorsay, que recomendamos porque son sabrosas como las de antes. Para quitarnos el sabor de lo salado, pedimos un raspao de colita coronado de leche condensada y nos sentamos frente a
La "Permisología"
Peter Albers
No hay nada más fastidioso (exceptuando un "Aló Presidente") que tramitar en Venezuela un permiso de construcción. Dirán los lectores enterados que en muchos otros países son igualmente tediosos esos trámites, e igualmente puntillosas las autoridades a la hora de exigir certificaciones, constancias, planos, memorias descriptivas, cálculos, y otros recaudos, hasta la desesperación del interesado. Seguramente habrá donde es complicado obtener de las autoridades competentes el visto bueno para construir la más sencilla casita, pero me atrevo a asegurar que allí esas autoridades son diligentes y responsables en el cumplimiento de su deber.
Y precisamente en eso de "responsables en el cumplimiento de su deber" se basa el que haya calidad en los edificios que se construyen, apegados a la normativa. Especialmente son respetadas las densidades de población (número de habitantes por Hectárea) que garanticen la suficiencia de servicios públicos como agua, cloaca y electricidad.
En algunas ciudades con historia se llega al extremo de obligar a los propietarios, al remodelar una vieja edificación, a mantener la fachada original; o al construir una nueva, a un diseño de fachadas acorde con el estilo de las antiguas que la circundan. Asunto, no tanto de atractivo turístico, como de conservación del carácter de la ciudad en beneficio de sus habitantes y su acendrado sentido de pertenencia. Tales métodos compulsivos de diseño logran dar al residente o al visitante una sensación de orden urbanístico.
Valencia, por el contrario, es una ciudad desordenada. Y fea. La cosa comenzó cuando se ensanchó la avenida Bolívar, desde la calle Cedeño hasta Las Acacias. Las casonas que tanta belleza daban a lo que entonces se llamaba "Camoruco", fueron reemplazadas por baratas y poco agraciadas fachadas que daban cerramiento a los espacios que quedaban al desnudo con las demoliciones para el paso de la nueva avenida. (Nota: Alli está ubicado el Ateneo de Valencia desde 1951)
Luego fue creciendo la ciudad, compitiéndose para obtener premios como el exceso en metros cuadrados rentables, mediante la utilización de lo que los arquitectos llevamos en nuestra caja de trucos: presentar como "estudio", "cuarto de revelado", "sala de música" o "estar de TV" los que luego se convertirían en dormitorios, para sobrepasar engañosamente el máximo de la densidad permitida, o presentar planos a una escala menor para hacer ver que el edificio cumple con los máximos tolerables de ocupación del terreno. Claro está, las generalizaciones son injustas, y hay que decir que, así como la mayoría de los arquitectos no utilizan estas trampas, ni la mayoría de los funcionarios caen en ellas, siempre hay quienes, cada uno en su lado, se prestan al lucrativo juego. Las pruebas las habrá tal vez, pero a falta de ellas podemos ver cómo profesionales que asumieron altos cargos en la administración pública "con una mano alante y la otra atrás" salieron de ellos ostentando la posesión de lujosas viviendas, costosos automóviles y la renta de inmuebles esparcidos por toda la ciudad. O lo que para un ojo entrenado no es difícil descubrir: que muchos edificios son demasiado grandes para el área de la parcela que ocupan. Entre otras cosas...
Y para ello no han valido las engorrosas trabas impuestas para obtener un permiso de construcción. Lejos de ello, han sido fértil abono para la corrupción.
"Patria, o socialismo y muerte"
NOTITARDE 30 de abril 2010 Pág.6/Opinión
1970
Ciudades principales
Se estima que el 86% de la población venezolana reside en áreas urbanas. Entre las ciudades más importantes se encuentra Custria petrolera;aracas, con una población (según estimaciones para 1995) de 2.959.000 habitantes, capital del país y sede del poder ejecutivo, legislativo y judicial; Maracaibo (1.207.513 habitantes) es la segunda ciudad más grande de Venezuela y basa su crecimiento e importancia en el desarrollo de actividades comerciales, industriales y de servicios, y en particular en las vinculadas a la ind Valencia (1.034.033 habitantes) es uno de los centros industriales y comerciales de mayor importancia para las áreas de desarrollo metalmecánico, agropecuario y de procesamiento de alimentos; Barquisimeto (602.622 habitantes) es un nudo de comunicaciones terrestres y ferroviarias, y del comercio en la región Centro Occidental del país; y Ciudad Guayana (523.578 habitantes) es una ciudad y puerto fluvial que ha tenido un gran crecimiento en los últimos años debido a la presencia de las industrias básicas del hierro y del aluminio
Economía
Valencia es considerada como la ciudad industrial de Venezuela por excelencia. Denominada por muchos como la pequeña Detroit de Venezuela por el predominio de sus grandes compañías ensambladoras (General Motors, Ford y Chrysler). Es sede de las mayores compañías manufactureras transnacionales y las más grandes zonas industriales de la nación, también hay importantes industrias alimenticias, metalmecánicas, trefilerías de alambres y cables eléctricos, plantas galvanizadoras, cerámicas industriales, hilanderías, textiles, plásticos, pinturas, neumáticos, asfaltos, papel, electrodomésticos, etc..., y la primera en
desarrollo de la construcción en los años 70 y en calidad de vida
hasta que arribó Hugo Chávez a la Presidencia en 1998.E n Puerto Cabello,
principal puerto del país, se encuentra la principal industria de
petroquímica de la nación y una importante refinería de petróleo El Palito.
Eso ha dado un notable impulso a su economía sobre las demás regiones y
ha permitido crear fuentes de empleo e inversión tanto en el sector público
como en el privado. Registra el crecimiento urbano más acelerado y
moderno del país. Su excelente ubicación con cruces de comunicación hacia la costa, los Llanos, la Región Capital y la Región Centro-Occidental del país, la hacen un sitio excelente para la inversión, debido a que domina un amplio mercado. Cuenta a unos 50 km en la costa del Mar Caribe.
Diego Bautista Urbaneja || Modelos y rutas
Modelos y rutas
Para disimular su enorme fracaso práctico, al oficialismo le ha dado por hablar de los modelos. La idea es que hay dos modelos de sociedad: el que representa el gobierno, descrito en los términos más angelicales, y el que representa la Unidad Democrática, depósito de todas las perversidades. El primero, el socialista, es incluyente, productivo, justiciero, nacionalista, bolivariano. El otro, el “de la derecha”, es excluyente, rentista, explotador, lacayo.
No creo que, en la Venezuela de hoy, sea contraponiendo “modelos” como se va a establecer la superioridad de la propuesta de un sector político sobre la de su contrincante. No me parece que sea cosa de elaborar otra lista equivalente de pares, en la cual el adversario es colocado en la posición desfavorable en cada punto de la lista. No es así, en esa guerra de palabras, como se va a demostrar la superioridad real de la propuesta democrática sobre la propuesta oficialista. Los venezolanos están muy resabiados respecto a las palabras, sobre todo después de las cataratas de ellas que les han caído encima desde hace doce años. (¡¿Ustedes se imaginan: seis años más de eso?!)
Siendo cosa de palabras, los modelos dan para todo. Usted puede poner a su adversario de vuelta y media manipulando calificativos a su antojo. Más interesante resulta el asunto de los resultados. Una vez que abandonan el terreno seráfico y de plastilina de las palabras, los modelos producen resultados. “Sí, muy bonito todo. Pero entonces, ¿por qué no hiciste viviendas en doce años, o por qué no has podido con la inflación, o por qué ha bajado la producción en tantas cosas, o por qué no has podido con la inseguridad? Tu lindo modelo, ¿cómo es que convive con el infierno carcelario?”.
Para la población venezolana es más interesante oír un discurso que vaya de abajo hacia arriba que de arriba hacia abajo. Quiero decir: no es que te describo el modelo en las alturas y con mis palabras favoritas y luego te digo, viendo hacia abajo: “y ahora te podrás imaginar lo buenísimo que está resultando todo”. Para que eso funcione, en el caso del oficialismo, sería necesario impedir a los venezolanos dar una mirada a lo que les rodea. Dejemos que sea el gobierno el que se estrelle en la bajada de las hermosas palabras a la terrible realidad.
En el caso de la Unidad Democrática, no parece muy efectivo decir: “Este es mi modelo, así que te podrás imaginar lo buenísimo que va a ser todo, cuando yo gobierne”. Puestas así las cosas estamos ante desvaídos contrastes de palabras: unas, las del gobierno, que remiten a un presente que las desmiente; otras, las de la Unidad, que remiten a un futuro por llegar.
Busquemos contrastes más efectivos. Los venezolanos tenemos sed de concreción, luego de haber recibido una sobredosis de promesas. La Unidad Democrática tiene en eso una enorme ventaja. Lo que en verdad produce como resultado el “modelo” oficialista, está allí, a la vista de los ojos. Se puede entonces poner ante el electorado un contraste más práctico: ante tal problema preciso ¿cómo lo haría yo, qué hubiera hecho yo, cómo lo haré yo? Esto y esto y esto.
¿Que la autopista Caracas-La Guaira se está cayendo? Pues bien, si yo fuera gobierno haría esto y lo de más allá. Es a partir de esos ejemplos concretos que se muestra el modelo funcionando, en vivo. Desde allí, el ciudadano que oye sube por su cuenta de la solución del caso concreto que se le expone al modelo real que inspira y conforma tal solución. Si luego hace falta un poquito de explicación adicional para que se vea la conexión, pues se le suministra de modo oportuno, en momentos de síntesis.
La vida nacional produce todos los días decenas de situaciones que se prestan a planteamientos de “cómo lo haría yo”. El punto es escoger los más sensibles y los más a propósito para transmitir por sí mismos la idea de una manera de gobernar, de una idea de país por construir.
Por cierto que si a eso vamos, me gusta más la noción de ruta que la de modelo. El modelo refiere a algo más fijo, más rígido, hecho de una vez por todas. Algo a lo que hay que dirigirse y que está allí, esperando por uno. La ruta es en cambio algo que se va haciendo a medida que uno avanza por ella, que está, por tanto, en nuestras manos. Cierto que ha de tenerse una idea de hacia dónde se quiere ir, pero mejor es mostrarla describiendo los pasos concretos que das -o darías- hacia allá que pintando pajaritos de colores.
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