Alfonso Betancourt ||
Desde el Meridiano 68
Racionalismo, brujería y hechicería
La Edad Media fue extraordinariamente rica en demonios, astrología, brujería y hechicería.
Para bien personal o el mal de otros, estas creencias sobrenaturales rechazadas por la fe institucionalizada del cristianismo se multiplicaron con los aportes de los pueblos bárbaros y más, desde luego, en una época donde priva la fe sobre la razón. Así que con las persecuciones de magos, brujos y hechiceros, que se hicieron incluso hasta con los herejes a quienes se considera practicantes de tales creencias, se pretendió eliminarlas sin lograrlo. Las famosas cacerías de brujas de Alemania y Inglaterra y el tribunal de la Inquisición con toda su parafernalia de autos de fe, verdugos y hogueras, apenas si amainaron su crecimiento.
Será con el advenimiento del racionalismo, que se conmueven los cimientos de siglos en que se apoyaba el saber humano, con predominio de la fe sobre la razón, que el lineamiento histórico en el pensar y en el hacer cambiará para adentrarse en la investigación y en la experimentación con los secretos de la naturaleza que llevarían al desarrollo científico y, en consecuencia, al progreso que, con la amplia influencia del racionalismo filosófico, alejó los temores de la Iglesia perseguidora hasta de científicos -caso de Galileo y muchos más- y desmoronó, pero sin liquidarlas, las prácticas esotéricas en referencia.
Venezuela, por haber seguido umbilicalmente pegada al cuerpo de España medieval, así ésta viviera en el Renacimiento o en la Edad Moderna, reprodujo con fidelidad ese mundo de la fe, y por supuesto, de sus antinomias en demonios, brujería, hechicería, magia, etc., que en esta naturaleza tropical pródiga en bosques, ríos, cavernas y selvas y con el aporte mágico negroide, se propagaron de manera inusitada al extremo de que las autoridades coloniales y la Iglesia tomaron medidas para su persecución y extinción, sin lograrlo.
Tal como sucedió en la misma España, aunque en Venezuela y en el resto de Hispanoamérica el Santo Oficio no actuó con la misma severidad que en la Península. Y como en los tiempos coloniales no se operó la influencia del racionalismo filosófico, exceptuando la segunda mitad del siglo XVIII, es inevitable pensar que el esoterismo, encontró en el medio venezolano terreno abonado para su ejercicio. Así que querámoslo o no, es una herencia cultural enriquecida con el mestizaje.
En toda Venezuela, y sin diferencias de estratos sociales, demonios, brujería, hechicería, astrología, quiromancia, prácticas primitivas de religión natural, supersticiones, magia, etc., se profesan con pasión. Un comercio de cosas u objetos utilizados en los ritos o ceremonias de tales creencias, ha venido creciendo desmesuradamente. Posiblemente respuestas no satisfechas a súplicas dirigidas a las creencias institucionalizadas han contribuido al fenómeno en cuestión. Pero lo extraordinario del caso -y ya no se trata sólo de Venezuela- es que en un mundo dominado por el racionalismo y por la ciencia, hayan crecido de manera imponderable las prácticas esotéricas.
La humanidad, más allá de lo visible, concreto y real, sigue sondeando en la búsqueda de respuestas que ni el racionalismo ni las ciencias, con todo el progreso y desarrollo que llevan implícitos, le han traído la felicidad a esta pasajera existencia en la tierra.
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