Entre 1952 y 1958, se llamaba "pesados" a los integrantes de la camarilla de amigos del anterior dictador que ha habido en Venezuela, Marcos Pérez Jiménez. Eran los diosdados, aristóbulos, jorgitos y demás capitostes del régimen. También Rafael Ramírez y toda la familia de Hugo Chávez, incluyendo el sobrino con el reloj de 90.000 dólares, hubieran sido llamados "pesados" en aquella época.
Los "pesados" se desplazaban por calles y carreteras en enormes "Cadillacs" negros, identificados siempre con placas que comenzaban por "AAA". Los militares colocaban sus gorras en la parte de atrás del lujoso carro, entre el espaldar y el vidrio trasero, de manera que cualquier fiscal de tránsito supiera lo que tenía que hacer cuando el "pesado" cometía una infracción: voltear para otro lado... Si uno era chocado por un "pesado", ya sabía que de antemano tenía perdido el choque.
Muchos funcionarios públicos eran también "pesados", dependiendo su "peso" de la posibilidad de lucro que significaba el cargo. Un Jefe de Compras de un ministerio, por ejemplo, era un "semi-pesado", por sus oportunidades de enriquecerse, gracias a las comisiones que le pagaban los empresarios y contratistas.
Entre los "pesados" figuraban también numerosos empresarios, que se beneficiaban de los contratos que el dictador y sus ministros otorgaban. Eran el grupo privilegiado que vendía insumos y material al gobierno, le construía las obras de vialidad y edificios.
El 23 de enero de 1958, el pueblo hizo que el dictador despegara apresuradamente de La Carlota, dejando incluso una maleta olvidada, se dice que llena de dólares. Atendió el sabio consejo que le dio uno de sus secuaces: "Vámonos, Marcos, que los pescuezos no retoñan". Luego de una breve estadía en la cárcel, se estableció en Madrid, donde vivió como un príncipe hasta que murió en 2001. Y muchos de esos "pesados" tuvieron también una impresionante ligereza para huir del país en los días posteriores al derrocamiento, para disfrutar de lo robado durante esa década de oprobio. A pocos les fue quitado lo mal habido; así, todavía en 1961 se ofrecía en el Hotel Bellavista de Margarita un paseo por las islas de Coche y Cubagua, embarcados los turistas en un yate expropiado a un ex-ministro de la extinta dictadura.
Pero la estrategia de los que abusan del poder y se enriquecen vergonzosamente bajo su manto es "oler" temprano el derrumbe del régimen, y poner a salvo lo robado, practicando luego el popular "salto de talanquera" para mimetizarse entre la muchedumbre, y gritar "allá va el ladrón" para salvarse a sí mismos.
Hoy, los rumores comienzan ya a circular sobre los nombres de las posibles ratas que abandonarán el barco chavista, tan pronto comiencen a oler la humedad en las bodegas que empiezan a inundarse. Muchos se irán sin hacer ruido, convencidos de que lo sustraído no les será quitado, seguramente invertido en barcos atuneros con matrícula panameña, en algún centro comercial en la "City" de Londres, o en cuentas secretas de los paraísos fiscales del mundo.
Los menos precavidos tendrán que entregar cuentas. Pero esos serán los menos. Otros, correrán apresurados, como ya lo estamos viendo, a denunciar los hechos en los cuales fueron actores o cómplices, buscando un perdón que no les limpiará la conciencia. Pobres, a pesar de sus riquezas mal habidas.
peterkalbers@yahoo.com
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