Pompeyo Márquez, venezolano formidable, acaba de llegar a los noventa años en plena juventud, rodeado de la admiración de todos.
A primera vista, Pompeyo y quien escribe tendrían poco qué ver. Casi tres décadas separan a nuestras generaciones. Él se formó y militó buena parte de su vida en el marxismo leninismo. Pero una mirada más atenta nos mostrará que la verdad es otra. Nos unen datos fundamentales. Uno es el nacimiento durante dictaduras, él bajo la de Gómez y este cronista durante el decenio militarista 1948-58, y ninguno de los dos quiere morir en dictadura. El otro es el apasionado amor por este país y este pueblo.
Acaba de salir de un percance de salud que superó, "El Gran Viejo" que escribieron, describieron, Teodoro y Fernando en magnífica nota a cuatro manos. "Total, que uno le agradece a la vida haberse topado con un árbol de tanta sombra, manantial de generosidad, combatiente sin tregua, sabio de libros, y sobre todo, de experiencias. Son los dones que hacen que la humana existencia, a pesar de todo, merezca ser vivida."
En el PCV, del que fue una de las cabezas principales tanto para pensar como para jugársela, llegó a ser Santos Yorme, clandestino legendario. En la democracia fue senador cuya palabra tuvo en el hemiciclo un peso, y ganó un respeto, completamente independientes del número de votos que lo llevó allí o de cuántos eran los parlamentarios de su bancada. También ministro diligente, dedicado a ser útil, a servir en concreto a los venezolanos de carne y hueso. Fundó el MAS al frente de antiguos y jóvenes camaradas, que se dieron cuenta antes que Berlinguer y Carrillo, de que el socialismo real era, en verdad, irreal. Y se pusieron a inventar un camino, armados del más potente de todos los corajes, que es el coraje moral.
En estos años de nuestro "nacionalsocialismo del siglo XXI", Pompeyo ha sido un coloso de la integridad y del buen juicio, un monumento a la firmeza serena, ésa que nos hace falta para lidiar este miura, más mal intencionado que bravo, y que me perdone "El Vito" el atrevimiento.
Apóstol de la Unidad, ajeno a esa mezquindad (tan criolla como venenosa) que le pone peros a todo lo que no ha inventado o no maneja. Ha expresado su apoyo a la candidatura de Capriles por razones clarísimas: su democrática escogencia y "su mensaje de reconciliación, de progreso, de paz, de justicia social, de amplitud al país, sin distingo de carnet partidista".
Gracias Pompeyo por tu ejemplo. Quiera Dios que nos sigas dando lecciones por mucho tiempo.
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