Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 12 de mayo de 2012

Conocí y salí con Eli Galindo durante todo el año 1972-73, y hoy cuando ya no está reconozco que gracias a él compartí con la República del Este, y fui bohemia en mi último año en Letras en la UCAB.


DOMINGO, 9 DE AGOSTO DE 2009


ELEAZAR MACHADO Y LORCA


Estábamos en uno de los cafetines más frecuentados por los poetas de la Escuela de Letras. Elí Galindo, Eleazar León y quien escribe, comentaban la vida y obra de los poetas de la Guerra Civil española, materia que acaba de tratar en su clase de Litertura Española el inefable Don Pedro Beroes. Los ánimos estaban caldeados. Eleazar, machadiano de pies a cabeza discutía con Galindo y conmigo, lorquianos de corazón. Según Eleazar, Lorca era puro fuego de artificio, Machado era el profundo, el filósofo.

-Ay, mjito, total los dos son grandes poetas, intervino la bella María Beatriz Medina, que pasaba por allí con sus curvas y sus ojazos, siempre conciliatora. Pero con ganas de ver bravo a su compadre Eleazar; el compadre Galindo seguió discutiendo. Eleazar fruncía el ceño, su tono de voz se hacía más grave. Galindo discutía con esa persistencia que lo caracterizaba. Yo intervine diciendo que si bien Lorca era "pura palabra", como decía el poeta Elezar, la palabra había creado el mundo. Más ofendido que nunca, ya el compadre se preparaba para dispararme cuando el Conde Azul que pasaba por allí, zanjó la discusión de un tajo.

-Ustedes son bien bolsas. Discutiendo por unos guaros que están en el país de los acostados desde hace más de cincuenta años..

Versia, compadre, esa vaina es verdad - concluyó Eleazar, filosófico.

Y todos tomamos el café, que se estaba enfriando.






OMINGO, 13 DE ABRIL DE 2008


GUSTAVO LUIS CARRERA, ELI GALINDO Y LA MIONA

El Profesor más odiado
y temido de la vieja Escuela
de Letras era Gustavo
Luis Carrera, que daba
(mejor dicho raspaba)
en Introducción a la Literatura
y Teoría Literaria.
A su materia la llamaban "el filtro".
Carrera era odiado por lo inflexible y distante. Se creía, y se veía gigantesco y todopoderoso, desde su escritorio sobre la tarima. Por supuesto, era temido por su facilidad para aplazar a los estudiantes. Para colmo, era especialista en expulsarlo a uno del salón por quítame allá estas letras.
No era posible hablar ni intervenir en su clase, ni comentar nada, ni susurrar, mucho menos reírse.
Una tarde, tuve un encuentro cercano con el conspicuo personaje. Ocurrió lo macabro, lo terrible. Comenzó a picarme el ojo izquierdo.
Me picaba con frenesí, el escozor me hacía restregarlo con saña, y mi compañero de clase, el poeta Elí Galindo, me advirtió en un reflexivo murmullo:
-Te lo vas a sacar.
En la misma cauta actitud, murmuré lentamente:
-Es que me pica mucho, tal vez me cayó una basura.
Y el poeta, con la misma susurrante tranquilidad dictaminó:
-Esa fue una mariposa que te lo meó.
¿Quién iba a poder aguantar la risa tal explicación típica de San Sebastián de los Reyes y digna de la peonada de "Peonía"?
Mis hombros se sacudían sin poderme contener, mientras apretaba los dientes, con la cabeza entre las manos y el pelo hacia la cara, miraba obstinadamente la tabla del pupitre. Traté de disimular, pero la risa me venía en oleadas, mucho más fuerte que yo. En eso escuché la bronca voz del profesor.
-Franco, ya que tiene tantas ganas de reír, le sugiero que lo haga afuera, en los bancos. Vuelva a entrar mañana, si es que se le ha pasado la risa.
Recogí mis macundales y me fui del salón. ¿Qué más?
Todavía en los bancos del pasillo no podía aguantar la risa.
Pero esperé a Galindo. para reclamarle que me hubiese hecho perder la clase de Introducción, con tan peregrina teoría, atribuyendo a orina de mariposa la picazón de mi ojo, que de paso, seguía.
Su respuesta fue inmutable, grave y serena:
-A esas bichas las llaman mionas.

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