Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

jueves, 3 de mayo de 2012

El caudillismo latinoamericano es tan tradicional en nuestro medio como las tortillas, las arepas o los tamales. Pero no tiene nada de gustoso o nutritivo sino todo lo contrario: cuando se enseñorea sobre una nación

El Carabobeño 01 mayo 2012

Fernando Luis Egaña || Líderes y déspotas

El caudillismo latinoamericano es tan tradicional en nuestro medio como las tortillas, las arepas o los tamales. Pero no tiene nada de gustoso o nutritivo sino todo lo contrario: cuando se enseñorea sobre una nación, ésta pierde y pierde mucho, sobre todo en la capacidad de asentar instituciones firmes, camino absolutamente necesario para asegurar la democracia, la libertad y el progreso social.
Luego de la Independencia de Hispanoamérica, el caudillo nacional pasó a ocupar el centro del poder que antes detentaba el virrey, el gobernador o el capitán general colonial. Y un poder mucho más concentrado y personalizado, porque no solía favorecer contrapesos o mediaciones y por lo general se sustentaba en la fuerza de las armas de los consabidos generales-presidentes. De muchas maneras el caudillismo fue la sustitución efectiva del viejo orden de la colonia.
Todos y cada uno de los países hispanoamericanos, aunque unos en mayor medida que otros, han tenido su propio historial de caudillos salvadores o mesiánicos.
En la Venezuela del siglo XIX, por ejemplo, destacaron José Antonio Páez, José Tadeo Monagas, Ezequiel Zamora, Antonio Guzmán Blanco, Joaquín Crespo y Cipriano Castro. Algunos con indudable talante modernizador y otros con atavismos primitivos. Unos más civilistas y tolerantes y otros resueltamente militaristas y despóticos. Y de similar forma en México y Argentina, o en Perú y Colombia, y desde luego a todo lo largo y ancho de Centroamérica y el Caribe.
Pero con el fin del siglo XIX no se acabaron los caudillos, sino que el fenómeno se fue mutando para adaptarse al paso de los tiempos. En no pocos países, el caudillismo de montoneras devino en dictaduras sostenidas por las nuevas fuerzas armadas. Y con frecuencia, apoyadas por los gobiernos de Washington que apreciaban en los caudillos típicos un freno para la efervescencia revolucionaria, en particular después de la Revolución mexicana y del sarampión de izquierdas a partir de la segunda y tercera década del siglo XX.
Ahora bien, no debe confundirse el caudillismo personalista con el liderazgo democrático, aun cuando a veces el estilo del líder parezca resonar al del caudillo. La esencia del personalismo caudillista está en que el mandón se encuentra por encima de cualquier otro poder. De hecho, él es la encarnación del poder, del Estado, de la República, etc. Y ello a diferencia del jefe democrático que procura y acepta unas reglas de juego normativas, o el Estado de Derecho democrático, que limitan y canalizan el poder, incluyendo el suyo propio.
Los venezolanos Rómulo Betancourt o Rafael Caldera, por ejemplo, eran jefes políticos de mucho poderío, pero siendo líderes democráticos, es decir procurando y aceptando la existencia de una institucionalidad superior. El caudillo no acepta nada sobre su poder, salvo un poder fáctico de mayor peso. En todo caso, puede entenderse la confusión entre caudillo personalista y líder democrático porque a veces las líneas de separación no parecen gruesas sino delgadas.
De allí la importancia del tema institucional como frontera entre uno y otro. Y ahora en pleno siglo XXI, el rebrote latinoamericano del populismo y de la dictadura pero disfrazada de democracia, o neodictadura, también ha traído consigo al periclitado caudillismo, ahora envalentonado por el delirio demagógico y por los dinerales del boom petrolero.
El re-eleccionismo, el culto a la personalidad, la concentración de poderes, la exaltación del mandonero, son evidencias inequívocas de la resurrección de la tara caudillista. Uno de los peores males que enfrenta América Latina y sobre todo Venezuela.
flegana@gmail.com



El Carabobeño 02 mayo 2012

Rafael García Marvez || Pórtico

Al pueblo hay que prepararlo
Quienes estén medianamente enterados de la situación política y del desajuste de los resortes morales del país, sobre todo en estos últimos meses, deben contemplar la eventualidad de fuertes turbulencias.
Los sectores democráticos representados por su candidato presidencial Henrique Capriles siguen haciendo su trabajo para ventilar sus planes, sus proyectos, su búsqueda de prosélitos, pues lo normal que haría cualquier político en días preelectorales, hay que persistir en ello pase lo que pase.
No existe una sola evidencia, una sola señal, de que se esté pensando en caminos de cabras, en violencia o en cualquier otra metodología distinta a la salida electoral, a pesar del ventajismo más infamante y de los ataques brutales de una claque política, beneficiarios infieles del ex magistrado Aponte Aponte.
La dirigencia política del PSUV y el Jefe del Estado, por otro lado, sienten un frío temor de ser derrotados el 7 de octubre por el trabajo de hormiguita que viene llevando a cabo HCR. Mayor al que se da del lado opositor como consecuencia de los números que arrojan algunas encuestas de dudosa seriedad y la asfixia que genera el aparataje comunicacional del Gobierno.
De manera que el talante político más conveniente para el futuro de la “revolución” lo ha planteado el gobernador de Portuguesa, Castro Soteldo, quien proyecta el escenario de asistir a las próximas elecciones sin HCH como candidato, o con éste muy debilitado, coincidiendo en su esbozo con Jesee Chacón.
Dispensen la perogrullada, pero los enfermeros están para cuidar del enfermo, asunto muy importante, y los políticos para asumir su responsabilidad como dirigentes ante el país y ante su propio partido, en este caso particular el PSUV.
Esa es su función esencial ante un evidente deterioro de la salud del candidato del oficialismo que de hecho está inhabilitado para gobernar y mucho más para ser candidato por un nuevo período presidencial, lo contrarío es como oponerse a la fuerza de gravedad.
Finalmente, no se trata de esa conseja bobalicona de que todo responde a un trapo rojo, a una estrategia distraccioncita de la mesa situacional de Miraflores para ocultar el mal de HCH, o los negocios del narcotráfico que involucran a altos oficiales de la FANB, no, de lo que se trata es de que al pueblo hay que irlo preparando para que no lo tome de sopetón.
rafaelgarciamarvez@hotmail.com @ RGarciaMarvez

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