Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 13 de mayo de 2012

. La necesidad de saber dónde se está parado cuando cada vez más las cosas dejan de parecerse a las del pasado, y cuando nadie siente que puedan mejorar hasta el punto de volverse manejables, o parte de una plataforma en la cual se pueda desenvolver la rutina con relativa tranquilidad


La República de las Letras

El espacio público se recuperó para una vivencia de fábrica social y de acercamiento de sus criaturas

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ELÍAS PINO ITURRIETA |  EL UNIVERSAL
domingo 13 de mayo de 2012  12:00 AM
No sé si debemos dar gracias al chavismo por los favores recibidos, pero es evidente que después de su llegada al gobierno comenzó el renacimiento de las letras venezolanas hasta la altura que se observa en nuestros días. El país convertido en rompecabezas de difícil soldadura y la concepción unilateral del régimen sobre el trabajo intelectual y sobre la forma de impulsarlo, o de dejarlo de lado, seguramente haya influido en la fortaleza que hoy distingue a los ciudadanos de la república de las letras. Ya son, -o somos, si se me permite el coleo- un conjunto compacto con proyección contundente en la sociedad, hasta el punto de formar una instancia ineludible de la cual se carecía en el pasado reciente. 

Hasta hace unos diez años, aproximadamente, existía un conjunto selecto de individualidades en quienes se concentraban los atributos de la creatividad, o, más bien, a quienes se los concedía la colectividad. Unas plumas y unas cabezas consideradas como estrellas solitarias e inaccesibles formaban la representación de la cultura nacional. En términos de excelencia, no faltaba más, pero como partes de una expresión relativamente separada de la gente común, que se sobresaltaba cuando los topaba en lugares públicos y comunicaba la nueva como si se tratara de una sorpresiva iluminación. O en términos que no necesariamente corresponden a la responsabilidad y a la asiduidad de los oficios del ramo, pues en general se las vinculaba con el mundo de la bohemia para regocijarse en una repetición de anécdotas más o menos atrayentes, subestimando lo que correspondía a sus aportes en el arte de escribir. Existieron grupos de trascendencia, formados por autores a quienes unía una misma vocación estética, o la simpatía en torno a teorías y metodologías, o intereses en torno a sus necesidades de expresión, pero caracterizados por la fugacidad y, tal vez, marcados por la comodidad de las torres de marfil. Las facilidades que entonces ofrecían la editorial del Estado y las atenciones del Conac, cuyos filtros no funcionaban como índices inquisitoriales, ampliaban un camino sin apremios en el cual se podía transitar sin la obligación de apurarse en el trabajo como si la tinta se fuera a acabar de pronto. Una sociedad sin urgencias exasperantes como las de hoy formaba parte esencial del asunto, debido a que quizá sintiera que podía continuar un itinerario libre de enigmas sin la muleta de las sensibilidades especializadas en pensar y en escribir. 

Un rasgo predominante de nuestros días, en el tema que nos ocupa, consiste en el vínculo que la sociedad ha establecido con los habitantes de la república de las letras. La necesidad de saber dónde se está parado cuando cada vez más las cosas dejan de parecerse a las del pasado, y cuando nadie siente que puedan mejorar hasta el punto de volverse manejables, o parte de una plataforma en la cual se pueda desenvolver la rutina con relativa tranquilidad, conduce a una búsqueda multitudinaria que desemboca en el conjunto de autores a quienes la disciplina del pupitre, la soledad de las bibliotecas, las lecturas compartidas o rechazadas, la tertulia entre pares y el talento personal convierten en traductores confiables de la realidad. Los autores se han multiplicado porque no quieren someterse a la voz del amo y porque tienen con qué, pero solos no hubieran alcanzado el espacio que ahora llenan con creces. En especial los más jóvenes, en cuyas cualidades tienen la vista puesta sus destinatarios con sobrada razón y de quienes se puede esperar, de acuerdo con lo que han mostrado hasta ahora, aportes de mayor relevancia para el entendimiento y el solaz de Venezuela. Por si fuese poco, con material tan abundante y con la atención entusiasta de los destinatarios, ha florecido una industria editorial de cuño nacional que en nada envidia a las más antiguas y afamadas del vecindario latinoamericano. Un extraordinario suceso, en suma, debido al cual se comprueba cómo la luz no se rinde ante el acoso de la pesada oscurana. 

Si el fenómeno comentado no se ha advertido a cabalidad, dejó señales suficientes de su existencia en el Festival de la Lectura de Chacao. Fue un regocijo de la sociedad con sus autores, una reunión de libros y palabras formada por un público entusiasta, una evidencia de la concordia que pueden convocar las letras cuando están bien hechas y cuando se confía en ellas. El número de asistentes al festival superó los 200.000 y se celebraron 200 eventos, la mayoría en casa llena, de acuerdo con las cifras de los organizadores y con lo que percibimos en la plaza de Altamira. Pero tal vez sea más susceptible de atención la atmósfera que predominó en el lugar, una de las más republicanas que ha experimentado la capital en tiempos recientes. El espacio público se recuperó para una vivencia de fábrica social y de acercamiento de sus criaturas, alrededor de la sensibilidad y la inteligencia que la misma sociedad ha sembrado, o ha necesitado que se siembre, en una parcela que desde hacía tiempo no mostraba tanta vitalidad. El espacio público demostró cómo los autores venezolanos cumplen, casi en términos que no admiten analogía, un cometido que no se queda en las nebulosas. Si algo le debe el suceso a la "revolución", también testimoniaron entonces los ciudadanos de la República de las Letras que saben hacer de la necesidad virtud. 

eliaspinoitu@hotmail.com

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