La península de Paraguaná, porción de tierra que se interna en el mar, es digna de visitarla para conocer parte de su industria, de su comercio, de su turismo y un poco de su historia. Por ello un grupo de profesores, entre ellos mi esposa, Dilia Manzanares, el buen amigo Manuel Soto, la joven Osiris Virginia, la comadre Griselda Armas y otros que a continuación mencionaré, escogimos en esta temporada como destino la península de Paraguaná, no sin antes hacer una visita a Carrizales, sitio donde se encuentra el santuario de la Virgen de Guadalupe, patrona de los falconianos.
Esa breve pero importante parada sirvió para que las hijas de María, Gloria Boscán y Josefina de Soto, en unión de todos los presentes y especialmente del conductor de la unidad Rafael Manzano, eleváramos una plegaria al Señor y a la Virgen María por la salud y la paz de todos los venezolanos.
Luego de estas oraciones continuamos nuestra ruta atravesando medanales y la gargantilla paraguanera que pareciera convertir la península en una isla; al fin llegamos a nuestro destino, alojándonos en una confortable posada denominada "Lujos Posada". La piscina sirvió para que esbeltas figuras como las de Haidée Martínez, Lily Aterán, Rosa Flores y Yadira Corral disfrutaran de sus tibias aguas. Por la noche hubo una feroz batalla entre la profesora Griselda y un inofensivo tuqueque (thecadactylus) que agobiado por la incesante brisa trataba inútilmente de hacerle compañía a esta dama, pero salió apaleado en busca de otro sendero.
El otro día fuimos de compras, donde Hugo Manzanares y Marlene Barrios, muy tomaditos de las manos, recorrieron medio Punto Fijo en busca de una antena satelital, mientras yo visitaba al buen amigo Francisco Ortega y a su apreciada esposa Tomasa de Ortega. Es bueno recalcar que la ciudad de Punto Fijo fue catalogada como el caserío más grande del mundo, hasta el mes de febrero de 1970 cuando es creado el municipio Carirubana cuya capital es esta importante ciudad.
Llegó el día de recorrer la península y muy temprano partimos hacia el cabo San Román, pasando por los poblados de El Vínculo, Las Cumaraguas y Puerto Escondido, y al fin llegamos a nuestro destino. Es bueno mencionar que este pedazo de tierra ubicado en el extremo norte de la península es el punto más septentrional del país y fue descubierto el 9 de agosto de 1499 por Alonso de Ojeda en compañía de Juan de la Cosa y Américo Vespucio, precisamente un día de San Román. Ahí mismo se encuentra el faro que sirve de guía a los barcos, el cual funciona con luz solar; tiene una altura de 26 metros, un alcance luminoso de 23 millas náuticas. Fue inaugurado en el año de 1924; por las noches se observan desde este punto las luces de Aruba, isla turística de las Antillas Holandesas.
Tuvimos la oportunidad de visitar un magnífico restaurante en Puerto Escondido donde degustamos variados menús típicos de la región, a excepción del amigo Baltazar, quien saboreó unos exquisitos tostones con queso de cabra negra. Luego retornamos a Punto Fijo, no sin antes pasar por las playas de: Buchuaco, El Supí, Tiraya y Adícora, donde disfrutamos de un merecido baño de mar. Por la tarde tuve la dicha de reencontrarme con Gregorio Robertis, a quien no veía desde el año sesenta y ocho, cuando trabajábamos como técnicos en la refinería de la C.V.P. en Morón. Mis saludos para él, su querida esposa y a toda su apreciada familia.
Mi sugerencia es que conozcamos Venezuela y apreciemos sus bellezas como: Paraguaná, su comercio, sus playas y su cabo San Román.
Lman189@hotmail.com
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