Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 5 de mayo de 2013

La verdad cubana...


El realismo sucio y su desgarre escatológico

Pedro Juan Gutiérrez vive en pleno centro de la capital cubana

imageRotate
RICARDO GIL OTAIZA |  EL UNIVERSAL
domingo 5 de mayo de 2013  12:00 AM
El sociólogo y pensador francés Edgar Morin afirmó a la periodista Djénane Kareh Tager, cuya entrevista salió bajo el título Mi camino (Gedisa, España, 2010), que en la novela sólo caben dos extremos: la genialidad o la mediocridad; y en esto le asiste por completo la razón. Al leer tamaña sentencia y pasearnos frente a la obra de escritor Pedro Juan Gutiérrez (Matanzas, Cuba, 1950), no nos queda otra opción sino afirmar, que la suya es un vivo ejemplo de una genialidad signada por la desmesura y el desgarre escatológico, que lleva a los lectores a los crudos extremos de una realidad sucia que impacta de entrada y cuyos ramalazos no desaparecen con facilidad luego de concluida la lectura.

Cada texto de Gutiérrez nos lleva a conocer el Hades, o ese "lugar" subterráneo en el que según los griegos hallamos lo oscuro y lo funesto; las sombras y las fantasmagorías del alma humana. Esa terribilidad, anidada en el Ser como expresión de lo oscuro y lo grotesco, en este autor cubano se materializa para entregarnos una narrativa (aunque también es poeta, y muy bueno) signada por la bajeza, por lo pérfido, por lo abyecto de las relaciones de hombres y mujeres asqueados frente a su propia realidad. Una realidad, dicho sea de paso, que los condiciona hasta el extremo de hacer de cada uno de ellos seres reducidos a lo fáctico, a los que se les presenta como única posibilidad un día a día de miseria y de horror, en los que cada circunstancia es vivida (y bebida) hasta la última gota y sin más anhelos que poder satisfacer unas necesidades básicas que se hacen centro y meta de lo que nos puede entregar la existencia.

Genio de la malicia 

En el continente debuta Gutiérrez con un estupendo libro: Trilogía sucia de La Habana (de la mano de Anagrama, 1998), que de inmediato le abre al autor las puertas de un amplio mercado editorial hispanohablante, que intuye en él a un verdadero genio de la malicia y del desgarre como expresiones de lo literario. En cada historia que compone este tomo hallamos personajes siniestros, que deambulan por las calles en busca de una vida que nada puede ofrecerles, a no ser las migajas de una sociedad durmiente y aletargada, en cuya somnolencia reposan las claves para la comprensión de una realidad social que los embrutece, y al mismo tiempo los golpea hasta el dolor y la náusea. 

Gutiérrez no escribe desde el exilio ni desde la comodidad de un contexto que lo deslinde de lo contado; todo lo contrario: cada historia y cada personaje están impregnados del sofocante calor de las calles de La Habana, con sus carencias, con los colores y los olores que emanan una materialidad descompuesta hasta el hartazgo. El autor vive en pleno centro de la capital cubana, y desde allí, desde su trinchera literaria, dibuja y desdibuja al mismo tiempo un "devenir" detenido en el tiempo, anclado en un proceso que se empeña en negar toda posibilidad de progreso y para ello se refugia en el sexo, en el disfrute desmadrado de una genitalidad que niega todo erotismo para hacerse bestial, cruda, grotesca, que busca despertar en los lectores lo que de animales llevamos por dentro, hasta hacernos cómplices y detractores de episodios narrados y descritos en sus más enojosos detalles, en sus más pervertidos ángulos, y así dejarnos exánimes por la descarga adrenérgica, que viene en todo caso a aliviar una tensión creciente y que alcanza su clímax con el cierre del volumen.

Complejizan el panorama

Luego vendrán otros libros, que si bien no logran la perfección alcanzada en su celebérrima Trilogía (y en los que de alguna manera el autor se repite, tal como le aconteció a García Márquez y su realismo mágico), de alguna manera complejizan el panorama social y narrativo ya andado, hasta hacerse consustancial en una obra envolvente, cuya "totalidad", como lo diría Pascal, no podría entenderse sin las partes y las partes sin la noción del todo. Libros comoEl Rey de La Habana (1999), Animal tropical (2000), El insaciable hombre araña(2002), y Carne de perro (2003), entre otros, complementan la noción de un realismo llevado a los extremos de la perversión y la suciedad, y cuyos arquetipos pasan de uno a otro libro, sin que ello implique -esto es notorio- la pérdida en la fuerza argumental que caracteriza a este portentoso narrador caribeño. 

Bajo aguas tranquilas

Pedro Juan Gutiérrez aparece en un contexto en el que la literatura hispanoamericana, en parte aséptica y asexuada (con la excepción hecha de Roberto Bolaño y alguno que otro reformador de finales del siglo XX o comienzos del XXI, como Fernando Vallejo, por citar uno), en parte moralizante (Vbg: lo mejor de la obra narrativa de Uslar Pietri, Rómulo Gallegos, Sarmiento y Mutis, arquetípicas de este lado del mundo), yacía bajo aguas tranquilas, y produce un importante remezón en los esquemas narrativos y en una moral, que por tácita se hace explícita y estructural, interpelando de esta forma la conexión inexorable que deberá darse entre la literatura y su tiempo histórico, entre el texto narrativo y las personas de carne y hueso que describe en sus propios ambientes y realidades.

Llama la atención en la obra del autor cubano el carácter autobiográfico de la misma, al erigirse en el héroe descarnado de una cotidianidad signada por lo aberrante, por la prostitución y el burdel, por la escoria hecha elevada cima en unas páginas que resuman putrefacción, pérdida de esperanzas, indiferencia y hastío. Mueven lo sentidos sus intrépidas descripciones, sus constantes violaciones a las convenciones sociales, sus perversiones sexuales, sus ingentes indagaciones en lo sórdido que anida en lo humano y que es inmanente a su misma naturaleza. 

Lucha a muerte

La mujer se hace objeto y sujeto de tales situaciones; ella es la que azuza en el macho las más bajas pasiones, la que lo induce a que la tome a la fuerza y que así sacie sus más bajos instintos depredadores, compartidos -claro está- por ella. En estos textos no existe la tradicional dicotomía de un hombre que seduce y una mujer que se deja seducir. Nada de eso. Muchas veces los roles se invierten y en algunas circunstancias es el hombre el que "sufre" las intemperancias de una hembra al acecho, que lucha a muerte con sus iguales por su macho, por su pareja, que se las juega en el mismo terreno del hombre para mantener su supremacía, y la supervivencia. Mujer y hombre bestializados al extremo de lo paroxístico. 

Genitalidad y perversión, drama social y estupefacción, desesperanza e incertidumbre, constituyen las piezas de una realidad antropológica tejida en el papel como fiel reflejo de la descomposición en sus más profundas aristas, en sus más hondos significantes de obsesión y desvarío, que se hacen irresistibles en la medida en que nos retratan en la animalidad guardada en lo más recóndito de nuestro ser, y nos impelen a continuar leyendo a pesar del asco y la repulsión frente a lo soez como expresión válida del hecho literario. Pedro Juan Gutiérrez, nuestro hombre en La Habana, se atrevió a plantearlo como propuesta estética, y no dudamos en afirmar que tocó la tecla adecuada al romper de un solo tajo con lo pacato como sinónimo de lo posible. 

rigilo99@hotmail.com

@GilOtaiza

No hay comentarios: