El manoseo del Libertador
Bolívar terminaría siendo de un grupo, minoritario hoy, y dejaría de ser único, supremo...
GUSTAVO LINARES BENZO | EL UNIVERSAL
domingo 19 de mayo de 2013 12:00 AM
Este país ha pasado por momentos muy oscuros, bárbaros, como todas las naciones. Las tropelías salvajes de Boves, por un lado, o de Antonio Nicolás Briceño, por el otro, durante la sangrienta Guerra de Independencia. El asalto al Congreso de 1848, las negociaciones de Guzmán Blanco con los prestamistas europeos, la entrega de la Guajira a Colombia en 1941, hay para todos los gustos. Entre los rasgos comunes de esos episodios está la creencia de que Venezuela es propiedad de sus autores, de Boves o de Guzmán.
Pero nunca, jamás desde que Bolívar reposaba en el Panteón se había atrevido nadie, ni aun aquellos que se consideraban más esclarecidos, poderosos o populares, a tocar, exhumar, examinar o jurungar de cualquier modo los restos del Libertador. Hasta Chávez. De madrugada y de sorpresa, sin permiso o autorización de nadie. Ni siquiera de una Asamblea que lo hubiera autorizado obsecuentemente. Total, el dueño es dueño, no requiere venias o licencias.
Esa exhumación nocturna y clandestina dio pie, obviamente, a todo tipo de teorías, encantamientos y trabajos. Ahora se repite la manipulación, de nuevo, sin permisos o consensos, ni siquiera de la misma Asamblea, "vocera del pueblo soberano". Al menos ahora se vio en tiempo real.
Es el zenit de la apropiación chavista de Bolívar. Fue en 1999 que nos enteramos que la historia venezolana había sido una traición, que un abismo de maldad engulló al país en 1830 y sólo con la llegada del comandante supremo pudo Venezuela salir a la luz, renacer, "refundarse". Todos los venezolanos del pasado y del presente, con las excepciones debidamente certificadas por el nuevo Cristo Redentor, éramos hijos desnaturalizados; traidores, apátridas. "Quien no es chavista no es venezolano" dijo con toda coherencia el comandante presidente, pues al final Chávez era la reencarnación o al menos el vicario del Gran Padre.
Así Bolívar terminaría siendo de un grupo, mayoritario entonces, minoritario hoy, no importa, dejaría de ser único, supremo. Y de hecho, así terminó, para bien de la patria, dicho sin la menor ironía. El afán chavista de bolivarizarlo todo nos hizo redescubrir por contraste al Bolívar autócrata de la Constitución de Bolivia, al Bolívar terrible del decreto de Guerra a Muerte: sólo un hombre, como diría Elías Pino. Con toda la grandeza del Libertador, Venezuela es más que Bolívar.
glinares@cjlegal.net
Pero nunca, jamás desde que Bolívar reposaba en el Panteón se había atrevido nadie, ni aun aquellos que se consideraban más esclarecidos, poderosos o populares, a tocar, exhumar, examinar o jurungar de cualquier modo los restos del Libertador. Hasta Chávez. De madrugada y de sorpresa, sin permiso o autorización de nadie. Ni siquiera de una Asamblea que lo hubiera autorizado obsecuentemente. Total, el dueño es dueño, no requiere venias o licencias.
Esa exhumación nocturna y clandestina dio pie, obviamente, a todo tipo de teorías, encantamientos y trabajos. Ahora se repite la manipulación, de nuevo, sin permisos o consensos, ni siquiera de la misma Asamblea, "vocera del pueblo soberano". Al menos ahora se vio en tiempo real.
Es el zenit de la apropiación chavista de Bolívar. Fue en 1999 que nos enteramos que la historia venezolana había sido una traición, que un abismo de maldad engulló al país en 1830 y sólo con la llegada del comandante supremo pudo Venezuela salir a la luz, renacer, "refundarse". Todos los venezolanos del pasado y del presente, con las excepciones debidamente certificadas por el nuevo Cristo Redentor, éramos hijos desnaturalizados; traidores, apátridas. "Quien no es chavista no es venezolano" dijo con toda coherencia el comandante presidente, pues al final Chávez era la reencarnación o al menos el vicario del Gran Padre.
Así Bolívar terminaría siendo de un grupo, mayoritario entonces, minoritario hoy, no importa, dejaría de ser único, supremo. Y de hecho, así terminó, para bien de la patria, dicho sin la menor ironía. El afán chavista de bolivarizarlo todo nos hizo redescubrir por contraste al Bolívar autócrata de la Constitución de Bolivia, al Bolívar terrible del decreto de Guerra a Muerte: sólo un hombre, como diría Elías Pino. Con toda la grandeza del Libertador, Venezuela es más que Bolívar.
glinares@cjlegal.net
Elogio de la irreflexión...
Los pacientes van de farmacia en farmacia no logrando satisfacer sus necesidades
RAFAEL MUCI-MENDOZA | EL UNIVERSAL
domingo 19 de mayo de 2013 12:00 AM
La revolución los ha hecho más superficiales, menos proactivos, más irreflexivos. Nada se piensa ni se recapacita, nada se consulta, cualquier pensamiento o idea absurda se lanza y al que le caiga, le chupa. El asunto es mantener a la sociedad en permanente en zozobra para que no piensen en el mal que adrede nos han causado y siguen causándonos...
Como si fueran pocas la ristra de calamidades no solo no resueltas, sino además agravadas que afectan a los ciudadanos y muy especialmente a aquellos de clases desposeídas, se pretendió de golpe y porrazo regular la prescripción y dispensación de los medicamentos mediante las resoluciones 30 y 35 ya derogadas por irreflexivas. Y no es que esta no sea una medida saludable que debió tomarse hace mucho tiempo, sino que ni el colectivo ni las instituciones hospitalarias del Estado están preparadas para este giro antipódico e inoportuno. Desde el año 2000 se decretó la Ley de Medicamentos y en sus artículos 35 y 36 se contempló todo lo referente a la prescripción, dispensación y suministro de medicamentos.
Es pública y notoria la escasez de drogas terapéuticas en el mercado nacional, rayano ya en un 43% y deparado de la falta de asignación de divisas a pesar de que según la OMS, el acceso a los medicamentos es un elemento fundamental del derecho a la salud. Los pacientes, desesperados van de farmacia en farmacia no logrando satisfacer sus necesidades. Sin embargo poco ha, el ilegítimo, sin el consentimiento de los venezolanos regaló dos mil millones de dólares a Cuba, pero la casa nuestra permanece a oscuras. Desde hace años en nuestros hospitales públicos, en estado bochornoso, no hay decencia ni papelería.
"Qué época tan terrible esta en que unos idiotas conducen a unos ciegos". William Shakespeare.
rafael@muci.com
Como si fueran pocas la ristra de calamidades no solo no resueltas, sino además agravadas que afectan a los ciudadanos y muy especialmente a aquellos de clases desposeídas, se pretendió de golpe y porrazo regular la prescripción y dispensación de los medicamentos mediante las resoluciones 30 y 35 ya derogadas por irreflexivas. Y no es que esta no sea una medida saludable que debió tomarse hace mucho tiempo, sino que ni el colectivo ni las instituciones hospitalarias del Estado están preparadas para este giro antipódico e inoportuno. Desde el año 2000 se decretó la Ley de Medicamentos y en sus artículos 35 y 36 se contempló todo lo referente a la prescripción, dispensación y suministro de medicamentos.
Es pública y notoria la escasez de drogas terapéuticas en el mercado nacional, rayano ya en un 43% y deparado de la falta de asignación de divisas a pesar de que según la OMS, el acceso a los medicamentos es un elemento fundamental del derecho a la salud. Los pacientes, desesperados van de farmacia en farmacia no logrando satisfacer sus necesidades. Sin embargo poco ha, el ilegítimo, sin el consentimiento de los venezolanos regaló dos mil millones de dólares a Cuba, pero la casa nuestra permanece a oscuras. Desde hace años en nuestros hospitales públicos, en estado bochornoso, no hay decencia ni papelería.
"Qué época tan terrible esta en que unos idiotas conducen a unos ciegos". William Shakespeare.
rafael@muci.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario