Violencia se expande sin control por el Este y el Sur de Ucrania
Los observadores de la OSCE fueron liberados y continúan operaciones armadas
Partidarios de Ucrania Unida se disponen a enfrentarse a manifestantes prorrusos en la ciudad de Odessa EFE
EL UNIVERSAL
domingo 4 de mayo de 2014 12:00 AM
Odessa, Ucrania.- Al menos 42 personas murieron en enfrentamientos entre grupos afines y contrarios a Rusia en el Sur de Ucrania que culminaron con decenas de manifestantes prorrusos calcinados al interior de un edificio en llamas, en un brote de violencia que acerca más a la exrepública soviética a la guerra interna.
Insurgentes prorrusos en el Este de Ucrania liberaron a siete observadores militares de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) tras mantenerlos cautivos por ocho días, mientras Kiev presionaba con una campaña militar para recuperar el territorio tomado por los rebeldes prorrusos, indicó DPA.
Los disturbios en la ciudad portuaria de Odessa, en el mar Negro, terminaron con un feroz incendio en un edificio sindical, el peor incidente en Ucrania desde el levantamiento de febrero pasado que terminó con la huida del presidente Víktor Yanukóvich.
Cientos de manifestantes prorrusos en la ciudad oriental de Donetsk atacaron dependencias comerciales del Gobierno y la sede de la oficina de seguridad estatal, destruyendo documentos y ventanas, un reflejo del creciente caos en el área al tener como blanco un edificio que ya había sido ocupado por rebeldes.
La violencia en Odessa supone la expansión del caos desde el bastión separatista del Este a una zona lejana de la frontera rusa, incrementando las posibilidades de que los disturbios se propaguen por un país de 45 millones de habitantes.
El Kremlin, que ha reunido a decenas de miles de soldados en la frontera oriental de Ucrania y proclama el derecho a invadir para proteger a la población de origen ruso, dijo que los responsables de las muertes eran el Gobierno provisional de Kiev y sus aliados occidentales, acotó Reuters.
Rusia pidió este sábado a Estados Unidos que ejerza una mayor presión sobre el Gobierno ucraniano para que éste ponga fin a la ofensiva en el Este del país, de mayoría rusa.
"La ofensiva precipita a Ucrania a un fratricidio", dijo el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, en una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, John F. Kerry.
Moscú asegura haber recibido "miles de peticiones de ayuda" del Este del país vecino.
En tanto insurgentes armados prorrusos asaltaron ayer una unidad militar y un centro de reclutamiento en Lugansk (Este de Ucrania) con un saldo de dos soldados heridos, indicó la delegación local del ministerio del Interior, informó AFP.
Por otro lado, unos 5.000 tártaros de Crimea lograron ayer romper un cordón policial ruso y permitir la entrada de uno de sus líderes a la península del mar Negro.
Tras la controvertida anexión de Crimea a Rusia, Mustafa Yemilev, miembro del Parlamento de Ucrania, salió de la península. Tras ello Rusia le prohibió regresar al territorio y unidades especiales de la policía rusa intentaron este sábado impedir su entrada en Crimea. Pero la multitud tártara rompió el cordón policial y saludó la llegada de Yemilev, informaron medios locales.
Lo que comenzó como un proyecto anexionista en defensa de una comunidad que se sentía "excluida" y aneja a Ucrania, ha brotado en microrrevoluciones que como el cáncer ya hacen metástasis en territorios donde la influencia de Rusia se siente como en tiempos de la Unión Soviética (URSS).
A estas alturas pocos especialistas internacionales dudan de que Ucrania esté siendo conducida a una guerra civil donde el Kremlin se vería forzado a vincularse en defensa de sus minorías, un pretexto quizá válido pero que daría pie a un cambio de estrategia de Occidente ante las pretensiones de Moscú de defender su zona de influencia geopolítica.
Primero el Este y ahora el Sur, Ucrania es hoy un país que bajo un Gobierno de transición, ve como primero Crimea, Donetsk y ahora Odessa, enfrenta a prorrusos y proucranianos en una guerra fratricida en la que los radicalismos y la crisis económica se agudizan.
Al mismo tiempo, el presidente ruso, Vladímir Putin, gana capital político dentro de su país avivando el nacionalismo sin que las sanciones de EEUU o la Unión Europea sobre sus funcionarios o aliados parezcan pesar sobre sus hombros.
Anna Smolchenko, periodista rusa escribía que "Putin ha explotado astutamente la historia reciente de Rusia en la Segunda Guerra Mundial para apuntar a las autoridades prooccidentales de Kiev como enemigos de Moscú".
Esas llamas están terminando de alimentar divisiones dentro de Ucrania, donde prorrusos y ucranianos, por igual, son carne de cañón de radicales armados. El riesgo, entonces, es que en la decena de ex repúblicas soviéticas rusoparlantes esto termine repitiéndose.
Insurgentes prorrusos en el Este de Ucrania liberaron a siete observadores militares de la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) tras mantenerlos cautivos por ocho días, mientras Kiev presionaba con una campaña militar para recuperar el territorio tomado por los rebeldes prorrusos, indicó DPA.
Los disturbios en la ciudad portuaria de Odessa, en el mar Negro, terminaron con un feroz incendio en un edificio sindical, el peor incidente en Ucrania desde el levantamiento de febrero pasado que terminó con la huida del presidente Víktor Yanukóvich.
Cientos de manifestantes prorrusos en la ciudad oriental de Donetsk atacaron dependencias comerciales del Gobierno y la sede de la oficina de seguridad estatal, destruyendo documentos y ventanas, un reflejo del creciente caos en el área al tener como blanco un edificio que ya había sido ocupado por rebeldes.
La violencia en Odessa supone la expansión del caos desde el bastión separatista del Este a una zona lejana de la frontera rusa, incrementando las posibilidades de que los disturbios se propaguen por un país de 45 millones de habitantes.
El Kremlin, que ha reunido a decenas de miles de soldados en la frontera oriental de Ucrania y proclama el derecho a invadir para proteger a la población de origen ruso, dijo que los responsables de las muertes eran el Gobierno provisional de Kiev y sus aliados occidentales, acotó Reuters.
Rusia pidió este sábado a Estados Unidos que ejerza una mayor presión sobre el Gobierno ucraniano para que éste ponga fin a la ofensiva en el Este del país, de mayoría rusa.
"La ofensiva precipita a Ucrania a un fratricidio", dijo el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov, en una conversación telefónica con su homólogo estadounidense, John F. Kerry.
Moscú asegura haber recibido "miles de peticiones de ayuda" del Este del país vecino.
En tanto insurgentes armados prorrusos asaltaron ayer una unidad militar y un centro de reclutamiento en Lugansk (Este de Ucrania) con un saldo de dos soldados heridos, indicó la delegación local del ministerio del Interior, informó AFP.
Por otro lado, unos 5.000 tártaros de Crimea lograron ayer romper un cordón policial ruso y permitir la entrada de uno de sus líderes a la península del mar Negro.
Tras la controvertida anexión de Crimea a Rusia, Mustafa Yemilev, miembro del Parlamento de Ucrania, salió de la península. Tras ello Rusia le prohibió regresar al territorio y unidades especiales de la policía rusa intentaron este sábado impedir su entrada en Crimea. Pero la multitud tártara rompió el cordón policial y saludó la llegada de Yemilev, informaron medios locales.
Lo que comenzó como un proyecto anexionista en defensa de una comunidad que se sentía "excluida" y aneja a Ucrania, ha brotado en microrrevoluciones que como el cáncer ya hacen metástasis en territorios donde la influencia de Rusia se siente como en tiempos de la Unión Soviética (URSS).
A estas alturas pocos especialistas internacionales dudan de que Ucrania esté siendo conducida a una guerra civil donde el Kremlin se vería forzado a vincularse en defensa de sus minorías, un pretexto quizá válido pero que daría pie a un cambio de estrategia de Occidente ante las pretensiones de Moscú de defender su zona de influencia geopolítica.
Primero el Este y ahora el Sur, Ucrania es hoy un país que bajo un Gobierno de transición, ve como primero Crimea, Donetsk y ahora Odessa, enfrenta a prorrusos y proucranianos en una guerra fratricida en la que los radicalismos y la crisis económica se agudizan.
Al mismo tiempo, el presidente ruso, Vladímir Putin, gana capital político dentro de su país avivando el nacionalismo sin que las sanciones de EEUU o la Unión Europea sobre sus funcionarios o aliados parezcan pesar sobre sus hombros.
Anna Smolchenko, periodista rusa escribía que "Putin ha explotado astutamente la historia reciente de Rusia en la Segunda Guerra Mundial para apuntar a las autoridades prooccidentales de Kiev como enemigos de Moscú".
Esas llamas están terminando de alimentar divisiones dentro de Ucrania, donde prorrusos y ucranianos, por igual, son carne de cañón de radicales armados. El riesgo, entonces, es que en la decena de ex repúblicas soviéticas rusoparlantes esto termine repitiéndose.
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