Vale la pena leer el último libro del escritor colombiano Gabriel García Márquez -"Por la libre"- que será lanzado en Chile en febrero. Porque pese a que es una recopilación de artículos periodísticos, la historia se ha encargado de revelar que los hechos descritos corresponden más bien al género del realismo mágico.
Carmen Mieres
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Esta realidad deslumbrante no la conozco a fondo porque me la contaron,sino porque acabo de recorrer a Cuba de cabo a rabo, en un viaje extenso e intenso en el que nada de interés se me quedó por escudriñar".
Con este artículo titulado "Cuba de rabo a rabo", el premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez intentó describir "la realidad" cubana.
Apareció en la revista colombiana Alternativa y ahora vuelve a ser publicado en el libro "Por la libre". Esta obra es una recopilación de los trabajos periodísticos que García Márquez publicó entre 1974 y 1995.
Sin embargo, como lo demuestra el párrafo ya citado, la verdad es que muchos de los artículos periodísticos de García Márquez más bien responden al género del realismo mágico que le dio fama mundial. Porque muchas de las historias que el colombiano promueve como veraces, incluyen mentiras, exageraciones y recreaciones ficticias, las que como en el caso del artículo sobre Cuba, sólo el sentido común se encarga de desmentir.
Lo más curioso es que en su último libro García Márquez no publica una sola frase en la que rectifique los párrafos que el tiempo o las nuevas informaciones hayan dejado como obsoletos. Es decir, mantiene lo dicho.
EL GOLPE MILITAR
A principios de este mes la Editorial Sudamericana sacó a la venta "Por la libre" en Argentina, cuyo lanzamiento en Chile se espera para principios de febrero. Al leer los artículos que dicen relación con el golpe militar chileno, todo parece muy cierto, tan cierto como parece la lectura de la novela "Cien Años de Soledad".En el artículo "Chile, el golpe y los gringos", García Márquez describe la muerte de Salvador Allende de la siguiente manera: "Hacia las cuatro de la tarde, el general de división Javier Palacios logró llegar al segundo piso, con su ayudante, el capitán Gallardo y un grupo de oficiales. Allí, entre las falsas poltronas Luis XV y los floreros de dragones chinos y los cuadros de Rugendas del salón rojo, Salvador Allende los estaba esperando. Llevaba en la cabeza un casco de minero y estaba en mangas de camisa, sin corbata, y con la ropa sucia de sangre.
Tenía la metralleta en la mano. Allende conocía bien al general Palacios.
Pocos días antes, le había dicho a Augusto Olivares que aquel era un hombre peligroso que mantenía contactos estrechos con la embajada de los Estados Unidos. Tan pronto como lo vio aparecer en la escalera, Allende le gritó: 'Traidor', y lo hirió en una mano".
"Allende -prosigue García Márquez- murió en un intercambio de disparos con esta patrulla. Luego, todos los oficiales en un rito de casta,dispararon sobre el cuerpo. Por último, un suboficial le destrozó la cara con la culata del fusil".
La declaración de quien vivió con el Presidente Salvador Allende sus últimos momentos, el doctor Patricio Gijón, dada al diario El Mercurio el 11 de septiembre de 1974, afirma en cambio: "Apenas llegué abajo debí volver a buscar mi máscara antigases... Fue entonces cuando, al llegar al pasillo... me asomé por la puerta que daba al salón Independencia y vi al Presidente Allende sentado en el sofá con su metralleta entre las piernas, apuntándose a la barbilla. Fue algo muy rápido que ocurrió en fracciones de segundos. No puedo determinar claramente si fueron uno o dos disparos los que se hizo. Pero vi cómo el cuerpo se sacudía y la bóveda craneana estallaba, despedazándole la cabeza. De inmediato me acerqué, por instinto controlado, ya que me daba perfecta cuenta de que nada se podía hacer... La muerte fue instantánea".
El fallecimiento del mandatario se registró cerca de las dos de la tarde y no a las cuatro como afirma el colombiano, y la herida del general Palacios fue producto de un trozo de una esquirla.
García Márquez asegura que durante el 11, el periodista Augusto Olivares recibió varios tiros y murió desangrándose en la Asistencia Pública. La realidad, como lo consigna la estupenda recreación "El día que murió Allende", del periodista Ignacio González Camus, fue muy diferente: el asesor de prensa y amigo de Salvador Allende también se suicidó de un pistoletazo en uno de los baños del palacio.
Para situar sus artículos, García Marquez habla sobre Chile. Intenta dar cifras y antecedentes que cualquier chileno, sin necesidad de consultar una enciclopedia, sabe que no corresponden a la realidad . Dice, por ejemplo, que en nuestro país "ocurre un terremoto devastador cada tres años". Asegura que, en 1974, en Chile se producía de todo, "desde automóviles hasta pasta dentrífica".
En el mismo artículo, bajo el subtítulo "El ejército más sanguinario del mundo" el autor señala: "En Iquique, a principios de siglo, una manifestación de huelguistas se refugió en el Teatro Municipal, huyendo de la tropa y fue ametrallada: Hubo dos mil muertos". La realidad es que en la masacre de la Escuela Santa María de Iquique, hubo 140 muertos,durante los cuatro minutos que se prolongaron los tiros.
El Premio Nobel recrea algunas reuniones de las que no se conoce un solo antecedente. Así señala que la alta oficialidad chilena, incluido el general Augusto Pinochet, se reunió en la capital de Estados Unidos a finales de la década de los 60 para planear el golpe: "A fines de 1969,tres generales del Pentágono cenaron con cuatro militares chilenos en una casa de los suburbios de Washington... Uno de los invitados era el general Ernesto Baeza, actual director de la Seguridad Nacional de Chile,que fue quien dirigió el asalto al palacio presidencial en el golpe reciente, y quien dio la orden de incendiarlo. Dos de sus subalternos de aquellos días se hicieron célebres en la misma jornada: el general Augusto Pinochet, presidente de la Junta Militar, y el general Javier Palacios, que participó en la refriega final contra Salvador Allende".
Son varias, sin embargo, las investigaciones que demuestran que Pinochet se sumó al golpe militar recién en septiembre de 1973.
CUBA EN EL CORAZóN
El amor que siente García Márquez por Cuba -más bien por Fidel Castro- le lleva a escribir párrafos como los siguientes: "En los campamentos de vacaciones de Varadero, los niños de Cuba disponen de equipos de diversión, como no los conocen muchos hijos de millonarios gringos". Y agrega: "El propio Fidel Castro ha dispuesto un sistema defensivo contra el culto de la personalidad, hasta el extremo de que ninguna obra pública, ni ningún lugar ni ningún logro revolucionario puede llevar su nombre ni el de ningún otro dirigente vivo. Sin embargo, a pesar de esta precaución (...) ha logrado suscitar en el pueblo el sentimiento más simple pero también el más codiciado y esquivos de cuantos han anhelado desde los más grandes hasta los más ínfimos gobernantes de la historia: el cariño".La pluma de Gabriel García Márquez, como siempre es magnífica, pero "Por la libre" deja en claro que en la década de los 70, el colombiano estaba demasiado atrincherado y que se había convertido en uno de los principales agentes propagandísticos de la izquierda latinoamericana.
Encontrado en: http://www.tercera.cl/diario/2000/01/16/t-15.01.3a.REP.LIBRO.html
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