Los expertos creen que Europa es vulnerable a los terroristas solitarios
El País/EspañaSábado, 30 de julio de 2011
Como medias de emergencia, se propone controlar el comercio de abonos químicos y potenciar la vigilancia de internet
Expertos en lucha antiterrorista de los Veintisiete han analizado hoy en Bruselas, en compañía de especialistas llegados expresamente de Oslo, el atentado del pasado viernes y qué hay que hacer para evitar la repetición del fenómeno. Las conclusiones de la reunión no son alentadoras: existe la posibilidad de que alguien intente algo parecido por simple efecto de imitación, y el asesino de Oslo demostró la suficiente inteligencia como para no ser detectado.
Los especialistas mantienen que hay que adaptar el sistema de vigilancia a una nueva realidad: un 'lobo solitario' lo puede llevar al límite y burlarlo. "Tales actos son difíciles, si no imposibles, de prevenir", advierte Timothy Jones, consejero del coordinador antiterrorista de la UE, Gilles de Kerchove.
Los invitados noruegos han informado a sus colegas comunitarios del caso y luego entre todos han analizado cómo proceder con vistas al futuro, conscientes todos de que se está al principio de un proceso y que es pronto para sacar conclusiones sólidas. En rueda de prensa, el consejero de Gilles de Kerchove, ausente por motivos de viaje, ha hablado del "gran riesgo" de que alguien quiera emular a Anders Breivik. "La cuestión es saber cómo y dónde se produciría el ataque y si es detectable", ha señalado.
Porque lo que ha probado este caso es que un hombre inteligente, como Breivik, fue capaz de planificar durante años sus ataques y no dejar durante todo ese tiempo huellas sospechosas, destaca una fuente que ha asistido a la reunión. Siempre fue discreto y la granja que montó lejos de Oslo le permitió adquirir de forma natural el abono químico usado para el ataque con coche bomba contra los edificios gubernamentales. "Incluso con sistemas reforzados de seguridad un hombre así podría seguir escapando a la policía", señala la fuente.
Como medias de emergencia, los expertos han sugerido controlar el comercio de abonos químicos (asunto que podría plantear conflictos de mercado interior y hasta de sensibilidades sobre protección de datos privados) y potenciar la vigilancia de internet. "Una cosa es cierta: no hay que centrarse en un solo tipo de terrorismo", ha apuntado Jones. Las policías europeas han estado volcadas en los últimos años en la amenaza del terrorismo islámico.
Noruega en estado de "Grito"
Ariel SegalViernes, 29 de julio de 2011
¡Noruega perdió su inocencia!, titularon algunos diarios tras los recientes atentados perpetrados por Anders Behring Breivik, quien colocó una bomba junto al edificio principal del gobierno en Oslo, y el posteriormente, manejó 40 Km a las afueras de la capital, en donde tiroteó a decenas de jóvenes que disfrutaban en un campamento vacacional del partido laborista en la isla de Utøya, en el día más trágico vivido por esa nación desde el período de la II Guerra Mundial.
Quizá, la mayoría de los más de 4 millones de noruegos jamás imaginaron que una pesadilla semejante podría ocurrir en su apacible sociedad, lugar en donde anualmente se entregan los Premio Nobel de la Paz, y sin embargo, es probable que la clase política, liderada por el actual primer ministro laborista Jens Stoltenberg, también uno de los aparentes objetivos del atentado junto a la sede de gobierno, sí creían que su nación podía ser atacada por terroristas, pero no provenientes de su propia sociedad, sino, por grupos foráneos. Después de todo, Noruega es parte de la OTAN, y todos los países de esta organización militar trasatlántica han sido amenazados por Muamar Gadafi, con acciones suicidas, por su participación en los bombardeos contra sus tropas e instalaciones de gobierno (Noruega anunció que disminuirá su presencia en libia de seis cazabombarderos a cuatro, para el primero de agosto), y también, como parte de las fuerzas aéreas de la OTAN en Afganistán, le valió una amenaza directa del, ahora número uno de Al Qaeda, Ayman al-Zawahiri, por “participar en la guerra contra los musulmanes”.
Hay que recordar que en 2006, un tabloide noruego reeditó las caricaturas de Mahoma impresas en un diario danés que causaron violentos disturbios de musulmanes en varias partes del mundo, en incluso la embajada de Noruega fue quemada en Siria. En julio de 2010, tres inmigrantes musulmanes fueron arrestados en Alemania y Noruega por planear atentados con explosivos de peróxido y según las autoridades judiciales, las investigaciones demostraron sus vínculos con Al Qaeda.
Todo lo anterior explica por qué para los líderes políticos y militares noruegos no hubiese sido una sorpresa los atentados que dejaron más de 90 víctimas mortales si hubiesen sido hecho por islamistas o gente de Gadafi, pero lo que no estaba en sus cálculos, era la posibilidad de que un joven fanático religioso cristiano con ideología conservadora xenófoba y anti-musulmana, de clase media y de amplia cultura, hasta el punto que basado en novelas futuristas como “1984”, imaginó una Europa dominada por los musulmanes, dentro de 70 años, en un texto al cual llamó “Declaración de la independencia europea 2083-A”, en el cual se define como un “caballero templario” – como los que lucharon contra musulmanes en época de las Cruzadas – y anuncia que su destino es el de advertir a Europa de tal condena, insinuando su rol de ejecutar “acciones atroces, pero necesarias” que implican “eliminar primero a las doctrinas políticas multiculturalistas y marxistas”, representado por los laboristas.
Por eso, para este fanático, como a todo extremista de cualquier ideología, religión o cosmología, el fin justifica los medios, y asesinar a civiles desarmados en un acto de “amor” que dejó a todo un país con la sensación de desesperanza y tormento que nos da el famoso cuadro del noruego Edvard Munch, “El Grito”.
La ultraderecha amenaza Europa
El País/EspañaMiércoles, 27 de julio de 2011
El extremismo, tintado de nacionalismo y xenofobia, ha dejado de ser tabú y políticos respetables se acercan a él
A Siv Jensen, la incendiaria líder del Partido del Progreso noruego, se le mojó la pólvora al saber que Anders Behring Breivik, el asesino de Oslo, había militado durante años en sus filas. "Duele saberlo", comentó cuando le dieron la noticia. "Lo que ha ocurrido es una terrible tragedia y lo importante es que los noruegos estemos juntos". Jensen se encuentra ahora en el centro del escenario, bajo unos focos que la muestran en nutrida compañía de líderes y partidos extremistas europeos, que cazan a placer votos de un electorado a la defensiva por la crisis económica y defraudado por una Unión Europea que no solo no resuelve sus problemas sino que sacrifica en el altar de la globalización puestos de trabajo cada vez más escasos. El extremismo político, tintado de nacionalismo y xenofobia, ha dejado de ser tabú cuando políticos tan respetables como Nicolas Sarkozy, Angela Merkel o David Cameron juegan con la idea de que "el multiculturalismo ha fracasado completamente", como mantiene la canciller alemana. Políticos clásicos y radicales pugnan por ese electorado como en una subasta, lo que permite a los analistas aventurar que las ideas extremas modelarán el debate político en Europa.
La fractura está entre nacionalistas y los que apoyan la globalización
Su electorado está a la defensiva por la crisis y defraudado por la UE
Wilders: "Millones creen que economía e inmigración tienen mucho que ver"
"Aunque no gane, Le Pen modela el debate en Francia", dice un analista
Además de pedir unidad, Jensen dice estar muy de acuerdo con el primer ministro socialdemócrata, Jens Stoltenberg, en que "lo que necesitamos ahora es más democracia". No explica lo que eso supone ni si teme que la furia asesina de su antiguo correligionario vaya a dañar la fuerza de un partido xenófobo y ultranacionalista que hace casi dos años ella convirtió en la segunda fuerza política nacional, apoyada por el 23% de los noruegos.
El Partido del Progreso es el alumno aventajado de una ideología y un programa muy bien representados en los países nórdicos, antaño tenidos por la encarnación de lo liberal y la tolerancia y donde hoy crece el número de quienes se sienten arrollados por gentes venidas de fuera y de lejos con culturas extrañas y religiones inflexibles. El último en sumarse a esa familia en expansión de los ultranacionalistas ha sido el partido de los Auténticos Finlandeses, encabezado por el pulido Timo Soini con un programa hostil a la UE y contrario a transigir con los derrochadores países del sur, aunque al final haya aceptado que el Gobierno finlandés sea solidario con el plan para rescatar a Grecia y estabilizar las finanzas de la Unión.
Los Demócratas de Suecia también hicieron el año pasado buen papel en las urnas aupados a una plataforma antiinmigración, por más que sigan en el gueto político, al contrario de lo que ocurre con su equivalente en la vecina Dinamarca, el Partido Popular Danés, sostén parlamentario del Gobierno conservador desde 2001. Para su líder, Pia Kjaersgaard, el peligro viene de la todavía tolerante Suecia. "Si quieren convertir Estocolmo, Gotemburgo o Malmö en unos Beirut escandinavos con guerras de clanes, asesinatos por honor y violaciones por bandas, que lo hagan", advirtió Kjaersgaard. "Nosotros siempre podemos poner una barrera en el puente de Oresund". Dicho y hecho. El Gobierno danés ha lanzado un órdago a la UE al imponer de nuevo controles en las fronteras, una congelación de la libertad de circulación que consagra Schengen, sobre cuya legalidad tiene graves dudas Bruselas.
En Austria, en Hungría, en los Países Bajos (con la figura estelar de Geert Wilders, el ídolo antiislámico de Breivik), en Italia, en Suiza o en el Reino Unido la derecha nacionalista y xenófoba tiene ahora unos resultados que convierten a muchos de estos partidos en fuerzas con gran capacidad de influir en las políticas, en ocasiones desde el propio Gobierno, como la Liga Norte en Italia.
Shada Islam, politóloga asociada al European Policy Center, un centro de estudios de Bruselas, cree que "debido a la crisis y a la falta de puestos de trabajo los políticos juegan con las emociones para ganar votos y para ello buscan chivos expiatorios". Lo dijo claramente el holandés Wilders: "La inmigración tiene un enorme impacto económico. Creemos que cortar la inmigración por razones económicas debería ser parte de la campaña. Millones de holandeses creen que inmigración y economía tienen mucho que ver". Con ideas como esas convirtió hace un año a su Partido de la Libertad en la tercera fuerza política holandesa.
Estas doctrinas y programas se someterán por todo lo grande al veredicto de las urnas en la elecciones presidenciales francesas del próximo mes de mayo, en las que Marine Le Pen está llamada a jugar un papel crucial, según los sondeos: "Izquierda y derecha ya no significan nada; tanto izquierda como derecha están por la UE, el euro, el libre comercio y la inmigración.
La verdadera fractura está ahora entre quienes apoyan la globalización y los nacionalistas", replicaba en un reciente debate en París a Charles Grant, director del Center for European Reform (CER), un instituto de análisis político de Londres.
Grant refiere la experiencia de su encuentro con Le Pen en un informe que publicó la semana pasada, donde da cuenta de cómo la nueva líder del Frente Nacional está distanciándose de la extrema derecha, ha abandonado el racismo y la islamofobia de su padre, y se presenta como una fuerza nacionalista con supuestos de política económica propios de la vieja izquierda.
"Creo que Le Pen tiene razón cuando dice que la fractura política en Europa está entre nacionalistas y globalizadores", escribe Grant, quien no cree que los problemas tengan las soluciones (abandonar el euro, la UE y la OTAN) que ella propugna. Sus ideas "pueden ser extremas, pero dado el desastre en que está inmersa Europa, no le costarán votos entre quienes quieren dar una patada a las élites de París y Bruselas por su (aparente) presunción, soberbia e incompetencia".
"Aunque no llegue a ganar, ella -como sus equivalentes en Austria, Dinamarca, Finlandia, Países Bajos y Suecia- está modelando el debate político en su país", concluye el politólogo británico.
El asesino de Oslo
Fernando MiresLunes, 25 de julio de 2011
La prensa, a veces benevolente con sus lectores, ha tratado de calmarnos aduciendo que se trata de un fundamentalista cristiano, es decir, alguien que no es islamista pero que parece islamista
Las primeras suposiciones apuntaron de acuerdo a la lógica de un reflejo condicionado: la horrorosa masacre cometida en Noruega tenía que ser el producto de la acción del “terrorismo islamista”.
La gran sorpresa ocurrió cuando se supo que el ejecutor de la increíble maldad había sido un noruego de 32 años quien como diversos jóvenes europeos odia a los extranjeros, particularmente a los de religión musulmana; uno que como muchos otros detesta a los socialistas, a los demócratas en general, y piensa que como consecuencia del socialismo y del islamismo, las naciones europeas han caído en el foso de la más profunda decadencia. De modo que los “bien pensantes” de Occidente tuvieron que comprobar una vez más que el terror no sólo viene de Oriente sino, además, se encuentra entre ellos. En fin, han debido aceptar muy en contra de su voluntad, que el Islam no posee el monopolio sobre el terror y lo comparte con seres humanos (sí, es terrible: con seres humanos) de todas las ideologías, latitudes y creencias.
En cierto sentido el terrorismo es cosmopolita y multicultural; universalista y planetario.Y como un dios, está en todas partes, incluso en la más tranquila de las naciones del mundo, que eso era –y ya no es ni será- Noruega. El mensaje parece ser entonces explícito: el paraíso terrenal no está en la tierra.
Y cuando el criminal fue atrapado por la policía, creímos también que nos íbamos a encontrar frente a un monstruo con sangrientos colmillos o un esperpento de torvo mirar o un demonio con rostro humano. ¡Qué desilusión! A una persona como Anders Behring Breivik la podemos ver todos los días en la universidad, en un supermercado, en cada calle, incluso en el vecindario. Un joven quien según los cánones de la estética hegemónica, es bien parecido. Un chico guapo, simpático, inteligente, con formación profesional, relativamente cultivado (lee a Kafka ) en fin, alguien que a cualquiera señora de clase media le habría gustado tener como yerno.
Anders Behring Breivik, eso es lo que más espanta, no es un desconocido.
La prensa, a veces benevolente con sus lectores, ha tratado de calmarnos aduciendo que se trata de un fundamentalista cristiano, es decir, alguien que no es islamista pero que parece islamista. Del mismo modo se apresuraron en señalar que se trata de un extremista de derecha. En cualquiera de los dos casos, alguien que no es de nuestro mundo, un ajeno, un otro, un distinto. ¿Hasta cuando – ha llegado el momento de preguntarse- ese abuso con clichés que nada dicen?
En todas las religiones del mundo hay fundamentalistas, seres que viven su vida de acuerdo a los fundamentos de sus creencias, que siguen los rituales prescritos y todo lo miden según el rasero de su fe; personas tranquilas, admirables en más de algún sentido y en ningún caso peligrosas para nadie. ¿Y qué significa ser un terrorista de derecha? ¿De cuando acá los términos políticos -derecha e izquierda- cuyo sentido sólo es posible entenderlo en repúblicas parlamentarias son válidos para designar a los asesinos, seres anti-políticos por excelencia? ¿No se dan cuenta que hablar de asesinos de izquierda o de derecha es el peor insulto que se puede hacer a la actividad política?
No, Anders Behring Breivik es sólo un ser humano común y corriente quien detrás de su fachada ciudadana oculta un odio inmenso, tan inmenso que sólo puede satisfacerse con la muerte de sus semejantes. Ese odio, como todo odio (o como todo amor) precede al objeto del odio, y en el caso del asesino de Oslo, creyó encontrar ese objeto entre socialistas y musulmanes. Esa es la verdad que no podemos aceptar.
Como los asesinos nazis y comunistas del siglo pasado, como los colonialistas ingleses y franceses del siglo XlX, como los tiranos libios y sirios del presente, Anders Behring Breivik, ama con pasión a la muerte. De otra manera nunca habría hecho lo que hizo. En ese sentido el asesino de Oslo es un hombre normal, banal y sobre todo, moderno. Muy moderno.
Por de pronto Anders Behring Breivik no sólo es un terrorista. Además, practica un terror sometido a los criterios más propios de la lógica instrumental, lógica que domina sin contrapeso en los espacios científicos, técnicos y económicos de nuestro tiempo. “Fue un acto atroz pero necesario” – declaró al confesar con orgullo su espantoso crimen. Lo dijo con la misma tranquilidad con que un médico confiesa haber extirpado un órgano del paciente para salvar su cuerpo. Con la misma lógica fría de un ministro de finanzas que decide dejar sin trabajo a miles de ciudadanos para saldar la deuda pública del país. Con la misma seguridad de Maquiavelo quien inauguró la modernidad proclamando que los fines justifican a los medios.
Nadie puede negar tampoco que el asesino de Oslo actuaba de acuerdo a una rigurosa relación “costos beneficios”. El casi centenar de vidas sesgadas que dejó detrás de sí no eran más, según su criterio, que un precio que había que pagar “necesariamente” para salvar a su amada Noruega de la humillación socialista e islamista. ¿No fue esa la misma lógica de los colonialistas europeos quienes masacraron a naciones completas en nombre del progreso de la humanidad? ¿La de los nazis, quienes decidieron hacer desaparecer a un pueblo de la tierra para alcanzar la definitiva pureza de su “raza”? ¿La de los estalinistas, siempre dispuestos a asesinar en nombre del cumplimiento de una utopía? La diferencia es que Anders Behring Breivik actuaba –de acuerdo a las últimas informaciones- solo. Pero si de verdad actuaba solo, no estaba solo. Así se confirmaría una vez más que las ideologías son patologías colectivas del mismo modo como muchas patologías son ideologías individuales. En ese sentido Behring Breivik era un solitario que no estaba solo. Y si no estaba solo, hay que reconocerlo, estamos frente a un hombre normal y, por lo mismo, banal.
Parodiando el título de una novela de Mijail Lérmontov, el asesino de Oslo es “un héroe de nuestro tiempo”. Un héroe, porque no sólo arriesgó su vida sino, además, su honra para salvar, según su ideología, a su patria amenazada Y de nuestro tiempo, porque para realizar su maldad, recurrió a los medios tecnológicos más sofisticados que es posible imaginar.
El asesino de Oslo es, evidentemente, el “pendant” occidental de otro personaje muy “heroico” y moderno a la vez. Me refiero al egipcio Mohamed Atta, el gestor, planificador y principal ejecutor de los atentados que tuvieron lugar en los EE UU el 11. 09. 02. Los parecidos entre ambos criminales son, por lo demás, asombrosos.Tanto el uno como el otro provienen de un medio social relativamente acomodado. Se trata de personas educadas, inteligentes y poseedoras de avanzados conocimientos tecnológicos, sobre todo en el campo de la comunicación digital. Los dos, el egipcio y el noruego, eran idealistas y utópicos. El uno soñaba con un mundo islámico purificado de toda occidentalidad, liberado de materialismo, y sobre todo, de sexualidad. El otro sueña tal vez con una Europa cristiana, libre de musulmanes patriarcales y crueles, enemigos de Cristo y de la humanidad. Ambos, cada uno a su modo, descubrieron al “enemigo principal”, la representación absoluta del mal, y llenos de fervoroso heroísmo, utópicas promesas y sublimes ideales, no vacilaron en manchar sus manos con las sangres de los inocentes. Y no por último, ambos mataron en nombre de Dios.
La única diferencia entre esos siniestros mellizos es que Mohamed Atta actuaba de acuerdo a los criterios por los cuales se rige una empresa colectiva y Anders Behring Breivik –occidental al fin- parece que de acuerdo a criterios más bien individualistas. En cualquier caso estoy seguro que el asesino de Oslo, al igual que el asesino de New York, realizó un deseo que no sólo era un deseo suyo.
Quiero decir, en fin, que Anders Behring Breivik no sólo fue un ejecutor. Además fue un representante. ¿De qué o de quienes? Eso es justamente lo que debemos descubrir. Y puede no ser tan difícil: los representados no están muy lejos de nosotros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario