Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 5 de mayo de 2012

Justas palabras en recuerdo del Presidente Luis Herrera Campins.


Fausto Masó
El Nacional / ND

El llanero solidario

5 Mayo, 2012

   ¿La decencia, la honestidad, son valores burgueses? Nada que ver.

No basta con conocer la última teoría económica o manejar el arte de la política, es decir, saber mentir. Sin honestidad todo se va al diablo. Creyéndose la última Coca-Cola en el desierto, pero sin saber sumar, multiplicar, o restar, y haber leído todos los libros equivocados, vamos al infierno.
Fuimos vecinos en Sebucán un tiempo de Luis Herrera Campins, sin ser su amigo. En los últimos años de vida reivindicó con su sencillez la llamada República civil. Todo esto lo recuerda un libro ejemplar de Ramón Guillermo Aveledo, El llanero solidario .El ex presidente es un ejemplo para un país que le dio la espalda. No se quejaba de sus estrecheces económicas ni que lo tuvieran en el olvido, probablemente en sus últimos años lo invadió la tristeza frente al destino del partido que había fundado y del rumbo que tomaba Venezuela.
Como buen venezolano LHC pecó por ser demasiado amigo de sus amigos, tampoco comprendió la crisis económica, como le ocurrió a la inmensa mayoría de nuestros políticos, incluido Carlos Andrés Pérez que creyó que bastaba con un tratamiento de shock para recuperar la economía.
LHC atisbó la necesidad de cambios; tomar medidas de liberación en el segundo año de gobierno le costó su popularidad. Nuestros presidentes fueron víctimas de las limitaciones que les imponían su formación y la época, pero cada uno de ellos representó algo demasiado valioso para la Venezuela de hoy, fueron fundamentalmente demócratas y tolerantes.
Argentina hoy admira a un Arturo Illia cuyo derrocamiento inició un ciclo de violencias y corrupción que todavía no concluye. Un médico que se preocupaba por los pobres, un presidente que también cometió errores pero cuya estatura se agiganta al compararlo con los dictadores militares, los políticos corruptos como Carlos Menem, la demagogia de los Kirchner.
Uno de los secretos del poder de Chávez ha sido imponernos una visión simplista de la historia, que desgraciadamente imperaba ya en muchos libros de historia y en las academias militares, una visión marcial de nuestro pasado que se une a la crítica despiadada de la cuarta república, mejor llamada la República civil.
El libro de Ramón Guillermo Aveledo establece el contraste entre los caudillos mesiánicos y los presidentes democráticos. A los primeros se les sigue con los ojos cerrados, imponen una versión fantasiosa de la historia y obligan a sus seguidores a obedecerlos en la larga marcha hacia el desastre, les impiden reflexionar sobre el futuro, aceptar que una enfermedad del caudillo los obligue a buscar alternativas, y sostienen que el caudillo será candidato llueve, truene o relampaguee. Pero las cosas no son así, y esa fe de carbonero sólo augura que más allá de su desaparición física seguirá pesando en la política venezolana, como ocurrió con Juan Domingo Perón. Paradójicamente, quizá ese Consejo de Estado represente algo de sensatez en un panorama enloquecedor, donde las lágrimas sólo sirven para animar una peligrosa telenovela política.
LHC aplicó una exitosa política internacional, respaldó a Argentina en la guerra de las Malvinas, desarrolló la democracia en Centroamérica, construyó el complejo del Teresa Carreño, etc., etc.
Escribirá el final de esta historia, ¿la viveza de un caudillo? ¿O el legado admirable de nuestros presidentes civiles?

Lectura Tangente

Notitarde 05-05-12 | 
Rostros del Reverso 

La reivindicación necesaria de LHC

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Fuimos vecinos en Sebucán varios años de Luis Herrera Campíns, lo visitamos alguna vez, sin llegar a desarrollar una amistad, apenas nos saludábamos de lejos, pero aprendimos a admirar a un ex presidente que sin pretenderlo le daba una lección al país, en los últimos años de vida. Sin decir una palabra, su recuerdo hoy reivindica a la llamada República Civil, demuestra que a pesar de sus errores LHC fue algo más importante que un gran político, una gran persona. Todo esto nos lo recuerda el libro de Ramón Guillermo Aveledo, El Llanero Solidario.
El ex presidente sin pretenderlo ni saberlo se había convertido en un ejemplo para un país que le había dado la espalda y que quizá ahora comience a admirarlo. Vivía modestamente, sin escoltas, se las había quitado en gesto mezquino Chávez. No se quejaba de sus estrecheses económicas ni de que lo tuvieran en el olvido, probablemente sus últimos años lo invadió la tristeza al presenciar el destino del partido que había fundado y el rumbo que había tomado Venezuela. Ahora la publicación del libro de Ramón Guillermo Aveledo, lo vuelve a la actualidad.
LHC pecó por ser demasiado amigo de sus amigos, algunos se aprovecharon de su cercanía para comportarse indebidamente, tampoco supo comprender la crisis económica venezolana, como le ocurrió a la inmensa mayoría de nuestros políticos, incluso a Carlos Andrés Pérez que creyó que bastaba con un tratamiento de shock para recuperar la economía y hasta se jactó equivocadamente que el aplicaría en democracia un programa que solo un Pinochet había podido llevar acabo. Se equivocaba, y le costó el poder. Por su parte, LHC atisbó la necesidad de cambios económicos, pero su formación política lo limitó para emprender proyectos audaces.
Los 14 años de Chávez por contraste han puesto ante nuestros ojos el gran legado de LHC: la decencia, la trascendencia de ciertos valores, los que despectivamente se califican de burgueses, tradicionales, pero sin los cuales no hay sociedad, y en especial la venezolana, que no se precipite en una crisis terminal.
En Argentina hoy se admira a hombres como Arturo Illia cuyo derrocamiento inició un ciclo de violencias y corrupción del que todavía no se recupera el país. Un médico que se preocupaba de los pobres, un presidente que cometió errores pero cuya estatura se agiganta al compararlos con los dictadores militares, los políticos corruptos como Carlos Menem, la demagogia de los Kirtchner.
Las ideas de Luis Herrera sobre economía no le permitieron comprender y dominar la crisis venezolana, era pedirle mucho que supiera enfrentar la crisis que desembocó en el Viernes Negro y que marcó su presidencia, pero dejó una obra y su vida acrisolada. Ramón Guillermo Aveledo la cuenta con objetividad.
Uno de los secretos del poder de Chávez ha sido imponernos una visión simplista de la historia, que desgraciadamente imperaba en nuestros libros de historia y en las Academias Militares, visión que destaca el aspecto marcial de nuestro pasado, en la crítica despiadada de los presidentes de la IV República, mejor llamada la República Civil. Cometieron errores, pero representan lo mejor del pasado venezolano, el período que más resplandece en la historia.
LHC aplicó una exitosa política internacional, respaldó a Argentina en la Guerra de las Malvinas, desarrolló la democracia en Centroamérica, construyó el complejo del Teresa Carreño… y sobre todo gobernó como un demócrata, algo que extrañamos hoy.
E-mail: fausto.maso@gmail.com


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