La expresión con la que hoy titulamos el artículo, proviene de la tradición autoritaria de muchas familias venezolanos donde el padre (o la madre en su defecto), solía recordar a quienes lo olvidaban, quién era el que mandaba. El problema que se les presentaba a esos gallos era que su auditorio no trascendía las fronteras de su hogar o mejor dicho de su vivienda pues dudo que con esa mentalidad se pueda construir un hogar.
Hoy día es difícil oír esa expresión pues la modernidad, los inventos tecnológicos y los avances de la sociedad civil, han debido contribuir con la extinción de tan criolla especie. Adicionalmente, los gallos también envejecen y no siempre dejan herederos.
Sin embargo, todavía quedan rezagos de tales personajes. José Vicente Rangel, uno de los amanuenses preferidos del régimen, afirmó que Chávez regresaría al país "cuando le diera la gana". En realidad JVR no dijo nada nuevo, se le agradece que nos haya recordado algo que los venezolanos no debemos olvidar.
Ni es secreto ni ganas de desestabilizar, pero en este régimen se cumple con la constitución si a Chávez le da la gana; se ejecutan las obras si al comandante le da la gana; se cumplen las promesas si al líder le da la gana. Por extensión, los que soportan al líder no pueden comportarse de manera distinta, baste con escuchar a Diosdado Cabello, Cilia Flores y Aristóbulo Istúriz para entender cabalmente lo que significa hacer lo que le da la gana.
No cabe duda que en esta entrañable orientación, el régimen ha sido muy coherente de manera que no es descabellado pensar que en una muy probable derrota electoral, el comandante entregue el gobierno si le da la gana.
Lo patético del asunto es que durante más de doce años, a Chávez y su equipo no les ha dado la gana de resolver el problema de la vivienda, de la inseguridad, del hacinamiento carcelario, de la corrupción, de la crisis eléctrica, como sí les ha dado la gana de destruir el aparato productivo, de desmantelar la institucionalidad pública, de castigar a la clase media, de aliarse con los repudiados internacionalmente.
Lamentablemente quien así ha actuado durante tanto tiempo, embriagado con el "medalaganismo" del poder, es posible que no perciba la existencia de una sociedad democrática que ha tomado la firme determinación de restituirles a todos los venezolanos, las ganas de vivir y progresar en paz. Que tiene unas ganas inmensas de instaurar una sociedad constitucionalmente conducida. Que desborda en ganas de acabar con los eslóganes y la mediática gubernamental para sustituirla por un gobierno de contenidos reales, abanderado de la equidad y justo administrador de la justicia.
A Chávez nadie le puede impedir que haga lo que le de la gana, siempre y cuando no lo continúe haciendo con aquello que no le pertenece, es decir con este país. Si a Chávez le da la gana de deteriorar su salud, esa es su decisión, pero no tiene derecho a transformar a Venezuela en un insalubre país caribeño. Si el comandante presidente quiere regresar el 5 de julio como el "ave Fénix", las cenizas de donde emerja no pueden ser las de la sociedad democrática.
Si en más de doce años a Chávez no "le ha dado la gana" de gobernar al país, le corresponde a la sociedad democrática cambiar al gallo de canto único, por un liderazgo que cante en coro y que seleccione adecuadamente a los solistas.
mayora.j@gmail.com
Lo único relevante de todo este asunto de la enfermedad presidencial es que es otra prueba de la conducta contraria uno de los más elementales principios de la democracia: la transparencia. El Gobierno maneja todo como secreto de Estado, tal y como se hace en Cuba, en Corea del Norte o Bielorrusia. La privacidad individual, aun la de las personas públicas, es un derecho y debe respetarse, pero eso no implica la carencia absoluta de certeza e información sobre lo que sucede en cuanto a la salud del primer Mandatario, pues en este caso es un problema institucional que conlleva implicaciones políticas y constitucionales de importancia.
Lo mismo ha sucedido durante años con cosas aún más graves para la nación: no se dan cifras oficiales de muertes o crímenes; a estas alturas no se sabe realmente cuánta gente falleció en El Rodeo; no hay cifras oficiales de enfermedades y epidemias; no se sabe cuántos barriles de petróleo exporta Pdvsa, ni qué tan decadente está la industria; peor aún, no se informa del destino del dinero que va a parar a todos esos fondos tipo Fondem, que significan cerca del 60% del presupuesto nacional y que están exentos de todo control y rendición de cuentas.
El resto de las instituciones contribuye con la situación de inaceptable e inconstitucional opacidad. La AN se niega a investigar la verdad del caso del narcotraficante Makled o a discutir la crisis eléctrica. La Contraloría no solo está acéfala, sino que en la decadente época del finado Russian se utilizó como elemento de persecución de opositores en lugar de medio de control del Gobierno. Peor aún, las solicitudes de las ONG Espacio Público y Provea exigiendo se permita ejercer el derecho a la información y se exija apertura en instancias públicas, han sido desestimadas por el TSJ las ha desestimado. De modo que todos los poderes conspiran contra la transparencia en el manejo de la cosa pública.
Poco importa si el hombre está en un tratamiento psiquiátrico, en coma o haciéndose una lipoescultura (aunque en este caso se estaría usando el dinero de nuestros impuestos para un capricho estético, lo que es peculado). Lo importante es que la forma en que han tratado el asunto demuestra el infinito desprecio por la responsabilidad de gobernar de cara al ciudadano.
Democracia es transparencia y este gobierno todo lo maneja en la oscuridad. Ese es todo el problema con la enfermedad presidencial.
mrcarrillop@gmail.com
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