jueves 21 de julio de 2011
Espíritu Vinotinto
VenEconomía Opina
El ejemplo que ha dado la selección venezolana en la Copa América 2011, es algo que ha traído un respiro a la Venezuela de la era bolivariana, donde se ha impuesto como política de Estado la exclusión de quienes piensen diferente y la disgregación de la población como norma.
Son varias las lecciones que deja el desempeño del equipo de futbol nacional, la Vinotinto, que contra todo pronóstico, dejó de ser la cenicienta de la Confederación Sudamericana del Futbol (Conmebol) y superó al de equipos mundialistas y favoritos de los fanáticos, como Argentina y Brasil.
Una de los primeras, es que la superación sí es posible, cuando se trabaja en equipo y sin divisionismos, con profesionalismo, constancia, y con objetivos y planificación de metas claras en el corto, mediano y largo plazo.
La Vinotinto tuvo su debut el 12 de febrero de 1938, pero es solamente a partir del presente siglo donde se inicia un repunte del equipo, obteniendo resultados importantes que generan el compromiso y apoyo del país con este deporte. Y aunque no llegará a las finales de la Copa América, al ser dejada en el terreno este miércoles en los penaltis por la selección de Paraguay, hoy la Vinotinto ha ganado el respeto a nivel internacional por su encomiable desempeño que la llevó hasta la semifinal de la más importante disputa a nivel regional.
Otra lección es que se rompe la nefasta propensión de la última década de vincular al país en los titulares de prensa internacionales con noticias negativas, donde impera la violencia, el narcotráfico, la corrupción, y los nexos con actividades y países forajidos. Nacional e internacionalmente hoy el nombre de Venezuela vinculado con la Vinotinto, despierta el orgullo de los nacionales y la atención de la fanaticada extranjera.
La Vinotinto y la pasión que mostró en el campo, logró también que los venezolanos superaran por momentos la barrera del odio, la división política y el lenguaje agresivo que se ha venido imponiendo desde los niveles presidenciales en la población. La euforia que invadió plazas y calles en todo el país, con un solo grito ¡Arriba Venezuela!, fueron instantes de unidad donde no dominó el color rojo, ni el azul, verde o amarillo, sino el Vinotinto del fútbol venezolano.
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