Oswaldo Pulgar Pérez ||
Despertares
Historia con sabor a música
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Después de varias vueltas para conseguir estacionamiento, nos acercamos a la Casa de la Estrella. Engalanada por la pátina del tiempo, se aprestaba a celebrar los doscientos años de nuestra independencia.
Para celebrar por todo lo alto invitaron a más de cien artistas, para enriquecer con sus obras las añejas paredes de la casa. Todos los rincones destilaban arte e historia reciente, si consideramos la juventud de un país que apenas se está formando.
Las palabras de bienvenida de Pedro Douahi, la presencia estimulante de Cora Páez de Topel, la representante del Gobernador del Estado, y otros ilustres oradores, nos situaron en condiciones óptimas para apreciar la trascendencia de la efeméride. La lectura del Acta de Independencia nos hizo aplaudir las hazañas de aquellos héroes que fueron sus protagonistas.
Las interpretaciones de la Banda Sinfónica 24 de Junio, nos deleitó con valses eternos que traen al presente las costumbres antañonas, cuando se formaban pequeñas tertulias familiares, al salir los domingos, de la misa de once.
Nada más apropiado que el vals "Lluvia" de Luis Guillermo Sánchez para describir lo que estábamos viviendo: "Extasiado en mis recuerdos, contemplando la lluvia caer, en un invierno copioso, grandes nubes se ven ascender. La tarde se ha vuelto bruma, con neblina muy tupida, que es en el cielo, un blanco gris, en el espacio sin fin".
La interpretaciones pausadas y solemnes de la banda conducida por el maestro Carlos Pérez Strauss, invitaba a bailar como lo hacían nuestros abuelos, haciendo suertes al compás de los valses. Pero no fue posible. No había espacio. Muchos, como un señor que tenía a mi lado, se conformaron con cantar. Y no lo hacía tan mal.
Nos fuimos retirando cuando la noche, en silencio, aún lloraba. Las abrazos de los amigos iban vaciando los pasillos. La ciudad de mi querer, la novia del sol, sonreía cual hontanar saturado de estrellas.
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