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CONSENSO CONTINENTAL
Nuevo acuerdo para América Latina
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Hace casi 50 años, el presidente John F. Kennedy presentó su agenda continental ante el cuerpo diplomático latinoamericano en Washington. A diferencia de sus predecesores en la Casa Blanca, parcos a la hora de concebir una iniciativa para todo el hemisferio, Kennedy ofreció una nueva Alianza para el Progreso.
Invocando el espíritu libertario de la historia de las Américas, el nuevo presidente estadounidense invitó a la región a unirse en torno a objetivos comunes. La piedra angular sería la expansión de la democracia, base para construir el desarrollo institucional, la participación ciudadana y la prosperidad económica y social.
Sobre estos pilares, Kennedy propuso profundizar la integración regional dinamizando el comercio, la creación de un programa regional de seguridad alimentaria, la cooperación científica y cultural, y la transferencia de conocimiento mediante intercambios universitarios. El Banco Interamericano de Desarrollo era una plataforma para poner en marcha nuevos esquemas de educación, salud y nutrición que atendieran a la población más vulnerable.
Su discurso concluyó aquel 13 de marzo de 1961 con un compromiso por hacer de las Américas una región de personas libres, unidas por el objetivo de sociedades más prósperas y justas, en donde todos pudieran vivir dignamente. Nacida en la Guerra Fría, la Alianza para el Progreso recibió mucha atención en su día, pero la propuesta se desvaneció a fines de esa misma década.
Discurso de John Kennedy en 1961
El texto del Discurso Pendiente de John Kennedy, tal como ha circulado siempre en la sombra, era éste:
- "Queridos compañeros americanos y habitantes del Mundo, hoy, partimos hacia una nueva Era, la niñez de esta humanidad se esta acabando, y otra etapa está a punto de comenzar.
La nueva etapa de la que hablo, está llena de muchos retos, pero creo que el ayer, y las discordias del pasado, han preparado singularmente a esta generación para alcanzar el objetivo.
Ciudadanos del Mundo. No estamos solos.
Dios, en su infinita sabiduría, ha poblado el Universo con otros seres y criaturas inteligentes como nosotros. ¿Con qué autoridad me permito pronunciar estas palabras?.
En el año 1947, nuestras fuerzas militares recuperaron del desierto de Nuevo México, los restos de un avión de origen desconocido; la ciencia determinó que este vehículo vino del lejano espacio exterior. Desde entonces, nuestro Gobierno, ha tenido contacto con los creadores de esa nave espacial.
Aunque mis noticias, puedan parecer fantásticas, y de hecho, incluso aterradoras, yo les insto a ustedes que no las reciban con miedo y pesimismo.
Les aseguro como su Presidente, que esos seres no quieren hacernos ningún daño. De hecho, ellos han prometido ayudar a nuestra nación a superar a los enemigos más comunes de la Humanidad, la tiranía, la pobreza, la enfermedad, la guerra...
Nosotros estamos convencidos de que ellos no solo no son enemigos; de hecho, son amigos. Junto a ellos, podemos crear un Mundo bueno. Yo no puedo aseguraros que en el camino que vamos a emprender, no nos encontraremos con tropiezos y deslices.
Pero creo, que hemos encontrado el verdadero destino de las personas de esta gran Tierra, para conducir al Mundo hacia un glorioso futuro. Durante los próximos días, Semanas y meses, ustedes conocerán mas sobre estos visitantes, pues ellos están aquí, y nuestros líderes, han mantenido en secreto su presencia durante mucho tiempo.
Yo les pido que no sean tímidos al futuro y que lo afronten con valor. Porque nosotros podemos conseguir aquella antigua visión de Paz en la Tierra y Prosperidad para toda la humanidad.
Que Dios les bendiga a todos.
JF Kennedy"
Sin embargo, sus ideales estimularon la transformación de nuestra región. Hoy, reconociendo sus diferencias ideológicas y la diversidad de modelos políticos, América Latina exhibe democracias vibrantes. La economía de mercado se ha consolidado progresivamente, en un ambiente de mayor calidad institucional y de mejores condiciones sociales.
Medio siglo más tarde, ha llegado la hora de construir un nuevo acuerdo por el progreso para una nueva América Latina, en donde todas las naciones contribuyan lo mejor de su experiencia en favor del bienestar colectivo. En esta ocasión, en lugar de una agenda liderada por una sola nación, debe ser el continente entero el que llegue a un nuevo entendimiento.
Un buen punto de partida sería la ratificación por parte de Estados Unidos de los tratados de libre comercio con Colombia y Panamá. Un acuerdo de esa naturaleza le permitiría a la industria estadounidense lograr un incremento de 27% en sus exportaciones a Colombia. Todos ganarían, ya que se crearían empleos en ambos países.
Las oportunidades surgen de nuestras propias características y conquistas sociales. Nuestra población de cerca de 590 millones de personas tiene un promedio de 27 años de edad –menor que la población de Asia, Europa y Estados Unidos. No menos de 64% de nuestros ciudadanos se considera parte de una creciente clase media. En la última década, 40 millones de personas han salido de la pobreza. La esperanza de vida se sitúa en 74 años, la cobertura de agua potable es superior al 86%, nuestros niveles de alfabetización se aproximan al 92%, mientras la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad en las últimas dos décadas.
Estos cambios son evidencia de los efectos de la democracia, la apertura ordenada a la inversión, una política social inclusiva, la ampliación de mercados para nuestras exportaciones, la estabilidad macroeconómica, un clima de negocios más amigable y sistemas financieros más sólidos, entre otros factores.
Además, la globalización nos presenta realidades que, bien aprovechadas, nos abren espacios para consolidar los logros alcanzados. Las economías emergentes tienen un papel más relevante en el contexto internacional, los nuevos patrones de crecimiento han derivado en una reformulación de los flujos de comercio e inversión hacia América Latina. No todos nuestros países se encuentran en la misma situación; las oportunidades y desafíos son mayores para unos que para otros. Pero tenemos un potencial enorme y es nuestra responsabilidad aprovecharlo.
Estos avances conforman una nueva y poderosa narrativa: una región con más confianza, más expectativas y una visión más global. Esta es la región que el presidente Barack Obama encontrará en su viaje a Brasil, Chile y El Salvador. Una región que ha aprendido de sus experiencias y que busca acelerar su marcha hacia un mejor futuro. Si actuamos ahora y en conjunto, no hay duda de que estaremos ingresando en la década de América Latina.
La Cumbre de las Américas, que se celebrará el año próximo en Cartagena de Indias, es una oportunidad para alumbrar un nuevo acuerdo para el progreso continental.
La pareja Kennedy en Venezuela para promover la Alianza para
el Progreso que acepta Betancourt contra lo propuesto por Fidel
Castro en la misma época. eso dará paso a las guerrillas
Un acuerdo que estreche los lazos comerciales, expanda la integración física y energética, cierre la brecha digital, erradique el analfabetismo y derrote las principales causas de mortalidad infantil. El hemisferio en su conjunto debe establecer normas claras para la migración, fomentar la innovación, reducir los efectos del cambio climático, mejorar la prevención de desastres naturales y estrechar la cooperación contra el crimen organizado, el terrorismo y el narcotráfico. Cumplir con estos desafíos no será fácil. Pero es necesario, y está a nuestro alcance. Juntos podemos emprender una época nueva, que corresponde a la nueva región que estamos construyendo.
Kennedy desafió a los gobernadores del dinero retando a los dos vehículos más eficaces jamás utilizados para provocar el aumento de la deuda – la guerra y la creación de dinero por un Banco Central privado-. Sus esfuerzos por replegar todas las tropas de Vietnam en el 64, y por la Orden Ejecutiva 11110 hubieran cortado severamente a los beneficios y el control del establecimiento bancario de Nueva York. Ahora que EE.UU. se arrastra por el fango en el Suroeste Asiático y alcanza una deuda más que insostenible nos hace preguntar: ¿algún candidato de estas campañas presidenciales tiene el valor de considerar la utilización de la Orden Ejecutiva 11110 y está dispuesto a pagar el supremo precio por hacerlo?
¿Para qué revolución? <<>>
La historia política venezolana es prolífica en ejemplos en cuanto a revoluciones. Mejor dicho, a insurrecciones que no trascendieron como referencias paradigmáticas. Menos, como razón de desarrollo económico y social. Solo terminaron magnificando conflictos que, inicialmente, decretaban resolver. La racha de revoluciones que agobió al país durante el siglo XIX y parte del XX, solo condujo a incitar hostilidades que luego marcaron un comportamiento social profundamente atizado de angustias, reveses y equivocados apegos que desvirtuaron sentimientos éticos y valores ciudadanos.
Las tantas revoluciones que se emprendieron en nombre de causas supuestamente nacionalistas y patrióticas, fueron suficientes para que Venezuela comenzara a perder posibilidades y oportunidades de superar los embates y diatribas que, más tarde, confiscaron el ejercicio de legítimas libertades políticas y económicas. Fue así como paulatinamente vinieron menguándose francas propuestas de bienestar social y progreso económico forjadas por esquemas de recuperación no solo del desarrollo menospreciado. Además del tiempo desaprovechado.
Sin embargo, los esfuerzos que históricamente pudieron concentrarse de cara a lograr un proyecto de país que bien se correspondiera con las ventajas competitivas y comparativas propias, fueron relegados por disfrazados intereses de soberanía, desarrollo y democracia. La irrupción en 1998 del ortodoxo modelo militarista, terminó de socavar el delgado cimiento sobre el cual pudo levantarse, con dificultad, un sistema político democrático. Aún así, alcanzó cierta fuerza hasta que la mentada bolivariana hizo colapsar su estructura. Pero no sus bases ni su espíritu. Entonces, ¿por qué una revolución que oscurece verdades calcando errores? ¿Para qué revolución?
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