Francisco Sesto saldrá del Ministerio de Cultura
La patilla 12 Mar 2011 04:10
El presidente de la República, Hugo Chávez Frías,anunció que próximamente el ministro de la Cultura, Francisco Sesto, dejará ese despacho para dedicarse a tiempo completo al cargo que ejerce como Ministro de Estado para la reconstrucción de Caracas.
Sesto, arquitecto y poeta, asumió a finales del año 2010 el Ministerio de Estado para la Reconstrucción de Caracas, responsabilidad que alternó con el ministerio de Cultura.
“Es mucha responsabilidad”, dijo el presidente Chávez, al tiempo que manifestó que el mismo Sesto le propuso dejar la conducción de las políticas culturales del país para asumir por entero la construcción de viviendas dignas para el pueblo.
El Jefe de Estado recorrió la tarde de este sábado sectores de la carretera vieja Caracas-La Guaira, comunidades afectadas por deslizamientos por estar asentadas en terrenos inestables y aprovechó la ocasión para llamar a una cadena nacional. Allí firmó un decreto que declara al sector Blandín zona de peligro inminente y zona de peligro potencial.
Tras firmar el decreto, el Presidente aprobó recursos para construir 452 apartamentos para beneficiar a los habitantes de esta localidad.
Allí volvió a referirse al caso de Libia: “El hecho de que en Libia haya una guerra civil, no le da derecho a ningún país a invadirla” y también a las elecciones presidenciales del 2012.
“Ya soy candidato otra vez para el año que viene, yo los espero en la bajadita Ya soy candidato otra vez para el año que viene, yo los espero en la bajadita”, insistió.
Pocos minutos antes de las 5:00 de la tarde, el primer mandatario arribó a la zona de Blandín, conduciendo un vehículo jeep tipo Tiuna.
Con información de AVN
Francisco Sesto saldrá del Ministerio de Cultura
La patilla 12 Mar 2011 04:10
El presidente de la República, Hugo Chávez Frías,anunció que próximamente el ministro de la Cultura, Francisco Sesto, dejará ese despacho para dedicarse a tiempo completo al cargo que ejerce como Ministro de Estado para la reconstrucción de Caracas.
Sesto, arquitecto y poeta, asumió a finales del año 2010 el Ministerio de Estado para la Reconstrucción de Caracas, responsabilidad que alternó con el ministerio de Cultura.
“Es mucha responsabilidad”, dijo el presidente Chávez, al tiempo que manifestó que el mismo Sesto le propuso dejar la conducción de las políticas culturales del país para asumir por entero la construcción de viviendas dignas para el pueblo.
El Jefe de Estado recorrió la tarde de este sábado sectores de la carretera vieja Caracas-La Guaira, comunidades afectadas por deslizamientos por estar asentadas en terrenos inestables y aprovechó la ocasión para llamar a una cadena nacional. Allí firmó un decreto que declara al sector Blandín zona de peligro inminente y zona de peligro potencial.
Tras firmar el decreto, el Presidente aprobó recursos para construir 452 apartamentos para beneficiar a los habitantes de esta localidad.
Allí volvió a referirse al caso de Libia: “El hecho de que en Libia haya una guerra civil, no le da derecho a ningún país a invadirla” y también a las elecciones presidenciales del 2012.
“Ya soy candidato otra vez para el año que viene, yo los espero en la bajadita Ya soy candidato otra vez para el año que viene, yo los espero en la bajadita”, insistió.
Pocos minutos antes de las 5:00 de la tarde, el primer mandatario arribó a la zona de Blandín, conduciendo un vehículo jeep tipo Tiuna.
Con información de AVN
«A las artes visuales les ha tocado la peor parte»
Sandra Pinardi
Caracas 07 de Febrero de 2011 |
El Nacional
pág. 4 Escenas Cultura
S andra Pinardi se mueve entre dos aguas: el pensamiento y las artes visuales. La jefa del Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, especialista en Estética y curadora de exposiciones, considera que la investigación es, junto con la programación, el motor que hace funcionar a los museos. El abandono del estudio e interpretación de las colecciones y su historia es una de las razones que ha llevado a estas instituciones a la inercia y a su virtual desaparición. A juicio de la autora de libros como Espacio de ceguera, La comprensión del arte de fin de siglo y La idea moderna de obra de arte, los museos nacionales en este momento sólo existen físicamente como infraestructuras en las que no están dadas las condiciones para indagar o producir pensamiento; tampoco se ha dado una reflexión seria dentro de la cultura oficial para poner el arte al servicio de la gente, una promesa que data de 2004 y que se ha quedado sólo en la intención. --¿Cuál es el estado de la investigación sobre arte en las instituciones del país? --Creo que está muy mal, muy abandonada. La investigación en el campo del arte requiere de tiempo y apoyo, y en este momento la urgencia del país y los problemas que tenemos tienden a relegarla. --Entonces, ¿quienes están escribiendo la historia del arte? --Creo que en este momento no la está escribiendo nadie. Entre los años ochenta y noventa hubo un intento. En general, la historia del arte no se ha escrito aún. Los historiadores son muy pocos y puntuales: Alfredo Boulton, Juan Carlos Palenzuela, Juan Calzadilla... En cierto momento hubo un esfuerzo de los museos por empezar a ordenar la historia del arte, hacer un registro de los artistas y de los temas, que quedara constancia de cómo ha sido el devenir de las expresiones artísticas en nuestro país, pero eso se canceló completamente y en la actualidad, en el ámbito de los museos, nadie hace investigación y menos historia del arte. Hay mucho prejuicio, es una situación muy poco generosa. --Sin esos aportes, ¿qué queda de los museos? --En este momento los museos no existen. Hay unos edificios y unas cosas, pero no existe el interés de producir un discurso, indagar o pensar, ni siquiera el de mostrar. Me atrevería a decir que, dentro del área de la cultura, a las artes visuales les ha tocado la peor parte. Los museos han sido abandonados. Se trató de promover la inclusión, de abrir los museos para el pueblo, pero como la idea no tenía contenido no estoy diciendo que no estuviera bien no se sabía exactamente qué era lo que se iba a hacer, se alcanzó el estado de inercia. Los museos son inertes: siempre la misma cosa, una exposición que dura muchísimo tiempo, que no produce discusión ni confrontación ni diálogo, sino que está puesta para estructurar un cierto sistema de inclusiones y exclusiones. --¿Ese sistema de inclusiones y exclusiones justifica el uso que se le da actualmente al Museo Alejandro Otero? --Ha habido muchas acciones de emergencia irreflexivas y no sólo en el Museo Alejandro Otero, sino también en el Fuerte Tiuna. No creo posible que en ningún lugar del mundo el centro de defensa de la nación deba ser albergue de damnificados. Es un poco extraño que los refugiados estén en un museo, porque se pone en peligro el patrimonio, pero tampoco es normal que estén en Miraflores o Fuerte Tiuna, incluso por un tema de seguridad nacional. Pero nadie piensa lo que está haciendo y las emergencias se convierten en cotidianas. --¿Los museos no tienen dolientes? --Creo que la gente más doliente fue excluida en algún momento y construyó un ámbito paralelo de las artes. Caracas tiene un circuito grande, pero es paralelo porque está hecho por particulares. Es como si te hubieran botado y te hubieras instalado en otra parte. Uno no puede decir que no existe producción artística y cultural porque hay de todo, pero no es como antes, cuando había la estructura estatal. Había una preocupación de los gobiernos y en la actualidad la gestión nace de la preocupación de la gente. Eso estaría muy bien si los espacios pensados para eso no hubieran sido abandonados. --El público general alega que la contemporaneidad le rinde culto a lo feo, al rancho. --La estética no es lo bello, ni lo bello es lo bonito. Lo bello es lo que me produce la necesidad de seguir percibiendo. Hay cosas que no son bonitas, pero son bellas porque me obligan a indagar en un cúmulo de ideas. En ese sentido, cuando uno habla de estética no trata el problema del buen o mal gusto. El arte moderno es crítico, se sustenta sobre la idea de mostrarle a los hombres las sombras de la cultura, las partes que la civilización no ha logrado solucionar. Es un arte para despertar en el otro una cierta conciencia de los problemas. Ése es el sentido de los "ranchos" de artistas como Meyer Vaisman, no prima la imagen del objeto sino su intención y la reflexión que produce en el otro. El arte contemporáneo asume una posición política en ese sentido. --¿Hay un cambio de cánon en el país? --Vivimos una especie de dos mundos. Hay un gran sector de artistas y pensadores que siguen preocupados por expresar cosas; por otra parte, hay una cantidad de eslóganes políticos con los cuales el espacio público de la cultura intenta transformar el mundo de la creación artística, pero sus actores tienen un problema fundamental: se han quedado en puro eslogan. Hay una ausencia de contenidos que no tienen cuerpo, no se materializan en un proyecto. El arte para el pueblo y la inclusión por sí mismos no nos dicen nada. Les ha faltado justamente lo que a un artista moderno le hubiera sobrado: la capacidad teórica. Creo que la creación artística está un poco marginada porque no es aplaudida ni producida ni señalada por el Estado, la edificación revolucionaria. De todas maneras, históricamente la relación entre artistas y revoluciones no ha sido fácil, por la vocación crítica de mostrar lo que el Estado, la cultura y la sociedad no logran solucionar. | |
"Los museos venezolanos no existen"
"Parece que la cultura está de espaldas a la producción de la historia. No son museos, no tienen consistencia institucional"
La profesora Pinardi asegura que le creación de la Fundación Museos Nacionales mató a los museos (Kisaí Mendoza)
Sandra Pinardi, jefa del Departamento de Filosofía de la Universidad Simón Bolívar, lo advierte: tendrá un verbo drástico al hablar. Incluso se disculpa. Pero no se puede callar. Ella sabe por qué algunos creen que la cultura es peligrosa: reflexionar, proponer, pensar, exponer es un peligro ideológico para cualquier gobierno.
"La cultura es peligrosa porque te haces preguntas, te propones problemas, te empuja a la reflexión. Por eso, evidentemente, dejar que un curador haga una reflexión acerca de la producción plástica venezolana, por ejemplo, o que un artista realice un planteamiento independiente, no conviene. Por eso hay silencio", afirma quien fuera profesora del Instituto Universitario Armando Reverón.
-¿Qué tipo de gobierno es capaz de silenciar la cultura de un país?
-Históricamente los gobiernos que han silenciado dramáticamente la cultura son los que sienten que pensar, reflexionar, indagar o preguntar es un peligro. Probablemente los gobierno autocráticos, autoritarios. O los gobiernos muy fuertes, con muchas pretensiones autoritarias o gobiernos muy débiles que se sienten constantemente amenazados. En todo caso, no sería un gobierno de inclusión. Siento que a cualquier gobierno le encantaría silenciar un poco la cultura.
-¿Cómo definiría a los museos venezolanos?
-Creo que los museos venezolanos hoy en día no existen. ¡No existen! Un museo no es un edificio ni un conjunto de asignaciones presupuestarias. Tampoco es un grupo de personas que van todos los días a cumplir una función. Especialmente en Venezuela, el museo ha sido y fue una institución generadora de expresiones artísticas. Era un espacio vivo, que sí tuvieron miles de defectos. Pero ellos se convirtieron en los espacios de producción cultural. Si lo miras en este sentido, sabes que no hay museos hoy en día. No tienen ningún tipo de proposición para la cultura del país. Son lugares sumamente muertos.
-¿Un museo puede ser socialista?
-Toda acción tiene tendencia política. En este sentido, una despolitización de los museos me parece... ingenua. Me parece también ingenuo pensar que un museo puede ser elitesco, oligarca, socialista o autocrático. Son instituciones que albergan políticas culturales. Las políticas pueden ser socialistas o no, pero los museos no. Por eso creo que el gran problema del Ministerio de la Cultura y de la Fundación Museos Nacionales es esa inmensa ingenuidad con la cual han planteado los problemas culturales del país. También tienen un problema con el planteamiento de la identidad, que quizás sea el único elemento que se puede entender de la política cultural venezolana. Pero la identidad se afirma recuperando la memoria, la historia, haciendo énfasis en la pluralidad, la diversidad. Ellos no han logrado producir nada, porque son inmensamente reductivos, ideológicos, excluyentes.
-¿Pero una de las banderas culturales es la inclusión?
-La bandera tiene que ver con deudas, más que con inclusión. La bandera es: los que no han tenido voz deberían de tenerla. El problema es que la realización ha sido un silenciamiento, porque no tienen voz ni unos ni otros. Hay mucho resentimiento, mucho qué cobrar. Creo que los museos han sido tan importantes para eso que los han acallado, silenciado y convertido en una ruina. Los museos no están arruinados porque en el Alejandro Otero no funciona el ascensor o porque en el de Arte Contemporáneo se inundaron las bóvedas. Está arruinado básicamente porque no existen.
-¿Eso es sinónimo de destrucción, de silencio? si antes entrabas a los museos ¿ahora no vas a entrar?
-No es que no te quieran dejar entrar, es que te voy a obligar a ver lo que yo quiero que veas. El problema es la destrucción. Se han destruido las instituciones en general. Creo que ese fue el gran impulso inicial de todo el problema chavista: deshacer para rehacer. Lo que pasa es que no pudieron pasar de deshacer, porque no tenían ningún proyecto.
-¿Esa destrucción que buscó construir se debe a que los museos eran elitescos?
-Los museos en algún sentido, por definición, son elitescos. Están allí para resguardar de alguna manera los objetos emblemáticos producidos por la cultura en un área específica. Al contrario de lo que uno pudiera pensar, el museo venezolano no es un museo típico. Especialmente en los últimos años, en la Cuarta República, no se dedicaban a la memoria, ni al resguardo. Eran museos dedicados a la producción, en ese sentido, fue muy poco elitesco. Si ves la cantidad de jóvenes, de escuelas, de proyectos iniciales de cosas no consolidadas que se presentaban eso dice que no era elitesco. Eso no quiere decir que todos pudieran exponer allí. Hay selecciones, curadores. Pero la destrucción de los museos no viene por eso. Viene, primero, por la inmensa ineficiencia de los directores, que no sabían ni siquiera qué hacer. Segundo, por una gran dosis de malestar y resentimiento. Tercero, en toda la política cultural venezolana, en los últimos 10 años, hubo una anulación de las artes plásticas, en un sentido político. Cuarto, el pensamiento rural de confundir popular con tradicional. Es una dualidad falsificada, ideológica y que en el fondo ha destrozado la cultura. Quinto, la política cultural revolucionaria de Venezuela es absolutamente colonialista. Reinscribe los principios fundamentales del colonialismo: existe una cultura popular y otra elitesca; o que la identidad nacional tiene que ser con los aborígenes. En este sentido la destrucción no ha sido sólo de la institución sino también de la cultura del país.
-¿Cómo afectó a los museos la creación de la Fundación Museos Nacionales?
-¡Los mató, los mató, los mató! No sabría las razones. Pero la centralización y la burocracia, lo arruinó todo. Creo que a las personas que les encargaron la Fundación fueron incapaces de llevarlo acabo. A lo mejor como idea pudo haber sido posible. Pero era mejor su autonomía. ¿Porque en el fondo qué hace la Fundación Museos Nacionales? Anula cualquier posibilidad de proyecto, investigación e ideas. Lo que ha hecho es ejercer un poder ideológico y no gerencial.
-¿Con qué comparan hoy en día a los museos venezolanos?
-No tengo idea. Creo que con nada. Un museo venezolano en estos momentos no es un museo. No es un edificio, no es una nómina del personal. Es un conjunto de eventos de acciones, de hechos. Y en ese ámbito, ni el Alejandro Otero, ni el de Arte Contemporáneo ni la Galería de Arte Nacional son un museo actualmente. Sí son unos espacios de exhibición, por decirlo de alguna manera, de algunas obras que pertenecen a la colección.
-Los museos eran las escuelas de artistas, curadores, investigadores. ¿Dónde se formará la generación de relevo?
-¡Esa escuela la recuperaremos! A mí me parece dramático que en estos momentos la situación de los museos sea así. La red de museos es una ruina y eso inquieta. Lo terrible es que la Fundación haya sido tan absolutamente ineficiente como para ser capaz de desarmar la red de museos nacionales.
-No solamente no se realizan exposiciones, sino que hasta la infraestructura está pasando factura también...
-¡Es terrible! Yo me pregunto es por las colecciones. No tengo ni idea de lo que debe pasar, no tengo confianza de que estén bien, no lo sé. Pero están en abandono. La política cultural gubernamental decidió abandonar esos espacios.
-¿Cómo evalúa las pérdidas que se han producido por la política de no adquirir obras?
-Las colecciones son las mismas desde hace 8 años. Afecta al patrimonio y lo cultural. Pero creo que eso es recuperable. Podemos hacer una especie de reconstrucción. Lo más terrible es que hemos perdido el espacio para hacer las cosas. Los artistas han perdido el espacio para crear, para ilustrar, explorar, experimentar. Pareciera que la cultura está de espalda a la producción de la historia en este país. No son museos. No tienen ninguna consistencia institucional.
Dubraska Falcón
EL UNIVERSAL
«La situación de los museos es vergonzosa»
Luis Pérez-Oramas, curador de arte latinoamericano del Museo de Arte Moderno de Nueva York, no puede poner un pie en Caracas sin visitar los museos en los que confrontó a Armando Reverón por primera vez. Sin embargo, las instituciones que alguna vez lo llenaron de orgullo hoy son para él fuente de preocupación, tanto por el tratamiento que se hace de las colecciones como por los textos que acompañan las exposiciones, que a su juicio son erróneos y falsean verdades históricas.
Los ojos del mundo están puestos en Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela. ¿A qué se debe el creciente interés que hay por el arte latinoamericano? Pienso que todos los eventos tienen muchas causas, no una sola. Son muchas las instituciones museísticas de referencia internacional que están revisando los patrones según los cuales narraban la historia del arte moderno; en muchos lugares se está redescubriendo (y en algunos casos descubriendo) escenas artísticas que no fueron consideradas por esas narrativas en el pasado, entre ellas las modernidades latinoamericanas, que incluyen la venezolana. Por otra parte, hay un momento de eclosión museístico en América Latina del cual lamentablemente Venezuela está excluida. La situación de los museos en el país es simplemente vergonzosa y preocupante, pero en el resto de América Latina, en México, Colombia, Puerto Rico, Brasil, Chile, Perú, Ecuador y Argentina, hay una real eclosión. Se crean museos enfocados creativamente en el arte latinoamericano, así como colecciones públicas, algunas sostenidas por iniciativas privadas, que ofrecen una mirada nueva a la modernidad latinoamericana, en la cual se inscriben muchos artistas del país. Un último elemento a considerar es que ha habido lo que yo llamaría una diáspora de profesionales venezolanos hacia el resto de América Latina y el mundo, entre los cuales me encuentro.
¿Por qué se siente parte de una diáspora, si a usted no lo botaron de ningún museo? Ser parte de una diáspora no implica necesariamente que te hayan botado. Los intelectuales que se fueron de Alemania con la llegada del nazismo lo hicieron antes de que los botaran; lo mismo puede decirse de quienes abandonaron la Italia de Benito Mussolini o la España de Francisco Franco. La diáspora no necesariamente implica que te expulsen; puede darse porque las circunstancias de trabajo en el lugar donde te formaste no son las más propicias.
Eso es lo que está pasando; los intelectuales y profesionales venezolanos ligados a los museos, que vivimos un momento de oro de las instituciones culturales nacionales que lamentablemente ya no existe, trabajamos ahora en otros lugares, pero el país lo llevamos con nosotros y lo proyectamos donde estemos.
¿Aprovechó su estadía en Caracas para visitar los museos? Sí, trato de hacerlo siempre.
Estuve en la nueva sede de la Galería de Arte Nacional, en el Museo de Bellas Artes y en el Museo de Arte Contemporáneo. Me voy con un gran sentimiento de perplejidad. Creo que hay un momento muy triste en la exposición del patrimonio artístico nacional.
Opino que en los museos hay una gran falta de responsabilidad con la comunidad, que tiene que saber que la nación produjo obra; sus artistas se empeñaron en hacerlo brillantemente, y no sólo en los últimos 50 años. En un momento dorado de nuestra historia cultural el Estado hizo colecciones sobresalientes, pero hoy están dispersas por la manera como están exhibidas. Además, los textos que leí en la GAN son políticamente cuestionables; implican un manejo irresponsable de los contenidos, son equívocos y falsean la verdad histórica.
¿Qué le dejó la retrospectiva de Armando Reverón en el MOMA? Me dejó muchas satisfacciones y muchas preguntas. La mayor satisfacción fue que me consideré un elemento dentro de un equipo muy grande, eso es importante decirlo, que hizo posible esa exposición, y fui parte de un proyecto muy grande, que luchaba por ofrecer una visibilidad a la obra de Reverón en el contexto de la modernidad internacional, que un museo como el MOMA pudo darle. También me dejó muchas preguntas, entre ellas cómo insertar en las narrativas canónicas del arte moderno una modernidad diferente como la de Reverón.
Luego, en el MOMA ha sido un placer incorporar alguna que otra pieza de Reverón a la colección y llevar su obra a las galerías permanentes.
También tuve el gusto de incluirlo en una muestra de arte latinoamericano del siglo XX que organicé para el Museo del Estado de Nueva York, en la que Reverón estuvo al lado de Rufino Tamayo, Wilfredo Lam y Amelia Peláez, que son sus contemporáneos de la décadas de los años veinte y treinta.
¿Qué otros artistas despiertan su interés en este momento, aparte de la brasileña Lygia Clark, cuya retrospectiva organiza? Preferiría no dar nombres. A mí me sigue interesando comprender cómo la modernidad en América Latina fue un intento por producir un contexto nuevo para el arte latinoamericano, y cómo es hoy una referencia de lectura de los artistas contemporáneos. Me interesa descubrir qué queda de la modernidad en la obra de artistas contemporáneos como Jaime Gili, que nos rodea en esta sala de Los Galpones.
Hay un sistema consistente de producción contemporánea en América Latina releyendo críticamente el legado moderno. Eso es fascinante.
Paradójicamente, la cultura oficial le echa tierra al legado moderno. ¿Hay posibilidades de examinar la modernidad, que en el país ha alcanzado el estatus de "promesa incumplida", sin contaminar con la política la discusión? Yo diría que no. La modernidad es polémica y los antimodernos existen desde el primer día de la modernidad y van a seguir existiendo.
Los que creemos que la modernidad implicó un paisaje muy complejo y creativo y un gran legado humanístico también somos muchos.
Creo que el tema será siendo controversial.
EMMA ELINOR CESIN, NOMBRADA POR EL DICTADOR VENEZOLANO COMO
DIRECTORA DE LA:
LA UNIVERSIDAD EXPERIMENTAL DE LAS ARTES BOLIVARIANO, SI
NO LUCHAMOS CONTRA ESTA INFAMIA A LA CULTURA VENEZOLANA
"¡Es un museo! Pero nosotros tenemos un enfoque de arte integral. Podemos dar talleres los sábados "
La rectora de la Universidad Nacional Experimental de las Artes, Elinor Cesín, confirma que el Museo Jacobo Borges se convertirá en una escuela de museología. Pero jura que no dejará de ser una institución museística y que más bien será relanzada el 12 de marzo con una exposición.
-¿Qué va a pasar por fin con el Museo Jacobo Borges?
-El Museo Jacobo Borges está pasando a ser administrado por la universidad...
-¿Mediante un convenio o un traspaso?
-Mediante un comodato. La universidad es cotutelada entre el Ministerio de la Cultura y Educación Universitaria. Y (el Ministerio de) Cultura, a través de la Fundación Museos Nacionales, destina al Jacobo Borges a unos espacios de formación. La comunidad queda con la participación que tiene. La universidad entra en un proceso reconstructivo. Vamos a hacer una exposición que inauguramos el 12 de marzo. Y vamos a evaluar cómo son esos espacios de unión. Estos muchachos que están estudiando la licenciatura en Artes Plásticas, mención museología, podrán hacer su proceso de formación ahí.
-¿Pasa el Museo Jacobo Borges a ser una escuela de museología o de danza?
-Una escuela de arte. Vamos a preservar la esencia del museo. ¡Es un museo! Pero nosotros tenemos un enfoque de arte integral. Pensamos que podemos dar talleres los sábados, entre la comunidad.
-¿Se llamará Museo Taller?
-Sigue llamándose Museo Jacobo Borges.
-Habla de implementar talleres, pero durante años el Jacobo Borges los realizó.
-Siempre, claro, y con la comunidad.
-¿Entonces no es nuevo?
-No. ¿Qué es lo nuevo? Que los talleres serán acreditados por una universidad.
-¿Por qué el Jacobo Borges?
-Precisamente por el trabajo del Mujabo. Para el estudiante en formación en las artes es muy importante ese contacto con la comunidad. Los procesos creativos en las artes son muy individuales, muy de abstracción. Si logramos que nuestros muchachos se mantengan en contacto permanente con las comunidades, estamos apostando a la creación de un artista diferente.
-¿Piensan hacer aulas dentro del Museo Jacobo Borges?
-No.
-¿Lo van a mantener igual?
-Igual como museo. La estructura queda igualita con sus salas. Los muchachos van a estudiar su museología. Lo que tenemos que hacer es preservarlo como museo.
-¿Cómo va a trabajar sin colección?
-La colección jamás definió a ese museo. La colección es del Estado venezolano y quien maneja la colección es la Fundación Museos Nacionales. La colección es una sola.
-¿Cambia el perfil?
-No lo sé. Siento que el compromiso de la Universidad es con el proceso formativo, con la calidad.
-¿El Museo Jacobo Borges no se cierra?
-No, no se cierra. Al contrario, es como un relanzamiento.
-¿Qué le espera?
-Un baño de juventud. En formación antes no entraban. Los museos siempre se preservaban para artistas consagrados.
dfalcon@eluniversal.com
Bajo el convenio interinstitucional, Unearte tomará las riendas del museo
Oficialmente, el sábado 12 de marzo el Museo Jacobo Borges, ubicado en Catia, se convertirá en una escuela de la Universidad Nacional Experimental de las Artes (Unearte). Luego de dejar de ser una institución adscrita a la Fundación Museos Nacionales para pasar a manos de Unearte como parte de un convenio interinstitucional, el Jacobo Borges -que fue despojado de su colección de arte- será un salón de clases.
Su rectora, Elinor Cesín, asegura que para ese día se hará un "relanzamiento" de la institución con la inauguración de la exposición que reunirá el trabajo comunitario desarrollado entre las Hilanderas de Mucuchíes, en el Estado Mérida, y los estudiantes del área de Diseño de Artes Plásticas de la casa de estudio.
"Se trata de un montaje con las comunidades creativas con las que hemos estado trabajando y la universidad. Los estudiantes de artes plásticas en diseño se fueron y pasaron una semana con las hilanderas de Mucuchíes. Ellas les dieron su conocimiento ancestral. Pasaron una semana y sacaron unos proyectos bellísimos. Se tomaron unas fotos espectaculares de esos telares. Sostuvieron un diálogo entre arte y cultura. Es como el entramado entre la comunidad, la academia y el museo. Esa parte curatorial que la gente se pone muy poética con lo que hace, se llena de otra energía", afirma Cesín.
El principal cambio que va a sufrir el ahora Museo Escuela Jacobo Borges, según la rectora, se centra en lo que ella llama "un baño de juventud". Y es que Cesín asegura que los jóvenes en formación podrán entrar a la institución.
"Los museos siempre se preservaban para artistas consagrados, sobre todo para los desaparecidos físicamente, salvo algunas excepciones. Ahora son los espacios de los muchachos en formación. Vamos a apostarle a los jóvenes. (Es) una escuela de arte. Vamos a preservar la esencia del museo. ¡Es un museo! Pero nosotros tenemos un enfoque de arte integral", afirma de la institución que pretende enseñar museología a más de 300 estudiantes de Unearte.
En cuanto a la estructura del Jacobo Borges, Cesín aclaró que la edificación va a quedar exactamente igual, aunque piensan realizar unos arreglos en los techos del edificio.
"Quedará igualito con sus salas. En las salas los muchachos van a estudiar igualito su museología. Pero eso va a quedar igualito. Lo que tienes que hacer es preservarlo como museo (...). Va a ser, el Museo Jacobo Borges, un museo universitario. Un museo escuela, como lo ha sido siempre. Siempre fue el museo del pueblo. La universidad está llamada también a ser ese pueblo", dijo.
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