Un reportaje aparecido este domingo en la edición dominical del periódico La Tercera, de Santiago de Chile, revela datos absolutamente escalofriantes de los intentos emprendidos por Muammar al-Gadaffi a fines de los años 70 para montar un ejército multinacional, financiado, armado y preparado por Libia, para apoderarse de América Latina y sumarla al carro de la llamada "revolución verde" que el déspota de la tribu de los Gadaffa trataba de expandir desde Libia por el Magreb, África y el Oriente Medio.
Sus interlocutores, un grupo de políticos chilenos perseguidos por la dictadura del General Pinochet - entre los cuales el diputado Enrique Teplinsky, del Partido Radical Socialdemócrata chileno y por entonces embajador de facto de la izquierda chilena en Trípoli –, dotados de la suficiente sensatez y seriedad como para desechar tan delirantes propósitos, se negaron de plano a seguirle el juego. No querían más que el respaldo financiero del rico potentado libio para sus tareas opositoras, ceñidas a un proyecto democrático y cuya justicia se vería rubricada por el éxito con el triunfo en las elecciones plebiscitarias de Octubre de 1988 y el inicio de la transición con el gobierno del demócrata cristiano Patricio Aylwin en 1990.
Salieron escalfados, sin más respaldo que un saco de promesas descabelladas y veinte mil dólares libios. Habrán servido para recompensar a la viuda del presidente mártir Salvador Allende, doña Tencha Bussi, a quien unos celosos aduaneros de Gadaffi y fieles contralores al servicio del Corán le rompieran un par de botellas de Whisky escocés que llevaba de regalo a alguno de los exiliados chilenos que encontraran asilo en Libia y quien saliera escandalizada por la prohibición de la gerencia del hotel en que se hospedaba en Trípoli para presentarse en la piscina en traje de baño sin la compañía de su esposo. Tuvo que solicitar el auxilio de dos acompañantes de la delegación chilena, entre los cuales el socialcristiano Luis Maira, posteriormente embajador en México y en Argentina de los gobiernos de la Concertación, con quienes enfrentó a los guardias retándoles a que le prohibieran ingresar a la piscina, ahora que la acompañaban "sus dos esposos". Doña Tencha era no sólo una extraordinaria y valerosa mujer: jamás perdió su sentido del humor.
José Miguel Insulza conoce todos estos hechos anecdóticos, pues formó parte de la delegación chilena al Congreso a favor de la democracia chilena que entonces se reunió en Trípoli. Sabe, por lo tanto, de los delirios imperiales de Gadaffi y de sus esfuerzos por conseguir un socio latinoamericano que respaldara su locura. ¿O lo habrá olvidado?
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El cuento viene al caso no sólo por la súbita y aterradora actualidad alcanzada por el tirano libio, dispuesto a permanecer en el Poder al precio de masacrar a su pueblo, sino por los ingentes esfuerzos diplomáticos emprendidos por el déspota venezolano para neutralizar a la oposición mundial contra la permanencia en el cargo de Gadaffi y la alianza puesta en marcha con sus socios del ALBA para garantizarle el Poder o una salida honrosa, que ya se discute en los mentideros internacionales.
Asociando las revelaciones de La Tercera con los estrechos lazos establecidos entre ambos líderes cabe preguntarse si Muammar al-Gadaffi consiguió por fin en el teniente coronel venezolano el socio perfecto para el cumplimiento de sus delirios que buscaba hace treinta años y si efectivamente los vínculos entre Libia y Venezuela se extienden mucho más allá de las estrictas relaciones diplomáticas y comerciales para penetrar en el oscuro laberinto de la insurrección, el narcoterrorismo y la ingerencia militar en los asuntos de la región. El capítulo del entramado islámico-venezolano y el importantísimo papel político militar que desempeñan funcionarios de origen islámico en el gobierno de Hugo Chávez y la insurrección en América Latina está en el más blindado secreto. Ni la viuda de Salvador Allende ni Luis Maira, de la Izquierda Cristiana chilena, ni mucho menos el joven militante del Mapu José Miguel Insulza, tenían otros intereses que la recuperación de la democracia representativa en su país. Ni siquiera el PC o el MIR chilenos, enrumbados entonces hacia la lucha armada contra la dictadura, estaban en capacidad de responder favorablemente a una invitación para cuyo cumplimiento no tenían ni las bases, ni el poder ni la plataforma política. Ni la suficiente dosis de locura. Hugo Chávez, sin ninguna duda.
Con su par, el teniente coronel Hugo Chávez, Gadaffi encontraría sin duda ninguna a su socio perfecto: presidente de una república petrolera y estrecho socio en la OPEP, coronel, como él, tiránico y con afanes de entronización vitalicia, como él y ambicioso y delirante hasta la megalomanía, como él, Hugo Chávez se prestaba como un guante de terciopelo a su mano de hierro. Mucho más que Fidel Castro, dueño de una isla miserable, requerida de auxilio e incapaz de brindar ningún otro respaldo que el know how subversivo. Si bien le había abierto el camino con su Tricontinental y seguramente le había hecho llegar sus cantos de sirena de la expansión revolucionaria en los tres continentes.
El Magreb fue el primer escenario internacional de los afanes imperiales de los Castro. En Argelia puso de embajador a Jorge "Papito" Serguera, fiscal, censor y amigo íntimo de Raúl, de quien se sospecha le cabe una inmensa responsabilidad en el supuesto asesinato de Camilo Cienfuegos y quien soñara con venir a participar de las guerrillas venezolanas, según cuenta Héctor Pérez Marcano. En ese, el SEGUNDO SEMINARIO DE SOLIDARIDAD AFROASIÁTICA, efectuado en la capital de Argelia en febrero de 1965 y que fuera su última participación pública antes de irse a Bolivia y de allí al inframundo, el Ché declaró lo que habrá sonado a gloria en los oídos del joven militar libio, a punto de destronar al Rey y hacerse con el poder de Libia para seguir sus pasos: "No hay fronteras en esa lucha a muerte, no podemos permanecer indiferentes a lo que ocurre en cualquier parte del mundo..."
Un hombre que sería punta de lanza en el posterior intento por crearle una plataforma de ingreso a Latinoamérica al líder libio, Pedro Duno, estaba en Argel y trajo el mensaje del Ché al Partido Comunista: "quiero integrarme a las guerrillas venezolanas". Propuesta frontalmente rechazada por el PCV. Lo que no les impediría sumarse – Duno y el PCV – al asalto al poder del teniente coronel Hugo Chávez. Nada impediría los acuerdos secretos que se habrán establecido entre los gobiernos de Hugo Chávez y Muammar al-Gadaffi. ¿Será posible?
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La al aparecer inevitable caída de Gadaffi arrastrará consigo otro pedazo de alianza arrebatada a los esfuerzos imperiales del castro-chavismo. Y sus resonancias apocalípticas estarán teniendo sus efectos sobre el teniente coronel y su entorno. Salvo Venezuela, Bolivia, Cuba y Nicaragua, Gadaffi no cuenta con un solo aliado estratégico en el mundo. Está absolutamente solo y aislado.
Al mismo tiempo que Chávez hace esfuerzos notables por obtener algún resultado que salve a su aliado y encuentre protección a sus inversiones-relaciones con Libia, el presidente de Chile Sebastián Piñera, con gran discreción y sin bulla, como suele ser habitual en la diplomacia de su país, introduce una importante cuña en la presencia de Chávez en el escenario internacional: visita Israel, Palestina y España en un notable esfuerzo por facilitar la resolución del ancestral conflicto palestino-israelí. Con lo cual pone de manifiesto la voluntad del actual gobierno chileno por descongelar su protagonismo continental y salir como garante y confiable mediador en los conflictos internacionales que azotan al mundo. Una política que seguramente cuenta con el respaldo de Barak Obama, Hillary Clinton, Angela Merkel y la Unión Europea.
Según reporta el periódico madrileño EL PAÍS, el presidente chileno habría señalado con ocasión de una visita de tres días a la capital española la irrelevancia de la mediación de Hugo Chávez en el conflicto libio, con lo cual revela un secreto a voces. Una mediación tan sesgada a favor de una de las partes y tan interesada en salvar del ahogado el turbante, está condenada al fracaso. Más aún cuando se tiene la certeza de que Chávez no sólo respalda al tirano de Trípoli, sino que lo admira como al mayor de sus Pares. De lo contrario no le habría otorgado la máxima muestra de consideración de la diplomacia chavista: una réplica de la espada de oro y esmeraldas que los limeños le regalaran al caraqueño Simón Bolívar en muestra de inolvidable agradecimiento por sus servicios en favor de la Independencia de América.
El fin de la tiranía de Muammar al Gadaffi y la revelación de sus secretos de Estado vendrían a sumarse a los revelados por las computadoras de Raúl Reyes. Incluida la existencia de fondos venezolanos en las arcas libias. La caída del déspota tendrá temblando a quien pierde a alguien más que a un aliado: a un socio de aventuras. Tan delirante y tan absurdo, como él mismo. Sus efectos no podrán ser menos que catastróficos.
E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com
Columnistas del Día
¿Y ahora qué?
Un fantasma recorre el mundo: el fantasma de Hegel. Comprobamos su aparición en la cobertura mediática de las sublevaciones del mundo árabe-islámico. Nadie pronosticó las rebeliones. Nadie sabe a dónde se dirigen. No obstante, las ilusiones vuelan como la lechuza de Hegel y su "astucia de la razón". Basta leer los editoriales de la prensa bien pensante: El País, The Guardian, Le Monde, The New York Times. Es como tomar un curso titulado "Hegel para principiantes", según el cual La Historia marcha inexorablemente hacia la Libertad, la razón impone su curso y todo lo que acontece, por confuso que luzca, contribuye al Ideal supremo.La verdad, no obstante, es que desconocemos el futuro rumbo de la historia. Los que se apegan al consuelo hegeliano consideran que, por ejemplo, Auschwitz y Treblinka cambiaron la naturaleza humana al revelarnos el mal sin límites y enseñarnos a no repetirlo. ¿Pero quién puede estar seguro de ello? Las amenazas de Ahmadinejad contra Israel y los judíos traen ecos de otros siglos, pero resultaría ingenuo e irresponsable tomarlas a la ligera. Hace seis años, en el Líbano, grandes masas ocuparon las calles y poco tardó CNN en llevar sus cámaras a Beirut, proclamando el florecimiento de la democracia. Hoy Hezbolá, apoyado por Irán, domina el país. Lo que importa es qué pasará en Egipto, Libia, Bahréin, Yemen, y el resto, cuando la prensa occidental se mueva a otro lado con sus simplificaciones y quimeras. En esos países no he visto rostros sino multitudes, no he palpado mensajes sino tumulto, no he percibido proyectos sino consignas. ANÍBAL ROMERO, EL REPUBLICANO LIBERAL.
Estamos solos, ayúdenos
Es el grito cotidiano de los miles de libios que se han visto obligados a abandonar sus casas para huir de las bombas que les manda el implacable Gadafi. Recorremos los diarios europeos y vemos las docenas de fotos en las que aparecen estos seres morenos y fuertes, caminando por polvorientas carreteras con un viejo baúl o una canasta desteñida sobre sus cabezas en la que llevan una cobija, cualquier alimento, una fotografía. Sí, es verdad que están solos desde hace 42 años. Van hacia Lampedusa en Italia o simplemente se quedan bajo unas carpas que parecen de papel. Túnez, relata un reportero en el sitio, ya no puede soportar la llegada de los refugiados del conflicto libio. En la frontera de Ras el Ajdir más de 20.000 personas, según datos del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados, han colapsado el paso y se amontonan en el lado libio tras una verja azul. Tienen hambre, sed, sufren lipotimias y la desesperación les hace saltar la valla de la frontera aunque reciban los palos de los militares tunecinos. La revolución contra Gadafi, es ya un asunto de humanidad.
Todavía no.
Las que se quedan en la cercanía de las fronteras, son mujeres en su mayoría. Los que se van a pelear una guerra desigual son adolescentes , jóvenes y ancianos , cuyos fusiles y bombas manuales no pueden competir con el inmenso arsenal que Rusia le ha vendido al genocida, quien tilda a sus enemigos de saltamontes, apoyado en su aseveración por Chávez, Ortega , Castro, Morales, y, mirado de lejos por la OTAN y la ONU que todavía no deciden el destino de Libia. "Todavía no, opinan" mientras el pueblo libio se desangra en los hospitales y muere en el camino hacia una soñada libertad. El mundo entero ve con estupor lo que está ocurriendo en Libia y de qué manera se lanzan la pelota los dirigentes de las naciones que son los dueños de la última palabra.
Bandidos por convicción
La FBI le está cayendo a algunos de los muchos banqueros venezolanos que confiados en que la justicia no vendría por sus cabezas, cuentan desde hoy las penas de varios años en la cárcel por delitos de fraude y obstrucción a la justicia además del uso indebido del dinero de las pensiones de trabajadores de Pdvsa en negocios ilegales, como fue el caso de Francisco, "Pancho" Illaramendi, bautizado como el salvador de Chávez con sus Bonos en tiempos de crisis y como el padre del dólar permuta. Ya el bandido confesó que sí, que es culpable, que es un ladrón, quizá para no morir de viejo tras las rejas. Hasta ayer Ramírez no lo conocía, como declaró en la Asamblea Nacional. Chávez tampoco lo debe conocer, como desconocía al hombre del maletín. Los otros dos pajaritos son Juan Carlos Guillén Zerpa y Juan Carlos Horna Napolitano, pastor evangélico, a quienes se agregarán otros más, entre ellos el hermanito de Jesse Chacón. Boliburgueses todos. Del Opus Dei algunos, evangélicos los otros.
La hermandad entre las revoluciones libia y venezolana ha sido proclamada reiteradamente por el Presidente de la República. Uno comprende su admiración, e incluso su visión de que aquel joven y carismático coronel que asaltó exitosamente el poder en un país petrolero y lo ha conservado más de cuarenta años y ha proclamado la construcción de una "Jamarihiya Árabe Libia Popular Socialista" pueda serle una especie de modelo. El difunto profesor Núñez Tenorio, temprano ideólogo del chavismo y el ahora gobernador Tarek Saab, apaleado por los votantes de Anzoátegui el 26-S, fueron por años propagandistas del "Libro Verde" de Gadafi en Venezuela. El catedrático de Filosofía admiraba también las teorías del "presidente eterno" nord coreano Kim Il Sung. Chávez ha recibido un Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Trípoli, y el "Premio Gadafi de los Derechos Humanos", denominación que encierra una de las ironías más crueles de que uno haya tenido noticia. Éste es uno de los raros países a los cuales el dictador libio ha visitado en estos años y en una de ésas, el Presidente le entregó la réplica de la espada del Libertador y, como si eso no bastara, le dijo delante de todo el mundo, que Gadafi era a Libia lo que Bolívar para nosotros. O sea que lo puso en el altar mayor de los altares mayores que pueda imaginarse.
Nada de raro pues que en los primeros trámites de la crisis libia, el Ministro del Exterior británico, obligado al comedimiento por razones obvias, lanzara como una hipótesis verosímil que Gadafi habría abandonado su país y estaba en ruta al nuestro. Trípoli y Caracas desmintieron rápidamente la versión y estaban en lo cierto, pero era obvio que de todos los países del planeta, era con el de nosotros que se asociaba al tenebroso personaje.
La rebelión y deposición del Presidente egipcio Mubarak, heredero de la revolución nasserista que tiene su parentela con el militarismo nacionalista del Chávez pre-marxista, fue despachada en la retórica oficial como producto de su cercanía con los norteamericanos y su actitud hacia Israel. Pero cuando estalló la crisis libia. Y lo que empezó con manifestaciones reprimidas con saña y desproporción, pasó a disturbios y se convirtió en una violencia con visos de guerra civil, y la comunidad internacional ha condenado de modo abrumador, ONU incluida, el gobierno de Chávez la tuvo más difícil.
Primero, un silencio más o menos perplejo. En seguida defiende a Gadafi. Luego levanta la bandera de la no intervención. Que el mundo deje que Gadafi mate a los libios que necesite matar para mantenerse en el poder. Y después propone una mediación internacional, una intervención política y diplomática. Opción válida, por cierto y ojalá prosperara, para evitar la carnicería que amenaza convertirse en catástrofe humanitaria, pero de muy dudosa credibilidad en labios de quien ha sido tan aliado del tirano en dificultades.
La situación Libia tiende a complicarse, precisamente como secuela de las manipulaciones de Gadafi para sostenerse. El Ejército no puede ser el árbitro de Egipto o Túnez, porque el dictador desconfiado lo debilitó. Las milicias que él formó se descomponen y los conflictos tribales que él especuló se exacerban. Hay expertos que predicen un escenario somalí. Todo eso hay que leerlo con atención. Estudiarlo. Comprenderlo. Es lo pertinente para un venezolano.
La relación entre Gadafi y Venezuela no comienza con Chávez, en tiempos pasados verdaderas peregrinaciones de líderes de la izquierda pasaban vacaciones en Trípoli, invitados por el dictador libio que igual que Chávez creía posible impulsar la revolución con los recursos del petróleo. Fracasó estrepitosamente, le bebieron y le comieron su dinero y en Venezuela no pasó nada. Domingo Alberto Rangel cuenta al que quiere oírlo las historias de las reuniones en Libia, el atractivo que tenía el país para los maracuchos. Nadie lo llamaba dictador por esos años, igual que más recientemente los gobiernos de occidente olvidaron convenientemente las atrocidades financiadas por Libia, los ingleses le entregaron al dictador al acusado de colocar la bomba en el avión de la Panamerican que estalló sobre Escocia, con el pretexto de que le quedaban pocos meses de vida hace dos años se lo entregaron a Gadafi que previamente lo había entregado a Inglaterra para librarse de las acusaciones y el bloqueo. A los pocos meses British Petroleum anunció una enorme inversión en Libia. Ya Berlusconi había iniciado una relación privilegiada con Gadafi lo mismo que los franceses. Desde Aznar a Tony Blair se retrataban con el dictador el que había cambiado de postura desde que en tiempos de Reagan los norteamericanos le lanzaron un cohete a la tienda donde se alojaba, para su suerte sólo mataron a una de sus hijas, pero el dictador aprendió a comportarse con más mesura y terminó extendiéndole la mano a los gobiernos occidentales.
En los nuevos tiempos un hijo de Gadafi, aficionado al fútbol, fue contratado por un equipo de la primera división italiana, otro protagonizó un escándalo bien conocido en Suiza y por un momento pareció que lo juzgarían como a cualquier hijo de vecino, hasta que en Trípoli aprehendieron varios ciudadanos suizos y Zurich para conseguir su libertad se olvidó el escándalo del hijo de Gadafi.
El director de la ¿prestigiosa? London School of Economics renunció en estos días, había entregado un título honorífico a Gadafi.
Súbitamente Gadafi pareció perder el poder. Inmediatamente perdió a sus nuevos amigos, lo abandonaron. Chávez que quizá desconoce un poco la historia le tendió una mano al caído en un gesto de audacia, o quizá como si pensara qué le importa una raya más al tigre. Subió Wall Street ilusionado por la posibilidad de una solución pacífica, Chávez apareció en primera página de la prensa mundial (hablen de mí aunque hablen mal) un hijo de Gadafi confiado en su fuerza aérea y en sus tropas especiales rechazó la mediación. Ahora de pronto parece haberse vuelto la tortilla, o el dominio del aire de Gadafi le otorga una ventaja quizá ilusoria sobre sus enemigos, los bombardea pero no toma posesión del resto del país. Por lo menos al escribir esta nota.
La opinión pública pide la intervención en Libia, supone que los rebeldes pelean por la democracia, en realidad nadie sabe con precisión quién tomará el poder al día siguiente de que la familia del dictador abandone Trípoli y ni siquiera hay la certeza de que esto ocurrirá en unos días. Este drama puede durar más tiempo del previsto porque más allá del tema de la democracia o la dictadura Libia es un país demasiado rico; chinos, rusos y turcos han invertido grandes sumas en el país. Ingleses, franceses, italianos y los mismos norteamericanos, desean que el posible nuevo gobierno respete sus inversiones. Los adversarios de Gadafi no están unidos, el ejército libio carece de la fuerza y del prestigio que tenía el egipcio. No hay nada claro sobre el futuro del país ni hay demasiado entusiasmo con la revolución en los países árabes. El mundo simpatiza con la democracia en la región, pero los poderes reales prefieren como siempre malo conocido que bueno por conocer. Y el malo conocido Gadafi parece de salida y nadie conoce ni al bueno ni al nuevo malo, el dictador que reemplace al dictador.
E-mail: maso1950@cantv.net
"A la oportunidad la pintan calva"- se dijo en horas de insomnio de la madrugada. E inmediatamente se dio a la tarea de armar la proposición con la que –creía él- cosecharía laureles internacionales y proyectaría mundial y exitosamente su figura, lo que se traduciría en la recuperación de la aceptación popular de lo que antes gozó en pueblo venezolano-
La explosiva y exitosa rebelión del pueblo libio contra su criminal dictador, Myanmar Gadaffi, un capítulo más del expansivo movimiento democrático que está removiendo los cimientos políticos y económicos del Medio Oriente, del Norte Africano, le ponía en las manos la oportunidad que venía buscando para rehacer su hoy enflaquecido prestigio popular y poder aspirar, con posibilidades de victoria, a la reelección presidencial el año próximo. La tomó por los cabellos y la expuso públicamente, al país y al mundo. El jefe del gobierno "bolivariano, revolucionario y socialista" –e inepto, militarista y corrupto- se ofrecía como mediador del sanguinario conflicto libio. Promovía la integración de una comisión internacional del más alto nivel que se entrevistara, con el estratificado dictador Gadaffi – 42 años en el poder unipersonal- y con la representación calificada del pueblo que propulsa su disposición, su enjuiciamiento y su más severo castigo.
Desde luego, sus corifeos venezolanos acogieron inmediatamente y jubilosamente el proyecto del caudillo, copia del gobernante libio y de igual manera reaccionaron los jefes de Estado latinoamericanos y caribeños a los que alimenta diaria, generosa e ilegalmente con millones de petrodólares venezolanos, todos ellos se sumaron inmediatamente a la proposición del jefe del gobierno "bolivariano, revolucionario y socialista" –e inepto, militarista y corrupto- y le ofrecieron incondicional respaldo internacional, a la vez que, en copia de la posición del dictador venezolano, se pronunciaban también por condenar la justa rebelión del pueblo libio.
Pero son sólo tres o cuatro voces las que adhieren a la proposición del jefe del gobierno "bolivariano, revolucionario y socialista" –e inepto, militarista y corrupto-. Desde luego, sus jefes Fidel y Raúl Castro. Y los presidentes de Nicaragua, Ecuador y Bolivia.
Los restantes gobiernos latinoamericanos y del caribe, y todos los pueblos de la región, sin excepción y sin dubitaciones, se han manifestado y siguen manifestándose públicamente en respaldo y solidaridad con el valeroso pueblo libio en su heroica e irreversible decisión de echar del poder al dictador Gadaffi, de enjuiciarlo por sus innumerables crímenes y de recuperar la colosal fortuna que él y su familia le robaron a la nación Libia durante los siniestros 42 años de mandato. Y Venezuela, a la que nuestro tropical competidor de Gadaffi quiso y quiere presentar como adherida totalmente a su interesada proposición, encabeza unánimemente el rechazo definitivo y sin condiciones a la gestión presuntamente conciliadora entre las partes litigantes en el país africano.
Pero el rechazo va más alla. Uno de los propios hijos del dictador Gadaffi y como su padre beneficiario directo del saqueo al que durante 42 interminables años han sometido a la nación Libia, hizo publico su total rechazo a la gestión promovida por el jefe de gobierno "bolivariano, revolucionario y socialista" –e inepto, militarista y corrupto- como igualmente ha reaccionado categóricamente el pueblo libio en arma contra su tirano.
Murió al nacer la infeliz idea, que no perseguía otros objetivos que los de salvar al dictador Gadaffi de la iras de su pueblo justamente enfurecido, por un lado, y, por el otro , tratar de recuperar en alguna proporción la confianza que alguna vez tuvo el pueblo venezolano en quien hoy, al estilo Gadaffi, lo tiraniza y lo despotiza, lo empobrece, lo analfabetiza y lo corrompe. Las cartas están echadas en 2012 tendremos otro presidente y Libia ¡también!!!
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