“Maduro comienza muy mal al perseguir a los disidentes”
El ex rector de la UCAB, Luis Ugalde, no cree en la sinceridad del Presidente de la República cuando dice que está dispuesto a dialogar hasta con el demonio. “Es totalitario el régimen en el que no puedes disentir”, afirma
El sacerdote jesuita Luis Ugalde recomienda ver el video (colgado en Youtube) en el que aparece el ministro de Vivienda, Ricardo Molina, capturado in fraganti cuando amenazaba con botar a los empleados públicos que estén en contra del Gobierno.
Y seguidamente –continúa la sugerencia– ver la película La vida de los otros, del director alemán Florian Henckel von Donnersmarck, que recrea la infeliz existencia de un agente de la policía secreta encargado de espiar a un escritor no alineado con el régimen totalitario que imperaba en Alemania Oriental en 1984.
Ugalde recuerda que después de la Segunda Guerra Mundial hubo elecciones abiertas en Checoslovaquia, ganó el Partido Comunista y en poco tiempo no había ni un solo disidente en libertad. ¿Similitudes con la situación actual en Venezuela? “Es totalitario el régimen en el que no se puede disentir en libertad”, responde el ex rector de la Universidad Católica Andrés Bello.
—Hasta el papa Francisco se ha hecho eco de lo que sucede en Venezuela. ¿Es tan grave la situación?
—El Papa, la Internacional Socialista y muchos gobiernos del mundo nos han advertido que se trata de una emergencia muy grave. Nos dicen que tenemos que convencernos que de aquí en adelante la forma de hacer política no puede ser igual. Y ese mensaje va dirigido principalmente al Gobierno.
—En respuesta, vía Twitter, Maduro dijo que rechaza la intolerancia, como si el Gobierno nada tuviera que ver con eso.
—Hay muchas cosas que se dicen de la boca para fuera. Maduro, en ese momento, citó a san Francisco de Asís: “Hazme instrumento de tu paz. Donde haya odio, yo pongo amor”. Pero lo dice ligeramente. Lo mismo que cuando dice que sería capaz de dialogar hasta con el demonio. El diálogo debe ser sincero, de lo contrario Venezuela no tiene salida. No se trata de eslóganes, como ese de la revolución dentro de la revolución, que no reflejan lo que está pasando: que la inflación va a ser mayor a lo largo del año por el déficit fiscal y porque no alcanzan los dólares para importar; que la producción dentro del país ha bajado dramáticamente; que hay que diversificar la economía porque 94% de las exportaciones es petrolera; que hace falta empleo calificado, bien remunerado, estable y con seguridad social; que al ser importadores estamos generando empleo en otros países pero no en Venezuela y tenemos a la mitad de los trabajadores del país como vendedores ambulantes.
—Las autoridades del Poder Electoral y del Poder Judicial han adelantado que el recuento de votos es un imposible y que no van a variar los resultados oficiales que ratificaron a Nicolás Maduro como Presidente de la República.
—Ni la presidenta del Tribunal Supremo de Justicia ni algunas de las rectoras del CNE que han salido a declarar han entendido la gravedad de la situación. Y le hacen muy mal favor a un gobierno que muestra sus debilidades y ya no cuenta con su gran líder. La auditoría que se prometió es algo que ayudaría a recuperar la credibilidad del ente comicial, que bien le viene, así como la tranquilidad de la población. Procede cuando hay duda razonable y, en esta oportunidad, las dudas son más que razonables. El Gobierno no imaginó que una inmensa mayoría de los ciudadanos, incluidos chavistas, quieren que se aclare todo. ¿Qué pasa? Si tú un día dices sí, al siguiente dices no y luego que la auditoría no servirá de nada, la gente supone con razón que algo esconden. Se decida lo que se decida en la auditoría, es obvio que ha habido un empate, y que sin todas estas coacciones, la oposición tiene más votos que el Gobierno. Sin todo el ventajismo y el uso abusivo de los recursos del Estado, el Gobierno pierde.
—¿El acoso a empleados públicos puede conducir a una nueva lista Tascón?
—Todo venezolano demócrata tiene que solidarizarse con el amenazado. Con la lista Tascón hay diferencias, porque se trataba de un referéndum que ameritaba la firma de los electores que lo respaldaban. Era muy fácil identificarlos. Pero en este momento no. Por ejemplo, el Gobierno no sabe por quién votó el padre Ugalde. Y no tiene modo de saberlo. Pero si los militantes del PSUV se convierten en lo que vulgarmente se llaman “sapos”, se pueden ir haciendo listas. Eso es totalmente inaceptable en democracia.
—El ministro Molina fue ratificado en su cargo por Maduro.
—Han debido destituirlo, porque está admitiendo la violación de la Constitución. Maduro comienza muy mal al perseguir a los disidentes.
—¿Basta la solidaridad o hay algo más específico que hacer a favor de los amenazados?
—Hay que organizar equipos de abogados laborales dispuestos a defender a cualquiera que sea víctima de amenazas y que se entere todo el mundo. Aunque ellos manejan los tribunales, que el Gobierno sienta que el costo político de las amenazas es tan alto que se vea obligado a recapacitar.
—¿Está promoviendo una suerte de contraloría social?
—Contraloría social y defensa de los derechos humanos. Hay una Defensoría del Pueblo que se debería estar ocupando de estos casos de persecución por razones políticas. Pero todos los venezolanos debemos defender los derechos humanos de todos y todas.
—¿Cómo evalúa usted la actuación de la defensora del pueblo?
—Yo no pretendo evaluar a la defensora del pueblo. Lo que sí es claro es que ni el Tribunal Supremo, ni la Defensoría del Pueblo, ni el Consejo Nacional Electoral, ni la Asamblea Nacional pueden estar a la orden del Ejecutivo. Eso es contrario a la Constitución. Que la defensora del pueblo abogue por un chavista, perfecto. Pero si la víctima de abuso no es del oficialismo también tiene el deber de defenderlo.
—¿Qué opina de la censura impuesta por Diosdado Cabello a los diputados de oposición que no reconocen el triunfo de Maduro?
—Un hecho como este causaría un escándalo en cualquier país del mundo, excepto Cuba, Zimbawe y Corea del Norte. El presidente de la Asamblea Nacional no es dueño de la palabra. No le puede negar el derecho de palabra a los representantes de miles de personas que los eligieron. Y lo dijo en un tono que solamente un enemigo del régimen lo podría hacer, porque lo desprestigia tremendamente. Esas son cosas típicas del fascismo, de lo que hacen los regímenes totalitarios con el que piensa distinto.
—¿Por qué usted afirma que el Gobierno ha sembrado el miedo en forma sistemática?
—El miedo político está en todos los ambientes. Miedo en la administración pública, que tiene dos millones y medio de empleados que temen que los boten del trabajo. Un miedo que se extiende a sus familiares. El miedo de los beneficiarios de las misiones que entienden que se tratan de regalos del Gobierno y no de derechos constitucionales. Yo conozco personas que acaban de recibir una vivienda y me cuentan que hay días que no van al trabajo porque están obligados a participar en actos de proselitismo político organizados por el PSUV. Que están obligados a inscribirse en el partido de gobierno. El responsable de esa siembra es el que dice sistemáticamente: los que están conmigo son patriotas venezolanos y los que no están conmigo son traidores, vendidos al imperio. epígrafe “Se decida lo que se decida en la auditoría, es obvio que ha habido un empate, y que sin todas estas coacciones, la oposición tiene más votos que el Gobierno”.
¿Mano dura o eficaz?
Ugalde lamenta que en los últimos meses el cristianismo haya sido utilizado como instrumento de lucha política.
“Yo no puedo decir soy cristiano y al mismo tiempo acusar al otro de criminal sin ninguna prueba”, insiste el sacerdote y advierte que el reproche vale tanto para los dirigentes del Gobierno como de la oposición.
Ugalde hubiera preferido que Maduro, en vez de anunciar un gobierno de mano dura, se hubiera comprometido a ser eficaz. Propone crear y consolidar una contraloría social verdadera, de modo que la sociedad civil organizada obligue al Gobierno a resolver los problemas más agobiantes y a actuar apegado a la Constitución.
A los ciudadanos ofrece tres claves para afrontar la coyuntura: “Lo primero, serenidad, porque no es el fin del mundo. Segundo, esperanza, porque las cosas pueden mejorar. Y tercero, participación, porque todos debemos defender los derechos humanos y afrontar los atropellos”.
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