Joe Cocker, 1968, A Little help from my friends - YouTube
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31/07/2010 - Subido por Geschichtsschreibung
Con una pequeña ayuda de mis amigos, original de Lennon y MacCartney. ... Joe Cocker's version was a ...Rajatabla representa la muerte de una época de psicodelia e ideales
El grupo escenifica la pieza Con una pequeña ayuda de mis amigos, una historia sobre seres fracasados
La apertura de las puertas de un garaje congelado en los años sesenta, clausurado desde la muerte de su hermano, El Tigre, reaviva en Sulay las esperanzas de la juventud, cuando las drogas, el rock, la psicodelia y la libertad representaban el todo y las ganas de cambiar el mundo, una época en la que la filosofía hippie proclamaba que las balas fueran sustituidas por flores.
En su vida actual, con 13 años más, nada de eso existe. Ni siquiera la canción “Con su blanca palidez”, versión en español del clásico de Procol Harum, que zumba en sus oídos como un mosquito, como un recuerdo incesante del pasado. Sus sueños fueron reemplazados por un matrimonio infeliz, por un esposo alcohólico, Gilberto, que una década antes se internó en las montañas con la idea de ser guerrillero y salió espantado, cobarde, una semana después. Ahora es un policía prepotente, soberbio, ahogado en sus penas. Un fracasado.
Ese abismo entre lo que fue y lo que se es, entre los sueños de juventud y la frustración en la que puede llegar a convertirse la vida es el tema central de la obra Con una pequeña ayuda de mis amigos del dramaturgo Néstor Caballero, que 20 años después de ser estrenada en el Teatro Nacional fue retomada por Pepe Domínguez en una versión que escenifica el Grupo Rajatabla.
“Los protagonistas de esta historia tienen unos sueños, enmarcados en una revolución. Por ejemplo, está el famoso mayo de 1968 y el nacimiento de la cultura hippie. Ese fenómeno también llega al país, pero con ciertas particularidades. Está, por ejemplo, la guerrilla, un proceso que terminaría en los años setenta, cuando Rafael Caldera promulga el indulto. Pero hay unos sueños particulares que se truncan. Esa es la historia de estos personajes. Qué pasa con ellos, qué fue de sus vidas después de ese período en el que aparentemente lo tenían todo”, expresa el director, que aunque no cambió palabras del libreto original, escrito en 1982, sí suprimió algunos textos para llevar la pieza al contexto actual.
Los personajes de Gilberto y Sulay, encerrados en ese garaje, rememoran no sólo sus vivencias, sino que se reencuentran con amigos clave de su historia. Al igual que ellos, también fracasaron en su intento de cumplir sus sueños. Saturno, por ejemplo, un hombre espiritual y vegetariano, homosexual, termina prostituyéndose como La Loly. También está Álvaro (amante de Sulay), que en su juventud era un prometedor pintor y termina como un gris profesor. La Chata era una mujer muy dulce que deviene en alcohólica y drogadicta.
Todos ellos quedan atrapados en el garaje, en esa cápsula del tiempo, donde les rodean siluetas desnudas que se mueven al ritmo de “Aquarius” de Hair y “Con una pequeña ayuda de mis amigos” de Joe Cocker. Una especie de caja negra en la que Gilberto, el que más está negado a revivir su juventud, es perseguido por una figura femenina, una monja o un Cristo, que representa la muerte, la locura, su padecimiento.
En la obra actúan Gerardo Luongo, Dora Farías, Jean Franco de Marchi, Ángel Pájaro, Eliana Terán, Vicente Bermúdez, Weidry Meléndez, José Luis Bolívar, Mixy Oñate y Jhonny Torres, acompañados por los alumnos del Taller Nacional de Teatro.
MEMORIA EMOTIVA: La caída de las utopías
La nostalgia de los años sesenta y los hippies se instala en la Sala Rajatabla.
JUAN A. GONZÁLEZ | EL UNIVERSAL
jueves 11 de abril de 2013 03:39 PM
La caída
de las utopías
"Gilberto... Gilberto... (Con mucha ternura lo abraza) Te... te estoy proponiendo cambiar el mundo otra vez, pero por sólo una semana. Una semana por el rescate de aquella edad donde soñábamos con un mundo mejor. Un mundo de paz y amor. Una semana para... para saber... por... por... por qué nos convertimos en esto. Una semana para saber ¿qué nos pasó? Para entender por qué terminamos siendo todo aquello que combatimos. ¿Qué pasó con todo aquello? ¿Por qué? ¿Por qué fue tan rápido todo? Fuimos... fuimos. Gilberto... ¿lo entiendes? Nada más, fuimos. (Le acaricia el cabello) Gilberto, Gilberto. Por favor, amorzote, no vuelvas a quedarte fuera de la historia".
El parlamento corresponde a la obra Con una pequeña ayuda de mis amigos, escrita por el dramaturgo Néstor Caballero en 1983 y que ahora reestrena el Grupo Rajatabla, con la dirección de José Domínguez-Bueno, quien a pesar del espíritu nostálgico que atraviesa el texto original -comenzado por su título, el mismo de la canción escrita por John Lennon y Paul McCartney y popularizada por la voz desgarrada de Joe Cocker-, intenta traerla al presente a través de una puesta en escena cuyo vigor expresivo deja poco espacio a la verdad con la que se tienen que enfrentar sus protagonistas: el fin de los ideales de paz, amor y libertad defendidos por el movimiento hippie.
Poco espacio, pues aunque las reflexiones están allí, en la pieza de Caballero, el montaje que protagonizan Gerardo Luongo, Dora Farías, Jean Franco De Marchi, Ángel Pájaro, Eliana Terán, Vicente Bermúdez, Weidry Meléndez, José Luis Bolívar, Mixy Oñate y Jhonny Torres, acompañados por los estudiantes del Taller Nacional de Teatro, se afinca, en términos generales, en la estridencia interpretativa: coros que, por momentos, hacen inaudibles las líneas de los personajes centrales; números musicales que facilitan en escena las transiciones de un presente de frustración a un pasado feliz e idealista, y hasta precarias coreografías que se acercan más al cliché que a la psicodelia con la que se expresaban, en lo corpóreo, millones de jóvenes entre finales de los sesenta y principios de los setenta.
El grito aquí parece oponerse a los planes de revivir en un hoy impreciso los días de sexo, rock 'n' roll y luchas políticas. Como siempre, Gerardo Luongo ofrece una interpretación impecable, ajustada a la incomodidad de su personaje: Gilberto un exguerrillero devenido en policía. Ello lo aleja del resto de un elenco que hace lo suyo sin muchos matices de interioridad.
Es obvio que la pieza Con una pequeña ayuda de mis amigos no se aferra fervorosamente al pasado. Intenta infructuosamente, eso sí, no idealizarlo, pero en su sustrato -lo más importante- habla de lo que pudo ser y no fue. De esos adultos que, como la Zulay que le habla al principio a Gilberto, desean que regresen los días de la liberación hippie.
Un anhelo imposible toda vez que el tiempo opera como una aplanadora que arrasa con todo, incluso con esas revoluciones que pretenden imponer a la mayoría modelos de vida caducos. jgonzalez@eluniversal.com
de las utopías
"Gilberto... Gilberto... (Con mucha ternura lo abraza) Te... te estoy proponiendo cambiar el mundo otra vez, pero por sólo una semana. Una semana por el rescate de aquella edad donde soñábamos con un mundo mejor. Un mundo de paz y amor. Una semana para... para saber... por... por... por qué nos convertimos en esto. Una semana para saber ¿qué nos pasó? Para entender por qué terminamos siendo todo aquello que combatimos. ¿Qué pasó con todo aquello? ¿Por qué? ¿Por qué fue tan rápido todo? Fuimos... fuimos. Gilberto... ¿lo entiendes? Nada más, fuimos. (Le acaricia el cabello) Gilberto, Gilberto. Por favor, amorzote, no vuelvas a quedarte fuera de la historia".
El parlamento corresponde a la obra Con una pequeña ayuda de mis amigos, escrita por el dramaturgo Néstor Caballero en 1983 y que ahora reestrena el Grupo Rajatabla, con la dirección de José Domínguez-Bueno, quien a pesar del espíritu nostálgico que atraviesa el texto original -comenzado por su título, el mismo de la canción escrita por John Lennon y Paul McCartney y popularizada por la voz desgarrada de Joe Cocker-, intenta traerla al presente a través de una puesta en escena cuyo vigor expresivo deja poco espacio a la verdad con la que se tienen que enfrentar sus protagonistas: el fin de los ideales de paz, amor y libertad defendidos por el movimiento hippie.
Poco espacio, pues aunque las reflexiones están allí, en la pieza de Caballero, el montaje que protagonizan Gerardo Luongo, Dora Farías, Jean Franco De Marchi, Ángel Pájaro, Eliana Terán, Vicente Bermúdez, Weidry Meléndez, José Luis Bolívar, Mixy Oñate y Jhonny Torres, acompañados por los estudiantes del Taller Nacional de Teatro, se afinca, en términos generales, en la estridencia interpretativa: coros que, por momentos, hacen inaudibles las líneas de los personajes centrales; números musicales que facilitan en escena las transiciones de un presente de frustración a un pasado feliz e idealista, y hasta precarias coreografías que se acercan más al cliché que a la psicodelia con la que se expresaban, en lo corpóreo, millones de jóvenes entre finales de los sesenta y principios de los setenta.
El grito aquí parece oponerse a los planes de revivir en un hoy impreciso los días de sexo, rock 'n' roll y luchas políticas. Como siempre, Gerardo Luongo ofrece una interpretación impecable, ajustada a la incomodidad de su personaje: Gilberto un exguerrillero devenido en policía. Ello lo aleja del resto de un elenco que hace lo suyo sin muchos matices de interioridad.
Es obvio que la pieza Con una pequeña ayuda de mis amigos no se aferra fervorosamente al pasado. Intenta infructuosamente, eso sí, no idealizarlo, pero en su sustrato -lo más importante- habla de lo que pudo ser y no fue. De esos adultos que, como la Zulay que le habla al principio a Gilberto, desean que regresen los días de la liberación hippie.
Un anhelo imposible toda vez que el tiempo opera como una aplanadora que arrasa con todo, incluso con esas revoluciones que pretenden imponer a la mayoría modelos de vida caducos. jgonzalez@eluniversal.com
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