Ideas de Babel blog3 octubre, 2016
No lo hice público, pero me cuento entre quienes —desde afuera y luego de mucho leer, escuchar y pensar sobre el tema— creímos que los colombianos debían aprobar el acuerdo de paz entre el gobierno y las FARC.
Hoy, ante el contundente rechazo de Colombia al proyecto de paz del presidente Santos, nos corresponde rendir el mayor respeto a los valientes ciudadanos de ese hermano país. Y digo contundente porque las décimas de punto que sacó el NO sobre el SÍ pesan una tonelada moral y política en las condiciones en que se realizó el plebiscito.
Era evidente el ventajismo del gobierno y quienes lo apoyaban: desde la redacción de la pregunta, la presión propagandística sobre la población, incluidas amenazas infundadas de que la guerra retornaría si no se ganaba el Sí, la firma del acuerdo antes de la votación, la asistencia de importantes líderes mundiales a ese acto, etcétera.
En ese contexto, el Sí estaba obligado a vencer holgadamente. En cambio, una mayoría del No por un solo voto adquiere una contundencia histórica e irrebatible que obliga a repensar todo el tema de la paz en Colombia, a renegociar el acuerdo y llevará incluso a peticiones de renuncia del presidente.
Los colombianos interpretaron que todo el proyecto de paz terminó siendo un proyecto personal de Santos y en esa medida se lo rechazaron. Ello no significa que los colombianos no desean la paz; la desean pero bajo condiciones que garanticen la gobernabilidad del país en el largo plazo. Y así lo expresaron con claridad, como corresponde hacer con determinación a un pueblo y a su dirección política.
Ahora bien, la histórica decisión de los colombianos contiene una fuerte porción de compromiso para nosotros los venezolanos. El NO de Colombia nos obliga a obtener el Referendo Revocatorio en 2016, sin posibilidad de negociación para 2017. Allá, el replanteo de todo el entramado de paz montado en La Habana por Santos y las FARC fue el resultado de un pueblo insatisfecho y a una dirección política decidida y valiente, capaces de hacer valer sus derechos y opiniones.
El poderoso mensaje de los colombianos no es sólo para su gobierno y la guerrilla. Alcanza también a la comunidad internacional que sinceramente apoyó el acuerdo y a nosotros sus vecinos, que nos aprestamos a hacer valer nuestro derecho a decidir el cambio que anhela y necesita el país.
Y concretamente a nuestra dirección política, la MUD: aquí ya no caben nuevas postergaciones de la conducta inquebrantable que se requiere para torcer el brazo de la pandilla delictiva que, con ardides, pretende evadir la exigencia de cambio constitucional del 85% de los venezolanos.
La recolección del 20% en escala nacional debe convertirse en un acto que obligue a convocar el Referendo antes del 10 de enero de 2017. Sobre este punto no hay negociación posible. Cualquier retroceso o concesión sería imperdonable. Sería, ni más ni menos, un desconocimiento de la voluntad popular tan grave como el que pretenden el régimen y su CNE.
Algunos se preguntarán por qué escribo estas cosas que ya han sido proclamadas por la MUD en acto y documento público. Bueno, pienso que en los próximos días convendrá recordarlo con frecuencia y lealtad, como se insiste con un hijo que prometió estudiar más o con un amigo que se comprometió a abandonar la bebida.
@TUrgelles
*Puede leer el original de este artículo en thaelmanurgelles.wordpress.com
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