Éxitos hay muchos
Antes de sentarme a escribir estas líneas me ocurrió una escena que afortunadamente no es nueva. Volando entre Miami y San Francisco, mientras esperaba mi turno para entrar al baño, un hombre se acercó para agradecerme la compañía radial matutina que le brindé durante sus años universitarios en Caracas. ¿Quién era el caballero? No tuve tiempo de averiguarlo, ya que la puertecilla del baño se abrió y la aeromoza nos pidió que circuláramos. Al salir no pude reconocerlo en la cabina atestada de pasajeros somnolientos.
Debo decir que el agradecido soy yo. Han pasado más de veinte años de aquel programa radial que marcó mi vida. Venezuela era otra, así como lo era yo, y que alguien comparta una muestra de aprecio y cariño después de tanto tiempo es simplemente una bendición. Aquellos fueron tiempos vertiginosos y salvajes, cuando yo tenía menos de 25 años y me ocurrían cosas sorprendentes como que me preguntaran en una entrevista “¿Qué se siente haber alcanzado el éxito a tan temprana edad?”.
Yo en aquel entonces aún confundía el éxito con la fama, pero también, intuía que el verdadero significado del éxito estaba en un lugar distinto al que todos buscaban.
Mi respuesta solía ser algo así como que no me consideraba realmente exitoso, o que el éxito era relativo, o tomaba cualquier otra tangente para evadir el asunto. Personalmente, en aquellos tiempos no me sentía cómodo con la etiqueta de “joven exitoso”, quizás porque no había entendido que el éxito tiene muchos rostros y cada quien puede mirarlos a su manera. O dicho de otra forma, lo que para tantas personas representaba el éxito, no necesariamente lo era para mí.
Pasaron los años, la licuadora de la vida me batió a su antojo, y el tema del éxito se me fue aclarando poco a poco. Ahora sé que el éxito hacia fuera no se relaciona necesariamente con el éxito hacia adentro y que si algo debe traer es una sensación de verdadera felicidad, propósito de vida y satisfacción. No sé si estés de acuerdo conmigo, pero me parece que de poco vale un éxito arrollador si cada día es un calvario.
Cuando se habla de gente exitosa solemos referirnos a celebridades y personas que han alcanzado un lugar prominente en su campo. La gente exitosa pareciera limitarse a quienes están fuera de lote y son reconocidos por sus logros. Esto es parcialmente cierto, pues sin duda hay quienes destacan por su visión y trabajo, sus hazañas y su legado, y estas personas suelen aparecer en las revistas y las entrevistas de televisión. De sus historias podemos aprender, inspirarnos y sorprendernos.
Pero ¿es esto todo lo que el éxito significa? ¿Es el éxito de esas personas el que buscas tú?
Hace unos años, al finalizar una conferencia sobre inspiración y propósito de vida, una mujer mayor me comentó: “Tú dices que el éxito es estar feliz con la vida que tenemos y compartimos. Y yo que soy una abuela, con una familia bella, que los he educado para que sean gente de bien, ¡Puedo entonces decir que soy una mujer exitosa!”
“Claro que sí”, le respondí. “Y eso tienes que celebrarlo”.
Esta mujer lo tenía claro:
Si quieres alcanzar un éxito que tenga sentido y sea relevante para ti, búscalo entonces en tus propios términos. Ese será el éxito que te traiga verdadera satisfacción. Lo demás será satisfacer el ideal o las expectativas que tengan otros.
El éxito, así como la felicidad, se presenta de muchas maneras y está más cerca de lo que crees. Y recuerda que el único tiempo para construirlo es ahora, en el presente.
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