La sombra de Chávez
JOSÉ LUIS MÉNDEZ LA FUENTE | EL UNIVERSAL
martes 9 de abril de 2013 12:00 AM
La presente campaña electoral es, seguramente, en cuanto a imagen y discurso de los candidatos se refiere, una de las más previsibles de nuestra historia.
Cuando en diciembre del año pasado, Hugo Chávez, al anunciar su propia muerte, puso en los hombros de su vicepresidente Nicolás Maduro, la responsabilidad de la candidatura presidencial que se avecinaba, se hizo evidente que Maduro o cualquier otra candidato proveniente del gobierno, no podría llevar adelante, de manera exitosa, campaña electoral alguna sin explotar convenientemente la enfermedad del líder de la revolución, su deceso posterior, su figura, y principalmente su memoria. Una transferencia sentimental a la masa electoral del chavismo, que el heredero ha venido usufructuando sin limitación alguna.
No puede resultar pues extraño, ni atípico, por más que parezca ridículo o jocoso, la aparición repentina de "pajaritos" o "presencias espirituales" en plena campaña, o que Maduro de cada cinco palabras que pronuncia, cuatro de ellas sean para nombrar o recordar a Chávez. Lo demás, como la delincuencia, la economía, el desempleo, la vivienda, el costo de la vida, entre otros temas propios de una campaña electoral en cualquier país del mundo, viene a ser secundario en este simple esquema de mercadeo del candidato del gobierno. Es obvio que Maduro sigue un guión, que no fue escrito precisamente en Cuba, producto de un análisis de la realidad política, post Chávez, existente en Venezuela.
Por su parte, que el paladín de la oposición Henrique Capriles, haya asumido una actitud más enérgica, más decidida, de cara a la posibilidad cierta de alcanzar la Presidencia, que lo refleja en el electorado, como un candidato más valiente y más seguro, era igualmente pronosticable, si partimos del hecho cierto que la desaparición de Chávez de la escena política nacional, esa misma que llenó con su presencia y con su sombra durante los últimos catorce años, como Presidente, como Comandante, como el gran patriarca de la Revolución Bolivariana, hace desaparecer también, esa sensación de impotencia y frustración, que como una pesada losa, ha venido acompañando a la oposición venezolana durante todo este tiempo.
Después de Chávez, gran parte de los venezolanos, incluidos muchos de la oposición, están teniendo que aprender a vivir sin él y otros tantos a olvidarlo. Dependerá de la prisa con que este proceso inconsciente se desarrolle dentro de cada venezolano, la posibilidad de ganar las elecciones de cada candidato. Hacer política sin Chávez, es algo a lo que los políticos de este país, tendrán que acostumbrarse, y eso no se logra de la noche a la mañana.
Por ahora, tendremos que conformarnos con el mensaje pobre en contenido de Maduro, pero directo al subconsciente del voto chavista, esparcido como polen en el aire, por la abusiva campaña comunicacional que solo permite el ejercicio sin escrúpulos, del "poder absoluto". Si el otro, esgrimido por Capriles, más atrevido, de denuncia contra el régimen, aunque no contra Chávez, es o no más efectivo que aquél, es algo que pronto lo sabremos.
Xlmlf1@gmail.com
Cuando en diciembre del año pasado, Hugo Chávez, al anunciar su propia muerte, puso en los hombros de su vicepresidente Nicolás Maduro, la responsabilidad de la candidatura presidencial que se avecinaba, se hizo evidente que Maduro o cualquier otra candidato proveniente del gobierno, no podría llevar adelante, de manera exitosa, campaña electoral alguna sin explotar convenientemente la enfermedad del líder de la revolución, su deceso posterior, su figura, y principalmente su memoria. Una transferencia sentimental a la masa electoral del chavismo, que el heredero ha venido usufructuando sin limitación alguna.
No puede resultar pues extraño, ni atípico, por más que parezca ridículo o jocoso, la aparición repentina de "pajaritos" o "presencias espirituales" en plena campaña, o que Maduro de cada cinco palabras que pronuncia, cuatro de ellas sean para nombrar o recordar a Chávez. Lo demás, como la delincuencia, la economía, el desempleo, la vivienda, el costo de la vida, entre otros temas propios de una campaña electoral en cualquier país del mundo, viene a ser secundario en este simple esquema de mercadeo del candidato del gobierno. Es obvio que Maduro sigue un guión, que no fue escrito precisamente en Cuba, producto de un análisis de la realidad política, post Chávez, existente en Venezuela.
Por su parte, que el paladín de la oposición Henrique Capriles, haya asumido una actitud más enérgica, más decidida, de cara a la posibilidad cierta de alcanzar la Presidencia, que lo refleja en el electorado, como un candidato más valiente y más seguro, era igualmente pronosticable, si partimos del hecho cierto que la desaparición de Chávez de la escena política nacional, esa misma que llenó con su presencia y con su sombra durante los últimos catorce años, como Presidente, como Comandante, como el gran patriarca de la Revolución Bolivariana, hace desaparecer también, esa sensación de impotencia y frustración, que como una pesada losa, ha venido acompañando a la oposición venezolana durante todo este tiempo.
Después de Chávez, gran parte de los venezolanos, incluidos muchos de la oposición, están teniendo que aprender a vivir sin él y otros tantos a olvidarlo. Dependerá de la prisa con que este proceso inconsciente se desarrolle dentro de cada venezolano, la posibilidad de ganar las elecciones de cada candidato. Hacer política sin Chávez, es algo a lo que los políticos de este país, tendrán que acostumbrarse, y eso no se logra de la noche a la mañana.
Por ahora, tendremos que conformarnos con el mensaje pobre en contenido de Maduro, pero directo al subconsciente del voto chavista, esparcido como polen en el aire, por la abusiva campaña comunicacional que solo permite el ejercicio sin escrúpulos, del "poder absoluto". Si el otro, esgrimido por Capriles, más atrevido, de denuncia contra el régimen, aunque no contra Chávez, es o no más efectivo que aquél, es algo que pronto lo sabremos.
Xlmlf1@gmail.com
La ansiedad del Toripollo
ILDEBRANDO PORTILLO | EL UNIVERSAL
martes 9 de abril de 2013 12:00 AM
En el fluir de nuestra historia, la teoría de la conspiración siempre ha estado presente en el interés anecdótico de figuras poderosas, cuya convicción omnipotente es la de controlar el orden político-social y por supuesto seguir manoseando los recursos naturales. Solo que hay una gran diferencia entre las teorías de antes y las de ahora, es la falta de credibilidad y madures de su principal actor; cuya paranoia se refiere a la posible mentira encubierta en un asunto de interés mundano. Adquiriendo un tono peyorativo para referirse a una connivencia, caracterizada por la falsedad que puede, perfectamente, desarticularse al analizarlo con las herramientas de la verdad. No olvidemos: este régimen comunista siempre ha querido volar sus infalibles papagayos bajo el ojo del huracán.
En ese contexto, debemos destacar la necesidad de empezar por aclarar el carácter ilógico del conspiracionismo al que se refiere el arrogante Toripollo, quien ha llegado al extremo de una conducta displicente invertida y disociada, en la que puede visualizar la danza y el canto de un pajarito en un escenario matinal de bosques encantados y hasta entabló una tertulia con el pequeñito cantor; surgiendo la noción de que este "gran simpático" en su avance hacia el comunismo, está tratando de dominar al elector, valiéndose de medios que no son decentes, ni excelentes.
En el conjunto de teóricos de la conspiración sobresale el G-2 cubano, quienes dedican todo su tiempo y esfuerzo a difundir la mentira y lo peor es que la ven como un obituario más en el ataúd de la muerte, en la cual se convierten en una especie de devotos compulsivos a la que entregan su vida. También hay teóricos menores, son aquellos que tiran la espada al suelo para doblarse a recogerla; peor aún, son los que extravían sus pensamientos con el cambio de la marea y cuya fragilidad pasa desapercibida para el Toripollo, cuyo único pensamiento es marcado por la ansiedad en la que aparecen nubarrones, caracterizados por la desintegración del proceso revolucionario, en la que se evidencia que el pueblo ha optado por una alternativa de luces florecientes que iluminarán el camino y el progreso de la patria. Reflexionemos, no despreciemos la señal del cielo.
ildebrando21@yahoo.com
En ese contexto, debemos destacar la necesidad de empezar por aclarar el carácter ilógico del conspiracionismo al que se refiere el arrogante Toripollo, quien ha llegado al extremo de una conducta displicente invertida y disociada, en la que puede visualizar la danza y el canto de un pajarito en un escenario matinal de bosques encantados y hasta entabló una tertulia con el pequeñito cantor; surgiendo la noción de que este "gran simpático" en su avance hacia el comunismo, está tratando de dominar al elector, valiéndose de medios que no son decentes, ni excelentes.
En el conjunto de teóricos de la conspiración sobresale el G-2 cubano, quienes dedican todo su tiempo y esfuerzo a difundir la mentira y lo peor es que la ven como un obituario más en el ataúd de la muerte, en la cual se convierten en una especie de devotos compulsivos a la que entregan su vida. También hay teóricos menores, son aquellos que tiran la espada al suelo para doblarse a recogerla; peor aún, son los que extravían sus pensamientos con el cambio de la marea y cuya fragilidad pasa desapercibida para el Toripollo, cuyo único pensamiento es marcado por la ansiedad en la que aparecen nubarrones, caracterizados por la desintegración del proceso revolucionario, en la que se evidencia que el pueblo ha optado por una alternativa de luces florecientes que iluminarán el camino y el progreso de la patria. Reflexionemos, no despreciemos la señal del cielo.
ildebrando21@yahoo.com
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