El arzobispo italiano Vincenzo Paglia las ha pasado canutas delante de un tropel de periodistas que, en la sala de prensa del Vaticano, le vino a preguntar lo siguiente: ¿por qué, estando tan claras las virtudes y el martirio de monseñor Óscar Romero, asesinado el 24 de marzo de 1980 en San Salvador mientras oficiaba misa, la Iglesia se ha negado durante décadas a beatificarlo? El arzobispo Paglia, presidente del Consejo Pontificio de la Familia y postulador de la causa de beatificación de monseñor Romero, ha intentado amablemente salirse por la tangente, pero al final no ha tenido más remedio que admitir que, antes y después de su asesinato, el arzobispo de San Salvador sufrió una brutal campaña de desprestigio por parte de “la derecha política, los embajadores salvadoreños ante la Santa Sede y de algunos cardenales que lo acusaban de ser comunista e incluso de estar desequilibrado”.
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La conferencia de prensa, organizada para glosar las virtudes de monseñor Romero después de que, el martes, el papa Francisco promulgara “el decreto de martirio”que implica la beatificación, se convirtió en un viaje a las sucias intrigas del Vaticano. Si los escuadrones de la muerte que dirigía el mayor Roberto D'Aubuisson fueron los culpables del certero disparo que destrozó el corazón de Romero justo en el momento de alzar el cáliz, la confesión del arzobispo Paglia ha dejado claro que quienes buscaron asesinar su prestigio también tenían un plan muy bien trazado. “En los años de Romero”, admitió el arzobispo, “llegaban kilos de cartas contra él al Vaticano, le acusaban de hacer política, de ser desequilibrado, de ser comunista… Estaba claro que había muchos que estaban en contra. Pero, al final, la verdad ha tenido su victoria. Los renglones torcidos de la Iglesia han provocado que al final sea el primer papa latinoamericano el que beatifique a monseñor Romero”.
A la conferencia de prensa también asistió Jesús Delgado, el secretario de monseñor Romero desde que fue nombrado arzobispo hasta el día de su asesinato. También Delgado admitió que existía una oposición económica, social y política a su beatificación. En una entrevista con Efe, Delgado dijo que uno de los que bloqueó la beatificación de Romero fue el cardenal colombiano Alfonso López Trujillo, fallecido en 2008: “Algunos dicen que fue López Trujillo el que atrasó el proceso y puede que sí, porque él era el encargado de los temas de América Latina”. De lo que no le cabe duda a Delgado es que, de no haber sido por Jorge Mario Bergoglio, la beatificación del arzobispo salvadoreño seguiría durmiendo el sueño de los justos. El histórico secretario ha contado que, durante la reunión de la Conferencia Episcopal de América Latina y el Caribe celebrada en Aparecida (Brasil) en 2007, fue preguntando a todos los cardenales presentes si creían que monseñor Romero subiría a los altares. “Cuando llegué donde Bergoglio”, relató Delgado, “me dijo: si yo hubiese llegado a Papa, habría mandado a López Trujillo a San Salvador a beatificar a monseñor Romero”.
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