Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 3 de julio de 2011

Enfermedad e información

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Notitarde 02-07-2011 |

Enfermedad e información

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La salud de un Presidente de la República pertenece a la esfera pública. Su figura –especialmente en regímenes presidencialistas como el venezolano- concentra numerosas competencias y atribuciones relacionadas con aspectos fundamentales de la vida colectiva. En el caso particular del mandatario venezolano, él mismo se encargó de poner a girar a todo el país en torno a su figura. Su forma de gobernar basada en la sobreexposición, el uso abusivo de los medios de comunicación, las continuas cadenas en las que trata asuntos fútiles y el egocentrismo desmedido, lo convirtieron en un personaje que gravita con un peso exagerado sobre la sociedad. Ese protagonista desmesurado, que copa la escena con su megalomanía, salió de repente del escenario sin que a partir de la trama previa pudiese anticiparse esa ausencia repentina. Con razón la gente se pregunta: ¿qué pasó?

Forzado por las presiones nacionales e internacionales, el primer mandatario se vio obligado a dar una explicación de los hechos. La alocución del jueves desde La Habana tuvo un tono dramático. Hugo Chávez admitió que padece de cáncer, tal como el periodista Nelson Bocaranda, quien suele estar muy bien informado, había anunciado varios días antes.

La grave confesión del gobernante no enmienda el error en el cual el Gobierno había incurrido y que mantenía al país en vilo. En una sociedad abierta, según los términos de Poper, los ciudadanos poseen el derecho a estar bien informados, y el Gobierno tiene la obligación de informar de forma fidedigna y a través de especialistas que transmitan confianza en los reportes que se difunden. De la enfermedad del Presidente no podían suministrar detalles confiables ni el Canciller, quien carece de formación profesional alguna, ni el Vicepresidente, quien es sociólogo. Estos funcionarios deberían haberse limitado a introducir la exposición detallada de los especialistas.

Los venezolanos tenemos el derecho constitucional y humano, anterior y por encima de la normativa legal, al menos a saber: qué ocurre con la salud del jefe de Estado, quién es el médico o el equipo de médicos que lo atendió, cuál es la clínica donde se encuentra, cuál es el período de reposo o convalecencia que debe guardar y cuál es el pronóstico de las dolencias que lo aquejan. El Presidente no fue herido en un combate con tropas enemigas, ni la nación se encuentra en guerra contra una potencia extranjera. Los partes médicos no ponen en peligro la seguridad del Estado ni la paz de la nación. Todo lo contrario, permitirían acabar con los rumores, algunos de ellos muy bien documentados, que circulan a velocidades siderales por el cosmos nacional, sobre todo después de suspendida la Cumbre de Presidentes de Margarita y existiendo la fundada sospecha de que el primer mandatario no estará presente en el desfile del 5 de julio.

Las dudas y las preguntas solo fueron respondidas parcialmente por Chávez en su desconcertante comparecencia ante los medios en cadena nacional.

En las sociedades democráticas –e incluso en algunas dictaduras, como la franquista- la salud del primer mandatario se ventila públicamente. Los medios de comunicación consultan a expertos. El Presidente de Paraguay sufre de cáncer y este tema es del dominio público. En los regímenes autoritarios de corte comunista impera otro estilo. En ellos domina el secretismo, el misterio. La atmósfera enigmática prevalece por varias razones. La más importante reside en que sus líderes suelen ser paranoides. Ven enemigos y conspiraciones por doquier. Salvo que creen dinastías -caso Fidel Castro y Kim Il Sung, quienes designaron, uno a su hermano, menor, y el otro a su hijo mayor, como herederos- la obsesión en la que viven les impide despejar el camino de la transición. Tanto pesa en la memoria del caudillo criollo la traición de Juan V. Gómez a Cipriano Castro, que les ordenó a sus obedientes diputados de la Asamblea Nacional reformar la Constitución: introdujo la figura del "permiso indefinido", fórmula que no existe en ningún artículo constitucional. El asunto de la sustitución continúa sin resolverse.

La misma opacidad que rodea los convenios con China, Irán y con Bielorrusia, la compra de armas, y la deuda y producción real de crudo de Pdvsa, envuelve el cáncer del Presidente. Su gobierno es el que más medios de comunicación ha controlado: estaciones de televisión, emisoras de radio, periódicos impresos, pero es el que menos informa con transparencia. Igual que en Korea del Norte y la Unión Soviética. Del cáncer de Kim Jon Il no saben sino sus más cercanos allegados. Los rusos se enteraron de la muerte de Stalin luego de cuatro días de haber ocurrido. Antes, Beria y Jruschov debían resolver su encarnizada lucha por el poder.

Al secretismo que domina la política informativa del régimen hay que agregar el desprecio y el miedo que el primer mandatario siente por los médicos venezolanos. Al igual que prefiere a los ingenieros brasileños o chinos, a los constructores bielorrusos y a los empresarios argentinos, se decanta por los galenos antillanos. Extrañas estas preferencias en un líder que se autocalifica patriota y nacionalista.

Twitter: @tmarquezc

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