Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

viernes, 21 de octubre de 2011

Carta abierta escrita por el Dr. Rafael Muci-Mendoza, médico venezolano al EMBAJADOR CUBANO


Carta abierta escrita por el Dr. Rafael Muci-Mendoza, médico

venezolano

de la Escuela de Medicina de la Universidad Central de Venezuela,

al Embajador cubano.

Excelentísimo señor Embajador:


Debería usted bien conocer que es de ética elemental el que un embajador

no se inmiscuya en los asuntos internos del país que le acoge como huésped.


Sus insolentes declaraciones sobre los médicos venezolanos, me obligan moralmente

a enmendarle. El "sistema de valores" que usted nos endilga, según el cual

'nuestra intención al estudiar Medicina es obtener un título y una acción

en una clínica privada', además de insultar nuestra dignidad, con aviesa intención

nos expone al desprecio público y nos desacredita ante nuestros enfermos;

después de todo, somos sus médicos y con sus miserias todo cuanto poseen.


Usted emplea el procaz lenguaje del Presidente de acá, para dividirnos en

'oligarcas' y 'proletarios', epítetos éstos dichos para agraviarnos y que

nunca antes nadie utilizó. Siendo antitípico hablar en primera persona,

debo expresarle que, como muchos de mis colegas y aunque a usted le duela,

recibí, EN LIBERTAD, una excelente formación moral, ética y académica

que coloca al paciente como principio y fin del acto médico, paradigma que he

tratado de inculcar a mis numerosos alumnos.

Yo, como tantos, por cerca de 40 años y por un magro sueldo, he trabajado

con tesón la mitad del tiempo en un hospital público, a costo subsidiado con

nuestro ejercicio privado. Este último lo hemos ejercido como profesión liberal en

clínicas privadas, EN LIBERTAD, con honestidad, mística y orgullo.


Pero además debe usted saber que en lo personal he visitado Cuba en tres

ocasiones. No lo hice por curiosidad o turismo, y le confieso que no conozco

Varadero. He sido y he continuado siendo un invitado de sus médicos, y respecto

a ellos, nunca hice uso de cuanto vi u oí en su país.


Su irritante intromisión me indica que es tiempo de hacerlo. En mayo

de 1993, cuando su gobierno al fin dio a conocer al mundo la epidemia que, a

pesar de sus adversas consecuencias, había mantenido en secreto desde 1991

y amenazaba con dejar en la umbra visual a más de 40 mil sufrientes,

formé parte de una misión humanitaria que visitó la isla. En compañía de colegas

cubanos y de diversas procedencias, examiné personas afectadas, ayudé a definir

el paciente-tipo y a esclarecer las causas de lo que se dio en llamar Neuropatía

óptica Cubana, y que en resumen -a despecho de que se haya invocado un

factor multifactorial- fue trasfondo de miseria y hambre. En cinco ocasiones

me reuní con su Comandante para discutir estrategias diagnósticas de la epidemia,

hoy por cierto trocada en endemia. En una de estas reuniones, y aunque parezca

una pretensión el decirlo, una de mis colegas cubanas dijo públicamente que la

neuro-oftalmología cubana se dividía en dos períodos, antes y después de las

visitas docentes del doctor Muci.


A pedido de su Señor, hice mi último viaje a Cuba . Les comuniqué todo

cuanto sabía; guiados de mi mano aprendieron nuevas técnicas, mis diapositivas

fueron copiadas, y mis charlas video, grabadas. No pedí nada a cambio. Mucho

me fue ofrecido, pero el olvido es traicionero. Una simple esquela de agradecimiento

me fue regateada. Regresé con la satisfacción del deber cumplido y un rictus

de dolor al recordar la mirada famélica de mis colegas, trasunto de hambre

de LIBERTAD, hambre biológica, pero también hambre intelectual al carecer de los

instrumentos básicos para adquirir conocimientos: libros y revistas científicas.


Mientras tanto, Cuba exportaba su revolución con los dineros de un pueblo

miserable. Pude apreciar allí dos clases de médicos. Unos, 'los olvidados' --

a lo peor,

distanciados del partido comunista--, que ocupan los escaños más bajos de la

pirámide médica sin esperanzas de ascender. Ésos no asistieron a mis charlas.

En mi universidad asisten a mis cursos, en LIBERTAD y por libre albedrío, quienes

así lo deseen, sean médicos, estudiantes y aún miembros de otras profesiones.

La otra clase, que llamaré 'la nomenclatura' --los ubicados en el vértice--,

tenían acceso a la escasa tecnología y eran celosos guardianes de los libros,

depositarios del poder que da el conocimiento. Ésos, privilegiados del sistema,

tienen acceso a los banquetes, y viajan al exterior con dólares, olvidando a

aquellos pobres colegas que se quedaron en casa. La sociedad cubana es una

sociedad triste donde se habla calladito para no ser escuchados por el Estado policial,

donde se asciende siendo fiel y denunciando; en fin, trepando por sobre las

cabezas de otros. La medicina de avanzada que ostentan, está apoyada

en una ingeniosa propaganda, pero en realidad es una triste farfolla.

Los delineamientos de su 'mar de felicidad' han encontrado eco en

un gobierno antinacionalista, formado por una chusma precaria de talentos.


Por ello, con la creatividad castrada y a un coste de 1,3 millones de dólares diarios,

prefieren buscar 'asesorías' y enviar enfermos a la isla. Su nulidad y estulticia

les impide tomar medidas de contingencia para ayudar a tanto necesitado que

clama en nuestros hospitales por la resolución de sus problemas.

Como usted declara, traer ' 1.500 profesionales' de sus fábricas de médicos,

es otro inaudito ejemplo de traición a la Patria, de desnudez neuronal,

un intolerable insulto, una incomprensible medida si se toma en cuenta,

por una parte, el desempleo local y, por la otra, el que apenas son necesarios

menos de 59 médicos para llenar las medicaturas vacantes para las

que, estoy seguro, hay voluntarios. Las erradas políticas de salud no son

culpa de los médicos. Son exclusiva competencia del Estado venezolano.


Hago mío el eco lastimero de mis pacientes y reclamo para ellos el dinero

que injustamente se le regala a ustedes. Esos pobres seres han visto

empeorar sus dolencias a lo largo de cuarenta años de apatía, pero,

a no dudar, ahora se encuentran peor desde que 'el proceso' trata de

rasarnos con ustedes, por lo bajo. Hay en la isla de Cuba demasiados

aspectos que mueven a vergüenza y dolor, demasiados como para que usted

cínicamente nos censure.


Se puede engañar a alguien una vez, pero no a todos todo el tiempo.


DR. RAFAEL MUCI-MENDOZA C.I. 1.345.517



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