Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 18 de octubre de 2011

El Fausto: El arquetipo del Bien y del Mal

EL FAUSTO: ARQUETIPO DEL BIEN Y DEL MAL
Publicado por ALI CENTENO el octubre 16, 2011 a las 6:03pm
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Dentro de la literatura, no hay mejor lugar donde quede representada la misteriosa batalla entre el bien y el mal en el interior del alma humana que en la historia del Doctor Fausto, la gran tragedia de Marlowe.La trágica historia del Doctor Fausto y el sublime poema épico de Goethe: Fausto, están basados en el relato medieval de un hombre cuya búsqueda espiritual lo condujo finalmente a vender su alma al diablo.Su reconocimiento final de la aridez de los placeres terrenales y su redención última por medio del remordimiento y de la compasión, siguen siendo una poderosa imagen de la necesidad de comprender tanto la oscuridad como la luz, a fin de hallar la paz interior.Había una vez un destacado filósofo y estudiante de teología conocido como el Doctor Fausto. Pero las enseñanzas que filósofos y teólogos ofrecían sobre la naturaleza de Dios y sobre el significado de la vida no eran suficientes para satisfacer su intelecto inquisitivo.Y lo que es más, su orgullo, era tan grande como su conocimiento, y deseaba descubrir las respuestas a los grandes misterios de la vida mediante su propio esfuerzo, en lugar de recibirlos de quienes discretamente despreciaba. De ese modo podía atribuirse todo el mérito.De modo que, al cabo del tiempo, el Doctor Fausto abandonó su teología y se hizo estudiante de magia hermética, pues tenía la esperanza de hallar el secreto de la vida en los experimentos alquímicos y en el conocimiento prohibido de la magia y de la brujería transmitido desde los antiguos egipcios.Sin embargo, incluso estas investigaciones prohibidas no pudieron enseñarle todo lo que deseaba saber, por lo que quedó sumido en una profunda melancolía; entonces invocó en su desesperación a los espíritus infernales.En respuesta a su llamada apareció misteriosamente un perro negro en el estudio del erudito, que después se metamorfoseó en una extraña figura que se presentó como Mefistófeles, el espíritu del mal y la negación.Este personaje estaba siempre al acecho de las almas humanas que pudiera ganar para las tinieblas, engañando así a Dios; y Fausto deseaba el conocimiento de Mefistófeles respecto a los secretos de la vida y la naturaleza de lo divino.De modo que establecieron un pacto entre ambos, sellado con sangre, en el que Mefistófeles convenía en servir a Fausto en este mundo, en tanto que Fausto, accedía a servir a Mefistófeles en el otro. Mefistófeles sabía muy bien cuál sería el precio que Fausto pagaría, pero el filósofo todavía no había comprendido que lo que estaba empeñando para toda la eternidad era su alma inmortal.Durante algún tiempo, Fausto se sintió emocionado por la magia y los misterios que Mefistófeles le mostraba, y creía que por fin estaba acercándose al conocimiento de los secretos de Dios. Pero el oscuro espíritu de la negación erosionó gradualmente la voluntad del erudito y lo embaucó para que desarrollara una sensualidad y un orgullo cada vez mayores, hasta llegar a perder todo sentido de búsqueda espiritual.Fausto deseaba a una Joven llamada Gretchen, a quien Mefistófeles incitó a caer en manos del filósofo. Fausto la dejó en estado de gestación y, cuando la abandonó, ella se volvió loca y desesperada, mató a su hijo, siendo ejecutada por su crimen.Dándose cuenta de la terrible destrucción que había causado en una vida humana inocente, Fausto sintió un profundo y amargo remordimiento. Pues, aunque estaba en las manos de Mefistófeles, había comenzado a amar sinceramente, prueba de que en su alma, había una parte que se había mantenido libre de corrupción. Esto no lo había anticipado Mefistófeles, ya que el poder de redención del amor no era algo conocido para el espíritu de la negación.Pero era tanto el poder que Mefistófeles ejercía sobre Fausto que, durante muchos años, el filósofo se sumió en el placer sensual y penetró en todos los misterios secretos. Aprendió todo lo que deseaba saber. Y comprendió las gloriosas alturas del cielo y las tenebrosas entrañas del inframundo.Sin embargo, el remordimiento que sentía por la muerte de Gretchen crecía dentro de él como un cáncer y, a pesar de su corrupción, algo en su interior continuaba anhelando la luz. Mientras Fausto iba haciéndose viejo, Mefistófeles esperaba con paciencia y satisfacción, pues pronto llegaría el momento en que el filósofo se enfrentaría a la muerte y su alma pertenecería a las tinieblas. Pero en el último momento, cuando por fin Fausto se percató de las verdaderas consecuencias del pacto que había hecho, se sintió tan lleno de remordimiento, de amor y de sufrimiento, que su alma se escapó de las garras de Mefistófeles y fue conducida finalmente a las esferas celestiales.Esta fuerte historia sobre el Doctor Fausto, es una metáfora mítica de la lucha de todo ser humano por encontrar la luz en medio de las tinieblas. Fausto constituye un paradigma de nuestro mundo interior, lleno de conflicto entre nuestros deseos egocéntricos y el anhelo de servir a algo más elevado y más grande que nosotros.Aunque el relato original tiene sus raíces en el cristianismo medieval y, por lo tanto, presenta el bien y el mal de un modo más bien simplista, no obstante, el mensaje trasciende cualquier doctrina religiosa específica, en particular si esta se comprende psicológicamente.Fausto es el símbolo del espíritu inquisitivo que hay dentro de cada ser humano, con la suficiente valentía e individualismo como para rechazar el dogma ofrecido por las autoridades religiosas convencionales, y, no obstante, peligrosamente arrogante al asumir que puede desafiar la moralidad humana fundamental en nombre del conocimiento.Podemos condenar a Fausto por su codicia y arrogancia, y al mismo tiempo admirarlo por su valentía y voluntad de arriesgar su alma con el fin de penetrar hasta el corazón de los misterios de la vida. He aquí la profunda paradoja del bien y del mal, pues a fin de comprender el bien, deberíamos reconocer el mal; y para llegar a este reconocimiento debemos descubrirlo primero en la secreta oscuridad de nuestro propio corazón.La desilusión de Fausto con las propuestas filosóficas y teológicas convencionales reflejan el dilema de un brillante intelecto que no puede limitarse a “creer”, porque le pidan que lo haga. La búsqueda espiritual, si se la siente sinceramente, no surge de una aceptación pueril de creencias, sino de la desilusión y del profundo deseo de comprender las paradojas de la vida.Muchas personas no pasan de una creencia infantil, porque es más reconfortante recibir respuestas simples a los dilemas espirituales y morales. Y mientras estas personas no se arriesguen a correr algún peligro en su interior, nunca podrán comprender en verdad lo que es la vida, ni encontrarán paz cuando se vean enfrentadas a las preguntas sin respuesta derivadas del sufrimiento injusto.Las más grandes religiones del mundo condenan ese cuestionamiento, como lo hacía la iglesia medieval en los tiempos de Fausto. El cuestionamiento implica peligro, pero a la vez, abre un potencial para una verdadera experiencia del alma y del aspecto interior.El poder corrompe; un hecho no menos verdadero en el plano espiritual que en el material. El nuevo poder de Fausto lo empuja más allá de los límites morales y es insensible a la destrucción que inflinge en Gretchen. Sin embargo, la ama, y no puede ignorar por completo lo que ha hecho. Y esa pequeña semilla de remordimiento, nacida de la compasión, es finalmente la que le permite engañar al diablo y lograr el perdón y la redención.Por eso no son las “buenas acciones” las que lo salvan, sino el hecho de que, a pesar de estar hundido en el orgullo y en la sensualidad, todavía es capaz de amar y de sentir remordimiento.Se nos dice que debemos de ser “buenos con nuestras acciones” para ser aceptables a los ojos de Dios. Sin embargo, la historia de Fausto, nos enseña que “la bondad” está relacionada con la definición de moralidad adoptada por una sociedad determinada en cualquier época de la Historia.Amor y remordimiento por el contrario, no están confinados a las doctrinas de una cultura o religión específicas. Ellos nos permiten saborear la luz y la oscuridad y de alguna manera, conservar la integridad del alma. Puede que cualquier búsqueda honesta nos haga descubrir nuestro propio potencial para el mal y la destrucción, y que sólo a través del enfrentamiento con ello, y quizá sintiendo por algún tiempo que somos irredimibles, podamos experimentar lo que se puede llamar “gracia”.Aunque el término “gracia” es cristiano, este tampoco se limita al cristianismo; pues se trata de una misteriosa liberación interior que surge desde adentro y que da sentido no sólo a nuestra bondad, sino también a nuestra maldad.Por eso la historia del Doctor Fausto no es el simple relato moralizador que puede parecer en un principio. Se trata de un viaje interior, y como sucede con todos los relatos, leyendas y mitos, al mirarlos a nivel arquetipal, los personajes que aparecen están dentro de nosotros mismos.Fausto y Mefistófeles son dos caras de la misma moneda, y reflejan dos dimensiones del ser humano. Al espíritu de negación podemos hallarlo dentro de nosotros; podemos invocar al Mefistófeles que llevamos en nuestro interior cada vez que nos sintamos desilusionados de la vida. Pero hemos de estar concientes de que tal vez, precisamente a través de la intervención de nuestra oscuridad personal, es como podremos finalmente, hallar un camino directo, hacia la luz.ALI CENTENO
Astrólogo Internacional

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