"El que a hierro mata, no puede morir a sombrerazos". Refrán popular.
Erika, estremecida, recibe una tarjeta del Banco Bicentenario que le permitirá cobrar
860 bolívares mensuales, por ser una "madre del Barrio" con 2 hijos. Su temblor
está más que justificado: está ante el Teresa Carreño a casa llena, con el vicepresidente
Jaua entregándole la dádiva "de parte del Comandante Presidente Hugo Chávez
y de la revolución", en cadena nacional y nada menos que con el benefactor
mesmo escuchándola desde Cuba en transmisión internacional. Como para caérsele
las medias a cualquiera.
Jaua, que tiene suficiente título universitario como para saber que
eso no es un regalo de Hugo Chávez,
que no salió de los bolsillos del exiguo sueldo presidencial y que se trata de una
compra de votos a cuenta del erario nacional, no cesa en toda la transmisión de
insistir a los regalados que eso es gracias a la generosidad del Comandante,
que los quiere tanto y que ¡cuidado!, porque si llega la burguesía les van a quitar
todo. Los beneficiados, que no entienden que el Gobierno está en la obligación
de ejecutar los planes sociales, que el dinero utilizado les pertenece como
venezolanos, que su amado líder está haciendo campaña electoral a cuenta de
la pobreza que persiste en gran parte de la población después de 13 años de
revolución cotorrera, casi caen de rodillas para agradecer la limosna y jurar que
trabajarán por la victoria del 7 de octubre." ¡Viviremos y venceremos!", gritan con
su tarjeta de débito en la mano.
En el exterior, fuera de la sede constitucional de gobierno de la República,
sin un Consejo de Ministros presente, el Comandante firma créditos, donaciones,
aprueba leyes y recursos para múltiples acciones encaminadas a echar más dinero
en el saco, para poder financiar tan costosa campaña. Regalías, impuestos,
traslados de fondos. ¿Quién sabe cómo se ejecuta el Fonden? ¿Quién penetra
en las cuentas de Rafael Ramírez? ¿Qué es de la vida de la Contraloría General
de la República?
Mientras tanto el enfermo (créanme que sí) no cesa en su discurso infame en
contra de un gran sector de la población venezolana que tienen el real derecho de
adversarle, insultante y apoyado por un CNE que no dice ni pío acerca de la abusiva
utilización de las cadenas, de recursos y de equipos pertenecientes al Estado
venezolano para hacer una cuan ventajista como inconstitucional campaña
electoral adelantada.
¿Será que no comprende que cuando llama sucia y tramposa a la oposición
se trata del Presidente de la República insultando en cadena a millones de venezolanos
opositores? ¿Será que cuando descalifica las denuncias ciudadanas sobre la
calidad del agua, denuncias que me consta personalmente vienen siendo publicadas
desde 2007 teniendo como prueba fehaciente un agua fétida, turbia y que enferma
a los niños de la región central, no piensa que como Presidente está obligado a
atender un reclamo de la población que él gobierna, sea cual fuere su tendencia política?
La hipocresía de hablar de terrorismo mediático, de acusar de violenta a la oposición,
de acusarla de golpista, de no hacer caso de los problemas que se lo están
devorando, es lo que provoca que trate de permanecer en el poder no por una exitosa
gestión de gobierno sino por la vía de la compra de conciencias, de voluntades,
de votos, defraudando al Estado y a la Constitución.
Yo sí creo que las declaraciones de amor de los regalados son genuinas: los venezolanos
suelen ser fieles a la mano que les da de comer. Lo saben los adecos, lo saben
los copeyanos. El quién da más priva cuando el hambre truena. Y a este Gobierno le
conviene que haya mucha hambre, que haya pobreza, que haya desempleo, para
él irrumpir en época electoral con su carro cargado de regalos y repartirlos a cambio
del voto. No tienen una gestión seria, sustentable, puros planes asmáticos con fines
de asegurar la permanencia en el poder, que es el único objetivo que mueve la voluntad
de este hombre.
Desde Cuba anunció que aprobaba recursos para garantizar que los venezolanos
pudiesen pasear tranquilos por las calles. Pero solo para 16 gobernaciones
(te fregaste, Monagas), no hay que ser adivino para saber que son las chavistas.
Para los estados opositores, ni agua. Por eso es que me atrevo a decir que al Comandante
le sabe a casabe la muerte de esa muchacha de 19 años, hija del cónsul chileno
en Maracaibo. Fueron policías sus asesinos y el Gobierno en lugar de voltear patas arriba
al Cicpc, jubila a los jefes de los asesinos. Por eso es que estamos así: si el
Gobierno no los protege por lo menos aparenta ser más que complaciente cuando
se trata de su propia gente. A veces se les descarrilan los defensores violentos
de la revolución, como Lina Ron o La Piedrita, pero en esos casos se lavan las manos
y les aplican una leve pena, "pa´que crean".
Todos los días los periódicos reseñan las muertes de venezolanos que están
a merced del hampa. Para el Gobierno, son los periodistas quienes tienen aterrorizada
a la población y no los delincuentes. Hay que guardar silencio. El Gobierno en
casos de campañas graves que provienen de la misma población, busca a su
aliada la Fiscal para que ella dictamine que sin pruebas técnicas en la mano no
se puede hacer denuncias a través de la prensa. Otra forma más de proteger
al delito.
El problema es que este Gobierno sabe que son más los venezolanos que
necesitan la pensión, la misión, la limosna, la beca, que quienes pagamos
los impuestos para que el Comandante pueda hacer sus regalos. El problema es que
los venezolanos que pagan el seguro de vehículo más alto de Latinoamérica porque
es el país con mayor índice de robo, no le interesan al Gobierno porque son minoría.
El problema es que la gente que se jorobo para comprarse una casa o un
apartamento que tienen que asegurar, cercar, alambrar, electrificar, pagar
un condominio altísimo por culpa de la vigilancia, no le interesa al Gobierno
porque son minoría.
El problema es que las universidades y los universitarios son azotados por
hordas violentas ante la mirada impávida del Gobierno y los tienen a pan y
agua porque así mantienen a la inteligencia pendiente por sobrevivir,
quitándole el tiempo a la discusión de altura, la investigación y la imposición
de su superioridad académica.
Estoy segura que en este país todos los venezolanos que piensan con la cabeza,
que sufren esta mortal inseguridad, que creen en la academia, en la libertad y
en la real igualdad e inclusión, van a votar por cambiar este régimen bárbaro.
Viendo el uso que se le da a los recursos públicos para comprar votos,
viendo las constantes cadenas, el aluvión de publicidad electoral a través de todos
los medios de comunicación del Estado, sabiendo que mientras más pequeño
es el pueblo mayor es la dependencia económica del Gobierno, comprobando
diariamente la complacencia del CNE ante el ventajismo del Gobierno,
ignorando qué hay dentro del REP y sobre todo viendo a ese candidato enfermo
aferrarse con todas sus fuerzas a la silla cuéstele incluso la vida, no creo que esté
fácil para el país civilizado retornar a la democracia.
Aquí necesitamos varias cosas para poder competir en igualdad de condiciones:
que el candidato Capriles tenga la misma oportunidad de utilizar los medios públicos
y las cadenas nacionales para hacer su oferta electoral; que también tenga derecho
a una asignación similar a la que usa el Comandante para dar regalos, porque hay
que quitarse la careta y dejar de pensar que eso es un programa de gobierno; que
se sienten ambos candidatos frente al país a tener un diálogo serio y constructivo
en el cual podamos apreciar la calidad humana, los conocimientos y la capacidad
para ejercer la conducción del país. Eso serviría, por ejemplo, para que Capriles
le explicara por qué el agua que usa la cerveza Polar no está contaminada y la
que sale por los tubos de las casa de Valencia sí.
Ya está bueno de monólogos insultantes. El Presidente tiene que ocuparse de la
inseguridad, tiene que averiguar cómo y por qué murieron más de 19.000
venezolanos el año pasado en manos del hampa. Tal vez alguien le diga que
tiene que ver con que su Gobierno está ocupado de ver como se eternizan
en el poder y no de cómo solucionar los verdaderos problemas a todos los
venezolanos. A los chavistas digo: a ustedes también les matan los hijos, la
dádiva no para balas. Ya hemos comprobado que esta gente no tiene
siquiera la vergüenza de reconocer su responsabilidad en este drama.
Para muestra un botón: en un país serio, con un gobierno serio, el Ministro del Interior
hubiera renunciado ante su evidente fracaso en contener la inseguridad. Aquí.
En este Gobierno de comiquita, el Ministro está feliz porque prevé que para 2012
vamos a tener solo 16.000 muertes violentas y no las 19.000 del año anterior.
Eso, según dice él, por la proyección de enero que fue muy buena: solo mataron
43 venezolanos al día en lugar de los 56 del año pasado. Bien por el Ministro,
que ahora se la pasa en el Táchira saboteando al gobernador y haciendo
su campaña de candidato.
Pero es que son sordos ellos. Por no tildarlos de brutos, que parece que
también. En 13 años han anunciado nada menos que 18 planes de seguridad y
hasta ahora no se preguntan por qué han fracasado. Porque se llama fracasar cuando
la criminalidad sube casi 200% en 13 años. Cada Ministro que llega a la
cartera del Interior tiene su propia visión del asunto. Y todos los planes tienen
un discurso político: enfrentarse con las gobernaciones de oposición, con los
municipios de oposición, con las policías que asumen de oposición.
Y destruirlos. Quitarles los recursos, las armas, el apoyo. Para después salir a
decir que en esos estados hay más criminalidad.
El Comandante se molesta porque "el imperio" hizo un alerta a sus ciudadanos
que viajan hacia Venezuela, sobre los problemas de seguridad que pueden
confrontar. Les recomiendan no tomar taxis en la calle, no llevar prendas,
pasaporte ni dólares encima, no tomar solos la autopista Caracas - La Guaira,
buscar un servicio de transporte con su empresa o con la embajada, no hablar
con extraños, no estar en sitios solitarios, evitar las salidas nocturnas.
¿Es mentira ésta situación? Nosotros los venezolanos la vivimos todos los días
y noches de nuestra vida.
A estas alturas parece que el Comandante no sabe lo que es la agonía de que
un hijo adolescente tenga una fiesta y la madrugada sea eterna hasta que llega.
Él no entiende la zozobra de los jóvenes, que tienen la vida amargada hasta
para un simple día de playa: quédate tú a cuidar las cosas, no caminen solos
hasta allá, no hables con desconocidos, cuidado que te dan burundanga.
Seguramente el Comandante no sabe lo que es tener que transitar de noche por
la Autopista Regional del Centro, donde ponen peñascos o clavos llamados
miguelitos, para que los carros se detengan o vuelquen y así robar a sus
ocupantes, incluso estando muertos, como ha sucedido. El Comandante no
sabe que mientras pronunciaba, rodeado de seguridad, un discurso en La
Victoria, la autopista estaba trancada por las hileras de autobuses que él trajo
llenos de aplaudidores, con los carros apagados, detenidos y siendo presa
de los asaltantes, que hicieron su agosto mientras la cadena estaba en el aire.
Si los venezolanos están cansados de vivir diariamente atacados, robados,
segregados, insultados, humillados, votarán por un cambio el 7 de octubre.
Si quieren seguir adorando a un ídolo mientras matan a sus hijos y desean
seguir en la mayor pobreza que es la del espíritu, voten entonces por su fetiche.
Le dejaremos el trabajo final a Dios, que en su inmensa misericordia echará una
buena mano a los hombres de fe.
Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter:charitorojas
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