Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 18 de marzo de 2012

Si tenemos a un sirio perfecto en el más importante Ministerio de nuestra Administración Pública

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Notitarde 17-03-12 |

El ejemplo sirio ronda Miraflores

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1

La República se encuentra en un craso estado de acefalía. El jefe del

Estado ha estado ausente del territorio en el que hubiera debido, por

imperativos constitucionales, ejercer sus funciones. Peor aún: se ha sometido

de buen grado y sin verse constreñido por la violencia al Poder de un

gobierno extranjero que controla sus expectativas de vida o muerte y

que podría, si así lo quisiera, terminar con su vida cuando a bien tuviera.

Una situación ideal para un país que quiera ejercer su dominio sobre otro

infinitamente más rico y poderoso. Que lo viene intentando desde los años

sesenta y que ha constituido, desde la derrota que le infringiera el ejército

patriota que entonces defendía nuestra soberanía, la ambición de su vida.

Visto en términos existenciales, el Presidente de Venezuela es, por lo

menos desde julio de 2011, un inválido en poder de manos extranjeras.

Tradicionalmente enemigas de nuestro sistema de vida y claramente antagónicas

a los principios normativos asentados en nuestra Constitución Nacional por

voluntad soberana. Visto en términos políticos, así volviera a territorio nacional,

está material, físicamente incapacitado de enfrentar y resolver los problemas

para los cuales fue electo. Legalmente, ha perdido la legitimidad de origen y

desempeño que lo determina. Por todo ello, Venezuela se encuentra de facto en

un estado de acefalía. Como ni siquiera lo viviera en 1909, cuando el presidente

Cipriano Castro se ausentara del País para someterse a un tratamiento que lo

mantendría ausente por un tiempo largo e indeterminado. Terminó siendo para siempre.

No exageramos: Hugo Chávez viola la Constitución en su centro cordial y ha

renunciado de facto a ejercer el mando de la Nación. El que mantiene hipotéticamente

bajo su control, a distancia y mediante artilugios tele mediáticos, pero ello solo

por la permisividad e irresponsable tolerancia de quienes tendrían el imperativo

constitucional de impedírselo – la oposición – y por el poder de facto que se encuentra

en otras manos: en primer lugar las cubanas que disponen de su vida a su libre

arbitrio, y en segundo lugar en quienes ellos han delegado la apariencia de poder

en nuestro territorio: las altas autoridades de gobierno. Ante una eventual situación

de excepcionalidad, tales como la invasión de nuestro territorio por tropas extranjeras

regulares o irregulares, desastre natural como el deslave de Vargas, crisis social y

política que derivase en una insurrección popular como la vivida el 27 de febrero de

1989, levantamiento militar o golpe de Estado como el que él mismo protagonizara el

4 de febrero de 1992, o cualquier otra imaginable circunstancia excepcional,

el país se encontraría sin gobierno, sin comandante en jefe, sin poder ejecutivo,

sin un responsable máximo capaz de hacer frente a esos eventuales, graves

acontecimientos y carente, en consecuencia, de todo control.

Venezuela, adolece, de facto, de acefalía. No tiene hoy un presidente ejecutivo

en ejercicio. Peor aún: ni siquiera, como lo exige expresamente la Constitución,

de un sustituto. Está en el limbo.

2

Si no fuera inherente al concepto de Nación una base territorial, sano y bueno.

El Presidente podría despachar desde Urano o, si lo prefiere, desde Varadero

o La Costa Azul. Venezuela sería una instancia vaporosa y evanescente o

una realidad corporativa al estilo de una multinacional. Pero la primera determinación

nacional es el territorio. Y su población. A ambos se debe la autoridad máxima.

Y aquí viene la aberración política que tal acefalía plantea: contrariamente a lo que

creen las autoridades coloniales a cargo de la satrapía – Rangel Silva, Bernal, Jaua,

Cabello, El Aissami, Rangel Cárdenas, Soto Rojas – la fuerza económica, social

y política que sustenta y garantiza la estabilidad de la Nación no está en ellos:

está en las fuerzas vivas que podrían hacerla saltar por los aires cuando le

viniera en ganas – el empresariado, las academias, las iglesias, las universidades,

los medios, la sociedad civil y sobre todo el liderazgo opositor legitimado en las

recientes Primarias y sus partidos y organizaciones sociales. Salvo que en caso de

dispararse las contradicciones que bullen en el seno de una sociedad

descompuesta, inmoralizada, corrupta o desesperada por el estado de inopia en que se

encuentra el país, algún avispado del Estado Mayor o algún aventurero comacate como

los del 4F decidiera cortar por lo sano y cumplir con el predicamento schmittiano:

Soberano es quien resuelve el Estado de Excepción. Sólo requiere de la osadía y la decisión

necesarias para lograrlo.

De allí el craso error de un comunicador semanario que afirmaba sin rubor alguno que

el único ser humano capaz de garantizarle la seguridad y la estabilidad al país era un

quebrantado, canceroso, debilitado y aparentemente condenado a muerte –

a corto o mediano plazo - teniente coronel obligado por propia voluntad a permanecer

inerme en manos de un gobierno extranjero por tiempo indeterminado. Un gobierno que ha

tenido a buen recaudo hacerse trasladar cantidades no determinadas de lingotes de

oro que deberían encontrarse en las bóvedas del Banco Central de Venezuela, pues

constituyen parte física de nuestras reservas internacionales.

¿Quién dispone de mayor poder sobre nuestra soberanía?

¿Los cancerberos cubanos que controlan la gravemente quebrantada salud presidencial

en La Habana o el Presidente venezolano que yace en uno de los cuartos del

hospital habanero?

¿Los eventuales albaceas ya en poder y disposición de parte importante de nuestras

reservas internacionales o los ciudadanos del país dejado a su suerte, que ni siquiera saben

verdaderamente de qué sufre y padece su Presidente y cuál será su futuro de vida?

Permítanme afirmar que su máxima autoridad y, por ende, el Poder que representa

se encuentran en manos foráneas. Los señores Fidel y Raúl Castro Ruz. Todo lo

demás es silencio.

3

Para ser franco: el problema propiamente jurídico y constitucional que esta grave

anomalía representa no me parece de primerísima importancia. Lo considero un problema

de índole académica. Que se convierte en problema crucial, perentorio, urgente,

sin embargo, cuando se lo observa desde la perspectiva política. Cuando se considera

que en los hechos el gobierno hoy acéfalo ha decidido no representar sino a una

parte de la población, ya ni siquiera la mayoritaria. Mientras puede disponer a su antojo

de la indiferencia, la apatía o el aparente desinterés de aquellas fuerzas vivas que

tendrían el derecho y el deber de desenmascarar la aberración jurídico-política que

significa permitir ser aparentemente gobernadas telefónicamente por un Presidente

aquejado de un mal aparentemente terminal en manos de un gobierno forajido,

enemigo de los derechos fundamentales y claramente violador de todas las normas

de un verdadero Estado de Derecho. El mismo condenado a sobrevivir a expensas

del país que controla a distancia.

Me pregunto: ¿debe la oposición venezolana mirar de soslayo ante una violación

tan flagrante, de tanta gravedad y de tan graves consecuencias como ver su

gobierno aherrojado en manos de un gobierno extranjero? ¿Debe tolerar que incluso

un gobernante extranjero, el Presidente de Colombia, considere pertinente trasladarse

a La Habana, capital de la República Socialista de Cuba, para tratar asuntos

colombo-venezolanos y firmar allí convenios de estricta competencia bilateral,

sin consideración que el Presidente de la República de Venezuela no está

constitucionalmente facultado para realizar actos de gobierno de esa naturaleza

encontrándose fuera del territorio en que se halla la sede de su Gobierno?

Resulta francamente insólito, en esta coyuntura de extrema fragilidad política

y jurídica y de evanescente y volátil estabilidad como la que vivimos, que a un

rufián al servicio del régimen se le permita crear una situación de tan graves

consecuencias como dispararle a la cabecera de una marcha dirigida por el

candidato presidencial de la oposición.

¿Qué hubiera sucedido si Henrique Capriles hubiera sido asesinado por el esbirro

que le disparó a mansalva? ¿Quién y cómo hubiera salido a controlar el gravísimo estado

de excepción policial generado por ese magnicidio? ¿Quién o quienes están a cargo del gobierno

real de la República?

¿O el atentado fue pensado, organizado y llevado a cabo aprovechando la ausencia

de quien, a todas luces, hubiera sido el único beneficiado con las fatales

consecuencias? ¿O se planea desde la sala situacional de Miraflores crear las

condiciones de un bogotazo y lanzarnos por el despeñadero de una guerra civil,

como la que hoy sufre Siria, y cuyo ejemplo promete seguir al pie de la letra el delfín

del prisionero de La Habana, Diosdado Cabello?

Piensa mal y acertarás dice un anciano proverbio gallego. Llegó la hora de

actuar pensando mal. El adversario nos considera su enemigo. Y en su doctrina,

al enemigo se lo mata. No se lo hagamos fácil. Impidámoselo. De ello depende

la suerte de la República.

E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com

Twitter: @sangarccs


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