Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

domingo, 2 de diciembre de 2012

El acucioso problema del Poder comienza a ponerse a la orden del día. ¿Seremos capaces de resolverlo de manera pacífica y constitucional? Es la gran pregunta. Su respuesta, en cualquiera de sus planos, depende de nosotros.


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01/12/2012  Notitarde

Ante el abismo


Antonio Sánchez García
Valencia, 1 diciembre 2012.- El político y analista colombiano Fernando Londoño resaltaba 
recientemente el peligro que entraña para nuestro país encontrarse a la deriva, sin saber qué 
hacer con Chávez y sin saber qué hacer sin Chávez. El acucioso problema del Poder comienza 
a ponerse a la orden del día. ¿Seremos capaces de resolverlo de manera pacífica y constitucional? 
Es la gran pregunta. Su respuesta, en cualquiera de sus planos, depende de nosotros.

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Este domingo dos de diciembre se cumplen cinco años de la primera gran victoria electoral de la 
oposición democrática venezolana. Tanto más importante y trascendente, cuanto que se trataba 
de una elección sobre asuntos de principios esenciales, que debían y deberían regir los destinos 
de Venezuela, más allá de sus incidencias políticas. Pues se trataba de decidir sobre el marco 
constitucional que debía fijar la ruta futura de una Nación ferozmente asediada por el 
intento más sistemático y devastador sufrido por la República en sus doscientos años de 
existencia para torcer su naturaleza institucional, pacífica y democrática, y dejarla al arbitrio 
de un caudillo delirante, belicoso y poseso decidido a implantar en nuestro país un régimen 
totalitario de signo castro comunista.

El infructuoso intento partió de un grave error de cálculo, que aún hoy, a cinco años 
de ocurrida esa derrota del castrocomunismo venezolano, continúa encegueciendo a la 
cúpula militar gobernante, a saber: menospreciar la raigambre democrática del pueblo 
venezolano creyendo que la victoria electoral de Hugo Chávez en su primer intento releccionario 
frente al opositor Manuel Rosales constituía un cheque en blanco para abrir las compuertas 
del país al comunismo caribeño contenido en el paquete de leyes que propusiera de 
inmediato a su partido y lograra concretar su ministerio de elecciones el 2 de diciembre del 
año siguiente.

La aceptación de dicha propuesta plebiscitaria por parte de su asamblea legislativa y 
del CNE -con el indirecto consentimiento de una oposición democrática que aceptó el desafío 
a pesar de su pervertida naturaleza- violaba de manera flagrante los principios constitutivos de 
nuestra Carta Magna, sin que a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia se le 
arrugara el semblante. Pues las reformas que se contrabandeaban en el paquete de leyes 
sometido a plebiscito violaban la norma supraconstitucional, según la cual reformas que afecten 
a la esencia de la Carta Magna -leyes supraconstitucionales- solo son posibles jurídicamente 
si se realizan dentro del marco de una nueva Constituyente.

De modo que la iniciativa presidencial era violatoria por principio: pretendía, en rigor, torcer 
la naturaleza del Estado de Justicia y de Derecho fijado en la Constitución de 1999, 
modificando leyes esenciales que hacían a potestades presidenciales -la reelección indefinida 
y la ampliación del período de gobierno-; la existencia de las instituciones -creación del poder 
popular y ampliación de los componentes constitutivos de nuestras Fuerzas Armadas-; drástica 
modificación del régimen de propiedad, vulnerando el derecho a la propiedad privada y 
otorgándole al Estado el derecho a ser el único propietario de bienes y vidas, etc., etc., etc. 
Estableciendo, en suma, el Estado Socialista, con lo cual se vulneraban los principios enunciativos 
de nuestra Constitución y se hacía tabula rasa de toda una tradición constitucional republicana. 

De ese modo, la sola realización de ese plebiscito era violatorio de la Constitución. A pesar 
de lo cual, la oposición democrática aceptó el envite. Con la máxima apuesta de alto riesgo 
que haya aceptado en estos 14 años de predominio castrocomunista.

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Que el Presidente de la República había forzado la barra más allá de lo que la sociedad 
venezolana estaba dispuesta a aceptar y alguna de sus instituciones decidida a tolerar lo 
demostró el triunfo inapelable del NO con que se saldara el Referéndum Revocatorio de aquel 
histórico 2 de diciembre de 2007. La escasa diferencia de dos puntos porcentuales que 
el CNE estuvo dispuesto a reconocerle al NO, luego de una interminable puja de posiciones 
librada tras bambalinas en un tour de force que jamás llegaríamos a conocer plena y 
detalladamente, demuestra que aquella noche el país estuvo al borde del abismo.

Ya a las 5 de la tarde, cumpliendo con una faena de zapa que ha mucho tiempo debía haberla 
condenado judicialmente por prestarse a las manipulaciones totalitarias del partido 
gobernante, la empresa Ivad del encuestador Seijas dio por ganador al SÍ, encontrando 
eco en una agencia de noticias internacional asimismo habituada a servir de instrumento de 
manipulación del régimen, la empresa inglesa Reuters. Respaldados en las desembozadas 
falsedades de Ivad y Reuters, algunos políticos de gran ascendiente en sectores de 
oposición y con gran influencia mediática, de cuyos proverbiales trapisondeos más vale no 
ocuparse -a pesar de que continúan ejerciendo hasta el día de hoy su perniciosa y 
castradora influencia sobre importantes iniciativas democráticas- comenzaron a presionar 
para que la dirigencia opositora reconociera el triunfo del SÍ y aceptara "con hidalguía" su derrota.

Si su iniciativa hubiera tenido éxito, el Presidente hubiera podido implementar de inmediato 
la construcción del Estado Socialista, a marchas forzadas y a paso de vencedores. Por 
fortuna para la resistencia verdaderamente democrática, diversos grupos de opinión 
respaldados por organismos dedicados a la experticia electoral que implementaron un 
vasto plan de control electoral tuvieron los exactos resultados estado por estado, alertaron 
a algunos dirigentes de los partidos de oposición y coincidieron en sus apreciaciones con 
altos mandos de las fuerzas armadas que puestos ante el grave dilema de aceptar un fraude 
que avalara la entronización del castrocomunismo en nuestro país, no dudaron en exigir el 
reconocimiento por parte del CNE, ergo, del Presidente de la República, de la derrota de la 
espuria iniciativa presidencial.

A Hugo Chávez no le quedó más remedio que aceptar su derrota, reconocer la victoria 
opositora y tras metabolizar el duro revés que no se esperaba, negociar la diferencia 
de votos de modo a salir del empacho con un logro honorable -el 49%, que hasta hoy no se 
lo cree nadie-, esperar unas horas y despertar al país con la insólita grosería, dicha ante 
el silencio estatuario de su Estado Mayor en su ya clásico tono retador y matonesco tachando 
la voluntad democrática del país de "victoria de mierda". Al mismo tiempo que volvía por 
sus fueros afirmando que "por ahora" lo aceptaba, pero ya volvería con su mortífero 
paquete de decreto leyes bajo la manga.

3

Han pasado tortuosos 1.825 días, vale decir 43.800 interminables horas desde entonces. 
Un cálculo promedio de 18.000 homicidios anuales nos daría una cifra virtual de 90.000 
venezolanos asesinados desde entonces. Sin contar la de heridos graves o de mediana 
gravedad, los secuestrados, asaltados, robados y sometidos a la sevicia de un régimen 
carente de los más elementales escrúpulos morales y la más básica responsabilidad cívica. 
La ruindad económica no ha cesado, solo ocultada a medias por un flujo interminable y 
constante de divisas que ha convertido al país en ese monstruo parasitario echado a las 
ubres del petróleo que Arturo Uslar Pietri temía como al Apocalipsis. Convirtiendo a 
Venezuela en un país exangüe, paralítico, ocioso, endeudado y mal vividor. Los índices de la 
Cepal indican que la pobreza no solo no ha decrecido, sino aumentado. Y decidido a implantar 
su delirio, Hugo Chávez ha sometido a todas las instituciones a su arbitrio, las mismas que, 
como el sistema judicial, se apocan dramáticamente y se someten cada día más, de manera 
más abyecta y obsecuente a sus tiránicos caprichos. Como hubiera dicho el genial poeta 
español Francisco de Quevedo, un país tan carente de justicia, que ya es un riesgo de vida 
tener la razón.

A pesar de todos esos pesares, la vitalidad del nervio democrático de la Nación se ha fortalecido 
hasta convertirse en una verdadera alternativa de Poder, como lo demostrara ese histórico 
2 de diciembre y fuera reafirmado elección tras elección desde entonces. Un proceso de 
acumulación de victorias que hubiera terminado por imponer este pasado 7 de octubre la 
necesaria transición hacia la democracia si el país no hubiera tocado el límite de lo que 
la voluntad desquiciada del Presidente de la República y su camarilla castrocomunista -de la 
que depende la sobrevivencia de la tiranía cubana y la existencia del crimen globalizado 
que campea en la Venezuela roja- están dispuestos a aceptar. Al levantar la alcabala electorera 
y montar la arquitectura totalitaria de su ministerio de elecciones, Hugo Chávez pretende 
cerrar el ciclo de los enfrentamientos electorales en Venezuela y condenarnos a la 
apatía y el entreguismo de aceptar vivir en un estado totalitario. Un capítulo que pretender 
coronar apropiándose de los estados más importantes del país.

Perspicaces observadores internacionales advierten de la grave crisis de gobernabilidad que se 
abate sobre Venezuela en esta fecha emblemática ante el aparente e inevitable desenlace del 
costo que estos 14 años han cobrado en el cuerpo del teniente coronel. Ha arriesgado lo poco 
de vida efectiva que aún le quedaba para lograr imponer su reelección. Su ocaso, 
acompañado del grave descontento social que sus promesas imposibles de cumplir ya 
comienzan a desatar a lo largo y ancho del país, nos sumirá en gravísimos desajustes, 
crisis reiteradas cíclicamente y exponencialmente devastadoras. El aparataje institucional 
y coercitivo que ha montado será desbordado hasta extremos inimaginables. Venezuela, 
ya a la deriva, arriesga el hundimiento. Desaparecido el caudillo, la revolución se irá por 
el desaguadero de las ilusiones fracasadas.

El político y analista colombiano Fernando Londoño resaltaba recientemente el peligro 
que entraña para nuestro país encontrarse a la deriva, sin saber qué hacer con Chávez y 
sin saber qué hacer sin Chávez. El acucioso problema del Poder comienza a ponerse 
a la orden del día. ¿Seremos capaces de resolverlo de manera pacífica y 
constitucional? Es la gran pregunta. Su respuesta, en cualquiera de sus planos, 
depende de nosotros.

Antonio Sánchez García

E-mail: sanchezgarciacaracas@gmail.com
Twitter: @sangarccs

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