La involución chavista
JORGE LINARES ANGULO | EL UNIVERSAL
martes 7 de junio de 2011 12:10 PM
Es absolutamente falso que el país esté mejor que como estaba en 1998. Son falsas las cifras de prosperidad que da el gobierno, basadas en las valoraciones de los organismos internacionales. Por ejemplo, Ricardo Menéndez, ministro de Ciencia y Tecnología, afirmó, en VTV, que Venezuela en bienestar supera a Estados Unidos y a toda América Latina. Cita como fuente a la firma Gallup, en una medición titulada "Legatum", realizada en 2010, la cual puede leerse en la web www.prosperity.com/rankings.aspx. Pues bien: el ministro miente porque lo que allí se dice es que Venezuela, dentro de un grupo de 110 países, ocupa el lugar N° 75 en cuanto a prosperidad, bastante lejos de los ocupantes de los diez primeros lugares: Noruega, Dinamarca, Finlandia, Australia, Nueva Zelanda, Suecia, Canadá, Suiza, Holanda y Estados Unidos. Uruguay es el país latinoamericano mejor posicionado con el puesto N° 28. Venezuela en todos los rubros aparece en los últimos lugares. Es evidente que el ministro se atreve a citar fuentes internacionales porque supone que la mayoría no está en condiciones de verificarlas. ¿Podemos sorprendernos? En absoluto: tanto el presidente como sus voceros son habituales en las mentiras, dándonos su versión de un país colmado de dicha y bienestar cuando los venezolanos sabemos que su gestión ha vuelto añicos nuestra calidad de vida. La inflación y la destrucción de la producción, la zozobra a diario vivida para resguardarnos del hampa, los hospitales sin insumos y en la ruina física, las calles tachonadas de huecos, las carreteras dantescamente dañadas, las expropiaciones de un gobierno irresponsable para dar a los pobres la impresión de que se preocupa por ellos, etc., son sólo algunos aspectos de una Venezuela que detuvo su desarrollo y se retrotrae a mediados del siglo XX.
Hugo Chávez ha tenido muchísimo dinero, todo el poder en sus manos, respaldo nacional (hoy muy menguado) para haber hecho de Venezuela una nación excepcional en Latinoamérica. Pero su naturaleza autocrática y su atraso ideológico se lo impiden. Su garrulería televisiva no es más que un efectismo de competencia inexistente. Algunos ilusos creen que en materia social y educacional ha hecho obra relevante. No: las daciones sociales son débiles, improvisadas, y apenas un paliativo de la pobreza. Y las realizaciones educacionales, intoxicadas de ideología, son las antípodas de la idoneidad científica y humanística que un país necesita para su bienestar y grandeza. En educación el populismo es fatal. El siglo XXI está plagado de desafíos. Para enfrentarlos Venezuela necesita infraestructura digital, ciencias y matemática, recursos humanos de alto nivel, educación básica y universitaria de primera calidad. Los hiperliceos universitarios y la educación general abarrotada de comisarios y programas doctrinarios -obra la única del gobierno- son vía expedita para una involución mortal.
linaresj1@hotmail.com
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