El Gobierno alimentó un monstruo que hoy se traga a la propia revolución
Cuando Chávez recién llegado al poder justificó el robo cuando no se tiene con qué comer abrió una compuerta que hoy se refleja en hechos como los de la cárcel de El Rodeo.
El pasado miércoles en la noche, cuando todavía quedaban varias decenas de reclusos amotinados y armados en una de las torres de esa prisión, cuyas dramáticas imágenes le han dado la vuelta al mundo, el ministro El Aissami ofreció una rueda de prensa para destacar y alabar la actuación del Gobierno y de la GNB en el rescate de la prisión.
No entendía el ministro, que se trata de un hecho que muestra una complicidad entre carceleros y reos, que ha puesto al descubierto el quiebre institucional y ético de una sociedad.
Al ministro le pareció poca cosa que 60 nombres de reclusos no estén registrados en ninguna lista, simplemente desaparecidos; tampoco fue importante detenerse a explicar cómo llega tal arsenal de guerra a una prisión y cómo es que mafias de delincuentes tienen el control de las cárceles en Venezuela. Para eso no hubo respuestas.
Como suele suceder, intentó atribuir lo ocurrido a las supuestas informaciones "manipuladas" de los medios privados y utilizó un drama como ese para resaltar lo maravilloso que es el Gobierno revolucionario cuando se trata de derechos humanos.
Lo que hemos visto en El Rodeo no es nada extraño en los últimos años. Los asesinatos dentro de recintos se han convertido en cifras que compiten con las que produce la delincuencia en las calles del país, al tiempo que la imagen de las armas guerra se repinten en otras prisiones.
Ha sido noticia cotidiana, cómo desde las prisiones se planifican secuestros, se maneja el narcotráfico y se dirige la muerte por encargo.
Pero ese mecanismo no opera solo. El negocio se esparce en todas las instancias del Poder Judicial. "Murieron de golpiza los tres recluidos del Cicpc" decía una noticia ese mismo día, referente a la mafia que también opera desde el organismo de El Rosal, en donde caer preso significa pagar por lo menos 50 mil bolívares para permanecer con vida. Pero la mano de esa delincuencia también se ha extendido a otras instituciones, de manera que la mafia de las cárceles es el último eslabón de una cadena, en la que el que entra, vive con la idea de que no podrá salir jamás.
No podemos dejar afuera, cómo desde el mismo Gobierno se financiaron y armaron bandas de motorizados para "defender" a la revolución. Alcaldes y funcionarios rojitos fueron los operadores de tal aberración institucional. Esas bandas hoy son las dueñas de las calles.
El Gobierno alimentó un monstruo, el de la delincuencia que hoy se traga a la propia revolución.
twitter:@folivares10
Sí, aunque -curiosamente- la respuesta sea más antropológica que jurídica. Es lo que ocurre, por ejemplo, con los bosquimanos (también llamados: san o kung), un pueblo nómada de cazadores y recolectores que habita en el desierto del Kalahari, entre Namibia y Botsuana, al suroeste de África, desde hace más de 20.000 años. En esta sociedad no hay leyes escritas; carecen de tribunales de justicia y de cárceles y, sin embargo, han logrado subsistir porque concurren tres circunstancias:
1º) Se trata de grupos pequeños que viven en chozas con las puertas abiertas formando un círculo, donde todos se conocen en la aldea y, por lo tanto, la opinión pública ejerce suficiente presión como para controlar a todos sus integrantes;
2º) La sociedad se organiza en clanes unidos por una relación de parentesco, con lo que todos saben perfectamente cuáles son sus necesidades e intereses; y
3º) No existen acusadas desigualdades entre unos y otros miembros porque todos tienen acceso, básicamente, a la misma propiedad colectiva; además, por su estilo de vida nómada, apenas tienen unos pocos enseres para no sobrecargar sus desplazamientos. Aún así, esta escasez de bienes tampoco está reñida con la posesión de ciertos efectos personales, como armas o adornos, que el grupo respeta y nadie toca sin el consentimiento de su dueño.
Entonces, ¿cómo resuelven los conflictos cuando, por ejemplo, dos cazadores reclaman colectar una misma presa? Aunque resulte difícil de asumir para nuestra mentalidad occidental, el clan se reúne para resolver el litigio, a modo de tribunal, y escucha cantar a las dos partes. En este duelo de canciones cada una de ellas debe insultar a su adversario y cuanto más ocurrente y creativo sea el escarnio, más se reirán los miembros de la tribu y, por lo tanto, ese cantante tendrá más posibilidades de que se le dé la razón. En este caso, lo importante no es decir la verdad o demostrar la culpabilidad del otro ni tan siquiera ver quién de los dos contrincantes tiene la razón sino ganarse a todos los miembros del pueblo kung para que sus pretensiones individuales tengan una respuesta colectiva.
Este duelo de canciones es, probablemente, una de las formas más curiosas de impartir justicia. Una práctica que también se viene dando entre los esquimales del Ártico, los aborígenes de Australia y Nueva Zelanda y las tribus lakhotas de Estados Unidos y los kwanlin Dün del Canadá, donde aún se resuelven los conflictos de la comunidad reuniéndose en círculos de sentencia.
Ahora bien, salvo estas contadas excepciones, lo cierto es que la evolución del ser humano, a lo largo de la historia, ha hecho necesario que el Derecho surja como única manera de establecer unas reglas de convivencia.
Aunque en la Venezuela chavecista el Poder Legislativo no legisla según la Constitución ni ejerce sus funciones de control al Ejecutivo; el Poder Judicial no es ni autónomo ni independiente; el Poder Ejecutivo apenas tiene un Presidente de cuya incapacidad física y mental se hace un rumor ensordecedor; el Poder Electoral no es imparcial, ni transparente ni rápido en las votaciones y los escrutinios; y, finalmente, el Poder Ciudadano está integrado por los "tres monos sabios", quienes no ven, no oyen ni dicen nada de la grosera corrupción administrativa roja rojita; por ende, queda demostrado que podemos vivir sin leyes y, peor aún, sin Constitución.
En fin, ¡sin división de poderes no hay Constitución!
www.juancarlosapitz.com
justiciapitz@hotmail.com
twitter: @justiciapitz
Sí, la Asamblea Nacional debe debatir, en serio, la podredumbre en el sistema carcelario
Uno no sabe como definirlo. ¿Perverso? ¿Admirable? El hecho es que este régimen abusador, chapucero y farsante, siguiendo lineamientos cubanos, otra vez intenta lograr, en la línea del mal, resultados que nunca ha obtenido como Gobierno. La tiranía regente ha sido consistentemente incompetente, excepto en tres misiones: demoler las instituciones democráticas, destruir la economía y mantenerse en el poder, aunque, necesario es resaltarlo, lo consigue mediante el ejercicio inescrupuloso del mando, transgrediendo las normas electorales ¿y con fraudes?
Regentando el conuco (gerenciar el país le queda grande) ha resultado una calamidad. Ningún servicio funciona bien. Todo decrece menos la inseguridad, anarquía, corrupción o inflación. Persisten las fallas de luz, agua, gas, transporte y otros servicios. Se encogen los salarios, escasea el empleo, prosiguen las expropiaciones y aumentan las protestas. Agonizan los hospitales (menos los cubanos, financiados con dinero venezolano) y se desploman escuelas y carreteras. ¿Y las cárceles? Son un horror. Un malandraje dentro y fuera. Una afrenta a la venezolanidad y un absceso para un régimen bárbaro que, sin embargo, es ridiculizado por dos tukis con 100 rehenes. ¿Qué están armados? En efecto. ¿Pero tienen más poder de fuego y efectivos que el Ejército y la Guardia?
Sin embargo, a la camarilla regente no le ha ido mal en el "arte" de achacar a otros sus desatinos. En este propósito le ha servido la pusilanimidad o connivencia de cierta sociedad acomodaticia o codiciosa que se forra haciendo negocios revolucionarios, algunos muy podridos. Esta vez se propone convertir su negligencia y fracaso en la masacre de El Rodeo en una "victoria" política. ¿Cómo? Culpando a los de siempre: el imperio, el capitalismo, la oposición, las ONGs y los medios de comunicación privados. Resultó burda, desmesurada e infame la parodia en la AN para linchar políticamente a William Ojeda por denunciar la responsabilidad del Estado y Minjusticia en dichos sucesos.
Sí, la AN debe debatir la podredumbre carcelaria: ¿Por qué tanto deterioro y hacinamiento? ¿Por qué hay drogas en los penales? ¿Por qué los reos están armados con pistolas, fusiles y granadas? ¿Quién se las proporciona? ¿Por qué no se construyen nuevas cárceles? ¿Por qué no está imputada 45% de la población penal? ¿Cuánta culpa es de los fiscales, los jueces o la Dirección de Prisiones? ¿Cuánto más soporta esta inhumana situación?
Pero nada... está por regresa el Híperlider Sideral que todo lo puede. Aspiran que el apoteósico recibimiento a tributarle, más el monumental desfile del 5 de Julio -con el debut en sociedad de tanques y misiles rusos-, redima sus culpas. Eso creen.
msanmartin@eluniversal.com
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