Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

sábado, 6 de agosto de 2011

Monstruoso y banal"Nadie es una isla... la muerte de cualquier hombre nos disminuye, porque estamos ligados a la humanidad;

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Cuando doblan las campanas
JUAN CARLOS PÉREZ-TORIBIO | EL UNIVERSAL
sábado 6 de agosto de 2011 01:03 PM

"Nadie es una isla... la muerte de cualquier hombre nos disminuye, porque estamos ligados a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti". Como se sabe, estas son parte de las palabras de John Donne que usó Ernest Hemingway como epígrafe en su ya clásica obra sobre la guerra civil española Por quién doblan las campanas. Las mismas nos han venido a la mente estos días tras conocer la terrible hambruna que se ha desatado en Somalia, los atentados de Noruega y el atípico caso de Rais Bhuiyan, quien suplica perdón para su agresor.

Alguien dijo por allí que para acabar con el hambre en el mundo solo se necesitan 30.000 millones de dólares anuales y que si las sumas de dinero que se le han inyectado al sistema bancario de Estados Unidos desde la crisis del 2008 (y que ese analista calcula en 1.700 millones de dólares) se destinaran a ese propósito, nadie dejaría de comer por lo que resta del milenio. Tal vez esto sea así, y quizás esto confirme una vez más las tesis de Mosca y de Pareto de que el 20% de los habitantes concentra el 80% de los recursos, pero el caso de Somalia constituye un ejemplo también de lo que sucede en un país cuando la intolerancia, la locura y el desacuerdo se apoderan de él.

Desde que en 1960 se formara la nación de Somalia por la unión de los protectorados de Somalilandia británica y la Somalia italiana, esta nación ha sufrido toda suerte de luchas intestinas por el control del territorio, derivando en un espacio sin ley y sin estructuras administrativas, por lo que se considera un Estado "irreal" "fallido", "inexistente" y hasta un "pseudopaís". La situación se ha complicado con la peor sequía que ha azotado el Cuerno de África desde hace 50 años. Sin embargo, no es la primera vez que la ONU declara la hambruna en este país. Ya lo había hecho antes en 1992, pero ahora la situación es mucho más preocupante que en aquellos años. Aproximadamente cuatro millones de habitantes, la mitad de la población del país, necesita ayuda urgente y muchos de ellos en su desesperación buscan refugio en las vecinas Kenia y Etiopía, donde a los campos instalados por Médicos sin Fronteras (MSF) han llegado aproximadamente 500.000 personas, muchas de las cuales han tenido que abandonar el cadáver de sus hijos en el camino. Esta circunstancia se hubiera podido mitigar en alguna medida si el grupo fundamentalista islámico Al Shabad, que se supone afiliado a Al Qaida, y el cual controla parte del centro y sur de Somalia, no hubiera impedido desde 2009 el ingreso a esos territorios de las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria. Pero la hambruna está haciendo tantos estragos en Somalia, que es ahora el mismo Al Shabad el que ha pedido la asistencia de estos organismo, los cuales todavía no se sienten seguros con este grupo, ya en aquella oportunidad se retiraron porque el mismo les exigía parte de las ayudas y que ninguno de sus trabajadores fuera mujer.

Tanto este caso como el que recientemente ha tenido lugar en Noruega, donde el fundamentalista (pero esta vez antimusulmán) Anders Behring acaba de sacudir con sus asesinatos los cimientos de la misma sociedad noruega, contrastan con la actitud asumida por Rais Bhuiyan, un bengalí que ha demandado al gobernador de Texas, Rick Perry, en su afán por detener la ejecución de Mark Stroman, un miembro de una hermandad aria, quien después de los atentados del 11 de septiembre, en los que había perdido a su hermana, le disparó a quemarropa al mismo tiempo que mataba a sus compañeros, al indio Vasudev Patel y al paquistaní Waqar Hassan.

Como si Rais Bhuiyan encarnara las palabras de Donne con las que hemos comenzado este escrito, ha declarado que "el 11 de septiembre produjo algo horrible, no sólo a Estados Unidos, sino al mundo entero. Este es un momento en que podemos tomar un nuevo camino, el camino del perdón, de la comprensión, de la tolerancia y de la sanación".

Seguramente Rais Bhuiyan no se equivoca cuando dice que el 11 de septiembre produjo algo horrible dentro y fuera de Estados Unidos, lo que sí dudamos es que muchos sigan su ejemplo tomando un nuevo camino y que las campanas dejarán de sonar algún día. Pero quién sabe, todo es posible en un mundo donde una persona demanda a un Gobernador porque no le conmuta la pena a su agresor y asesino de sus amigos.

@pereztoribio
www.diariosdelaincertidumbre.com

Monstruoso y banal

No se puede ser multiculturalista y defender los Derechos Humanos al mismo tiempo
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
sábado 6 de agosto de 2011 12:00 AM

Especie de Lucifer, una abominación de rostro angelical, Anders Behring Breivik, asesina noventa personas en Noruega, bajo el efecto de la peor droga: el odio racial. Cabeza hueca, planificó doce años una acción tan estúpida como demoníaca. La misma energía infernal movió a Bin Laden, Goebbels, Mugabe, Pol Pot, Elridge Cleaver, Malcom X y los Panteras Negras. Todos demiurgos del multiculturalismo (Lefebvre lo llamaba "diferencialismo") una estrategia para enfrentar "culturas oprimidas" vs. "culturas opresoras", la lucha de razas. Es una coartada que justifica paradójicamente crímenes bárbaros por razones "culturales".

Los nazis fueron de las expresiones más perfectas del diferencialismo. La cultura aria se había desnaturalizado por el mestizaje. Debían descontaminarla y volver a la pureza de las tradiciones "profundas", la mitología germánica, la música, así como algunos quieren hacerlo con la "negritud", "lo originario" y demás necedades. Dicen que Hitler, cuando era un vagabundo en Viena, tenía transportes místicos viendo Sigfrido de Wagner, símbolo de la "opresión" a los arios. Años después Goebbels quemaría millones de libros "decadentes" en piras (por ahí destruyen estatuas de Colón).

Toda Europa ha soportado sistemáticamente turbas violentas desde 2006 hasta 2011. Intelectuales europeos -entre ellos Kuhn- justificaron la bestialidad, porque unas caricaturas publicadas en Holanda habían "irrespetado al profeta". Es como si a alguien le pareciera aceptable que los judíos incendiaran Manhattan porque en una película Morgan Freeman representó a Yavhee, que para su religión es innombrable e irrepresentable. Hoy las ciudades europeas están tomadas por bolsones de proto terrorismo que sólo el año pasado crearon cientos de desórdenes, inmigrantes fugitivos de la miseria y la opresión de sus países de origen, que no se integran sino que aborrecen la sociedad que los acoge.

Angela Merkel dijo con rotundidad: "la sociedad multicultural fracasó en Alemania". James Cameron lo afirmó también, ya que los informes de seguridad hablan de más de seis mil activistas radicales en varios semilleros de terrorismo en Gran Bretaña. Lo mismo Sarkozy que como ministro primero y ahora como presidente ha enfrentado incesantes motines en Francia. Hace unos años una escritora bautizó el continente como "Eurabia" por sus tendencias poblacionales. Los neonazis y suprematistas blancos son la otra cara del mismo problema

La vida democrática no es multicultural sino plural. El pluralismo es el estado rutinario de una sociedad abierta y se funda en que las civilizaciones surgen de las diferencias, de la fusión de culturas, como las expresiones musicales populares trascendentes, el rock, el jazz, el blues, la salsa, el bolero, el tango, el reggae. Escritores insignia en lenguas española e inglesa, Vallejo y García Márquez, y Whitman y Melville, son producto de ese mestizaje simbólico. Cada quien vivirá según su cultura y religión, sin violentar el derecho a la vida, la libertad, la integridad de otros.

Lo que la barbarie revolucionaria llama "diferencias culturales" es la complicidad con grupos que practican la cotidianidad criminal de pegar a las mujeres, imponerles matrimonios, taparles el rostro, castrarlas, o apedrearlas como hacen los animales de Ahmadinejah, que arrojan homosexuales por barrancos. Pero para un revolucionario, quien cuestiona lo hace "desde la óptica de una cultura opresora". El pluralismo vive de diferencias de costumbres, tradición o religión, pero sólo hasta una frontera: los Derechos Humanos. Es el dilema de la civilización: no se puede ser multiculturalista y defender los Derechos Humanos al mismo tiempo.

Cassius Clay renunció en la juventud a su nombre "de esclavo" por uno de los del profeta, con la idea equivocada de que provenía de África. Adulto retomó el que le dieron sus padres en una sociedad libre que los Panteras Negras iban destruir, hoy presidida por un negro. Bin Laden quería, antes del chapuzón, asolar la Europa del Demonio Blanco y someterla al Corán y el Califato. A pesar de haber segado miles de vidas inocentes, Alá no le otorgó la posibilidad de estar en las grandes ligas de los genocidas, ser un Mao, Stalin o Hitler -en orden de criminalidad-, y contar sus muertos por millones. Su final fue el vientre de un tiburón que debe haber muerto de gastritis. Le ajusta, igual que a Breivik, lo que decía Conrad de otro terrorista en una de sus novelas: "no sé si es más despreciable por su monstruosidad o por su banalidad".

@carlosraulher

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