Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 2 de agosto de 2011

Tántalo es la herencia que grabamos en nuestra mente hasta el presente. La toma de conciencia es variar esa imagen

Tántalo (mitología)


En la mitología griega, Tántalo (en griego antiguo Τάνταλος Tántalos) era un hijo de Zeus y la oceánide Pluto, rey de Frigia o del monte Sípilo en Lidia (Asia Menor). Se convirtió en uno de los habitantes del Tártaro, la parte más profunda del Inframundo, reservada al castigo de los malvados.

Fue padre de Pélope, Níobe y Broteas con la pléyade Dione. Robert Graves dice que su esposa también pudo ser Euritemista (una hija del dios-río Janto), Eurianasa (hija del dios-río Pactolo) o Clitia (hija de Anfidamante).

La historia de Tántalo

Se conoce a Tántalo por haber sido invitado por Zeus a la mesa de los dioses en el Olimpo. Jactándose de ello entre los mortales, fue revelando los secretos que había oído en la mesa y, no contento con eso, robó algo de néctar y ambrosía y lo repartió entre sus amigos.

Tántalo quiso corresponder a los dioses y les invitó a un banquete que organizó en el monte Sípilo. Cuando la comida empezó a escasear, decidió ofrecer a su hijo Pélope. En lo que constituye un arquetípico rito de iniciación chamánica, descuartizó al muchacho, coció sus miembros y los sirvió a los invitados. Los dioses, que habían sido advertidos, evitaron tocar la ofrenda. Sólo Deméter, trastocada por la reciente pérdida de su hija Perséfone, «no se percató de lo que era» se comió el hombro izquierdo del desdichado. Zeus ordenó a Hermes que reconstruyera el cuerpo de Pélope y lo volviera a cocer en un caldero mágico, sustituyendo su hombro por uno forjado de marfil de delfín, hecho por Hefesto y ofrecido por Deméter. Las moiras le dieron vida de nuevo y así obtuvo nuevas cualidades. Para reforzar su iniciación en los misterios divinos, Poseidón secuestró al nuevo Pélope y lo llevó al Olimpo, haciéndolo su amante.

Un último crimen terminó por colmar la paciencia de los dioses: cuando Pandáreo robó el mastín de oro -que le había hecho Hefesto a Rea para que cuidara del recién nacido Zeus -y se lo dio a Tántalo para que lo ocultara. Una vez pasada la alarma inicial sin que se supiera nada del perro, Pandáreo le pidió que se lo devolviera, pero Tántalo le juró por Zeus que nunca había oído hablar de él (otra versión invierte los papeles y hace de Tántalo el ladrón y de Pandáreo el ocultador). Escandalizado Zeus por el perjurio o por el robo aplastó a Tántalo con una roca que pendía del monte Sípilo y arruinó su reino.

Después de muerto, Tántalo fue eternamente torturado en el Tártaro por los crímenes que había cometido. En lo que actualmente es un ejemplo proverbial de tentación sin satisfacción, su castigo consistió en estar en un lago con el agua a la altura de la barbilla (otras versiones del mito se refieren a la rodilla ó la cadera), bajo un árbol de ramas bajas repletas de frutas. Cada vez que Tántalo, desesperado por el hambre o la sed, intenta tomar una fruta o sorber algo de agua, éstos se retiran inmediatamente de su alcance. Además pende sobre él una enorme roca oscilante que amenaza con aplastarle.

Interpretaciones

Diversos autores ven en este mito un rotundo rechazo de la religión olímpica a los sacrificios humanos, que si bien eran habituales en los primeros cultos, sobre todo en el Deméter en su primitiva encarnación como Gran Diosa, se consideraban entonces como tabú. Los griegos de la épica acusaban a Tántalo de intentar engañar a los dioses olímpicos para devolverlos a sus antiguas identidades ofreciéndoles un banquete-sacrificio de carne humana.

Tántalo cometió además los tres grandes pecados de la mitología griega: ofender a un anfitrión, hacer daño a un niño y desafiar a los dioses.

Alternativamente, Tántalo es retratado como una autoridad prometeica que divulgaba secretos divinos a los mortales y presidía ceremonias sagradas de iniciación consistentes en la muerte y transfiguración místicas.

Tántalo el Segundo

Otro Tántalo, llamado el Segundo, fue rey de Pisa, hijo y heredero de Broteas o, según otras fuentes de Tiestes, hijo de Pélope, y descendiente en ambos casos del Tántalo anterior, en cuyo honor recibió su nombre.

Cuando se le considera hijo de Broteas, era el primer marido de Clitemnestra y murió en batalla a manos de Agamenón, quien luego obligaría a su viuda a casarse con él. Se cuenta que Agamenón también arrancó violentamente de su pecho al hijo Clitemnestra, arrojándolo contra la piedras y rompiendo así su cabeza.

Cuando se le considera hijo de Tiestes, se cuenta que habiéndole invitado su hermano Atreo a un banquete para celebrar una amnistía, éste asesinó al infante Tántalo, lo hirvió y lo sirvió a la mesa, junto a los cuerpos también cocinados de Plístenes, Áglao, Orcómeno y Calileonte, todos parientes de Tiestes. Al terminar la comida, le presentó en otra bandeja las cabezas, pies y manos de sus víctimas, para que se diera cuenta de lo que había comido. Tiestes vomitó horrorizado lo que tenía en el estómago y lanzó una terrible maldición a los descendientes de Atreo.
[editar] Otros personajes

Tántalo era uno de los Nióbides, hijos de Níobe (por tanto nietos del primer Tántalo) y Anfión.
Tántalo era el nombre por el que también se conocía a Talos, el sobrino de Dédalo.

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