Pedro Berroeta nos dejó hace quince años
El escritor venezolano dejó una extensa obra literaria
Fue hace quince años -cumplidos ayer, para ser más exactos- que el periodista venezolano, escritor, entrevistador y hombre de televisión, Pedro Berroeta, nacido en Zaraza, estado Guárico, formado en la Escuela de Altos Estudios Sociales de París, y graduado de diplomático, nos abandonó.
Pero allí están sus obras, para recordarlo, revisitarlo, revivirlo. Piezas comoMarianik (1945), Instantes de fuga (1948), La leyenda del Conde de Luna (1956), quizás su mejor novela, y con la cual obtuvo un premio de la Cámara Venezolana del Libro; y El espía que vino del cielo (1968), algunas de las cuales fueron traducidas al alemán, francés e italiano.
Pero Don Pedro Berroeta también fue autor de las piezas teatrales La farsa del hombre que amó a dos mujeres, Jonás y los muertos no pueden quedarse en casa, y de poemarios como Mientras las brasas duermen y La sagrada blasfemia.
En 1993 se ganó el Premio Municipal de Literatura de Caracas con La huella del pez, en el agua. Y entre 1976 y 1979 fue Presidente de Venezolana de Televisión, en la que trabajó como entrevistador durante varios años.
De su último libro, La huella del pez en el agua, el profesor retirado de la escuela de arquitectura de la Universidad Central de Venezuela, José Zraid, ha rescatado algunas frases y conceptos memorables, como: "Poseer un tórax amplio es una buena señal de oxigenación, de ser generoso". "Aún la muerte puede tener la apariencia de la juventud". "No hay inocencia en los actos. Todos, si hay culpa somos culpables, porque todos consciente o inconscientemente, buscamos llevar a cabo nuestro destino".
O esta: "Tratamos de detener junto a nosotros a los seres que van a abandonarnos, olvidando que si estuvieron a nuestro lado fue porque se desplazaban y así tendrán que irse, como nos vamos nosotros, como nos alejamos todos".
O esta otra: "Tratamos de asirnos desesperadamente a las hojas que vuelan arrancadas del árbol, a las cosas que ya no son, que ya cumplieron su ciclo".
"Cuando dos animales se encuentran se huelen para establecer una relación. Lo mismo hacen los seres humanos cuando se preguntan sus nombres, indagan de dónde vienen y a dónde van, qué piensan, qué sienten, cuáles son sus gustos y qué les sucedió en el pasado".
Y esta acerca del divorcio: "Esa mañana me desperté aligerada y me di cuenta de que ya no tenía que aguantar más a dos seres sino a uno solo: a mí".
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