Luis Molina Pantin: "Son piezas de arqueología urbana"
"Venezuela es el país con la inflación más alta de Latinoamérica, y el hecho de (...) distribuir alcancías me parece un acto súper engañoso".
Luis Molina Pantin soltó la cámara durante seis meses y comenzó a exhumar objetos. El artista conceptual venezolano, nacido en Ginebra en 1969, rescató del olvido 28 alcancías de instituciones bancarias que quebraron o fueron intervenidas durante los años 90. El fotógrafo se dedicó a conseguir estos objetos en subastas, páginas de venta por internet o entre coleccionistas. Y el resultado de esa "arqueología urbana" -como él la llama- se muestra desde hoy en la exposiciónValores humanos, dentro de las salas de Faría + Fábregas Galería, en Chuao.
Molina Pantin, lleno de inseguridad por su título de "fotógrafo", decidió mostrar una propuesta más escultórica que fotográfica. Tan solo exhibe seis fotografías de la serie Chelsea galleries (2001-2006) y una imagen de la revista Elite.
El resto son objetos de su arqueología urbana: una instalación que muestra las 28 alcancías; una botella de whiskey vacía tamaño familiar -"la bebida nacional", afirma- montada en un pedestal; la primera edición del Manual de urbanidad y buenas maneras de Manuel Antonio Carreño; una instalación de 12 teléfonos celulares "tipo ladrillos" de hace más de 20 años; ocho libros inéditos de Carlos "El Chacal"; y una caja en plexiglás que contiene cajas de equipos electrónicos.
-¿Por qué seleccionó el título del programa Valores Humanos de Arturo Uslar Pietri para la muestra?
-La exposición tiene que ver mucho con el tema de los valores humanos, porque son los valores de cada quien. Todos los objetos contienen códigos de diferentes tipos de valores humanos, según el ojo que los vea. Valores Humanos fue muy importante para nuestra generación. De niño, mis padres me decían: 'Ve el programa para culturizarte'. Ahí se hablaba era de cultura universal, casi nunca de Bolívar. Es un título que tiene mucha ironía.
-¿Por qué las alcancías?
-Venezuela es el país con la inflación más alta de Latinoamérica, y el hecho de cultivar o distribuir alcancías, que usualmente son mercadeadas para los niños, me parece un acto súper engañoso. Por ejemplo, el banco Miranda Entidad de Ahorro y Préstamo utilizaba en sus alcancías imágenes de las Tortugas Ninjas. El Banco Nacional de Descuento, que quebró en los 80, utilizaba el robot de Mazinger Z. Es esa ironía de comunicación de los bancos a través de las alcancías. Son bancos que están quebrados o intervenidos. Ahí se muestra el conflicto de valores. Estas alcancías tienen un valor antes de entrar al mundo del arte: son objetos coleccionables.
-¿Exhuma las alcancías y le da otra vida?
-Saco esas imágenes del contexto y las llevo al arte. Cuando las ves juntas, fuera de contexto, observas la historia fracasada de la banca nacional. También ves un doble sentido. Por ejemplo: la alcancía del Banco Lara, que quebró, decía: 'Ahorro, dulce porvenir'. O las del Banco Metropolitano, que decían: 'Vamos a ayudarlos a ser lo que sueñan'. Es la ironía de los mensajes subliminales.
-¿Por qué la ironía?
-La ironía es un elemento importante para el arte contemporáneo. Hoy el arte venezolano tiene que ser más directo y crítico. Estamos compitiendo con otras cosas que nos ganan, como por ejemplo la publicidad.
-¿Es un trabajo antropológico?
-Sí. Estudié en la universidad sociología y antropología. Necesitaba esa base para poder entender a los seres humanos (...) Estas piezas son la matriz, son arqueología urbana.
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