Razón del nombre del blog

Razón del nombre del blog
El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 1 de mayo de 2012

De ahi que se irrespete al escritor al eliminar de CADIVI el apoyo a quien estudie Letras o cualquier carrera "humanística" y se contabilice en el CENAL solo los libros vendidos en las Ferias chavistas de libros ode autores defensores de esa tendencia


La deshora del escritor
Escrito por Antonio López Ortega   
El Nacional Jueves, 26 de Abril de 2012 06:47

altCuando la efemérides apunta a algunos pronunciamientos sobre la situación del escritor venezolano, bien vale la pena asomar un breve balance sobre su situación de hoy y años recientes. De entrada, nada de fondo ha cambiado en torno a lo que se ha dado por llamar la profesionalización del oficio, pues todo sigue dependiendo de su esfuerzo único y solitario. El oficio, por supuesto, no se aprende ni en las esquinas ni en las bodegas; muy al contrario, me temo que sigue surgiendo por generación espontánea, y ya ni siquiera la programación de talleres literarios de otros años cubre el territorio nacional de manera eficiente. Se da más bien lo que, animados por el humor, llaman el ejercicio integral de la profesión, esto es, el escritor que lo es todo: impresor, corrector, diagramador, relacionista, promotor y distribuidor de sus propios libros. 
Esto habla, por supuesto, de la situación editorial. Desde el sector público, las prioridades han cambiado drásticamente: se han alejado del mercado, postulan una misión educativa que no se palpa cuando sus ediciones terminan en el mercado secundario y son restrictivos con autores y temas. Desde el sector privado, no hay dólares oficiales para importación, algunos sellos se han ido del país porque no logran repatriar sus ganancias y el marco regulatorio presiona para que sólo sean las casas locales las que editen. La oferta de literatura internacional que muestra la Venezuela de hoy es paupérrima si se compara con la existente en Colombia, México, Chile o Argentina. 

Ni hablar de la tribuna internacional, en la que Venezuela sencillamente no existe: ni en la Feria del Libro de Bogotá, ni en la de Buenos Aires, ni en la de Guadalajara, con la excepción hecha de muestras recientes llevadas en los dos últimos años por la Cámara Venezolana del Libro. Los autores que nos representan como delegación oficial pasan a ser un club de amigos. Nuestras ferias nacionales han decaído y ahora son menos, con la excepción de la Filuc de Valencia, que no cesa de crecer; de la Feria de Plaza Altamira, fenómeno de ventas; y de la Filven, cuya última edición mostró apertura, diversidad y públicos entusiastas.

Ante un panorama por lo menos desalentador, lo único que se salva es la creatividad, cuyo empeño sólo debemos a nuestros íngrimos escritores, quienes ni ahora ni antes desfallecen ante nada: son una especie testaruda, que responde siempre a un mandato muy íntimo, donde ni siquiera el país está presente. El país, digámoslo así, se lleva por dentro, como una huella indeleble o como "una mancha de sangre", para recordar un verso del poeta Igor Barreto. Cuando se le preguntaba a Eugenio Montejo la diferencia entre un escritor mexicano y uno venezolano, el poeta contestaba: "La diferencia es que cuando el escritor mexicano camina el país viene detrás". 
Más que de lugar y hora del escritor, tendríamos que hablar de extravíos y deshoras, pues sólo cuatro ausencias acaecidas en la primera década del siglo corriente ­Salvador Garmendia en 2001, Juan Sánchez Peláez en 2003 y Adriano González León y el propio Eugenio Montejo en 2008­, todas monumentales, las despedimos sin obituarios oficiales ni coronas florales. Los honores que post mórtem recibió Mario Benedetti, sin duda merecidos, con remitidos que cubrieron páginas enteras en los periódicos nacionales, no pudieron ser emulados por nuestro cuarteto de Alejandría, quienes pudieron bajar tranquilos al sepulcro, pero con la misma soledad que los amparaba cuando escribían. Nuestros autores viajan hacia la inmortalidad, pero el país sólo persigue a fantasmas. 

Últimas Noticias  el Martes, 24 de Abril del 2012
A los venezolanos les gusta leer libros.


 

Más de la mitad de los venezolanos son lectores de libros. Tal afirmación se desprende de los resultados obtenidos en el Estudio del comportamiento lector, acceso al libro y a la lectura, presentado ayer en rueda de prensa con motivo de celebrarse el Día Internacional del Libro. "Tenemos motivos para sentirnos orgullosos", fueron las palabras del ministro de Cultura, Pedro Calzadilla, al dar a conocer el estudio que desarrollo el Centro Nacional del Libro (Cenal), a través del equipo de Asesoría Goya, conformado por estadísticos y psicólogos con el apoyo del Laboratorio Venezolano del libro


¿ENTONCES POR QUE CARAJO NO SABEN HACER UNA TESIS
DE GRADO O UN TRABAJO DE INVESTIGACION...?


ESTE GOBIERNO REDUJO EL MUNDO A GALEANO QUE ERA
LECTURA EN LOS 60 Y CUANTA VAINA LEIMOS EN ESA
DECADA, PORQUE SUS CABEZAS INTELECTUALES SE QUEDARON
PEGADOS EN EL MISMO SITIO QUE SIEMPRE TUVIERON EN LOS
CONCILIABULOS DE LAS UNIVERSIDADES DONDE JUGABAN A
CONTESTATARIOS Y DE IZQUIERDA REVOLUCIONARIA...



«La Revolución Venezolana es una chatarra ideológica»

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Entrevista a Alberto Jiménez Ure, por Juan Carlos Vásquez [*]

—¿Vives la soledad del escritor? ¿Necesitas compartir lo que escribes con alguien? ¿Grupos o tertulias literarias, familiares, amigos...?
—Soy, entre los hijos de (Eva) la primera, un desterrado. En la actualidad, mi único arraigo está representado en la figura de mi hija Venus (de sólo 12 años). Territorialmente, soy un desarraigado: un fustigado e incomprendido apátrida. En cambio, mi pequeña y yo somos aliados. Vivimos solos: soy su padre y su madre, su custodio, cobijo y quien ilumina su sendero. Por otra parte, admito que me agrada ser leído. Me divierte mucho, me intriga ad infinitum. Entre mis lectores y yo existe un tácito pacto para sempiternamente hibernar la disputa o comunión que pretendía emboscarnos. No doy a nadie mis libros cuando están en fase prenatal o evolutiva. Empero, ya publicados me place obsequiarlos  a personas que presumo les gusta leer. Bebiendo licor en tascas, ocasionalmente discuto con intelectuales sobre Literatura y Política. Igual sobre la Filosofía: esa, «la impúdica», mi Alma Mater. Y sobre Deus y el Demonio, que sí existen. Alrededor de Abraxas, que también vive y al cual todos conceden audiencia por su investidura de vieja data.
—¿Con qué género te identificas más?
—Los críticos literarios y quienes suelen analizar mis textos en los claustrofalaces de la Educación Media o Superior afirman que soy, fundamentalmente, un narrador. Quizá por esa causa, yo debería comulgar con ellos y decir que me identifico más con laNovela o Cuento. Pero, en mi defensa frente al fraude ante el cual nunca capitularé, admito que no tengo una «partida de nacimiento oficial» respecto a géneros literarios. Durante mi niñez, escribí distinto a lo que me exigían en la escuela. A veces formulé ideas, pero igual expelí mis tormentos. En otros instantes vertí al papel (cuentos) invenciones quizá «macabras». No eran tiempos de «procesadoras de palabras» y la ficción manuscrita era un supremo acto ritual, tanto como hoy lo es propagar historias o pensamientos mediante la Tecnología Multimedia. De ese modo desahogaba mis miedos infantes, mi indefensión y profundo desarraigo que jamás se revertiría en mi existencia. 
—¿Qué te sirve de fuente de inspiración? 
—Mi «perversa» psique, mi percepción de una realidad pródiga en sucesos «malignos», mis vivencias, mis lecturas filosóficas, las «abominaciones» de la especie menos inhumana a la cual parece que pertenezco y que jamás cesan, mis bienaventuranzas y tragedias. 
—¿Qué diferencia, entre tus primeras obras y las más recientes? ¿Cómo definirías tu evolución? 
—Similar a los espermatozoides que tras la falotración son eyectados para competir por fecundar un óvulo, mis libros no parecen diferir mucho en curso del tiempo. Están diseminados. Unos parecen más tenebrosos, otros más filosóficos o perturbadores de conciencias. Fueron expulsados de mi hereje y profana mente, con obvios propósitos de fecundación. Si fracasan o tienen éxito, ello no exterminará al embrión. 
—Hay libros que siempre recordamos a lo largo de la vida, ¿Cuáles conservas en tu memoria? 
—Cuando no soy quien los recuerda, me los recuerdan los lectores: las novelas Aberraciones, Adeptos, Facia y Desahuciados. Mis libros de cuentos intitulados Suicidios, Abominables, MacabrosMaleficio. Mis enunciados poéticos Luxfero, Lucubraciones, Revelaciones, Deus y Aciago. Mis Pensamientos profanos, Epitafios, Pensamientos dispersos (…)  
—¿Qué estás leyendo actualmente y por qué? 
—Tengo interés en conocer lo que escriben los más jóvenes y en leer ensayos de profesores universitarios (Los hijos de Acteón, de Mantilla Chaparro, por ejemplo). Siempre releo a filósofos clásicos como Shopenhauer, Mill, Niestsche, Prohudom, Marx, Cappelleti, Sartre, Séneca y otros. Hace poco leí El niño que fui, de Saramago (no me gustó, muy frívolo). Un libro de una chica que afirma ser mi discípula, y que me impactó, titulado Mundo inmundo (Marie Josue Saintux). Me encanta la generación de relevo de los Herederos del Caos que conformamos los hacedores nacidos a partir de la mitad del Siglo XX, y que, durante el alba del XXI, todavía podemos ser, mediante nuestros escritos, la Humanidad Lesivos Venerables.Qué importará a los desahuciados del mundo. 
—¿Tienes planes, alguna obra nueva? 
—Tengo inéditas dos novelas breves: Escorias y Decapitados.La antología máxima de mis cuentos, titulada Absurdos, y El despotismo (ensayo) que me gustará publicar durante el 2009. Fueron escritos entre los años 2007 y 2008. No escribiré durante varios meses, porque me siento intelectualmente fatigado y porque el nefasto ambiente político venezolano me inquieta u ofusca.  
—¿En tu trayectoria como escritor, cuáles han sido las trabas y los procesos mentales que han desligado todos los inconvenientes para que tu obra fluctúe con propiedad? 
—Mis días infantes fueron felices, aun cuando plagados de «espectros» de mi imaginación, en un campo petrolero venezolano. Mi pubertad no fue tan apacible y estuvo expuesta a los peligros de la pre-iconoclasia que finalmente daría fama al desenfreno e irreverencia de los jóvenes de la famosa Década de Los Años Setenta(Siglo XX, claro). Mi adolescencia fue sitiada por los alucinógenos, elrock, la disipación sexual, lecturas filosóficas, el hessenianismo, sartrenianismo, camusianismo, millernianismo, beatlesianismo, the peace and love, la ruptura y ningún concilio con quienes emprendieron guerras mundiales (había que esputar contra las ideas imperantes). Mi edad adulta ha estado signada por una responsabilidad que no pretende exculparme. Trabajé durante casi treinta años en una de las universidades venezolanas más vetustas, venerables, nunca senil, de origen clerical. Estoy en situación «de retiro legal», pero todavía mantengo cierta presencia en sus recintos. 
—¿Qué opinas de la Literatura Venezolana, algún autor que desearías comentar? 
—La venezolana es una nada reprochable literatura, parida por talentosos escritores: algunos de los cuales, inexplicable e inexcusablemente, se han colocado en decúbito frente a quienes capitanean ese insulto a la inteligencia denominado Revolución: que no gobierna para el vulgo sino que inflige, que fortuitamente lastima, manipula con inmoral propaganda, infecta conciencias y tima a los ingenuos e ignorantes.  
La «Revolución Venezolana» es una chatarra ideológica producto de inteligencias abortadas durante los Siglos XVIII y XIX, y que, eufemísticamente, pretenden difundir bajo el nombre deSocialismo del Siglo XXI. Si menciono uno, dos, tres autores venezolanos que me persuaden (…) Si lo hago, quienes no sean incluidos en mi sumario podrían sentirse aludidos. No me interesa querellarme con canallas, con quienes capitulan por mendrugos, fatua figuración pública o por cobardía.  No es lícito inclinar volitivamente la cerviz frente a criminales con poder de mando político. 
—¿Cómo nace tu obra Escorias
—Se trata de una novela rigurosamente existencialista, con algunos elementos que estigmatizan mis ficciones y que críticas como la profesora costarricense Shirley Yorleny Montero Rodríguez califica como post-modernos. Mi edad y mis depresiones me han convertido en una persona más vulnerable, motivo por el cual mis experiencias con los personajes que protagonizan en Escorias me afectaron tremendamente. Al extremo que intenté suicidarme un par de veces, con sobredosis de antidepresivos mezclados con licor. Anhelé se me oficiara un tedeum
—Dentro de la novela vemos un fuerte referente en el alcohol, ¿lo utilizas para escribir? 
—No, nunca escribo cuando bebo. Tampoco platico con Baco todos los días. Puedo dejar de libar durante meses. No rindo culto a la bohemia. Quise consagrarme al ascetismo, pero me gustan las mujeres. 
—Dicen que leer un libro es iniciar una aventura y dejarse en manos de un guía que te conduce a un lugar por descubrir. ¿A dónde se puede llegar de la mano de Alberto Jiménez Ure? 
—Si no está psíquica e intelectualmente alerta, quien me lea con excesivo apego podría estar cometiendo un gravísimo error. En cualquier calle, me ha ocurrido toparme con jóvenes que se han arrodillado ante mi para llamarme Luxfero y ello me produce estupor. 
—En una frase de tu obra la Vindicación del Caos, dices: 
«Aquí estamos La Naturaleza y yo:
En el Panorama de la Literatura Venezolana,
Un hacedor que inspira suspicacias
Y murmuraciones malsanas».  
 ¿De alguna manera te sientes excluido? 
—No excluido. Me siento sistemática y absurdamente difamado, inculpado por cometer una literatura distinta y descarnada. No soy el monje, monstruo o degenerado que irrumpe en las tramas de mis novelas o cuentos. Frente a mi narrativa, soy el pontífice que se aparta. Pero, si adhiero a mis enunciados poéticos.Ese soy. Ya no narrador omnisciente, sino quien no teme a lasTinieblas cuando forzosamente transita por la jurisdicción de los que andan por el mal sendero. 
—¿Has tenido algún maestro indiscutible? 
-No. Nadie, jamás, se atrevió a ser mi «maestro». Pero, durante mi iniciación literaria pública, tuve el padrinazgo de Juan Liscano. Fue un notable poeta y ensayista venezolano de gran prestigio internacional. Amigo e interlocutor de Octavio Paz, Cabrera Infante, Neruda, Borges, Bioy Casares, Victoria Ocampo, Vargas Llosa, Otero Silva, Carlos Fuentes, Reinaldo Arenas, Alejo Carpentier, Uslar Pietri, Rómulo Gallegos (…). Fue asesor de algunos presidentes de Venezuela y pertenecía a una familia de pudientes, de propietarios de bancos. 
—¿Qué consejos darías al lector de esta revista, hombres y mujeres con ganas de reflejar sus propias historias? 
—Que no tiene sentido ser un hacedor maquillado y temeroso. No importa qué pueda suceder o qué consecuencias pudieran generar nuestras invenciones o testimonios, nuestrolibrepensamiento. Los escritores no tenemos por qué ser culpables cuando procedemos guiados por la Razón Inmutable. 
—Regálanos unas últimas palabras sobre cualquier tema que te interese... 
—Durante los siglos VII-IV a. de C., los intelectuales griegos versificaron sus reflexiones y se produjo, sin interdicciones, el parto de ese objeto de la discordia que en nuestra realidad y tiempo conocemos como (Literatura)  Poesía. Todos los textos eran escritos en versos y tenían rasgos épicos. La guerra por la dominación entre poblaciones fijaba esos cantos, esas formulaciones. Al cambio de las cosas, queda explícita su inmortalidad.
    

___________________[*] Juan Carlos Vásquez es fundador de la Revista de Creación Los Herederos del Caos (California, EE.UU.).

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