Razón del nombre del blog

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El por qué del título de este blog . Según Gregorio Magno, San Benito se encontraba cada año con su hermana Escolástica. Al caer la noche, volvía a su monasterio. Esta vez, su hermana insistió en que se quedara con ella,y él se negó. Ella oró con lágrimas, y Dios la escuchó. Se desató un aguacero tan violento que nadie pudo salir afuera. A regañadientes, Benito se quedó. Asi la mujer fue más poderosa que el varón, ya que, "Dios es amor" (1Juan 4,16),y pudo más porque amó más” (Lucas 7,47).San Benito y Santa Escolástica cenando en el momento que se da el milagro que narra el Papa Gregorio Magno. Fresco en el Monasterio "Santo Speco" en Subiaco" (Italia)

martes, 10 de abril de 2012

14 al 15 de abril de 1912, 100 años de la tragedia del Titanic

El Carabobeño 09 abril 2012

Los héroes latinoamericanos del Titanic

Entre sus pasajeros, figuraron varios latinoamericanos. (Foto EFE)

EFE

En la cubierta del Titanic, unos valientes caballeros latinoamericanos eligieron pasar su última noche, la del 14 al 15 de abril de 1912, escuchando los acordes que tocaba la orquesta mientras el lujoso transatlántico se hundía frente a las costas de Terranova.

Entre los más de 2.000 pasajeros que viajaban a bordo del Titanic, figuran varios latinoamericanos, cuatro de ellos de origen español, que murieron haciendo gala de su caballerosidad y valentía.

El mexicano Manuel R. Uruchurtu, el argentino Edgardo Andrew, y los uruguayos Ramón Artagaveytia, Francisco Carrau y José Pedro Carrau, integran la lista de los latinoamericanos que embarcaron en el “Titanic”, tal y como confirmó a Efe una portavoz de Musealia, empresa que organiza la muestra “Titanic, the exhibition”.

La Enciclopedia Titánica también registra a la camarera argentina Violeta Jessop, quien logró sobrevivir al naufragio, y a Servando José Florentino Ovies y Rodríguez como cubano pero otras fuentes apuntan que era un asturiano que vivía en La Habana.

La tragedia del viaje inaugural del famoso buque, que zarpó del puerto inglés de Southampton y nunca llegó a Nueva York, mostró todos los aspectos de la condición humana, desde la más extrema generosidad hasta la mezquindad más deplorable.

Entre los comportamientos ejemplares destaca el del único mexicano que viajaba a bordo: Manuel R. Uruchurtu, de origen vasco, un político nacido en Hermosillo, miembro de una familia pudiente y destacada del noroeste de México.

La noche en la que el Titanic chocó con el iceberg, Manuel Uruchurtu fue subido al bote salvavidas número 11, gracias a su estatus de diputado en visita oficial en Francia.

Entonces, - según recuerda en un artículo un pariente suyo, Alejandro Gárate Uruchurtu, miembro de la Sociedad Histórica del Titanic-, apareció la inglesa Elizabeth Ramell Nye, “quien imploró ser incluida en el bote salvavidas, alegando que su esposo e hijo le esperaban en Nueva York”.

Manuel Uruchurtu cedió su lugar a Elizabeth y, a cambio, le pidió que visitara a su familia en Veracruz para contarles su destino.

En 1924, Elizabeth cumplió su promesa y viajó a México para encontrarse con la viuda de Uruchurtu. No obstante, tiempo después se descubrió que Elizabeth había mentido ya que ni estaba casada ni tenía ningún hijo, según el artículo de Gárate Uruchurtu.

También tuvo una actitud caballerosa el argentino Edgardo Andrew, oriundo de Río Cuarto, e hijo de ingleses, quien a los 17 años se fue a estudiar a Inglaterra.

Un año después, Andrew escribió a su enamorada Josey diciéndole que no la podía esperar en Inglaterra porque se iba a Estados Unidos en el Titanic, según una investigación publicada hace unos años por el diario Clarín.

La premonitoria carta de Edgardo, dice en su tercer párrafo:” Figúrese Josey que me embarco en el vapor más grande del mundo, pero no me encuentro nada orgulloso, pues en estos momentos desearía que el Titanic estuviera sumergido en el fondo del océano”.

Después de que el barco chocará con el iceberg en su cuarto día de navegación, Edgardo salió de su camarote al pasillo y se encontró cono Winnie Trout, quien sobrevivió y fue una voz fundamental para los historiadores, según cuenta Clarín.

Cuando comenzó a hablar en público de la tragedia, casi 40 años después del accidente, Winnie confirmó la versión de los familiares de Edgardo de que el pasajero argentino tenía colocado ya su chaleco salvavidas y viéndola a ella desesperada, se lo cedió para después arrojarse al mar.

Quien sí logró sobrevivir al hundimiento del Titanic es la camarera argentina Violeta Jessop, quien además fue testigo de los accidentes de otros dos de los mejores transatlánticos de su época, todos de la naviera White Star Line.

Violeta, nacida en 1887, en Argentina, de padres irlandeses, pertenecía a la tripulación que sobrevivió a la colisión en 1911 del Olympic con el vapor Hawke, y en 1916 se salvó del hundimiento del Britannic.

En sus memorias, Violeta cuenta que desde el bote salvavidas vio el hundimiento del Titanic y cómo soportó ocho horas de angustia hasta ser rescatada por el Carpathia.

“A medida que el bote descendía, un oficial me dio un bebé para que lo cuide. Y me arrojó un bulto al regazo”, contó Violeta, aunque jamás supo quién era ese niño.


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