Regímenes depredadores
El endeudamiento sin control solo augura escasez, inflación y deterioro del valor de la moneda
Constituye un mal de la humanidad el comportamiento populista de los dirigentes de los pueblos. Cuando logran acceder al poder, por su errada escogencia por la gente o aprovechando las brechas que en el alma de las comunidades abre el relativismo, la desinformación y la violencia, hacen de sus gobiernos regímenes depredadores de la vida de los ciudadanos, independientemente de las ideologías que los inspiren y más si son totalitarios.
En la medida que al ejercicio de la política se fueron incorporando las más avanzadas técnicas de la investigación y estudio de los mercados y de presentación de los productos que se ofrecen en ellos, por las carencias que en su formación las sociedades ponen de relieve en este tiempo, se han ido acrecentando los comportamientos populistas de los gobernantes y haciendo cada vez más frecuente el acceso al poder de aquellos cuya motivación para lograrlo nada tiene que ver con el deseo de servir a las comunidades que pretenden dirigir, ni con el fomento de su bienestar.
Por ello, terminan siendo depredadores de los medios físicos, económicos y sociales -escasos o muchos- de que disponen esas comunidades para crecer y realizarse; como recientemente ocurrió en Grecia y otros países de la Unión Europea, que han causado -por el descuido de las autoridades de la Unión- los problemas económicos y sociales que tantos sacrificios va costar superarlos; y, que hoy se observa, se incuban en varios países de América Latina.
Esos gobiernos, reñidos con la verdad, contando con el favor de las autoridades monetarias -que olvidan totalmente su razón de ser y su primer deber: proteger la fortaleza de la moneda cuya custodia formalmente les ha sido confiada- endeudan a los pueblos al tiempo que con sus acciones solo contribuyen a desestimular la inversión reproductiva y provocar la destrucción de puestos de trabajo estables y productivos, creando las condiciones para el desarrollo de las crisis que el incumplimiento de los compromisos financieros contraídos hace estallar.
Así, generan las crisis económicas que tan doloroso resulta después a los pueblos solventar. El endeudamiento sin control, ni la contrapartida debida del lado de la inversión y la producción reales, solo augura escasez, inflación y deterioro del valor de la moneda, que ningún ucase puede impedir y tantos males acarrean a los pueblos.
Por eso, para evitar que tales cosas ocurran, conviene a los ciudadanos procurar conocer y entender las acciones de sus autoridades y exigir su control real a los responsables de ejercerlo.
luisoberto@yahoo.com
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